http://www.icp-e.org/
WENCESLAO CALVO
’Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?...
Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño, péseme Dios en balanzas de justicia, y conocerá mi integridad.
Si mis pasos se apartaron del camino, si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se pegó a mis manos, siembre yo, y otro coma, y sea arrancada mi siembra. Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo, muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven...
Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos
contendían conmigo, ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? y cuando él preguntara,
¿qué le respondería yo? El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?...
Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;
si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano...
Si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin abrigo; si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron; si alcé contra
el huérfano mi mano, aunque viese que me ayudaran en la puerta; mi espalda
se caiga de mi hombro, y el hueso de mi brazo sea quebrado. Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho; si he mirado al sol cuando
resplandecía, o a la luna cuando iba hermosa, y mi corazón se engañó en
secreto, y mi boca besó mi mano; esto también sería maldad juzgada;
porque habría negado al Dios soberano. Si me alegré en el quebrantamiento
del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal...
Si mis siervos no decían: ¿Quién no se ha saciado de su carne? (el forastero
no pasaba fuera la noche; mis puertas abría al caminante); Si encubrí como
hombre mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad, porque
tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó,
y callé, y no salí de mi puerta;¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza
es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me forme proceso.’
( Job 31:1-35 )
Recientemente el Presidente del Gobierno español anunciaba su intención de acometer la sustitución de una moral carca (por si algún no español lee esto, el vocablo carca significa retrógrado) por leyes modernas para nuestra sociedad y aunque no especificó a qué se refería con eso de moral carca y leyes modernas no hace falta ser un lince para saber en lo que estaba pensando. El uso de etiquetas denigratorias contra los adversarios y elogiosas hacia uno mismo no es la mejor indicación de objetividad; en realidad pudiera ser la señal de una flagrante debilidad que consiste en pensar y profundizar poco o nada en el planteamiento ajeno echando mano de una cómoda descalificación basada en palabras-cliché.
De esa manera hoy se usan como arma arrojadiza ciertas parejas de antónimos tales como fundamentalista-liberal, conservador-progresista o, como en el caso del Presidente, carca-moderno para estigmatizar ciertas posturas. Es evidente que al primer término de cada uno de estos binomios se le ha dotado de una carga vejatoria en mayor o menor grado, salvo en el caso de la palabra conservador que tiene un aire algo más respetable. El oprobio que en su día cayera sobre la ilustre carrera de periodismo y que está expresado en el dicho de aquel estudiante a un amigo: ‘No le digas a mi madre que quiero ser periodista pues ella cree que soy pianista en un burdel.’ es parecido al que ahora recae sobre cualquiera que no participe de los postulados de tolerancia del espíritu de la época y por lo tanto es motejado como carca o fundamentalista, siendo más honorable cualquier cosa, hasta ser pianista en un burdel, que ello.
Y sin embargo yo voy a romper una lanza por defender una moral carca. Entiéndaseme bien, por moral carca no me refiero a una de apariencias o de convencionalismos sociales que cambia al dictado de vaivenes y modas, pues en ese sentido incluso la moral que ahora se promueve como vanguardista puede ser tildada dentro de una generación o dos como perjudicial o dañina. Tampoco me refiero a una moral impuesta por medio de fuerzas coactivas, lo cual nunca demostró eficacia para operar en el interior de las personas y en cambio sí fue muy apta para crear hipócritas. Me refiero a una moral que viniendo de muy atrás contiene principios actuales y válidos para el día de hoy. Es la moral expresada en el pasaje bíblico arriba citado. Es interesante que para muchos estudiosos el libro de Job sería el libro más antiguo de toda la Biblia, en el sentido de haber sido escrito antes que todos los demás. No es éste el lugar para dilucidar tal cuestión, pero si ello fuera así significaría que la moral de ese libro es la más antigua registrada en la Biblia, más aún que la de los Diez Mandamientos.
Por lo tanto aquí tenemos la moral más arcaica, o carca según la apreciación de algunos, de la humanidad. Pues bien, mi tesis es que necesitamos volver urgentemente a la moral carca del capítulo 31 de Job. Al ver algunos de sus componentes veremos que todos ellos son vigentes hoy como ayer:
• Es una moral sexual, en la que se promueve la limpieza de corazón y se condena la lujuria ya en el pensamiento: ‘Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?’ . En este aspecto el dictamen de Dios no ha cambiado, aunque algunos quieran hacernos creer que sí. Además, la enseñanza de Jesús coincide plenamente con la de Job 31.
• Es una moral de honradez: ‘Si algo se pegó a mis manos...’ en la que no cabe el engaño ni la codicia tortuosa que busca atajos para conseguir ciertos fines. Antes de las Éticas de Aristóteles ya tenemos aquí una ética del comportamiento.
• Es una moral del matrimonio, en la que directamente se reprueba la promiscuidad: ‘Si estuve acechando a la puerta de mi prójimo...’ e indirectamente se enaltece la fidelidad y el cariño conyugal.
• Es una moral de las relaciones laborales: ‘Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo...’ en la que los tratos entre empleador y trabajador están regidos por la justicia. Antes de que hubiera sindicatos o convenios laborales ya hay aquí establecida una norma de derecho laboral.
• Es una moral de sensibilidad social: ‘Si he visto que pereciera alguno sin vestido...’ donde los desfavorecidos y económicamente débiles son protegidos. Y eso antes de que hubiera ONG’s de ayuda humanitaria.
• Es una moral sobre las prioridades de la vida: ‘Si puse en el oro mi esperanza...’ por la que el materialismo es condenado por erigirse en un dios que niega a Dios.
• Es una moral hacia adversarios y enemigos: ‘Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía...’ Aquí, en el Antiguo Testamento, se supera el principio del ojo por ojo y se considera maligno el mero deseo perverso contra el enemigo.
• Es una moral de transparencia: ‘Si encubrí como hombre mis transgresiones...’ por la que se reconoce y admite la propia culpabilidad, sin pretender dar una imagen que no se corresponde con la realidad.
Sí, la moral carca de Job 31 es una moral para todos los tiempos. También para hoy. Porque la limpieza, la honradez, la justicia, la fidelidad, la sensibilidad, el temor de Dios, la compasión y la sinceridad no son valores para el tiempo de Job solamente, sino que son valores atemporales, cuya vigencia traspasa épocas y lugares, aunque haya algunos que los tilden de carcas. Pero es bueno recordar que la ignorancia siempre fue atrevida
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, 2004, ProtestanteDigital.com, Madrid, España
http://www.icp-e.org/
WENCESLAO CALVO
Biblia y moral “carca”
’Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?...
Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño, péseme Dios en balanzas de justicia, y conocerá mi integridad.
Si mis pasos se apartaron del camino, si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se pegó a mis manos, siembre yo, y otro coma, y sea arrancada mi siembra. Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo, muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven...
Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos
contendían conmigo, ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? y cuando él preguntara,
¿qué le respondería yo? El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?...
Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;
si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano...
Si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin abrigo; si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron; si alcé contra
el huérfano mi mano, aunque viese que me ayudaran en la puerta; mi espalda
se caiga de mi hombro, y el hueso de mi brazo sea quebrado. Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho; si he mirado al sol cuando
resplandecía, o a la luna cuando iba hermosa, y mi corazón se engañó en
secreto, y mi boca besó mi mano; esto también sería maldad juzgada;
porque habría negado al Dios soberano. Si me alegré en el quebrantamiento
del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal...
Si mis siervos no decían: ¿Quién no se ha saciado de su carne? (el forastero
no pasaba fuera la noche; mis puertas abría al caminante); Si encubrí como
hombre mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad, porque
tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó,
y callé, y no salí de mi puerta;¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza
es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me forme proceso.’
( Job 31:1-35 )
Recientemente el Presidente del Gobierno español anunciaba su intención de acometer la sustitución de una moral carca (por si algún no español lee esto, el vocablo carca significa retrógrado) por leyes modernas para nuestra sociedad y aunque no especificó a qué se refería con eso de moral carca y leyes modernas no hace falta ser un lince para saber en lo que estaba pensando. El uso de etiquetas denigratorias contra los adversarios y elogiosas hacia uno mismo no es la mejor indicación de objetividad; en realidad pudiera ser la señal de una flagrante debilidad que consiste en pensar y profundizar poco o nada en el planteamiento ajeno echando mano de una cómoda descalificación basada en palabras-cliché.
De esa manera hoy se usan como arma arrojadiza ciertas parejas de antónimos tales como fundamentalista-liberal, conservador-progresista o, como en el caso del Presidente, carca-moderno para estigmatizar ciertas posturas. Es evidente que al primer término de cada uno de estos binomios se le ha dotado de una carga vejatoria en mayor o menor grado, salvo en el caso de la palabra conservador que tiene un aire algo más respetable. El oprobio que en su día cayera sobre la ilustre carrera de periodismo y que está expresado en el dicho de aquel estudiante a un amigo: ‘No le digas a mi madre que quiero ser periodista pues ella cree que soy pianista en un burdel.’ es parecido al que ahora recae sobre cualquiera que no participe de los postulados de tolerancia del espíritu de la época y por lo tanto es motejado como carca o fundamentalista, siendo más honorable cualquier cosa, hasta ser pianista en un burdel, que ello.
Y sin embargo yo voy a romper una lanza por defender una moral carca. Entiéndaseme bien, por moral carca no me refiero a una de apariencias o de convencionalismos sociales que cambia al dictado de vaivenes y modas, pues en ese sentido incluso la moral que ahora se promueve como vanguardista puede ser tildada dentro de una generación o dos como perjudicial o dañina. Tampoco me refiero a una moral impuesta por medio de fuerzas coactivas, lo cual nunca demostró eficacia para operar en el interior de las personas y en cambio sí fue muy apta para crear hipócritas. Me refiero a una moral que viniendo de muy atrás contiene principios actuales y válidos para el día de hoy. Es la moral expresada en el pasaje bíblico arriba citado. Es interesante que para muchos estudiosos el libro de Job sería el libro más antiguo de toda la Biblia, en el sentido de haber sido escrito antes que todos los demás. No es éste el lugar para dilucidar tal cuestión, pero si ello fuera así significaría que la moral de ese libro es la más antigua registrada en la Biblia, más aún que la de los Diez Mandamientos.
Por lo tanto aquí tenemos la moral más arcaica, o carca según la apreciación de algunos, de la humanidad. Pues bien, mi tesis es que necesitamos volver urgentemente a la moral carca del capítulo 31 de Job. Al ver algunos de sus componentes veremos que todos ellos son vigentes hoy como ayer:
• Es una moral sexual, en la que se promueve la limpieza de corazón y se condena la lujuria ya en el pensamiento: ‘Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?’ . En este aspecto el dictamen de Dios no ha cambiado, aunque algunos quieran hacernos creer que sí. Además, la enseñanza de Jesús coincide plenamente con la de Job 31.
• Es una moral de honradez: ‘Si algo se pegó a mis manos...’ en la que no cabe el engaño ni la codicia tortuosa que busca atajos para conseguir ciertos fines. Antes de las Éticas de Aristóteles ya tenemos aquí una ética del comportamiento.
• Es una moral del matrimonio, en la que directamente se reprueba la promiscuidad: ‘Si estuve acechando a la puerta de mi prójimo...’ e indirectamente se enaltece la fidelidad y el cariño conyugal.
• Es una moral de las relaciones laborales: ‘Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo...’ en la que los tratos entre empleador y trabajador están regidos por la justicia. Antes de que hubiera sindicatos o convenios laborales ya hay aquí establecida una norma de derecho laboral.
• Es una moral de sensibilidad social: ‘Si he visto que pereciera alguno sin vestido...’ donde los desfavorecidos y económicamente débiles son protegidos. Y eso antes de que hubiera ONG’s de ayuda humanitaria.
• Es una moral sobre las prioridades de la vida: ‘Si puse en el oro mi esperanza...’ por la que el materialismo es condenado por erigirse en un dios que niega a Dios.
• Es una moral hacia adversarios y enemigos: ‘Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía...’ Aquí, en el Antiguo Testamento, se supera el principio del ojo por ojo y se considera maligno el mero deseo perverso contra el enemigo.
• Es una moral de transparencia: ‘Si encubrí como hombre mis transgresiones...’ por la que se reconoce y admite la propia culpabilidad, sin pretender dar una imagen que no se corresponde con la realidad.
Sí, la moral carca de Job 31 es una moral para todos los tiempos. También para hoy. Porque la limpieza, la honradez, la justicia, la fidelidad, la sensibilidad, el temor de Dios, la compasión y la sinceridad no son valores para el tiempo de Job solamente, sino que son valores atemporales, cuya vigencia traspasa épocas y lugares, aunque haya algunos que los tilden de carcas. Pero es bueno recordar que la ignorancia siempre fue atrevida
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, 2004, ProtestanteDigital.com, Madrid, España
http://www.icp-e.org/