Alternativa cristiana al hedonismo

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24 Enero 2001
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Número 23 - 22 de febrero, 2004


FRANCISCO MIRA

Alternativa cristiana al hedonismo


¿Cuál es la alternativa que plantea la Palabra de Dios al problema hedonista? Cuando la Biblia intenta plantearnos la alternativa, lo hace yendo al fondo de la cuestión, no se conforma con maquillajes superficiales. Hemos considerado ya cuál fue el origen o dónde situar el inicio de lo que estamos denominando «el problema hedonista». Eso nos permite trazar la manera de vivir alternativa, porque incluye los aspectos positivos y necesarios del placer y la manera de enfrentar los problemas que plantea el hedonismo. Esta alternativa la podríamos cifrar en un proceso dinámico con cuatro fases diferenciadas entre sí y que a la vez se van retroalimentando.

1. La necesidad de la conversión


La Biblia nos plantea que el primer paso como alternativa al problema hedonista está en una profunda de transformación que el ser humano debe experimentar si quiere empezar a hacer frente de forma satisfactoria a esta cuestión. Es la necesidad de la conversión. No podemos hacer frente al problema hedonista con actitudes legalistas, con una lista de «no hagas esto, no hagas lo otro»: no comas esto, no comas aquello, el enfoque de la lista de «noes» se revela incapaz para solucionar la gravedad de este problema. La Biblia es mucho más radical, nos plantea la necesidad de un cambio profundo: la conversión.

De Génesis 3 -cuando el ser humano se separa de Dios, se rebela contra Dios- pasa a Juan 3, donde se nos ofrece la posibilidad de resolver nuestro problema más profundo: Porque, de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna

La conversión, pues, es la primera alternativa, el primer paso de esa alternativa completa que es la vida cristiana y que nos plantea el texto bíblico. La conversión incluye diferentes elementos: el reconocimiento de nuestra desobediencia, el arrepentimiento de nuestros pecados y la aceptación de la obra que Dios ha hecho en la persona de Jesucristo en la Cruz; en síntesis, de la desobediencia a Dios, el ser humano tiene que pasar a la obediencia a Dios.

Desde ese punto de partida radicalmente nuevo vamos a reenfocar la problemática que nos plantea el hedonismo y a hacerla frente de una manera rigurosa y seria. Pero ese es un primer paso. La alternativa es muy completa, tan completa que podríamos decir que faltan algunos elementos en el tiempo y en el espacio para que se concluya. Será en la eternidad cuando esta alternativa será completada.

2. La renovación de nuestra mente

Según Romanos 12, para dar culto a Dios como É1 se merece tenemos que renovar nuestro entendimiento. Eso implica reconocer aquello que Adán y Eva rechazaron: la Revelación de Dios: «De todo podéis disfrutar menos de esto». El rechazo de esa revelación es lo que planteamos corno segunda fase de esta alternativa.

Después de convertirnos, de querer tener a Dios en cuenta en nuestras vidas, necesitamos conocer a Dios, conocer su Revelación y que esta transforme, corno un proceso, todo nuestro entendimiento e ilumine de nuevo nuestra conciencia. La conciencia esta deformada a causa de la desobediencia a Dios y necesita volver a ser iluminada y fortalecida por la Palabra de Dios; y eso nos va a llevar a discernir. Dice el apóstol Pablo: Todo me es lícito, pero no todo me conviene. Y para discernir entre todo lo que es lícito y lo que no nos conviene, necesitarnos iniciar ese proceso de renovación de nuestro entendimiento en base a la Palabra de Dios. Pero eso ha de ser también puesto en práctica con un tercer Paso.

3. La adquisición de dominio propio

Ese mismo texto de Romanos lo plantea en términos de no dejarnos llevar por la corriente de nuestra sociedad, de lo que piensan otros, de lo que piensan los medios de comunicación la publicidad, renovando nuestro entendimiento, conociendo a Dios, conociendo si ¡Revelación!, comprendiéndola y discerniendo, siendo capaces no por nosotros mismos únicamente, creciendo en dominio propio.

El dominio propio consiste en aplicar los criterios de una mente renovada a actitudes, actos y hábitos. Este proceso de aplicación requiere la ayuda y dirección del Espíritu de Dios. No en vano, una de las manifestaciones del fruto del Espíritu es el dominio propio. Dice en 1 Timoteo el apóstol Pablo (2:7): Porque no nos ha dado Dios Espíritu de cobardía; sino de poder, de amor y de dominio propio. ¡Qué combinación tan necesaria!

El dominio propio es el resultado de ese espíritu de poder y de amor que Dios nos da. Filipenses. Está lleno de alusiones a cómo hacer frente a los problemas que el hedonismo nos plantea, y posiblemente una de las más hermosas y más eficaces es la de llenar nuestra mente, como dice Filipenses 4, de todo pensamiento bueno, justo, agradable, puro. En la medida en que nuestra mente esté llena de este tipo de pensamientos, el hedonismo con su persuasión, con su incitación realmente poderosa, va a ir diluyéndose, va a ir perdiendo eficacia en nuestra vida.

Pero este proceso de conversión, de renovación mental y de dominio propio es un proceso lleno de tensión, de avances, de caídas; en definitiva, es una lucha. El Nuevo Testamento nos habla con mucho realismo; experimentaremos victorias, pero también habrá retrocesos y debemos estar sobre todo alertas, porque la misma serpiente de Génesis está buscando, de diferentes formas, hacernos caer (y no sólo la serpiente, también el Pecado que mora en nosotros y la influencia del mundo, que no es pequeña).

4. Vivir para la gloria de Dios

Y en cuarto lugar, algo que completa la alternativa cristiana al hedonismo es vivir para la gloria de Dios. Para eso fuimos creados. Dios quería que disfrutásemos de la vida y que, al contemplar la maravilla de su creación, que reflejaba la grandeza de su carácter y su perfección, le diésemos gloria. Nuestra vida ha de ser una experiencia constante de glorificación a Dios siendo obedientes y no por un sentido de obligación, sino porque habiendo sido creados por Dios, Él sabe cómo podemos disfrutar de la vicia exprimiéndola a tope. Así que no hay, mejor forma de disfrutar de la vida que vivir para la gloria de Dios.

Cuando alguien vive para la gloria de Dios, aún en este tiempo presente en el que seguimos luchando vamos a poder disfrutar de las cosas pequeñas, y de aquellas cosas quizá no tan pequeñas, que el Señor quiera concedernos a lo largo de nuestra vida. Así pues, podríamos decir que el mayor placer en la vida es vivir para la gloria de Dios.

Ni el hedonismo, ni el relativismo, ni otros «ismos” son comparables al cristianismo. La verdadera respuesta a las necesidades del ser humano están en Jesús, porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo ... sólo en Cristo vamos a encontrar respuesta a los profundos anhelos y también contradicciones que tenemos como seres humanos experimentamos.

5. CONCLUSIÓN

Me gustaría concluir con la lectura de lo que es el resumen de la vida de alguien que vivió intensa y placenteramente para Dios, aunque su experiencia no estuvo exenta de dificultades.

Cuando el apóstol Pablo se estaba despidiendo de una iglesia en la que había pasado muchísimo tiempo, al partir sabía que iniciaba otra etapa, la etapa final de su vida. En ese momento nos dejó unas palabras memorables que son un broche de oro para entender lo que significa vivir para la gloria de Dios. Esta declaración expresa un nivel de entusiasmo, convicción y pasión que se convierten en todo un desafío para nosotros hoy: De ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

No hay alternativa comparable al cristianismo. Ningún “dios” secular es tan completo y tan consistente como el del cristianismo. Por eso tenernos una doble oportunidad: aquellos que ya hemos dado ese paso de conversión, de volvernos a Dios, podemos renovar nuestro compromiso para que nuestra mente siga siendo transformada y renovada, crezcamos en dominio propio por el poder y el amor de Dios y también vivamos con más anhelo para la gloria de Dios.


Francisco Mira es licenciado en Psicología, Secretario General de los G.B.U. y Vicepresidente de la Alianza Evangélica Española
© F. Mira, Revista Andamio, GBU,


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