Alimento matutino (miercoles)

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5 Septiembre 2001
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Alimento matutino
Lectura para hoy
Ro.11:17-18 …Algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado entre ellas, y viniste a ser copartícipe de la raíz de la grosura del olivo…sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.
6:5 Porque si siendo injertados en Él hemos crecido juntamente con Él en la semejanza de Su muerte, ciertamente también lo seremos en la semejanza de Su resurrección.
El ejemplo del injerto muestra que dos vidas pueden unirse y crecer juntas orgánicamente. La estrofa de un himno escrito por A. B. Simpson (Himnos, #200) habla acerca del injerto:
El secreto de la siega,
Muerto el grano vida da;
Y el árbol injertado,
Rica vida obtendrá.
La rama de un árbol silvestre es injertada en un árbol cultivado, para participar de una vida más rica y dulce. La vida del árbol silvestre no desaparece, sino que más bien, crece con la vida rica y dulce que le suministra el árbol cultivado…Ésta no es una vida intercambiada, sino una vida injertada.
De acuerdo con la ley natural ordenada por Dios, no es la vida deficiente la que afecta a la vida más rica, sino la vida más rica la que beneficia a la vida deficiente. De hecho, la vida más rica absorberá todos los defectos de la vida deficiente, y de esta manera la transformará. Aplicando este mismo principio, cuando nosotros somos injertados en Cristo, Él absorbe nuestros defectos, pero no elimina nuestra propia vida. Por el contrario, mientras Él consume nuestros defectos, eleva nuestra humanidad. Él eleva nuestra mente, parte emotiva y voluntad, y todas nuestras virtudes.
La vida cristiana no es un intercambio de vidas, sino que es fruto de un injerto. Una vida inferior, nuestra vida humana, es injertada en una vida superior, esto es, en la vida divina. Tal vida superior absorbe todos los defectos y debilidades de la vida inferior. Mientras esto se lleva a cabo, la vida superior espontáneamente enriquece, eleva y transforma la vida inferior. ¡Cuán maravilloso es esto! (Estudio-vida de Romanos, págs. 715, 716, 719-720)
A medida que la vida divina opere en nuestro interior… ésta desechará todo elemento negativo presente en nosotros. De este modo, no tendremos necesidad de que nadie nos corrija, pues la vida divina que opera en nuestro interior gradualmente logrará eliminar todo lo negativo y lo natural de nuestro ser.
En segundo lugar… la vida divina, a medida que desecha todas las cosas negativas de nuestro ser, opera para resucitar la creación original de Dios. Dios nos creó con una mente, una parte emotiva, una voluntad, un corazón, un alma y un espíritu, y Él desea que todos estos aspectos de nuestro ser sean introducidos en la resurrección. Antes de ser salvos, tal vez tuvimos pensamientos confusos, sentimientos desequilibrados y una voluntad problemática. Pero cuanto más contacto tuvimos con el Señor y más le experimentamos, más se aclaró nuestra mente y recuperó su sobriedad, más equilibrados fueron nuestros sentimientos, y más calibrada fue nuestra voluntad. Esto ya no es un carácter natural, sino un carácter resucitado. Alabado sea el Señor porque la vida divina que está en nosotros logra resucitar todas las partes de nuestro ser que fueron creadas por Dios.
La vida divina no solamente resucita nuestras facultades, sino que además las eleva al nivel más alto. Esto produce en nosotros un carácter más fino y superior…Para experimentar esto plenamente, debemos ser fieles en tener contacto con la vida divina que se encuentra dentro de nosotros. Si somos fieles en hacer esto, se elevará notablemente la condición de nuestro carácter.
Además, a medida que la vida divina elimina, resucita y eleva cada una de nuestras partes internas, les suministra las riquezas de Cristo. Es por eso que muchos que aman al Señor llegan a tener una mentalidad muy aguda. También es por eso que muchos hermanos y hermanas, a pesar de haberse consagrado para asistir a todas las reuniones de la iglesia, siguen siendo estudiantes sobresalientes. Esto se debe a que sus facultades resucitadas y elevadas son suministradas con las riquezas de Cristo.
Por último, la vida divina saturará todo nuestro ser… Gradualmente, todo nuestro ser será saturado de la vida divina. El resultado de esto será la transformación. Las riquezas de Cristo saturarán nuestro ser y producirán un verdadero cambio metabólico. Una vez que la vida divina nos sature de esta manera, seremos conformados a la imagen de Cristo. (Estudio-vida de Romanos, págs. 738-739)
Lectura adicional: Estudio-vida de Romanos, mensajes 63-65; The Vision of the Divine Dispensing and Guidelines for the Practice of the NewWay, cap. 1; Estudio-vida de Gálatas, mensaje 10.
Witness Lee
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