http://www.icp-e.org/
<CENTER>Apocalipsis laico
Wenceslao Calvo
‘No hay semejante a ti, oh Señor; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío. ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti... Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos. El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría; a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella. Vanidad son, obra vana; al tiempo de su castigo perecerán. No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; El Señor de los ejércitos es su nombre.’ (Jeremías 10:6-7, 11-16)</CENTER>
La Organización Meteorológica Mundial, con sede en Ginebra, acaba de emitir un insólito informe acerca de un asunto muy de su competencia: El clima. En el mismo advierte que la meteorología está enloquecida en todo el planeta y que el mundo debe ser consciente de la magnitud de lo que está ocurriendo. Si esto lo hubiera dicho Greenpeace o Friends of the Earth la cuestión hubiera sido más familiar, pero la fuerza de este aviso está en su procedencia: Se trata de una respetable organización de la Naciones Unidas cuyo cometido es la producción de informes científicos y la elaboración de estadísticas anuales. Según dicho informe los fenómenos que están sucediendo este año en Europa, América y Asia son tan importantes que no se puede pasar por alto lo que está ocurriendo. De continuar así, el año 2003 puede ser el año más caliente de todos los registrados desde 1861, cuando se comenzaron a consignar las temperaturas de forma científica y sistemática. De hecho, los 10 años más calientes en toda la historia meteorológica registrada, están todos incluidos después de 1990, siendo 1998, 2001 y 2002 los tres primeros.
En Suiza, junio de 2003 ha sido el mes más caliente en los últimos 250 años, no bajando en Ginebra el termómetro de los 25º C desde el 29 de mayo. En el sur de Francia las temperaturas registradas en junio se han elevado por encima de los 40º C en algunos lugares, elevándose cinco o siete grados por encima de la media. En Los Estados Unidos hubo 562 tornados en mayo que causaron 41 muertos, superando el récord de junio de 1992 con 399 tornados. En la India la ola de calor alcanzó temperaturas de 45º C, muriendo 1.400 personas a causa del mismo. En Inglaterra y Gales el pasado mes de junio fue también el más caliente desde 1976. En Sri Lanka, las fuertes inundaciones habidas han matado a 300 personas, dañando gravemente las infraestructuras y la economía del país y reduciendo la cosecha de té en un 20 o un 30 por ciento. Las computadoras muestran que a medida que la atmósfera se calienta no sólo sube el termómetro, sino que el clima se vuelve más y más inestable. Según el informe “Recientes estimaciones científicas indican que a medida que las temperaturas globales continúan elevándose, debido al cambio climático, el número e intensidad de sucesos extremos puede incrementarse... Nuevos récords de sucesos extremos ocurren cada año en alguna parte del globo, pero el número de tales extremos está incrementándose en los últimos años.”
Hay dos cosas que me llaman la atención en este informe; la primera es su contenido, sostenido por sucesos comprobados año tras año. Los hechos objetivos, repetitivos y verificados es lo que denominamos ciencia: Algo que está ahí y no puede ser desmontado por argumentos ni razonamientos. Pero más aún que el contenido me llama la atención el tono del informe; después de todo, que la Organización Meteorológica Mundial, nos transmita datos fríos y asépticos es lo normal, pero el hecho de añadir una nota de inquietante alarma ante los peligros que se ciernen sobre nuestro planeta, es lo que, a mi juicio, resalta en el mismo. Que una organización científica tenga que emplear expresiones tan poco científicas como “the world’s weather is going haywire” (el clima del mundo se está desquiciando) es en sí mismo revelador, pues un lenguaje tal sería más propio de algún estrafalario grupo religioso o seudo-religioso que vive de explotar y agrandar las tragedias que azotan a nuestro mundo. Pero he aquí a toda una seria y prestigiosa organización secular lanzando un mensaje que se diferencia poco de los escalofriantes mensajes que pueda transmitir cualquier secta. Y es que mientras podemos analizar, encasillar y categorizar algo, de alguna manera lo estamos dominando, pero cuando ese algo es impredecible e irreductible, significa que las tornas han cambiado y somos ahora nosotros los dominados. ¡Qué humillación para una de las vacas intocables de nuestro mundo contemporáneo, la ciencia, que tantas veces se ha engreído sobre nuestros atrasados y asustadizos antepasados! ¡Cuántas veces se ha dicho que la religión (y la magia y el mito, todo en el mismo saco) tuvo su origen en el miedo que infundían ciertos fenómenos meteorológicos en la conciencia de nuestros predecesores! Ah, pero ahora es distinto; ahora nosotros sabemos, ahora nosotros controlamos; no somos como aquellos pobres infelices... ¿O sí?.
Es, pues, factible que una catástrofe descomunal se produzca en un plazo de tiempo no tan largo y en la cual el clima juegue un papel de primera importancia; lo que hasta hace poco era una premonición es ya una predicción, según la Organización Meteorológica Mundial. La cuestión, y esto ya no lo dice esta entidad, es que algo más que el clima está desquiciado: Está desquiciado el ser humano, están desquiciadas las naciones, está desquiciada la sociedad, está desquiciado el mundo. Y esto no son conjeturas ni figuraciones de mentes calenturientas, sino la mera constatación de lo que se ve y se lee en los telediarios y en los periódicos. Sí, hay un desquiciamiento del cual el del clima es sólo un reflejo: Desquiciamiento moral, psíquico y espiritual.
El texto bíblico arriba citado hace referencia a la falsedad de los ídolos creados por la criatura, a su vaciedad e inutilidad. Es decir, la idolatría no solamente es una tergiversación espiritual, es también algo irracional, como irracional es que lo derivado pretenda erigirse en Causa. Pero en contraposición, se muestra a Aquel que es el creador de todas las cosas y además el sustentador de las mismas, incluido el clima. Esto sí es racional. Allí se le describe en términos de grandeza y majestad incomparables. Allí también se habla del embrutecimiento del ser humano y de su falta de ciencia, pues la verdadera ciencia (y esto se infiere del texto) es conocer a Dios, Señor del cielo y de la tierra y también del clima. Un clima que se nos ha ido de las manos porque previamente nosotros nos hemos ido de las manos del Hacedor del clima. Tal vez todavía estamos a tiempo.
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)
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Wenceslao Calvo
‘No hay semejante a ti, oh Señor; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío. ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti... Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos. El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría; a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella. Vanidad son, obra vana; al tiempo de su castigo perecerán. No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; El Señor de los ejércitos es su nombre.’ (Jeremías 10:6-7, 11-16)</CENTER>
La Organización Meteorológica Mundial, con sede en Ginebra, acaba de emitir un insólito informe acerca de un asunto muy de su competencia: El clima. En el mismo advierte que la meteorología está enloquecida en todo el planeta y que el mundo debe ser consciente de la magnitud de lo que está ocurriendo. Si esto lo hubiera dicho Greenpeace o Friends of the Earth la cuestión hubiera sido más familiar, pero la fuerza de este aviso está en su procedencia: Se trata de una respetable organización de la Naciones Unidas cuyo cometido es la producción de informes científicos y la elaboración de estadísticas anuales. Según dicho informe los fenómenos que están sucediendo este año en Europa, América y Asia son tan importantes que no se puede pasar por alto lo que está ocurriendo. De continuar así, el año 2003 puede ser el año más caliente de todos los registrados desde 1861, cuando se comenzaron a consignar las temperaturas de forma científica y sistemática. De hecho, los 10 años más calientes en toda la historia meteorológica registrada, están todos incluidos después de 1990, siendo 1998, 2001 y 2002 los tres primeros.
En Suiza, junio de 2003 ha sido el mes más caliente en los últimos 250 años, no bajando en Ginebra el termómetro de los 25º C desde el 29 de mayo. En el sur de Francia las temperaturas registradas en junio se han elevado por encima de los 40º C en algunos lugares, elevándose cinco o siete grados por encima de la media. En Los Estados Unidos hubo 562 tornados en mayo que causaron 41 muertos, superando el récord de junio de 1992 con 399 tornados. En la India la ola de calor alcanzó temperaturas de 45º C, muriendo 1.400 personas a causa del mismo. En Inglaterra y Gales el pasado mes de junio fue también el más caliente desde 1976. En Sri Lanka, las fuertes inundaciones habidas han matado a 300 personas, dañando gravemente las infraestructuras y la economía del país y reduciendo la cosecha de té en un 20 o un 30 por ciento. Las computadoras muestran que a medida que la atmósfera se calienta no sólo sube el termómetro, sino que el clima se vuelve más y más inestable. Según el informe “Recientes estimaciones científicas indican que a medida que las temperaturas globales continúan elevándose, debido al cambio climático, el número e intensidad de sucesos extremos puede incrementarse... Nuevos récords de sucesos extremos ocurren cada año en alguna parte del globo, pero el número de tales extremos está incrementándose en los últimos años.”
Hay dos cosas que me llaman la atención en este informe; la primera es su contenido, sostenido por sucesos comprobados año tras año. Los hechos objetivos, repetitivos y verificados es lo que denominamos ciencia: Algo que está ahí y no puede ser desmontado por argumentos ni razonamientos. Pero más aún que el contenido me llama la atención el tono del informe; después de todo, que la Organización Meteorológica Mundial, nos transmita datos fríos y asépticos es lo normal, pero el hecho de añadir una nota de inquietante alarma ante los peligros que se ciernen sobre nuestro planeta, es lo que, a mi juicio, resalta en el mismo. Que una organización científica tenga que emplear expresiones tan poco científicas como “the world’s weather is going haywire” (el clima del mundo se está desquiciando) es en sí mismo revelador, pues un lenguaje tal sería más propio de algún estrafalario grupo religioso o seudo-religioso que vive de explotar y agrandar las tragedias que azotan a nuestro mundo. Pero he aquí a toda una seria y prestigiosa organización secular lanzando un mensaje que se diferencia poco de los escalofriantes mensajes que pueda transmitir cualquier secta. Y es que mientras podemos analizar, encasillar y categorizar algo, de alguna manera lo estamos dominando, pero cuando ese algo es impredecible e irreductible, significa que las tornas han cambiado y somos ahora nosotros los dominados. ¡Qué humillación para una de las vacas intocables de nuestro mundo contemporáneo, la ciencia, que tantas veces se ha engreído sobre nuestros atrasados y asustadizos antepasados! ¡Cuántas veces se ha dicho que la religión (y la magia y el mito, todo en el mismo saco) tuvo su origen en el miedo que infundían ciertos fenómenos meteorológicos en la conciencia de nuestros predecesores! Ah, pero ahora es distinto; ahora nosotros sabemos, ahora nosotros controlamos; no somos como aquellos pobres infelices... ¿O sí?.
Es, pues, factible que una catástrofe descomunal se produzca en un plazo de tiempo no tan largo y en la cual el clima juegue un papel de primera importancia; lo que hasta hace poco era una premonición es ya una predicción, según la Organización Meteorológica Mundial. La cuestión, y esto ya no lo dice esta entidad, es que algo más que el clima está desquiciado: Está desquiciado el ser humano, están desquiciadas las naciones, está desquiciada la sociedad, está desquiciado el mundo. Y esto no son conjeturas ni figuraciones de mentes calenturientas, sino la mera constatación de lo que se ve y se lee en los telediarios y en los periódicos. Sí, hay un desquiciamiento del cual el del clima es sólo un reflejo: Desquiciamiento moral, psíquico y espiritual.
El texto bíblico arriba citado hace referencia a la falsedad de los ídolos creados por la criatura, a su vaciedad e inutilidad. Es decir, la idolatría no solamente es una tergiversación espiritual, es también algo irracional, como irracional es que lo derivado pretenda erigirse en Causa. Pero en contraposición, se muestra a Aquel que es el creador de todas las cosas y además el sustentador de las mismas, incluido el clima. Esto sí es racional. Allí se le describe en términos de grandeza y majestad incomparables. Allí también se habla del embrutecimiento del ser humano y de su falta de ciencia, pues la verdadera ciencia (y esto se infiere del texto) es conocer a Dios, Señor del cielo y de la tierra y también del clima. Un clima que se nos ha ido de las manos porque previamente nosotros nos hemos ido de las manos del Hacedor del clima. Tal vez todavía estamos a tiempo.
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)