ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

No, desconoce usted la enseñanza de los reformadores protestantes. No es que el hombre no tenga que aceptar o creer en el evangelio. Es que debido a que, según ellos, la gracia es irresistible y el hombre predestinado no puede rechazarla, entonces aceptará, sí o sí, el evangelio. De tal forma que el que lo acepta es porque Dios ha querido que sea así, mientras que el que no lo acepta, es porque Dios ha decretado que no lo acepte. Eso es la doctrina de los reformadores. Y claro, entenderá que algunos pensemos que a la hora de definir lo que es el sola fide y lo que no es, nos fijemos más en tal y como la definieron Lutero y Calvino que en su propia definición.

Hum... Si me lo permite y sin pretender ser contada entre los que conocen bien las doctrinas protestantes, quisiera decir que lo que presenta es un resúmen bastante sintetizado de lo que es lo que Lutero y posteriormente Calvino enseñaron.

Solo quiero aclarar un minúsculo punto, que si el hombre es quién tiene que aceptar "si o si", el mensaje, de todas formas, el aceptarlo, es su decisión, Dios no la tomará por el.

Saludos,
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Luis Fernado: Me faltó un pedacito, me quedó demasiado minúsculo...

Solo quiero aclarar un minúsculo punto, que si el hombre es quién tiene que aceptar "si o si", el mensaje, de todas formas, el aceptarlo, es su decisión, Dios no la tomará por el.

Y el calvinismo, (menos Lutero) no enseña que sea Dios quien toma la decisión, siempre será el pecador quien tiene que pedir perdon, arrepentirse, es decir, que quiera salvarse.​
Nuevamente, saludos,
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Hum... Si me lo permite y sin pretender ser contada entre los que conocen bien las doctrinas protestantes, quisiera decir que lo que presenta es un resúmen bastante sintetizado de lo que es lo que Lutero y posteriormente Calvino enseñaron.

Solo quiero aclarar un minúsculo punto, que si el hombre es quién tiene que aceptar "si o si", el mensaje, de todas formas, el aceptarlo, es su decisión, Dios no la tomará por el.

Saludos,

Mire, Lutero afirme en In Genesim que ante la gracia, la voluntad humana se comporta de modo meramente pasivo. Por tanto para él es la gracia, y no voluntad humana alguna, la única que obra.
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Y ahora permíteme que te cite a Spurgeon:

“Ya se ha demostrado más allá de toda controversia, que el libre albedrío es una insensatez. La voluntad no tiene libertad como tampoco la electricidad tiene peso. Son cosas completamente diferentes. Podemos creer en la libertad de acción del individuo, pero el libre albedrío es algo sencillamente ridículo. Todo mundo sabe que la voluntad es dirigida por el entendimiento, que es llevada a la acción por motivos, que es guiada por otras partes del alma, y que es una potencia secundaria........ Yo estoy de acuerdo con la rotunda afirmación de Martín Lutero que dice: `Si algún hombre atribuye una parte de la salvación, aunque sea lo más mínimo, al libre albedrío del hombre, no sabe absolutamente nada acerca de la gracia, y no tiene el debido conocimiento de Jesucristo´".
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

El poder rechazar la gracia de Dios no es libertad es esclavitud, el hombre que rechaza a Dios es preso de su miseria y del pecado. ¿Ahora como supera el estado de pecado para aceptar a Dios?

Sabemos que fe, amor y esperanza son gracias que sólo proceden de Dios, no tienen más origen que en él, esto es asentado en la Iglesia Antigua como las virtudes teologales, además no tienen ningún otro objeto último que no sea Dios. Y Dios es quien las dispensa, no las dispensa el hombre, en quien no se pueden originar. Ahora díganme - ¿Qué hombre se salva sin fe, ni esperanza, ni amor? ¿Donde hay justicia sino hay amor ni fe? ¿Por qué creer sin esperanza? ¿Hay obras que a Dios sean buenas y que no nazcan de un corazón amante, creyente y esperanzado?

La Iglesia católica romana está como los arminianos (estos último peor) totalmente parada en un callejón sin salida, influída por un concepto pagano de la libertad y sin poder explicar cómo el hombre es libre de acpetar o negar su salvación ante un Dios que es motor de las virtudes que permiten dicha salvación?

Gracias a Dios, aún quedan buenos católicos romanos que han leído a San Agustín y almenos reconocen que no hay salvación posible sin la Gracia de Dios, luego igual que San Agustín se callan y no elaboran una doctrina consecuente, es decir la consecuencia lógica: luego sólo Dios salva y si el hombre acepta es porque Dios lo permite, quiere y da la gracia para que lo haga.

No teman a la verdad, no teman asesinar su concepto secular de la libertad. El hombre sólo es libre realmente bajo la gracia de Dios, en las tinieblas del pecado es un esclavo de satanás, un reo de muerte. Lean las Escrituras.
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Ojalá ayude a quienes se confunden
"BENEDICTO XVI EXPLICA CÓMO ENTENDÍA SAN PABLO LA JUSTIFICACIÓN

Hoy durante la audiencia general

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 19 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto íntegro de la catequesis pronunciada este miércoles por el Papa Benedicto XVI durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro.

* * *
Queridos hermanos y hermanas,
en el camino que estamos recorriendo bajo la guía de san Pablo, queremos ahora detenernos en un tema que está en el centro de las controversias del siglo de la Reforma: la cuestión de la justificación. ¿Cómo llega a ser un hombre justo a los ojos de Dios? Cuando Pablo encontró al resucitado en el camino de Damasco era un hombre realizado: irreprensible en cuanto a la justicia derivada de la Ley (cfr Fil 3,6), superaba a muchos de sus coetáneos en la observancia de las prescripciones mosaicas y era celoso en sostener las tradiciones de sus padres (cfr Gal 1,14). La iluminación de Damasco le cambio radicalmente la existencia: comenzó a considerar todos sus méritos, logros de una carrera religiosa integrísima, como "basura" frente a la sublimidad del conocimiento de Jesucristo (cfr Fil 3,8). La Carta a los Filipenses nos ofrece un testimonio conmovedor del paso de Pablo de una justicia fundada en la Ley y conseguida con la observancia de las obras prescritas, a una justicia basada en la fe en Cristo: él había comprendido que cuanto hasta ahora le había parecido una ganancia, en realidad frente a Dios era una pérdida, y había decidido por ello apostar toda su existencia en Jesucristo (cfr Fil 3,7). El tesoro escondido en el campo y la perla preciosa en cuya posesión invierte todo lo demás ya no eran las obras de la Ley, sino Jesucristo, su Señor.
La relación entre Pablo y el Resucitado llegó a ser tan profunda que le impulsó a afirmar que Cristo no era solamente su vida, sino su vivir, hasta el punto de que para poder alcanzarlo, hasta la muerte era una ganancia (cfr Fil 1,21). No es que despreciase la vida, sino que había comprendido que para él el vivir ya no tenía otro objetivo, y por tanto ya no tenía otro deseo que alcanzar a Cristo, como en una competición atlética, para estar siempre con Él: el Resucitado se había convertido en el principio y el fin de su existencia, el motivo y la meta de su carrera. Sólo la preocupación por el crecimiento en la fe de aquellos a los que había evangelizado y la solicitud por todas las Iglesias que había fundado (cfr 2 Cor 11,28) le inducían a desacelerar la carrera hacia su único Señor, para esperar a los discípulos, para que pudieran correr a la meta con él. Si en la anterior observancia de la Ley no tenía nada que reprocharse desde el punto de vista de la integridad moral, una vez alcanzado por Cristo prefería no juzgarse a sí mismo (cfr 1 Cor 4,3-4), sino que se limitaba a correr para conquistar a Aquel por el que había sido conquistado (cfr Fil 3,12).
Precisamente es por esta experiencia personal de la relación con Jesús por lo que Pablo coloca en el centro de su Evangelio una irreducible oposición entre dos recorridos alternativos hacia la justicia: uno construido sobre las obras de la Ley, el otro fundado sobre la gracia de la fe en Cristo. La alternativa entre la justicia por las obras de la Ley y la justicia por la fe en Cristo se convierte así en uno de los temas dominantes que atraviesan sus cartas: "Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la Ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado" (Gal 2,15-16). Y a los cristianos de Roma les reafirma que "todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús" (Rm 3,23-24). Y añade: "Pensamos que el hombre es justificado por la fe, independientemente d ellas obras de la Ley" (Ibid 28). Lutero en este punto tradujo "justificado sólo por la fe". Volveré sobre esto al final de la catequesis. Antes debemos aclarar qué es esta "Ley" de la que hemos sido liberados y que son esas "obras de la Ley" que no justifican. Ya en la comunidad de Corinto existía la opinión, que volverá muchas veces en la historia, que consistía en considerar que se trataba de la ley moral, y que la libertad cristiana consistía por tanto en liberarse de la ética. Así, en Corinto circulaba la palabra "panta mou estin" (todo me es lícito). Es obvio que esta interpretación es errónea: la libertad cristiana no es libertinismo, la liberación de la que habla san Pablo no es liberarse de hacer el bien.
¿Pero qué significa por tanto la Ley de la que hemos sido liberados y que no salva? Para san Pablo, como para todos sus contemporáneos, la palabra Ley significaba la Torah en su totalidad, es decir, los cinco libros de Moisés. La Torá implicaba, en la interpretación farisaica, la que había estudiado y hecho suya Pablo, un conjunto de comportamientos que iban desde le núcleo ético hasta las observancias rituales y cultuales que determinaban sustancialmente la identidad del hombre justo. Particularmente la circuncisión, la observancia acerca del alimento puro y generalmente la pureza ritual, las reglas hacia la observancia del sábado, etc. Comportamientos que aparecen a menudo en los debates entre Jesús y sus contemporáneos. Todas estas observancias que expresan una identidad social, cultural y religiosa, habían llegado a ser singularmente importantes en el tiempo de la cultura helenística, empezando desde el siglo III a.C. Esta cultura, que se había convertido en la cultura universal de entonces, era una cultura aparentemente racional, una cultura politeísta aparentemente tolerante, que constituía una fuerte presión hacia la uniformidad cultural y amenazaba así la identidad de Israel, que estaba políticamente obligado a entrar en esta identidad común de la cultura helenística con la consiguiente pérdida de su propia identidad, pérdida por tanto también de la preciosa heredad de la fe de sus Padres, de la fe en el único Dios y en las promesas de Dios.
Contra esta presión cultural, que amenazaba no sólo la identidad israelita, sino también la fe en el único Dios y en sus promesas, era necesario crear un muro de distinción, un escudo de defensa que protegiera la preciosa heredad de la fe; este muro consistía precisamente en las observancias y prescripciones judías. Pablo, que había aprendido estas observancias precisamente en su función defensiva del don de Dios, de la heredad de la fe en un único Dios, veía amenazada esta identidad por la libertad de los cristianos: por esto les perseguía. En el momento de su encuentro con el Resucitado entendió que con la resurrección de Cristo la situación había cambiado radicalmente. Con Cristo, el Dios de Israel, el único Dios verdadero, se convertía en el Dios de todos los pueblos. El muro --así lo dice Carta a los Efesios-- entre Israel y los paganos ya no era necesario: es Cristo quien nos protege contra el politeísmo y todas sus desviaciones; es Cristo quien nos une con y en el único Dios; es Cristo quien garantiza nuestra verdadera identidad en la diversidad de las culturas, y es él el que nos hace justos. Ser justo quiere decir sencillamente estar con Cristo y en Cristo. Y esto basta. Ya no son necesarias otras observancias. Por eso la expresión "sola fide" de Lutero es cierta si no se opone la fe a la caridad, al amor. La fe es mirar a Cristo, confiarse a Cristo, unirse a Cristo, conformarse a Cristo, a su vida. Y la forma, la vida de Cristo es el amor; por tanto creer es conformarse a Cristo y entrar en su amor. Por eso san Pablo en la Carta a los Gálatas, en la que sobre todo ha desarrollado su doctrina sobre la justificación, habla de la fe que obra por medio de la caridad (cfr Gal 5,14).
Pablo sabe que en el doble amor a Dios y al prójimo está presente y cumplida toda la Ley. Así en la comunión con Cristo, en la fe que crea la caridad, toda la Ley se realiza. Somos justos cuando entramos en comunión con Cristo, que es amor. Veremos lo mismo en el Evangelio del próximo domingo, solemnidad de Cristo Rey. Es el Evangelio del juez cuyo único criterio es el amor. Lo que pide es solo esto: ¿Tú me has visitado cuando estaba enfermo? ¿Cuando estaba en la cárcel? ¿Me has dado de comer cuando tenía hambre, o me has vestido cuando estaba desnudo? Y así la justicia se decide en la caridad. Así, al término de este Evangelio, podemos decir: solo amor, solo caridad. Pero no hay contradición entre este Evangelio y san Pablo. Es la misma visión, aquella según la cual la comunión con Cristo, la fe en Cristo crea la caridad. Y la caridad es la realización de la comunión con Cristo. Así, estando unidos a Él somos justos, y no de otra forma.Al final, podemos solo rezar al Señor para que nos ayude a creer. Creer realmente; creer se convierte así en vida, unidad con Cristo, transformación de nuestra vida. Y así, transformados por su amor, por el amor a Dios y al prójimo, podemos ser realmente justos a los ojos de Dios.

[Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español:]

Un saludo muy cordial a los peregrinos de lengua española, en particular a los que han venido de España, Chile y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dejarse ganar por Cristo y a seguir así el ejemplo de San Pablo, cuya vida no tuvo ningún otro objetivo sino estar y permanecer siempre con Él. Muchas gracias por vuestra visita."
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Veo que todos contribuye con lo que pueden entonces el caso es no echar culpa a una denominación cristiana de algo que dudo que sea cierto.
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Mire, Lutero afirme en In Genesim que ante la gracia, la voluntad humana se comporta de modo meramente pasivo. Por tanto para él es la gracia, y no voluntad humana alguna, la única que obra.

Y ahora permíteme que te cite a Spurgeon:

“Ya se ha demostrado más allá de toda controversia, que el libre albedrío es una insensatez. La voluntad no tiene libertad como tampoco la electricidad tiene peso. Son cosas completamente diferentes. Podemos creer en la libertad de acción del individuo, pero el libre albedrío es algo sencillamente ridículo. Todo mundo sabe que la voluntad es dirigida por el entendimiento, que es llevada a la acción por motivos, que es guiada por otras partes del alma, y que es una potencia secundaria........ Yo estoy de acuerdo con la rotunda afirmación de Martín Lutero que dice: `Si algún hombre atribuye una parte de la salvación, aunque sea lo más mínimo, al libre albedrío del hombre, no sabe absolutamente nada acerca de la gracia, y no tiene el debido conocimiento de Jesucristo´".

Luis Fernando:

Aun con todo, como he explicado, dentro de su contexto, si bien se afirma que el hombre no hace nada para ser salvo, sino solamente aceptar lo que ya Dios hizo a travès de Cristo... no se enseña que sea Dios quién acepte y crea para salvación en lugar del hombre.

Es un malentendido, en el mejor de los casos, pensar que cuando se dice que no corresponde al hombre hacer nada para ser salvo, excepto creer, es decir, tener la fe, se anule el derecho de éste a creer o no creer. No se trata de seres sin vida o sin voluntad siendo transformados en contra de ésta o sin conocimiento de lo que les sucede, sin haber consentido en ningun momento.

Estas doctrinas, en lo que respecta a la justificación lo que si enseñan es que Dios hizo todo lo que era necesario para salvar al pecador, éste lo ùnico que tiene que hacer es creerlo, la Palabra enseña que es el Espiritu quién convence (no que transforma sin convencer y preguntar) y que lo único que tiene que hacer el que se reconoce pecador es aceptarlo.

¿Que hizo realmente el hombre para ser salvo? Nada, todo esta hecho. Simplemente ha creìdo y lo acepta a su favor, luego viene, el crecimiento o la madurez espiritual... una vez que ha sido renovado espiritualmente el creyente definitivamente comenzarà o debe comenzar y continuar dando buenos frutos.

Aun con todo, si lo analizamos detalladamente, mientras el Arminianismo objeta la forma como se accede a la redención por la sola fe, el catolicismo objeta la forma como se mantiene en tal condición espiritual... como podría usted darse cuenta, son cosas diferentes aunque ambas son desviaciones doctrinales de lo que es la salvación en el Evangelio de Cristo.

Es decir, ponernos ha hablar mucho del o en contra del Calvinismo, que resultò como una defensa en contra del Arminianismo, no sería necesario para defender la postura católica... ya que difieren en puntos distintos, aún y a pesar de lo mucho que se cree, en lo que se refiere a la justificación, el principio de ésta la doctrina católica se parece más a la sola fide de Lutero que al Arminianismo...pero para explicarlo tengo que agarrarme de Trento y ya es noche para hacerlo y como dije en el párrafo anterior, seria ponernos a hablar de otra cosa y no del tema.

Creo que no se trata de sacar de contexto ni a Lutero ni al Calvino, en todo caso seria mejor un buen analisis del Arminianismo vs. el Catolicismo.

Saludos,
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Luis Fernando:

Aun con todo, como he explicado, dentro de su contexto, si bien se afirma que el hombre no hace nada para ser salvo, sino solamente aceptar lo que ya Dios hizo a travès de Cristo... no se enseña que sea Dios quién acepte y crea para salvación en lugar del hombre.

Es un malentendido, en el mejor de los casos, pensar que cuando se dice que no corresponde al hombre hacer nada para ser salvo, excepto creer, es decir, tener la fe, se anule el derecho de éste a creer o no creer. No se trata de seres sin vida o sin voluntad siendo transformados en contra de ésta o sin conocimiento de lo que les sucede, sin haber consentido en ningun momento.

Es obvio que yo no estoy de acuerdo en que la voluntad humana no intervenga en la salvación. Como bien dijo San Agustín "el Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti". Pero desde el mismo momento en que Lutero niega el libre albedrío, el hombre no asiente o deja de asentir libremente. Él llegó a decir algo así como que el hombre era un burro que o montaba Dios o montaba el diablo. Cuando el burro anda, ciertamente lo hace porque su cerebro da órdenes a sus patas de moverse, pero ¿es eso realmente un acto de voluntad propia o es más bien una imposición de su "cabalgadura"?


Estas doctrinas, en lo que respecta a la justificación lo que si enseñan es que Dios hizo todo lo que era necesario para salvar al pecador, éste lo ùnico que tiene que hacer es creerlo, la Palabra enseña que es el Espiritu quién convence (no que transforma sin convencer y preguntar) y que lo único que tiene que hacer el que se reconoce pecador es aceptarlo.

Bien, eso es lo que explica el Concilio de Trento:

Declara además [el sacrosanto Concilio] que el principio de la justificación misma en los adultos ha de tomarse de la gracia de Dios preveniente por medio de Cristo Jesús, esto es, de la vocación, por la que son llamados sin que exista mérito alguno en ellos, para que quienes se apartaron de Dios por los pecados, por la gracia de Él que los excita y ayuda a convertirse, se dispongan a su propia justificación, asintiendo y cooperando libremente a la misma gracia, de suerte que, al tocar Dios el corazón del hombre por la iluminación del Espíritu Santo, ni puede decirse que el hombre mismo no hace nada en absoluto al recibir aquella inspiración, puesto que puede también rechazarla; ni tampoco, sin la gracia de Dios, puede moverse, por su libre voluntad, a ser justo delante de Él. De ahí que, cuando en las Sagradas Letras se dice: Convertíos a mí y yo me convertiré a vosotros [Zac. 1, 3], somos advertidos de nuestra libertad; cuando respondemos: Conviértenos, Señor, a ti, y nos convertiremos, confesamos que somos prevenidos de la gracia de Dios.


¿Que hizo realmente el hombre para ser salvo? Nada, todo esta hecho. Simplemente ha creìdo y lo acepta a su favor, luego viene, el crecimiento o la madurez espiritual... una vez que ha sido renovado espiritualmente el creyente definitivamente comenzarà o debe comenzar y continuar dando buenos frutos.

Eso es también lo que enseña el catolicismo. No sé si hace falta que cite de nuevo algún texto. Si alguien lo duda, que me lo diga y lo cito.

Aun con todo, si lo analizamos detalladamente, mientras el Arminianismo objeta la forma como se accede a la redención por la sola fe, el catolicismo objeta la forma como se mantiene en tal condición espiritual... como podría usted darse cuenta, son cosas diferentes aunque ambas son desviaciones doctrinales de lo que es la salvación en el Evangelio de Cristo.

Bien, habría que ver cuáles son las diferencias reales entre arminianismo y catolicismo sobre cómo mantenerse salvo. Dando por hecho que el arminianismo cree que la salvación se puede perder, y el catolicismo también, pues sin duda estamos ante un tema interesante.

Es decir, ponernos ha hablar mucho del o en contra del Calvinismo, que resultò como una defensa en contra del Arminianismo, no sería necesario para defender la postura católica...

En realidad el arminianismo es posterior al calvinismo. Surge en el seno de las comunidades eclesiales calvinistas de Holanda y llega a ser objeto de una condena doctrinal severa, acompañada de medidas "cohercitivas", por el Sínodo calvinistas de Dordrecht.

ya que difieren en puntos distintos, aún y a pesar de lo mucho que se cree, en lo que se refiere a la justificación, el principio de ésta la doctrina católica se parece más a la sola fide de Lutero que al Arminianismo...pero para explicarlo tengo que agarrarme de Trento y ya es noche para hacerlo y como dije en el párrafo anterior, seria ponernos a hablar de otra cosa y no del tema.

Bien, yo sostengo que en lo esencial, el arminianismo está más cerca de Trento que de la teología de Lutero y Calvino.

Creo que no se trata de sacar de contexto ni a Lutero ni al Calvino, en todo caso seria mejor un buen analisis del Arminianismo vs. el Catolicismo.

Saludos,

Muy bien, pues adelante.
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

Originalmente enviado por lulis Ver Mensaje
Luis Fernando:

Aun con todo, como he explicado, dentro de su contexto, si bien se afirma que el hombre no hace nada para ser salvo, sino solamente aceptar lo que ya Dios hizo a travès de Cristo... no se enseña que sea Dios quién acepte y crea para salvación en lugar del hombre.

Es un malentendido, en el mejor de los casos, pensar que cuando se dice que no corresponde al hombre hacer nada para ser salvo, excepto creer, es decir, tener la fe, se anule el derecho de éste a creer o no creer. No se trata de seres sin vida o sin voluntad siendo transformados en contra de ésta o sin conocimiento de lo que les sucede, sin haber consentido en ningun momento

Es obvio que yo no estoy de acuerdo en que la voluntad humana no intervenga en la salvación. Como bien dijo San Agustín "el Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti". Pero desde el mismo momento en que Lutero niega el libre albedrío, el hombre no asiente o deja de asentir libremente. Él llegó a decir algo así como que el hombre era un burro que o montaba Dios o montaba el diablo. Cuando el burro anda, ciertamente lo hace porque su cerebro da órdenes a sus patas de moverse, pero ¿es eso realmente un acto de voluntad propia o es más bien una imposición de su "cabalgadura"?

¿En qué sentido se niega el libre albeldrío? Creo que es inútil pretender que Lutero no creyera que el hombre si debía tomar la dirección sugerida o dada por Dios a través del Espiritu, que no viera forma de que el hombre, al saberse pecador y reconocerse necesitado de salvación, la negara... como pregunta Spurgeon, - habrá algúno que sabiendose culpable y estando condenado a una muerte segura, no pida salvación? -

Vuelvo a preguntar ¿en qué sentido se niega el Libre Albeldrio? Es verdad lo que se rumora y dice que es decir que el hombre es un mero robot o burro que hace lo que le mandan sin usar su mente? O ésto es un malentendido y tergiversación de lo que se opina cuando se dice que solo la fe salva y que el hombre puede confiar en que que los méritos de Cristo le salvan plenamente?

Yo no encuentro ningún escrito donde Lutero dijera que el hombre sea un robot o un burro como señala usted, ni Calvino lo dijo así, creo que se confunde o malinterpreta el sentido en el que éstos dicen que el hombre no sea quien deba aceptar el regalo que se le ofrece en Cristo. Lo que si dicen es que, respecto a la salvación, ésto es al sacrificio necesario para lavar los pecados de los hombres, a la sangre que debía ser derramada y el pecado así lavado, el hombre no necesita ni puede añadir más nada excepto creerlo.

Si vamos a contar creer como una obra, bien puede hcerse pero es una acción posterior a la redención dada por Cristo, no parte de tal redención, el pagó plenamente el sacrificio a favor de los hombres. Y yo creo que a ésto si se refiere Lutero cuando habla en contra del libre albeldrío como parte de la obra de redención.

Estas doctrinas, en lo que respecta a la justificación lo que si enseñan es que Dios hizo todo lo que era necesario para salvar al pecador, éste lo ùnico que tiene que hacer es creerlo, la Palabra enseña que es el Espiritu quién convence (no que transforma sin convencer y preguntar) y que lo único que tiene que hacer el que se reconoce pecador es aceptarlo.
Bien, eso es lo que explica el Concilio de Trento:

Declara además [el sacrosanto Concilio] que el principio de la justificación misma en los adultos ha de tomarse de la gracia de Dios preveniente por medio de Cristo Jesús, esto es, de la vocación, por la que son llamados sin que exista mérito alguno en ellos, para que quienes se apartaron de Dios por los pecados, por la gracia de Él que los excita y ayuda a convertirse, se dispongan a su propia justificación, asintiendo y cooperando libremente a la misma gracia, de suerte que, al tocar Dios el corazón del hombre por la iluminación del Espíritu Santo, ni puede decirse que el hombre mismo no hace nada en absoluto al recibir aquella inspiración, puesto que puede también rechazarla; ni tampoco, sin la gracia de Dios, puede moverse, por su libre voluntad, a ser justo delante de Él. De ahí que, cuando en las Sagradas Letras se dice: Convertíos a mí y yo me convertiré a vosotros [Zac. 1, 3], somos advertidos de nuestra libertad; cuando respondemos: Conviértenos, Señor, a ti, y nos convertiremos, confesamos que somos prevenidos de la gracia de Dios.

Exacto, es donde Trento coincide con la sola fide de Lutero, a reconocer que es Dios quien por medio de su gracia mueve al hombre a moverse hacia El y al hombre unicamente le corresponde recibir su inspiración. El arminianismo dice que el hombre no esta taaaan condenado que no pueda buscar a Dios por su propio arbitrio, es la depravación parcial, que dice que cada aspecto de la humanidad está contaminado por el pecado, pero no al extremo de que sea incapaz de colocar su fe en Dios por su propia voluntad.

Saludos,
 
Re: ARMINIANISMO Y CATOLICISMO

EmilgioJorge:

Sabe que? lo entiendo, el problema surge de un malentendimiento de lo que es la reforma y la sola fide. Además, ciertamente un calvinismo extremo, mal entendido enseñará que, el hombre no tiene que aceptar o creer el evangelio. Pero éso no es lo que se enseña en realidad, se dice que, el hombre no tiene que HACER nada para ser salvo sino creer... éso es todo y lo único que debe hacer creer y que para creer debe recibir fe, pero en serio, será el que cree (valgame la reduncia) el que tendrá que decidirse por Cristo.

La Iglesia Católica no enseña que no haya que creer en Jesús para alcanzar la salvación.

Y digo "alcanzar la salvación" porque la Biblia y la Iglesia Católica enseñan que somos salvos en esperanza y que la esperanza que se ve, no es esperanza... (Ro. 8.24) sin embargo, hay muchísimos que, según ellos, la ven...

La Iglesia Católica enseña que para alcanzar la salvación es absolutamente imprescindible creer en Jesús. Aunque creer en Jesús, para la Iglesia Católica, es totalmente distinto a lo que significa creer en Jesús para todas aquellas iglesias que no creen en la eucaristía o misa (cena del Señor).

Sin embargo, además de creer en Jesús, la Iglesia Católica, en concordancia plena con la Biblia, enseña que la fe en Jesús debe, necesariamente, obrar por medio del amor, sin el cual, la fe en Jesús NO VALE... (Gá. 5.6).

La Biblia y la Iglesia Católica enseñan además, que aunque tengamos una fe en Jesús, para mover montañas... pero si no tenemos amor, no somos nada ante Dios (1 de Co. 13.2), que una fe en Jesús, sin obras, es una fe muerta (Stg. 2.26) y que, en consecuencia, el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe (Stg. 2.24).

El hecho de que el Espiritu convenza a éste hombre pecador de que necesita redención, no es un forzarlo a creer sino más bien un convencimiento efectivo de su actual condición de "condenación", de poder ver lo que que se le ofrece en Cristo y de saber que puede ser salvo.

La Biblia enseña que el Espíritu Santo convence de pecado sin embargo, no nos obliga a reconocerlo... por eso, que no entiendo cómo han habido algunos connotados protestantes que han negado la existencia del libre albedrío...

¿Será porque hay algunos pasajes de la Biblia que supuestamente así lo enseñan? seguro que si...