SEMANA 5 — DÍA 3
Alimento matutino
Jn. 17:21-23 Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros … para que sean uno, así como Nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tú enMí, para que sean perfeccionados en unidad…
En Juan 14—16,el Señor Jesús reveló que Su Cuerpo está constituido de la esencia misma del Dios Triuno. Luego en Juan 17 Él oró para que los creyentes fuesen perfeccionados en unidad (v.23) y así la iglesia revelada en los capítulos del 14 al 16 pudiera hacerse realidad. En el capítulo 14 la iglesia está representada por la casa del Padre. En el versículo 2 el Señor Jesús dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”. La casa del Padre en este versículo no es la supuesta mansión celestial. La casa del Padre es la iglesia actual (1 Ti. 3:15). En la casa del Padre hay muchas moradas, muchos miembros. Las muchas moradas son los muchos miembros del Cuerpo de Cristo. Cada miembro es una morada. La casa del Padre está constituida por la esencia del Dios Triuno. En el capítulo 15 se menciona la vid con todos sus pámpanos. Esta vid es el organismo del Dios Triuno. La vid y los pámpanos son un organismo cuyo propósito es glorificar al Padre al expresar las riquezas de la vida divina. En el capítulo 16 vemos al niño recién nacido. Éste es un niño corporativo compuesto del Hijo de Dios en Su humanidad, quien es la Cabeza, y de todos los que han sido escogidos y redimidos, los cuales conforman el Cuerpo. Según Hechos 13:33 y 1 Pedro 1:3, este niño nació en la resurrección de Cristo. Cristo como la corporificación del Dios Triuno en Su humanidad, nació en resurrección. Aquel nacimiento incluyó a todos aquellos que Dios había escogido y que Cristo había redimido. Después de que el Señor revelara la casa del Padre, la vid con los pámpanos y el niño recién nacido, Él oró para que todos nosotros fuéramos uno. Para que pueda existir la casa del Padre, la vid con todos sus pámpanos y el niño recién nacido, se necesita la unidad. (La edificación del Cuerpo de Cristo, págs. 58-59)
Lectura para hoy
En Juan 17:21-23, el Señor Jesús oró, diciendo: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros…para que sean uno, así como Nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad”. La unidad tiene que ser perfeccionada en el Dios Triuno. Es necesario que seamos perfeccionados en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu para poder ser uno…No es fácil tener unanimidad. Para ser unánimes necesitamos ser forjados en la esencia misma del Dios Triuno. Ni en la tierra ni en los cielos ni en ninguna parte del universo hay unanimidad, es decir, no hay unidad. Esto se debe a que en la creación de Dios hubo una rebelión. Primero hubo una rebelión de los ángeles encabezados por Lucifer, y esta rebelión fue contagiosa. La rebelión de los ángeles se infundió en la humanidad, de modo que todo el universo llegó a ser un universo donde no hay ninguna armonía. Por ello, aunque los pueblos de la tierra intenten unirse, el desacuerdo seguirá prevaleciendo. La historia nos dice que los líderes del mundo procuraron en vano formar la Sociedad de Naciones. Fue después que se estableció la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, sigue siendo un hecho que las naciones del mundo no están unidas, sino, más bien, divididas. La guerra y el desacuerdo prevalecen en la tierra. Nuestra sangre natural es una sangre que nunca puede unirse con otros. Mientras seamos personas naturales, mientras estemos en el viejo hombre, mientras estemos centrados en nosotros mismos, mientras estemos en nuestra sangre, no habrá unanimidad. La unanimidad está en Jesús, quien es la corporificación misma del Dios Triuno. La oración del Señor en Juan 17 revela que sólo hay unidad en el Dios Triuno. Es imposible que seamos uno en nosotros mismos. Nuestro hombre natural no tiene la capacidad de guardar la unidad. Ni siquiera en nuestra vida familiar puede haber unidad, mientras estemos en nuestro hombre natural. La unidad está en el Dios Triuno. Solamente el Dios Triuno es uno. Él
es Tres, y al mismo tiempo, es Uno. La unidad se encuentra en Él.
(La edificación del Cuerpo de Cristo, págs. 59-60)
Lectura adicional: La edificación del Cuerpo de Cristo, cap. 4;
El secreto de la salvación orgánica queDios efectúa: “El Espíritu mismo con nuestro espíritu”, cap. 4
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Derechos reservados a: Living Stream Ministry
¡Jesús es el Señor!
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Jn. 17:21-23 Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros … para que sean uno, así como Nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tú enMí, para que sean perfeccionados en unidad…
En Juan 14—16,el Señor Jesús reveló que Su Cuerpo está constituido de la esencia misma del Dios Triuno. Luego en Juan 17 Él oró para que los creyentes fuesen perfeccionados en unidad (v.23) y así la iglesia revelada en los capítulos del 14 al 16 pudiera hacerse realidad. En el capítulo 14 la iglesia está representada por la casa del Padre. En el versículo 2 el Señor Jesús dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”. La casa del Padre en este versículo no es la supuesta mansión celestial. La casa del Padre es la iglesia actual (1 Ti. 3:15). En la casa del Padre hay muchas moradas, muchos miembros. Las muchas moradas son los muchos miembros del Cuerpo de Cristo. Cada miembro es una morada. La casa del Padre está constituida por la esencia del Dios Triuno. En el capítulo 15 se menciona la vid con todos sus pámpanos. Esta vid es el organismo del Dios Triuno. La vid y los pámpanos son un organismo cuyo propósito es glorificar al Padre al expresar las riquezas de la vida divina. En el capítulo 16 vemos al niño recién nacido. Éste es un niño corporativo compuesto del Hijo de Dios en Su humanidad, quien es la Cabeza, y de todos los que han sido escogidos y redimidos, los cuales conforman el Cuerpo. Según Hechos 13:33 y 1 Pedro 1:3, este niño nació en la resurrección de Cristo. Cristo como la corporificación del Dios Triuno en Su humanidad, nació en resurrección. Aquel nacimiento incluyó a todos aquellos que Dios había escogido y que Cristo había redimido. Después de que el Señor revelara la casa del Padre, la vid con los pámpanos y el niño recién nacido, Él oró para que todos nosotros fuéramos uno. Para que pueda existir la casa del Padre, la vid con todos sus pámpanos y el niño recién nacido, se necesita la unidad. (La edificación del Cuerpo de Cristo, págs. 58-59)
Lectura para hoy
En Juan 17:21-23, el Señor Jesús oró, diciendo: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros…para que sean uno, así como Nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad”. La unidad tiene que ser perfeccionada en el Dios Triuno. Es necesario que seamos perfeccionados en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu para poder ser uno…No es fácil tener unanimidad. Para ser unánimes necesitamos ser forjados en la esencia misma del Dios Triuno. Ni en la tierra ni en los cielos ni en ninguna parte del universo hay unanimidad, es decir, no hay unidad. Esto se debe a que en la creación de Dios hubo una rebelión. Primero hubo una rebelión de los ángeles encabezados por Lucifer, y esta rebelión fue contagiosa. La rebelión de los ángeles se infundió en la humanidad, de modo que todo el universo llegó a ser un universo donde no hay ninguna armonía. Por ello, aunque los pueblos de la tierra intenten unirse, el desacuerdo seguirá prevaleciendo. La historia nos dice que los líderes del mundo procuraron en vano formar la Sociedad de Naciones. Fue después que se estableció la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, sigue siendo un hecho que las naciones del mundo no están unidas, sino, más bien, divididas. La guerra y el desacuerdo prevalecen en la tierra. Nuestra sangre natural es una sangre que nunca puede unirse con otros. Mientras seamos personas naturales, mientras estemos en el viejo hombre, mientras estemos centrados en nosotros mismos, mientras estemos en nuestra sangre, no habrá unanimidad. La unanimidad está en Jesús, quien es la corporificación misma del Dios Triuno. La oración del Señor en Juan 17 revela que sólo hay unidad en el Dios Triuno. Es imposible que seamos uno en nosotros mismos. Nuestro hombre natural no tiene la capacidad de guardar la unidad. Ni siquiera en nuestra vida familiar puede haber unidad, mientras estemos en nuestro hombre natural. La unidad está en el Dios Triuno. Solamente el Dios Triuno es uno. Él
es Tres, y al mismo tiempo, es Uno. La unidad se encuentra en Él.
(La edificación del Cuerpo de Cristo, págs. 59-60)
Lectura adicional: La edificación del Cuerpo de Cristo, cap. 4;
El secreto de la salvación orgánica queDios efectúa: “El Espíritu mismo con nuestro espíritu”, cap. 4
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