Originalmente enviado por daniel brion:
<STRONG>Gracias Pablo, por traer este tema a colación, tan importante y motivo de profunda alegría para los creyentes. Es ir realmente a las fuentes, a la de Vida Eterna para abrebar allí, haciendo un alto en el camino, oportuno para enderezar la senda que se haya desviado.
El tema de este epígrafe da para escribir por años. Pero por fortuna no para polemizar (espero) porque ¿quién puede dudar que Dios ES AMOR?
Mis reflexiones parten de mi propia experiencia. Y ella del ámbito católico. Espero que esto no sea óbice para poder construir juntos y refrescarnos meditando y compartiendo esta realidad Divina del Amor.
En la Iglesia Católica hace rato ya que se ha reconocido el error cometido durante demasiado tiempo en la predicación. Se dió en llamar (al menos en Argentina) "la prédica del infierno".
¿De qué trata? De que se hablaba mas del infierno que del Cielo. De allí que creer en un Dios "castigador" y en resaltar el Dios del AT eran una misma cosa. Entonces Dios era un déspota que esperaba a que el hombre pecara para caer con toda su Justicia y condenarlo.
Gracias a Dios hoy día se transmite mejor el mensaje de Cristo, ya que El en esencia no vino a juzgar sino a rescatar lo que estaba perdido.
En este contexto nuestros ojos se vuelven a la Cruz. A un Dios que lejos de castigarnos vino a entregarse para Salvarnos.
Sin embargo, en un libro interesante llamado Cruzando el umbral de la Esperanza (una entrevista a J.P II) el Papa dice que la Iglesia tiene como tarea central "convencer al mundo del pecado". Mostrar a Dios en la plenitud de la Revelación, en su profundo Misterio; en su Encarnación, Muerte y Resurrección. La Salvación, en definitiva.
Esto está lógicamente en línea con las primeras palabras de Jesús en su vida pública: es el "convertíos" que bien cita Pablo.
Para mí (de mi época de no creyente) lo que MAS me ha impactado (y no ha dejado de hacerlo) ha sido el Amor puesto en Obra en Cristo; y Cristo crucificado.
Por ello meditar de lo que Dios ha hecho por mí, en su Amor ha sido (por influjo del Espíritu, claro) la razón CLAVE para mi conversión.
Desde un punto de vista mas profano pero no menos cierto, es mejor corregir en el amor que mediante la amenaza o el castigo. Ocurre al educar a nuestros hijos o al recuperar a un delicuente en la cárcel (al menos es lo que se supone que ocurra).
En resumen, por supuesto que ha de predicarse la conversión y el evitar TODO pecado, pero desde el Amor, igual que hizo nuestro Maestro con la adúltera, y como el padre de la parábola del Hijo Pródigo.
Para cerrar, respecto de lo que dices de lo registrado en el Libro de los Hechos, debiera considerarse que esa ha sido la Iglesia Primitiva y que a partir de esta experiencia y de la vida activa de la Iglesia en el tiempo, es que va comprendiéndose mejor el Mensaje del Evangelio.
Meditemos que ESTA es la razón por la cual el Evangelio de Juan (último en escribirse) acentúa mas el Amor que los otros tres, tal cual Pablo Santomauro comentó.
Admito que esta visión pueda ser poco aceptable para un no católico que se aferra solo a la Escritura pero me parece es una realidad INCONTRASTABLE: la vivencia en la fe hizo ir comprendiendo cada vez mas el Misterio de Dios que va develándose.
Interesante tema, verdaderamente.
Bendiciones</STRONG>
Estimado Daniel:
Gracias por tus reflexiones. Aprecio que compartas tus experiencias respecto al tema que nos ocupa. Esto me da a mí la oportunidad de abrir mi corazón y aportar algo de lo mío, que sin ser nada definitivo, te pido lo consideres como que estoy pensando en voz alta.
Es mi opinión que en la predicación del creyente, ya sea a una congregación, o testificando personalmente, debe haber un balance (equilibrio creo que es la palabra) --- pienso que tu estás de acuerdo en esto.
La idea es que el amor de Dios y la amenaza del infierno deben ser proporcionalmente iguales en lo posible. Lamentablemente es muy común irse a los extremos y el mensaje se torna teológicamente desbalanceado.
Cierto, Dios es amor, pero no debemos hacer del amor su atributo fundamental, ya que también es luz (santo) y fuego consumidor (justo/juicio). Parecería que ciertos hermanos que predican aislaran solo el amor. Dios es indivisible, es imposible aislar un atributo, o exaltarlo por encima de los otros.
Jesucristo parece haber sentado el patrón, en sus sermones y sus parábolas, enfatizando el pecado, la necesidad de arrepentimiento, y el juicio venidero. Juan 3:16 no parece ser un versículo evangelístico por sí solo. Como mencioné en mi escrito previo, las epístolas mencionan el amor de Dios marcadamente, pero el contexto indica que las palabras sobre Su amor fueron dadas a aquellos que ya eran salvos. La mención del amor de Dios creo que motiva al cristiano a comprometerse con Dios basado en lo que Cristo hizo por nosotros.
Encuentro interesante el hecho de que tú dices que lo que más te impactó siendo no creyente fue "el amor puesto en Obra en Cristo" (bien expresado) y Cristo crucificado. Esto parece haber sido clave para tu conversión.
Pienso que casos como el tuyo son más bien la excepción que la regla. Paso a explicarme basado en mis experiencias, que por supuesto no son tan vastas como para opinar dogmáticamente.
No me olvido que todo predicador sabe que en su congregación tiene 3 clases de asistentes --- creyente maduro / creyente inmaduro / no creyente ---- la tarea no es fácil, o sea estructurar su mensaje de forma que pueda alcanzar a estos 3 sectores.
Si la reunión es esencialmente evangelística, es decir, el objetivo primordial es alcanzar al pagano moderno, hay un error que he visto cometerse, y del cual yo he sido culpable en el pasado, el poner énfasis no en lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz, sino en los sufrimientos de Cristo en la cruz. Ultimamente aquí en USA he tenido ocasión de leer y escuchar muy buen material acerca de como murió nuestro Señor, desde la perspectiva médica. Los relatos son realmente cruentos, y cualquier cristiano que se precie de serlo se conmueve hasta las entrañas al escucharlo.
Pero aquí está mi punto, el tema carece de valor evangelístico. A veces (y yo lo he hecho) buscamos tocar las emociones al predicar los horrores de la cruz y los sufrimientos de Cristo al hombre natural, el cual pienso no tiene la capacidad mental, emocional y espiritual de conmoverse. La mente humana no convertida parece no tener interés por los relatos de como el Señor murió, por lo tanto parece imposible que la hagamos convicta de pecado presentando sólo a Cristo crucificado sin poner paralelamente en el mensaje el punto central, el pecado y la necesidad de arrepentimiento.
Viene a mi mente en este instante la imagen de miles de gentes que en la época de semana santa, despatarrados en el sofá mirando la típica película de la vida de Cristo, lagrimean cuando llega la escena de la crucifixión. Yo no pienso que Cristo murió buscando nuestra compasión, o nuestras lágrimas. De lágrimas está empedrado el camino al infierno.
Sí, nos ama; pero también sabía que nosotros como pecadores no teníamos la capacidad de sentir compasión por su muerte.
El mero conocimiento de los sufrimientos de Cristo no afecta a los hombres en ninguna manera. No lo hizo en los tiempos de Jesús, y no lo hace hoy.
El no nos quiere al pie de la cruz porque sentimos lástima por El, nos quiere allí en arrepentimiento, teniendo claro que sin Su sacrificio nosotros estamos condenados.
Por eso es que marchando hacia el Calvario dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.” En otras palabras y con una significancia moderna: “Guarden vuestras lágrimas para ustedes y para sus familiares.” Esto último me tocó decirlo desde un púlpito y créame que causó controversia.
Cerrando este punto, si es que alguna vez se abrió alguno, debemos cuidarnos de irnos al extremo del amor porque también debilita el mensaje. En otras palabras, de tanto repetir que Dios aborrece el pecado pero ama al pecador (lo que es cierto) la gente va a terminar creyendo que los que van a terminar en el infierno son los pecados y no ellos.
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Estoy de acuerdo cuando decís que los predicadores que popularizaron el fuego y el azufre fomentaron en el pagano de hoy la distorsionada idea de que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios airado y vengativo. Este concepto no fue creado por los predicadores realmente, sino que es un argumento usado por los liberales y los críticos de la Biblia.
El deseo de contrarrestar esta falsa noción ha provocado un esfuerzo desmedido por parte de los predicadores de presentar solamente al Dios del Nuevo Testamento, pero desasociado del Antiguo. Y esto ha llevado a otro extremo, una indiferencia desmedida hacia el Antiguo Testamento.
Pocos son los cristianos que leen o estudian los 39 libros del A.T. ---- peligrosa actitud ya que Dios ha mostrado en Su Palabra la responsabilidad que tiene el creyente de conocerla toda y obedecerla.
La actitud que el cristiano adopte con respecto al AT determina gran parte de nuestra teología cristiana. El mayor peligro en deshechar el AT consiste en que el creyente que tiene el privilegio de recibir y disfrutar las bendiciones del Nuevo Pacto, puede perder de vista la majestad del Dios que se reveló en forma tan poderosa en el AT.
Por cierto que hoy disfrutamos de una intimidad con Dios por medio del Espíritu Santo habitando en nosotros, cuya medida no conocieron los hombres del AT. Pero hay un pecado que acecha a aquellos que disfrutamos de esa relación, y es el pecado de la familiaridad descuidada.
Este familiaridad se manifiesta hoy de diversas maneras. Por ejemplo: la soberbia de algunos predicadores, la superficialidad en la enseñanza, el respeto marginal con que los creyentes hablan del Dios Eterno. Se nota además en el descuido con que son considerados sus mandamientos y sus normas, y en el carácter egocéntrico de la adoración.
Muchas cosas del NT no pueden ser entendidas en toda su dimensión si no conocemos el AT. Cuidado con dar por garantida la gracia del NT y al mismo tiempo descuidar la base firme del AT. Además, cualquier lector objetivo llegará a la conclusión que el Dios del AT derrama en él tanta gracia como en el NT.
Sin más por ahora, te saluda en Cristo
Pablo