Avivamiento matutino
Gn.2:9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra … el árbol de vida en medio del huerto…
12 Y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.
Ap.21:2 Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios…
1 Co. 3:9 …Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Al inicio mismo de las Escrituras encontramos el pensamiento relacionado con la vida divina y la edificación, y el concepto de que dicha vida tiene como finalidad el edificio de Dios. De hecho, los primeros dos capítulos de la Biblia nos proveen un plano o diseño del plan de Dios. Todos sabemos que un plano tiene como finalidad la construcción de un edificio. En Génesis 2 encontramos el árbol de la vida, y junto al árbol de la vida encontramos las aguas vivas que fluyen (vs.9-10).En este fluir de agua de vida encontramos los materiales preciosos requeridos para el edificio de Dios: oro, bedelio (una especie de perla) y ónice (vs. 11-12).
Al comienzo de las Escrituras vemos la vida con los materiales para la edificación, y al final, cuando las Escrituras alcanzan su conclusión y máxima consumación, vemos un edificio, representado por la ciudad santa, la Nueva Jerusalén. Este edificio, cuyo centro es la vida, está edificado con oro, perlas y piedras preciosas. Esto nos muestra que las Escrituras, por un lado, son un libro de vida, y por otro, un relato concerniente al edificio de Dios. Así pues, a lo largo de toda la Biblia podemos encontrar muchas referencias concernientes a la obra de edificación; por lo cual podemos afirmar con toda certeza que las Escrituras son un relato de la edificación que Dios realiza. (El edificio de Dios, págs. 7-8)
Lectura para hoy
En la creación, Dios no se forjó en Sus criaturas en ninguna medida. Sin embargo, al realizar Su obra de edificación, Dios mismo se mezcla con Su creación. En Su obra de creación, Dios creó algo con Sus manos, pero Él mismo no era el material; mientras que en Su obra de edificación, Dios edifica consigo mismo como el material. Así pues, en la obra de edificación que Dios realiza, Él se mezcla con Su creación. Por tanto, el edificio de Dios consiste en la mezcla divina de Dios mismo con Su criatura, el hombre.
Nosotros formamos parte tanto de la creación de Dios como de Su edificio. Como meras criaturas que forman parte de la creación de Dios, nada de Dios se ha forjado en nuestro ser; pero, como aquellos que forman parte del edificio de Dios, ciertamente algo de Dios se ha forjado en nuestro ser. Si nuestro ser no poseyera nada de Dios mismo, no formaríamos parte de Su edificio y solamente seríamos parte de Su creación. Así pues, ¿en qué consiste el edificio de Dios? Consiste en la edificación conjunta de Dios y la humanidad.
Tal vez hablemos mucho sobre la edificación de la iglesia; sin embargo, tenemos que percatarnos de que tal edificación consiste en mezclar a Dios con el hombre. Cuanto más nos mezclemos con Dios, más seremos edificados conjuntamente hasta formar una sola entidad. Si Dios no está presente, resulta imposible que seres humanos sean conjuntamente edificados hasta formar una sola entidad. Aun si esto fuera posible, tal edificación no sería el edificio de Dios, sino una simple edificación o agrupación humana. La iglesia, por ser el edificio de Dios, no es una mera combinación o composición humana, sino que es la mezcla de Dios y la humanidad.
En la Nueva Jerusalén podemos hallar elementos relacionados con el arca de Noé, con el tabernáculo erigido por Moisés y con el templo levantado por Salomón en la vieja Jerusalén. Ciertamente podemos ver a Cristo como la casa y el templo de Dios, y también podemos ver la iglesia. Por tanto, la Nueva Jerusalén es la máxima expresión del edificio de Dios y su consumación.
Dios es la luz de la Nueva Jerusalén, y Cristo es la lámpara (Ap.21:23). Dios está en Cristo, y desde Dios en Cristo fluye el Espíritu como el río de agua de vida (22:1).Dios el Padre es la luz, Dios el Hijo es la lámpara y Dios el Espíritu es el río de agua viva. Desde el centro, esto es, desde el trono de Dios y del Redentor, el Dios Triuno fluye a toda la ciudad para que se produzca la mezcla de Dios con Sus criaturas. Éste es el verdadero significado del edificio de Dios. Por tanto, la Nueva Jerusalén es una entidad viviente compuesta por todos los redimidos a lo largo de todas las generaciones, cuyo centro es Dios en Cristo mediante el Espíritu Santo. Así pues, se trata de un hombre universal y corporativo que se ha mezclado con Dios a fin de llegar a ser el Cuerpo viviente de Cristo y una ciudad edificada.
En la eternidad Dios morará en la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo. Quizá tengamos el concepto de que iremos a los cielos, pero el hecho es que Dios descenderá de allí. La morada de Dios en la eternidad es Su edificio divino, la Nueva Jerusalén, la mezcla de la divinidad con la humanidad. (El edificio deDios, págs.8-9,12,13,14)
Lectura adicional: El edificio de Dios, cap. 1; The Vision of God’s
Building, prefacio
Witness Lee
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¡Jesús es el Señor!
Gn.2:9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra … el árbol de vida en medio del huerto…
12 Y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.
Ap.21:2 Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios…
1 Co. 3:9 …Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Al inicio mismo de las Escrituras encontramos el pensamiento relacionado con la vida divina y la edificación, y el concepto de que dicha vida tiene como finalidad el edificio de Dios. De hecho, los primeros dos capítulos de la Biblia nos proveen un plano o diseño del plan de Dios. Todos sabemos que un plano tiene como finalidad la construcción de un edificio. En Génesis 2 encontramos el árbol de la vida, y junto al árbol de la vida encontramos las aguas vivas que fluyen (vs.9-10).En este fluir de agua de vida encontramos los materiales preciosos requeridos para el edificio de Dios: oro, bedelio (una especie de perla) y ónice (vs. 11-12).
Al comienzo de las Escrituras vemos la vida con los materiales para la edificación, y al final, cuando las Escrituras alcanzan su conclusión y máxima consumación, vemos un edificio, representado por la ciudad santa, la Nueva Jerusalén. Este edificio, cuyo centro es la vida, está edificado con oro, perlas y piedras preciosas. Esto nos muestra que las Escrituras, por un lado, son un libro de vida, y por otro, un relato concerniente al edificio de Dios. Así pues, a lo largo de toda la Biblia podemos encontrar muchas referencias concernientes a la obra de edificación; por lo cual podemos afirmar con toda certeza que las Escrituras son un relato de la edificación que Dios realiza. (El edificio de Dios, págs. 7-8)
Lectura para hoy
En la creación, Dios no se forjó en Sus criaturas en ninguna medida. Sin embargo, al realizar Su obra de edificación, Dios mismo se mezcla con Su creación. En Su obra de creación, Dios creó algo con Sus manos, pero Él mismo no era el material; mientras que en Su obra de edificación, Dios edifica consigo mismo como el material. Así pues, en la obra de edificación que Dios realiza, Él se mezcla con Su creación. Por tanto, el edificio de Dios consiste en la mezcla divina de Dios mismo con Su criatura, el hombre.
Nosotros formamos parte tanto de la creación de Dios como de Su edificio. Como meras criaturas que forman parte de la creación de Dios, nada de Dios se ha forjado en nuestro ser; pero, como aquellos que forman parte del edificio de Dios, ciertamente algo de Dios se ha forjado en nuestro ser. Si nuestro ser no poseyera nada de Dios mismo, no formaríamos parte de Su edificio y solamente seríamos parte de Su creación. Así pues, ¿en qué consiste el edificio de Dios? Consiste en la edificación conjunta de Dios y la humanidad.
Tal vez hablemos mucho sobre la edificación de la iglesia; sin embargo, tenemos que percatarnos de que tal edificación consiste en mezclar a Dios con el hombre. Cuanto más nos mezclemos con Dios, más seremos edificados conjuntamente hasta formar una sola entidad. Si Dios no está presente, resulta imposible que seres humanos sean conjuntamente edificados hasta formar una sola entidad. Aun si esto fuera posible, tal edificación no sería el edificio de Dios, sino una simple edificación o agrupación humana. La iglesia, por ser el edificio de Dios, no es una mera combinación o composición humana, sino que es la mezcla de Dios y la humanidad.
En la Nueva Jerusalén podemos hallar elementos relacionados con el arca de Noé, con el tabernáculo erigido por Moisés y con el templo levantado por Salomón en la vieja Jerusalén. Ciertamente podemos ver a Cristo como la casa y el templo de Dios, y también podemos ver la iglesia. Por tanto, la Nueva Jerusalén es la máxima expresión del edificio de Dios y su consumación.
Dios es la luz de la Nueva Jerusalén, y Cristo es la lámpara (Ap.21:23). Dios está en Cristo, y desde Dios en Cristo fluye el Espíritu como el río de agua de vida (22:1).Dios el Padre es la luz, Dios el Hijo es la lámpara y Dios el Espíritu es el río de agua viva. Desde el centro, esto es, desde el trono de Dios y del Redentor, el Dios Triuno fluye a toda la ciudad para que se produzca la mezcla de Dios con Sus criaturas. Éste es el verdadero significado del edificio de Dios. Por tanto, la Nueva Jerusalén es una entidad viviente compuesta por todos los redimidos a lo largo de todas las generaciones, cuyo centro es Dios en Cristo mediante el Espíritu Santo. Así pues, se trata de un hombre universal y corporativo que se ha mezclado con Dios a fin de llegar a ser el Cuerpo viviente de Cristo y una ciudad edificada.
En la eternidad Dios morará en la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo. Quizá tengamos el concepto de que iremos a los cielos, pero el hecho es que Dios descenderá de allí. La morada de Dios en la eternidad es Su edificio divino, la Nueva Jerusalén, la mezcla de la divinidad con la humanidad. (El edificio deDios, págs.8-9,12,13,14)
Lectura adicional: El edificio de Dios, cap. 1; The Vision of God’s
Building, prefacio
Witness Lee
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¡Jesús es el Señor!