ALIMETO DIARIO Y MATUTINO (Sabado)

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5 Septiembre 2001
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ALIMETO DIARIO Y MATUTINO (Sabado)
Hechos de los apóstoles
Semana 18 --- Pablo escribe la Epístola a los Romanos
Sábado --- Leer con oración: Ro 7:6; 8:29-30; 12:1-2; He 9:22; Fil 1:20
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Ro 12:1)
RENOVACIÓN, TRANSFORMACIÓN Y CONFORMACIÓN
Continuemos hablando de los cuatro puntos de la salvación orgánica de Dios en Romanos 12: la consagración, la reconciliación, la justificación y la santificación. El versículo 1 nos habla del sacrificio vivo, la ofrenda viva, y esa ofrenda somos nosotros. En Cristo somos un sacrificio vivo. Éramos pecadores y ahora fuimos justificados, por que hubo el derramamiento de la sangre (He 9:22). En el evangelio de la gracia, el Señor Jesús derramó Su sangre; en el evangelio del reino, nosotros somos los que en la experiencia somos muertos, quemados y nos volvemos un sacrificio vivo. Fuimos justificados por la muerte de Cristo y santificados. Ahora ya no es solamente un asunto de que el Señor Jesús haya cumplido Su obra redentora para nuestra justificación y santificación, sino que ahora Él quiere trabajar subjetivamente en nosotros la consagración, la reconciliación, la justificación y la santificación. Esto es la vida de la iglesia, el vivir de la realidad del reino, la salvación orgánica.
En Romanos 12:2 hay otros dos puntos: la renovación de la mente y la transformación, que también deben ser algo continuo. Nuestra mente debe ser continuamente renovada, pues cuando estamos en la esfera de la mente, si no nos volvemos al espíritu, envejecemos y caemos en la tradición y la vejez de la letra (7:6).
Es necesario que haya una renovación continua. Hay personas que quieren siempre volver a las prácticas de la época pasada y no logran seguir las nuevas orientaciones del Espíritu. Necesitamos ser renovados. Donde no hay renovación, no hay transformación, pero si hay transformación, somos conformados a la imagen de Cristo y permitimos que Él sea engrandecido en nuestro ser (Ro 8:29-30; Fil 1:20). De esa manera, creceremos hasta alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, a fin de ser iguales a Él, es decir, que seamos conformados a Su imagen. Finalmente expresaremos a Dios, seremos semejantes a Él en vida, y Su naturaleza será expresada en nosotros. Así, nuestro vivir será solamente Cristo..
Punto Clave: Renovación continua
Pregunta: ¿Cuál es la relación de la renovación con el uso del velo?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
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SEMANA 4 — DÍA 6 74
Alimento matutino
Jos. 6:16 Y los sacerdotes tocaron las trompetas la séptima vez, y Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.
20. Entonces el pueblo gritó, y se tocaron las trompetas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la trompeta, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.
El sexto capítulo de Josué es un relato de la primera batalla librada por Israel en Canaán así como la destrucción que causaron. A fin de tomar posesión de la buena tierra, los hijos de Israel tenían que derrotar a su enemigo y expulsar a las fuerzas malignas. No obstante, no era necesario que los hijos de Israel lucharan. Cuando ellos cruzaron el Jordán, Dios fue quien lo hizo todo. Bajo el mismo principio, tampoco fue necesario que el pueblo de Dios luchara para destruir a Jericó. Lo único que ellos debían hacer era creer y confiar en Dios, hacer caso a las instrucciones provenientes del Capitán del ejército de Israel y exaltar a Cristo al llevar el Arca sobre sus hombros. Esto nos muestra que en la guerra espiritual lo primero que debemos hacer es exaltar a Cristo. (Life-study of Joshua, pág. 39)
Lectura para hoy
Jericó estaba fuertemente fortificada. Pero cuando el rey de Jericó escuchó acerca de lo que Jehová había hecho por Su pueblo, desfalleció su corazón y no hubo más espíritu ni valentía en él… El rey de Jericó cerró las puertas de la ciudad y se valió de los muros de su ciudad para protegerse él mismo y a su pueblo consigo… El rey de Jericó puso su confianza en los muros… Aunque los israelitas habían cruzado el río Jordán, el rey de Jericó no creía que ellos traspasarían el muro de la ciudad. Él no había pensado en lo que Dios podía hacer. Para Dios, era muy fácil derribar el muro de la ciudad de Jericó.
Jehová le había dicho a Josué que Él había entregado en sus manos la ciudad de Jericó, su rey y sus valientes guerreros [6:2]. Después, Dios dio instrucciones a Josué para que dispusiera que sus hombres de guerra y los sacerdotes que llevaban el Arca rodeasen la ciudad dando una vuelta alrededor de ella. Ellos debían hacer esto durante seis días. A otros siete sacerdotes se les encargó la tarea de portar siete trompetas de cuernos de carnero delante del Arca de Jehová. Los sacerdotes no tocarían las trompetas conforme a su propia voluntad; en lugar de ello, debían esperar que el capitán les diera la orden correspondiente. Así pues, todos ellos requerían de ciertas instrucciones y debían ser dirigidos, tal como nosotros hoy en día necesitamos ser dirigidos y guiados por el Espíritu.
Durante los primeros seis días, el ejército de Israel se limitó a simplemente andar alrededor de la ciudad con el Arca, el cual tipifica a Cristo como la corporificación de Dios… En el séptimo día, el sábado, la situación fue diferente. En realidad, Israel no tuvo que luchar, sino que simplemente disfrutó del sábado, es decir, disfrutó del reposo. Ellos marcharon alrededor de la ciudad siete veces y, entonces, el capitán visible dio la orden: “¡Gritad!”. Entonces, los sacerdotes hicieron sonar las trompetas, el pueblo dio grandes voces y el muro de la ciudad se derrumbó. La ciudad fue completamente destruida y se pronunció una maldición sobre cualquiera que se levantara para reedificar Jericó. Así pues, la manera en que Israel conquistó Jericó constituyó un testimonio prevaleciente de que el Dios de Israel, Jehová, es el Dios vivo y verdadero.
Podemos aplicar este relato de la destrucción de Jericó a la predicación del evangelio. Al asumir el encargo de visitar a los pecadores, tenemos que percatarnos de que cada pecador es “una ciudad fortificada” que se encuentra bajo maldición. Al enfrentarnos ante tal ciudad fortificada, tenemos que ser pacientes, considerando cuándo debemos guardar silencio y cuándo debemos hablar. Esto quiere decir que debemos ser guiados por el Señor.
Dios puede hacer todas las cosas sin tener que recurrir al hombre, pero, conforme a lo que se nos relata en Josué, Él desea que el hombre sea uno con Él. Así pues, en concordancia con el principio de encarnación, Dios desea hacer todas las cosas por medio del hombre, con el hombre e, incluso, en el hombre. En Jericó, Israel marchó alrededor de la ciudad portando el Arca, un tipo del Cristo que es la corporificación del Dios Triuno, sobre los hombros de los sacerdotes. El significado espiritual de esta escena es que ella es un cuadro del Dios-hombre corporativo, es decir, de Dios y el hombre, el hombre y Dios, avanzando juntos, como una sola persona. Fue de esta manera que los hijos de Israel cruzaron el río Jordán y también de esta manera ellos destruyeron la ciudad de Jericó. Así pues, Dios e Israel combatían juntos. Aunque, en realidad, Dios combatía, mientras Israel simplemente gritaba, proclamaba y testificaba hasta, finalmente, ocupar la ciudad. (Life-study ofJoshua,págs.39-40,45)
Lectura adicional: Life-study of Joshua, mensajes 7-8, 14
Witness Lee
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¡Jesús es el Señor!