Caamaño nos pone a los cristianos ante la evidencia

Re: Caamaño nos pone a los cristianos ante la evidencia

¿En qué sentido se refiere con eso de "más justo"? ¿qué criterios debemos usar los cristianos para juzgar la justicia de tal o cual sistema político?

Por ejemplo, ¿qué es más importante para nosotros? ¿el derecho a la vida o el derecho a la libertad política o sindical?

Yo no digo que la democracia sea mala "per se". Lo que sí digo es que si la misma no tiene unos límites morales mínimos, si se salta la ley natural, es tan nefasta como cualquier otro sistema político que haga lo mismo sin urnas de por medio.

Tiene que usar los criterios que, en conciencia, considere que han de cumplirse.

Usted, siendo cristiano supongo que similar al menos a la de otros foristas, tendrá su propia escala de valores. Para mi el derecho a la vida es básico, pero también lo son la libertad política y sindical. Sin embargo, los segundos no pueden darse sin el primero (a mi entender).

Supuestamente los límites de la democracia los marca la Constitución. No obstante, esta es obra de hombres, por lo que es habitual que contenga errores, o que existan supuestos que no han sido previstos, o que se haya ignorado algún punto que posteriormente dejase una libertad legislativa excesiva en algún campo. Pero a fin de cuentas la Constitución (por lo menos aquí en España) fue aprobada en su día por los ciudadanos, por lo que tiene legitimidad democrática (es decir, los propios límites los estableció el sistema, o, para ser mas precisos, los representantes del anterior sistema con la aprobación de un 87% del pueblo español). Es decir, la legitimidad de estos límites viene determinada por la aprobación en referendum de los mismos (la democracia que se limita a si misma).

No se si usted preferiría que los límites morales o legales, o los que quiera, fuesen impuestos por una autoridad superior (religiosa, o del tipo que mas le agrade). Sin embargo, para que así fuese, esta debería tener tras de si algún tipo de legitimidad que le permitiese actuar, en democracia tendrían que ser los ciudadanos en su mayoría quienes lo avalasen con su apoyo, bien en un referendum, bien por medio de otro tipo de votación. Cualquier otro sistema no sería una democracia.

Para mi la democracia es mas justa por ser representativa, los gobiernos son elegidos por los ciudadanos, y no impuestos por herencia ni por decisiones piramidales. Cualquier persona tiene derecho a opinar sin poder ser perseguido por ello, criticar al gobierno, su gestión, las acciones que llevan a cavo, etc. Cualquier persona puede formar su propio partido político y presentarse a las elecciones, e innumerables otras cosas.
 
Re: Caamaño nos pone a los cristianos ante la evidencia

Cthulhu:
Pero a fin de cuentas la Constitución (por lo menos aquí en España) fue aprobada en su día por los ciudadanos, por lo que tiene legitimidad democrática (es decir, los propios límites los estableció el sistema, o, para ser mas precisos, los representantes del anterior sistema con la aprobación de un 87% del pueblo español). Es decir, la legitimidad de estos límites viene determinada por la aprobación en referendum de los mismos (la democracia que se limita a si misma).

Luis Fernando:
Mire, cuando Hitler llegó al poder también tenía "legitimidad democrática" porque había vencido las elecciones. Pero el mal jamás puede ser legítimo aunque lo avalen con su voto millones de personas.

De todas formas, le reconozco que la democracia tiene una gran virtud sobre el resto de opciones políticas. Permite echar del poder a los malos gobernantes sin necesidad de acudir a la violencia. El absolutismo monárquico, por ejemplo, dependía en gran medida de la bondad del rey para que el sistema redundara en el bien común. Ante un rey malvado, y mire que los ha habido a lo largo de la historia, el pueblo sólo tenía como opción la rebelión armada o, en caso de ser una pueblo genuinamente cristiano, soportar el mal con el mismo espíritu que los cristianos soportaban al Imperio en los primeros siglos de nuestra era.

Yo no propongo la vuelta hacia ningún régimen pasado, aunque le aseguro que, desde el punto de vista cristiano, considero más legítimo aquel en el que no se asesinaban legalmente a centenares de miles que el actual en el que tal cosa ocurre. Por más que estudio la Escritura, no veo en la misma el derecho a la libertad política y sí el derecho a la vida de los inocentes. Y con esto no digo que la libertad política sea mala. Depende del uso que se la dé. Si se la usa para justificar el aborto, el juicio moral que me merece no creo que se diferencie mucho del que tiene el propio Señor. El "por sus obras les conoceréis" también se aplica a los regímenes democráticos. Y en Occidente las obras son claras: aborto, divorcio, inmoralidad por todas partes. Me dirá usted que eso no es culpa de la democracia y sí de la degradación de la sociedad. Pero entonces le tendré que recordar que cuando las leyes civiles están ordenadas a la permisividad -cuando no el fomento- del mal, acaban por tener un efecto nefasto sobre la población.

Por otra parte, permítame que le diga que en España no estamos ante una verdadera democracia y sí ante una partitocracia y un régimen donde la separación de poderes ha desaparecido. Le pongo un ejemplo muy claro. El artículo 122, punto 3, de la Constitución española, dice literalmente esto:

3. El Consejo General del Poder Judicial estará integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo presidirá, y por veinte miembros nombrados por el Rey por un período de cinco años. De éstos, doce entre Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales, en los términos que establezca la Ley Orgánica; cuatro a propuesta del Congreso de los Diputados y cuatro a propuesta del Senado, elegidos en ambos casos por mayoría de tres quintos de sus miembros, entre abogados y otros juristas, todos ellos de reconocida competencia y con más de quince años de ejercicio en su profesión.

¿Eso se cumple? No. Los miembros del CGPJ son hoy elegidos en su totalidad por el Parlamento. El Tribunal Constitucional aprobó el cambio que el PSOE hizo vía ley orgánica (por tanto, de inferior rango al texto constitucional), enterrando desde ese momento toda su credibilidad con tribunal capaz de juzgar si tal o cual ley es constitucional.

Desde el momento en que la Justicia está arrodillada a los pies del poder político, perdiendo de esa manera toda su independencia, la democracia como tal desaparece. Y entonces estamos al albur de la aparición de un gobernante con mentalidad totalitaria que quiere imponer un modelo de sociedad concreto, para lo cual usará la ley a su antojo sin que haya nadie que le pueda parar los pies. Como ese gobernante ya ha aparecido y se llama Zapatero, pues estamos como estamos.
 
Re: Caamaño nos pone a los cristianos ante la evidencia

Fuente: http://infocatolica.com/blog/fidesetratio.php/obedecer-a-dios-antes-que-a-los-hombres

Obedecer a Dios antes que a los hombres.

Hay que regular la libertad religiosa, pero también la de conciencia».«La libertad de conciencia no puede ser una excusa permanente para desobedecer la ley. Sin ley no hay convivencia. Para que exista, deben tener derechos y obligaciones vinculadas.

Estalinismo.

Puro y duro.

Así hay que calificar las palabras del titular del Ministerio de Justicia: hay que regular la libertad de conciencia.

Los socialistas no esconden sus excrecencias morales, las piensan y nos la cuentan sin vergüenza, ¿para qué lo van a ocultar? El pueblo está maduro para estas cosas.

La izquierda por acción y la derecha por omisión han conseguido por medio de las leyes la reforma de la sociedad, que no es otra cosa que el preámbulo de la tiranía.

Asistimos al nacimiento de una nueva era, el despotismo blando que acoquina el pensamiento: la ley se ha convertido en el atropello de la libertad.

Regular la conciencia por ley es querer ocupar el espacio que le corresponde a Dios. Gaudium et Spes dice que «la conciencia es el centro más secreto, el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella» (GS 16). Con estas declaraciones el Ministro hace explícito el intento de desterrar a Dios totalmente hasta de lo más íntimo del ser humano.

Toda la autoridad y el valor de la conciencia derivan del hecho de ser expresión de la verdad. Con la invasión de la conciencia se dará la inversión axiológica, que llevará al dominio del sujeto por parte del Estado.

La rebelión sistemática contra la autoridad es contraria a la razón: los católicos somos especialistas en soportar el abuso, con paciencia y oración. Sin embargo, también es doctrina la desobediencia a la autoridad cuando el poder ejecutivo o el legislativo – que en España están fundidos – promulgue u ordene algo contrario contra la ley divina, natural, ya que en la obediencia a la autoridad civil entraría en conflicto grave y permanente con la ley moral.

En España estamos hoy en esta situación.

Hay que obedecer antes a Dios que a las leyes.

Isaac García Expósito