Hola a todos los que leen,
Durante el tiempo de descanso para comer que otorgan en el trabajo, salí y pasé por delante de la puerta de un famosisimo restaurante. La verdad es que hacía tiempo que había oído hablar de él pero supuse que era más nombrado por el "marketing" que por lo que se ofrecía en su menú. Por alguna razón sentí "mucha hambre" y aunque sabía que desde joven "pecaba" por comer más con los ojos que con la boca, decidí dejarme tentar por las "fotografías" decorativamente colocadas en el escaparate, de los suculentos platos que se preparaban en dicho restaurante. Durante años de haber disfrutado de las comidas "caseras", nunca antes, me había parado a prestarle demasiada atención al precio/calidad de los platos en los restaurantes puesto que tenía a mis padres que hacían eso por mi. Solía dar por hecho que cuando uno entraba en un restaurante limpio, bien decorado y de conocido nombre, no sería barato. Pero esta vez en aquel restaurante iba a recibir un "alimento caro".
Primero tomé asiento en un lugar que me asignó un camarero. Noté que la luz era suave y la acompañaba una música de fondo relajante y que pocas veces se puede apreciar en lugares para comer. Sobre la mesa, el mantel era blanco y las servilletas en tela blanca también a juego. Lo primero que pensé era que el lugar debía de ser muy limpio y organizado para poder mantener los manteles y las servilletas tan blancas y bien planchadas. Luego observé las "copas", de dos tamaños por comensal, una para "el agua" y otra para "el vino". La copa para "el agua" era de tamaño considerable mientras que la "del vino" no lo era tanto y la consideré más bien pequeña.
A mi diestra apareció un camarero con un enorme menú recubierto en cuero con grandes letras doradas impresas que indicaban el nombre del "lugar" y la palabra en gran tamaño "MENÚ". El camarero mostró una leve sonrisa mientras depositaba dicho "MENÚ" sobre la mesa a mi diestra, y tras depositarlo me preguntó lo que quería beber sin darme tiempo a responderle pues acto seguido me "recitó" a gran velocidad y de memoria las "sugerencias del chef" las cuales eran más de siete desde luego. Eso me desconcertó, pues tenía el "MENÚ" a mi diestra, aún no lo había ni abierto y ya estaba recibiendo sugerencias tentativas con las que podría evitarme la "molestia" de dedicarle tiempo a la lectura del "MENÚ". De pronto sentí que ya no tenía mucho tiempo para decidir y siendo yo una persona acostumbrada a que "todo me lo dieran hecho" me fié de dichas "sugerencias" y lo dejé a la libre elección del "camarero" el cual se permitió también decidir que acompañaria dicho plato con un vino tinto de la casa y al marcharse se llevó la copa para el agua que había sobre la mesa y el libro/ "MENÚ".
En breve el camarero regresó con un plato del cual sobresalía una gran pierna de "cabrito" asada al horno con patatas y gran cantidad de guarnición de verduras. También llenó mi copa de "vino de la casa" y dejó allí el resto de la botella y se marchó rapidamente a atender otras mesas. El aroma que desprendía aquel "manjar" me hizo creer que mi apetito era mayor de lo que realmente era y así comencé a comer a toda prisa sin desgustar ni masticar a fondo el "alimento". No quise dejar ni la guarnición porque había escuchado que la verdura era muy importante para la "salud" y ¿cómo iba a dejarla sabiendo esto?. La pierna de "cabrito" era más grande que mi apetito y yo comía demasiado deprisa por lo que pronto "me empaché" apurando las últimas patatas. Ya no importaba que el vino fuese un "vino de la casa" puesto que por carecer de agua sobre la mesa y no ver cercano al camarero para pedirselo, apuré con mucha sed aquel vino de mi copa. Me había empachado, pero sin embargo no pude resistirme a la "tentación" de un pedazo de tarta de chocolate de entre la gran variedad de tartas que paseaban en un carrito de una mesa a otra. ¿A alguien le amarga "un dulce"?. Pues a mí se me amargó.
Nada más terminar de comerme el pedazo de tarta, por mi izquierda aparecía otro camarero con la cuenta. En principio creí que había un error, pero no me atreví a preguntarlo porque sabía que antes de sentarme a comer no había abierto el "MENÚ" para comprobar la lista "de precios" que era lo primero que debía de haber hecho. ¿Cómo iba ahora a quejarme? y ¿en base a qué?.
Resultó ser curioso el hecho de que yo había oído a personas hablando muy bien sobre dicho restaurante, pero JAMAS me atreví a preguntar sobre los precios. Asumí que "algo aparentemente bueno no puede ser barato" y tratandose de la "salud" no iba a darle muchas vueltas al tema.
Pero con respecto a esta cuestión, yo ya me había empachado y no sólo de "carne" sino que lo había "cubierto" de dulce con aquel pedazo de tarta de chocolate porque no pude resistirme a la tentación y todo ello en muy poco tiempo puesto que sólo tenía una hora para comer. Pagué la cuenta y me marché. No había pasado mucho tiempo antes de que mi estomago comenzase a sentir unos "efectos" extraños que junto con la CONFUSION mental de haberme creído una persona estafada, notase un CALOR en mi interior que subió hasta mi cabeza con la ayuda del "recuerdo" de calmar mi sed con el "vino de la casa" que acompañaron al "cabrito" y todo ello fue lo que me obligó a salir antes aquella tarde del trabajo, ir a casa y meterme en la cama deseando dormir para que se me "pasasen" tales sensaciones/efectos y recuperarme para el dia siguiente. Sin embargo no pude dormir en toda la noche. Dí vueltas y vueltas y corrí al aseo una y otra vez deseando poder eliminar de mi cuerpo aquello de lo que me había empachado y que para nada estaba haciendo un buen servicio en mi interior. Ya ni el recuerdo de aquel pedazo de tarta de chocolate podía consolarme ni cubrir mi estado, sino todo lo contrario.
Cuando finalmente por la mañana sonó el despertador, pensé que no llegaría a la oficina en un estado aceptable y decidí llamar para avisar de mi estado y de que no podría acudir para atender mis obligaciones. El JEFE comprendería esta situación pero no creo que aceptase que ocurriese asiduamente algo así y que se convirtiese en "tropiezo" para con mi trabajo.
Con este relato a modo de ejemplo que dejo, pretendo concienciar a algunas personas de algo muy importante. Me gustaría que comprendiesen la importancia de Leer/Estudiar la Escritura/Biblia por si mismos/as, porque no todo lo que ofrecen y llaman "alimento/doctrina" es para ser engullido rapidamente. Antes de aceptar las doctrinas que algunos "camareros" nos ofrecen abaladas por sus "chefs" debemos de analizar el "contenido y el precio". Una vez que hagas esto, deberás también de analizar si estás dispuesto a asumir la responsabilidad de las consecuencias de haberte dejado guiar por otros en tus decisiones, pues si ya eres maduro y decides por ti mismo "catar" de lo que te ofrecen sin contrastar con el MENÚ y luego "enfermas", te apartarás sin poderlo evitar, de las responsabilidades que tenias asumidas con anterioridad y sólo tu serás responsable por ello y te saldrá caro. Por lo que, cuando creas que todo ALIMENTO que se te ofrece es para la edificación, no lo engullas con prisa y sin control por si acaso te lleva a la destrucción. ¿Cómo hacer esto?. Abriendo el "MENÚ" (Biblia) y leyendo/estudiando TODO lo que te ofrece, con TODOS los ejemplos, precio incluído, antes de permitir que otros tomen la decisión por ti sin que te des ni cuenta.
Y una cosa más, si se tiene hambre y se sale a comer, la paletilla de cordero lechal es mucho más blandita y más digestiva si se acompaña sólo con ensalada
Un saludo,
Hope
Lee la Biblia por ti mismo/a
Durante el tiempo de descanso para comer que otorgan en el trabajo, salí y pasé por delante de la puerta de un famosisimo restaurante. La verdad es que hacía tiempo que había oído hablar de él pero supuse que era más nombrado por el "marketing" que por lo que se ofrecía en su menú. Por alguna razón sentí "mucha hambre" y aunque sabía que desde joven "pecaba" por comer más con los ojos que con la boca, decidí dejarme tentar por las "fotografías" decorativamente colocadas en el escaparate, de los suculentos platos que se preparaban en dicho restaurante. Durante años de haber disfrutado de las comidas "caseras", nunca antes, me había parado a prestarle demasiada atención al precio/calidad de los platos en los restaurantes puesto que tenía a mis padres que hacían eso por mi. Solía dar por hecho que cuando uno entraba en un restaurante limpio, bien decorado y de conocido nombre, no sería barato. Pero esta vez en aquel restaurante iba a recibir un "alimento caro".
Primero tomé asiento en un lugar que me asignó un camarero. Noté que la luz era suave y la acompañaba una música de fondo relajante y que pocas veces se puede apreciar en lugares para comer. Sobre la mesa, el mantel era blanco y las servilletas en tela blanca también a juego. Lo primero que pensé era que el lugar debía de ser muy limpio y organizado para poder mantener los manteles y las servilletas tan blancas y bien planchadas. Luego observé las "copas", de dos tamaños por comensal, una para "el agua" y otra para "el vino". La copa para "el agua" era de tamaño considerable mientras que la "del vino" no lo era tanto y la consideré más bien pequeña.
A mi diestra apareció un camarero con un enorme menú recubierto en cuero con grandes letras doradas impresas que indicaban el nombre del "lugar" y la palabra en gran tamaño "MENÚ". El camarero mostró una leve sonrisa mientras depositaba dicho "MENÚ" sobre la mesa a mi diestra, y tras depositarlo me preguntó lo que quería beber sin darme tiempo a responderle pues acto seguido me "recitó" a gran velocidad y de memoria las "sugerencias del chef" las cuales eran más de siete desde luego. Eso me desconcertó, pues tenía el "MENÚ" a mi diestra, aún no lo había ni abierto y ya estaba recibiendo sugerencias tentativas con las que podría evitarme la "molestia" de dedicarle tiempo a la lectura del "MENÚ". De pronto sentí que ya no tenía mucho tiempo para decidir y siendo yo una persona acostumbrada a que "todo me lo dieran hecho" me fié de dichas "sugerencias" y lo dejé a la libre elección del "camarero" el cual se permitió también decidir que acompañaria dicho plato con un vino tinto de la casa y al marcharse se llevó la copa para el agua que había sobre la mesa y el libro/ "MENÚ".
En breve el camarero regresó con un plato del cual sobresalía una gran pierna de "cabrito" asada al horno con patatas y gran cantidad de guarnición de verduras. También llenó mi copa de "vino de la casa" y dejó allí el resto de la botella y se marchó rapidamente a atender otras mesas. El aroma que desprendía aquel "manjar" me hizo creer que mi apetito era mayor de lo que realmente era y así comencé a comer a toda prisa sin desgustar ni masticar a fondo el "alimento". No quise dejar ni la guarnición porque había escuchado que la verdura era muy importante para la "salud" y ¿cómo iba a dejarla sabiendo esto?. La pierna de "cabrito" era más grande que mi apetito y yo comía demasiado deprisa por lo que pronto "me empaché" apurando las últimas patatas. Ya no importaba que el vino fuese un "vino de la casa" puesto que por carecer de agua sobre la mesa y no ver cercano al camarero para pedirselo, apuré con mucha sed aquel vino de mi copa. Me había empachado, pero sin embargo no pude resistirme a la "tentación" de un pedazo de tarta de chocolate de entre la gran variedad de tartas que paseaban en un carrito de una mesa a otra. ¿A alguien le amarga "un dulce"?. Pues a mí se me amargó.
Nada más terminar de comerme el pedazo de tarta, por mi izquierda aparecía otro camarero con la cuenta. En principio creí que había un error, pero no me atreví a preguntarlo porque sabía que antes de sentarme a comer no había abierto el "MENÚ" para comprobar la lista "de precios" que era lo primero que debía de haber hecho. ¿Cómo iba ahora a quejarme? y ¿en base a qué?.
Resultó ser curioso el hecho de que yo había oído a personas hablando muy bien sobre dicho restaurante, pero JAMAS me atreví a preguntar sobre los precios. Asumí que "algo aparentemente bueno no puede ser barato" y tratandose de la "salud" no iba a darle muchas vueltas al tema.
Pero con respecto a esta cuestión, yo ya me había empachado y no sólo de "carne" sino que lo había "cubierto" de dulce con aquel pedazo de tarta de chocolate porque no pude resistirme a la tentación y todo ello en muy poco tiempo puesto que sólo tenía una hora para comer. Pagué la cuenta y me marché. No había pasado mucho tiempo antes de que mi estomago comenzase a sentir unos "efectos" extraños que junto con la CONFUSION mental de haberme creído una persona estafada, notase un CALOR en mi interior que subió hasta mi cabeza con la ayuda del "recuerdo" de calmar mi sed con el "vino de la casa" que acompañaron al "cabrito" y todo ello fue lo que me obligó a salir antes aquella tarde del trabajo, ir a casa y meterme en la cama deseando dormir para que se me "pasasen" tales sensaciones/efectos y recuperarme para el dia siguiente. Sin embargo no pude dormir en toda la noche. Dí vueltas y vueltas y corrí al aseo una y otra vez deseando poder eliminar de mi cuerpo aquello de lo que me había empachado y que para nada estaba haciendo un buen servicio en mi interior. Ya ni el recuerdo de aquel pedazo de tarta de chocolate podía consolarme ni cubrir mi estado, sino todo lo contrario.
Cuando finalmente por la mañana sonó el despertador, pensé que no llegaría a la oficina en un estado aceptable y decidí llamar para avisar de mi estado y de que no podría acudir para atender mis obligaciones. El JEFE comprendería esta situación pero no creo que aceptase que ocurriese asiduamente algo así y que se convirtiese en "tropiezo" para con mi trabajo.
Con este relato a modo de ejemplo que dejo, pretendo concienciar a algunas personas de algo muy importante. Me gustaría que comprendiesen la importancia de Leer/Estudiar la Escritura/Biblia por si mismos/as, porque no todo lo que ofrecen y llaman "alimento/doctrina" es para ser engullido rapidamente. Antes de aceptar las doctrinas que algunos "camareros" nos ofrecen abaladas por sus "chefs" debemos de analizar el "contenido y el precio". Una vez que hagas esto, deberás también de analizar si estás dispuesto a asumir la responsabilidad de las consecuencias de haberte dejado guiar por otros en tus decisiones, pues si ya eres maduro y decides por ti mismo "catar" de lo que te ofrecen sin contrastar con el MENÚ y luego "enfermas", te apartarás sin poderlo evitar, de las responsabilidades que tenias asumidas con anterioridad y sólo tu serás responsable por ello y te saldrá caro. Por lo que, cuando creas que todo ALIMENTO que se te ofrece es para la edificación, no lo engullas con prisa y sin control por si acaso te lleva a la destrucción. ¿Cómo hacer esto?. Abriendo el "MENÚ" (Biblia) y leyendo/estudiando TODO lo que te ofrece, con TODOS los ejemplos, precio incluído, antes de permitir que otros tomen la decisión por ti sin que te des ni cuenta.
Y una cosa más, si se tiene hambre y se sale a comer, la paletilla de cordero lechal es mucho más blandita y más digestiva si se acompaña sólo con ensalada
Un saludo,
Hope
Lee la Biblia por ti mismo/a