Hechos de los apóstoles
Semana 15 --- La iglesia en Tesalónica
Miércoles --- Leer con oración: Mt 25:3-4, 8-9,14-18, 24-27; Ro 12:6
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P 4:10)
EL ESPÍRITU Y LOS DONES ESPIRITUALES
En Mateo 25:3-4 dice que “Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas”. Aquí no dice que la vasija estaba llena de aceite, pero sí, que llevaban aceite en su vasija. Muchos están preocupados en tener el alma totalmente saturada del Espíritu, no obstante, debemos ver que las prudentes tenían aceite suficiente para su uso personal, para que la lámpara pudiese estar encendida a la hora de entrar en la manifestación del reino. Las insensatas tenían sus lámparas, pero no tenían aceite en sus vasijas, por eso fueron donde las prudentes y les pidieron: “Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan” (v. 8). Pero las prudentes respondieron: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas” (v. 9). Era como si dijesen: “El aceite que tengo es suficiente sólo para mi, por eso no podemos compartirlo con ustedes, sino nos faltaría a nosotros y a ustedes”. La manera de tener la cantidad suficiente de Espíritu en nuestra alma para garantizar la entrada en el reino es permitir que el Señor trabaje en nosotros hasta que crezcamos en vida, seamos transformados y renovados en todo nuestro ser.
La parábola de los talentos presenta el lado de la obra de los creyentes. Mateo 25:14-15 dice que un hombre, yéndose lejos, “llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”. El aceite, en la parábola de las vírgenes, representa al Espíritu de Dios y los talentos representan los dones espirituales (cfr. Ro 12:6; 1 Co 12:4; 1 P 4:10; 2 Ti 1:6). El que recibió cinco talentos negoció y ganó otros cinco; el que recibió dos negoció y ganó otros dos, pero el que recibió un talento tuvo miedo de perderlo y lo enterró (Mt 25:16-18). En la vida de la iglesia tenemos hermanos de todos los tipos: algunos con más dones dados por el Espíritu, otros con menos; pero todos tienen por lo menos un don, y ese es un capital que debe ser multiplicado.
Mientras algunos procuran desarrollar lo que recibieron, el que se considera de un sólo talento no lo hace; sino que se queda en la mente pensando: “El Señor va volver, y es un hombre duro, que siega donde no sembró y recoge donde no esparció. Entonces es mejor enterrar mi único talento para no perderlo”. Cuando el señor de aquellos siervos volvió y arregló cuentas con ellos, el que recibió sólo un talento dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo” (vs. 24- 25). Era como se le dijera: “Aquí está el capital que recibí, aún está aquí intacto”. Ciertamente aquellos que entierran el talento son anímicos, es decir, viven en la esfera del alma natural y permanecen dando vueltas en la mente: piensan en eso, piensan en aquello, piensan en muchas cosas; pero los que viven en el espíritu salen a negociar.
La respuesta del señor de aquellos siervos al que tenía un sólo talento fue: “Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses” (vs. 26- 27). Aquí el Señor nos enseña la manera de multiplicar los talentos: entregar a los banqueros; en otras palabras, reunir el capital con los demás santos. Si no sabemos predicar el evangelio, no hay problema, podemos funcionar saliendo junto con el grupo familiar para predicar el evangelio y ganar una ciudad. ¡Que todos seamos buenos inversionistas de los dones que el Señor nos concedió, aplicándolos en la vida de la iglesia!
Punto Clave: Negociar los talentos
Pregunta: ¿A qué se refiere la parábola de las diez vírgenes y la de los talentos?
Dong Yu Lan
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SEMANA 6 — DÍA 3
Alimento matutino
Lc. 9:23 …Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Mt. 19:25-26 Los discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
Tomar medidas con respecto a nuestros pecados, al pecado, al mundo y a nuestra conciencia es, en cierto modo, algo superficial; pero tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser es algo mucho más profundo. Tomar medidas con respecto a nuestros pecados y al pecado es un asunto relativamente fácil, pero tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser y nuestro carácter es algo muy difícil…Aunque es posible que muchas veces tengamos deficiencias con relación a nuestra manera de ser, no podríamos decir que todas estas cosas son pecaminosas. A veces sencillamente estamos enfrascados en nuestra manera de ser sin hacer nada pecaminoso. No obstante, debiéramos darnos cuenta de que nuestra manera de ser caída está al borde del “pozo” profundo del pecado y de los errores. De esta manera, es muy fácil que caigamos en él.
Tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser y nuestro carácter nos guardará de cometer errores y pecados. Nuestros errores y malas acciones están estrechamente relacionados con nuestra manera de ser y nuestro carácter. (La experiencia y el crecimiento en vida, pág. 162)
Lectura para hoy
La transformación principalmente afecta nuestra manera de ser, mientras que la renovación principalmente afecta nuestro carácter. Así que, el significado tanto de la transformación como de la renovación es simplemente el quebrantamiento de nuestra manera de ser y nuestro carácter. Una persona transformada no continuará viviendo conforme a su antigua manera de ser, y una persona renovada no continuará manifestando su antiguo carácter. La impartición divina siempre opera transformación en nosotros, y no simplemente nos corrige o cambia nuestro comportamiento. Un cambio en el comportamiento sencillamente indica que intentamos cambiarnos por esfuerzo propio, pero la transformación implica algo divino, algo que proviene del Señor, y que usted no ha obtenido por nacimiento ni por hábitos que haya desarrollado. Por medio de la impartición divina, un elemento divino es impartido en usted. Este elemento ahora opera en usted para transformarlo. Si usted tiene una tez pálida, todo lo que tiene que hacer es comer; entonces el elemento de lo que ha comido transformará la palidez de su tez y tendrá un color saludable. Este color saludable es producto de la transformación. Si el elemento divino no fuera impartido en usted, sólo podría experimentar un cambio en el comportamiento pero no podría ser transformado.
Si hemos de experimentar la transformación, es preciso que nuestra manera de ser y nuestro carácter sean quebrantados, puesto que … ellos son los mayores obstáculos que impiden que Dios pueda impartirse a nosotros y llevar a cabo Su obra de transformación y renovación.
Según lo que he observado durante muchos años, el verdadero enemigo de nuestro crecimiento en la vida divina es nuestra manera de ser. Nuestra manera de ser también es el factor que nos impide ser útiles en las manos del Señor … Me he dado cuenta de que con el tiempo muchos santos dejan de crecer en la vida divina y no siguen avanzando…debido a un aspecto particular y peculiar de su manera de ser.
Nuestros rasgos particulares pueden compararse con la fibra de un pedazo de madera. Un carpintero prefiere usar madera que tiene una fibra uniforme … Un pedazo de madera puede ser de buena calidad, pero si tiene una formación o masa nudosa, no puede serrarse fácilmente, y por tanto, no es útil. Los cristianos que no tienen ninguna peculiaridad, ningún rasgo peculiar, son los que tienen un crecimiento más significativo y acelerado. De la misma manera, los hermanos y hermanas que son más útiles son los que no tienen rasgos peculiares. En el servicio, los que son más útiles son los que siempre se rechazan y se niegan a sí mismos.
No hay poder humano que sea capaz de deshacerse del factor de la manera de ser, pero la mano del Señor sí puede hacerlo. En Mateo 19:25 los discípulos preguntaron al Señor: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”. El Señor respondió: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (v. 26).Esta palabra debió de haberse cumplido en Pedro, pues en 2 Pedro 1:5-11 él escribió que lo que el Señor nos ha dado se desarrolla por medio del crecimiento en la vida divina, lo cual nos suministrará amplia y abundante entrada en el reino eterno. Pedro pudo escribir tales palabras porque había aprendido las lecciones espirituales; el Señor logró cumplir Su deseo en él.Para nosotros es imposible vencer el problema de nuestra manera de ser, pero para el Señor sí es posible. (La experiencia y el crecimiento en vida, págs. 164-165, 186, 187, 189-190)
Lectura adicional: La experiencia y el crecimiento en vida, mensaje
24; The Exercise of the Kingdom for the Building of the Church, cap. 3
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!
Semana 15 --- La iglesia en Tesalónica
Miércoles --- Leer con oración: Mt 25:3-4, 8-9,14-18, 24-27; Ro 12:6
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P 4:10)
EL ESPÍRITU Y LOS DONES ESPIRITUALES
En Mateo 25:3-4 dice que “Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas”. Aquí no dice que la vasija estaba llena de aceite, pero sí, que llevaban aceite en su vasija. Muchos están preocupados en tener el alma totalmente saturada del Espíritu, no obstante, debemos ver que las prudentes tenían aceite suficiente para su uso personal, para que la lámpara pudiese estar encendida a la hora de entrar en la manifestación del reino. Las insensatas tenían sus lámparas, pero no tenían aceite en sus vasijas, por eso fueron donde las prudentes y les pidieron: “Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan” (v. 8). Pero las prudentes respondieron: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas” (v. 9). Era como si dijesen: “El aceite que tengo es suficiente sólo para mi, por eso no podemos compartirlo con ustedes, sino nos faltaría a nosotros y a ustedes”. La manera de tener la cantidad suficiente de Espíritu en nuestra alma para garantizar la entrada en el reino es permitir que el Señor trabaje en nosotros hasta que crezcamos en vida, seamos transformados y renovados en todo nuestro ser.
La parábola de los talentos presenta el lado de la obra de los creyentes. Mateo 25:14-15 dice que un hombre, yéndose lejos, “llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”. El aceite, en la parábola de las vírgenes, representa al Espíritu de Dios y los talentos representan los dones espirituales (cfr. Ro 12:6; 1 Co 12:4; 1 P 4:10; 2 Ti 1:6). El que recibió cinco talentos negoció y ganó otros cinco; el que recibió dos negoció y ganó otros dos, pero el que recibió un talento tuvo miedo de perderlo y lo enterró (Mt 25:16-18). En la vida de la iglesia tenemos hermanos de todos los tipos: algunos con más dones dados por el Espíritu, otros con menos; pero todos tienen por lo menos un don, y ese es un capital que debe ser multiplicado.
Mientras algunos procuran desarrollar lo que recibieron, el que se considera de un sólo talento no lo hace; sino que se queda en la mente pensando: “El Señor va volver, y es un hombre duro, que siega donde no sembró y recoge donde no esparció. Entonces es mejor enterrar mi único talento para no perderlo”. Cuando el señor de aquellos siervos volvió y arregló cuentas con ellos, el que recibió sólo un talento dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo” (vs. 24- 25). Era como se le dijera: “Aquí está el capital que recibí, aún está aquí intacto”. Ciertamente aquellos que entierran el talento son anímicos, es decir, viven en la esfera del alma natural y permanecen dando vueltas en la mente: piensan en eso, piensan en aquello, piensan en muchas cosas; pero los que viven en el espíritu salen a negociar.
La respuesta del señor de aquellos siervos al que tenía un sólo talento fue: “Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses” (vs. 26- 27). Aquí el Señor nos enseña la manera de multiplicar los talentos: entregar a los banqueros; en otras palabras, reunir el capital con los demás santos. Si no sabemos predicar el evangelio, no hay problema, podemos funcionar saliendo junto con el grupo familiar para predicar el evangelio y ganar una ciudad. ¡Que todos seamos buenos inversionistas de los dones que el Señor nos concedió, aplicándolos en la vida de la iglesia!
Punto Clave: Negociar los talentos
Pregunta: ¿A qué se refiere la parábola de las diez vírgenes y la de los talentos?
Dong Yu Lan
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SEMANA 6 — DÍA 3
Alimento matutino
Lc. 9:23 …Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Mt. 19:25-26 Los discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
Tomar medidas con respecto a nuestros pecados, al pecado, al mundo y a nuestra conciencia es, en cierto modo, algo superficial; pero tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser es algo mucho más profundo. Tomar medidas con respecto a nuestros pecados y al pecado es un asunto relativamente fácil, pero tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser y nuestro carácter es algo muy difícil…Aunque es posible que muchas veces tengamos deficiencias con relación a nuestra manera de ser, no podríamos decir que todas estas cosas son pecaminosas. A veces sencillamente estamos enfrascados en nuestra manera de ser sin hacer nada pecaminoso. No obstante, debiéramos darnos cuenta de que nuestra manera de ser caída está al borde del “pozo” profundo del pecado y de los errores. De esta manera, es muy fácil que caigamos en él.
Tomar medidas con respecto a nuestra manera de ser y nuestro carácter nos guardará de cometer errores y pecados. Nuestros errores y malas acciones están estrechamente relacionados con nuestra manera de ser y nuestro carácter. (La experiencia y el crecimiento en vida, pág. 162)
Lectura para hoy
La transformación principalmente afecta nuestra manera de ser, mientras que la renovación principalmente afecta nuestro carácter. Así que, el significado tanto de la transformación como de la renovación es simplemente el quebrantamiento de nuestra manera de ser y nuestro carácter. Una persona transformada no continuará viviendo conforme a su antigua manera de ser, y una persona renovada no continuará manifestando su antiguo carácter. La impartición divina siempre opera transformación en nosotros, y no simplemente nos corrige o cambia nuestro comportamiento. Un cambio en el comportamiento sencillamente indica que intentamos cambiarnos por esfuerzo propio, pero la transformación implica algo divino, algo que proviene del Señor, y que usted no ha obtenido por nacimiento ni por hábitos que haya desarrollado. Por medio de la impartición divina, un elemento divino es impartido en usted. Este elemento ahora opera en usted para transformarlo. Si usted tiene una tez pálida, todo lo que tiene que hacer es comer; entonces el elemento de lo que ha comido transformará la palidez de su tez y tendrá un color saludable. Este color saludable es producto de la transformación. Si el elemento divino no fuera impartido en usted, sólo podría experimentar un cambio en el comportamiento pero no podría ser transformado.
Si hemos de experimentar la transformación, es preciso que nuestra manera de ser y nuestro carácter sean quebrantados, puesto que … ellos son los mayores obstáculos que impiden que Dios pueda impartirse a nosotros y llevar a cabo Su obra de transformación y renovación.
Según lo que he observado durante muchos años, el verdadero enemigo de nuestro crecimiento en la vida divina es nuestra manera de ser. Nuestra manera de ser también es el factor que nos impide ser útiles en las manos del Señor … Me he dado cuenta de que con el tiempo muchos santos dejan de crecer en la vida divina y no siguen avanzando…debido a un aspecto particular y peculiar de su manera de ser.
Nuestros rasgos particulares pueden compararse con la fibra de un pedazo de madera. Un carpintero prefiere usar madera que tiene una fibra uniforme … Un pedazo de madera puede ser de buena calidad, pero si tiene una formación o masa nudosa, no puede serrarse fácilmente, y por tanto, no es útil. Los cristianos que no tienen ninguna peculiaridad, ningún rasgo peculiar, son los que tienen un crecimiento más significativo y acelerado. De la misma manera, los hermanos y hermanas que son más útiles son los que no tienen rasgos peculiares. En el servicio, los que son más útiles son los que siempre se rechazan y se niegan a sí mismos.
No hay poder humano que sea capaz de deshacerse del factor de la manera de ser, pero la mano del Señor sí puede hacerlo. En Mateo 19:25 los discípulos preguntaron al Señor: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”. El Señor respondió: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (v. 26).Esta palabra debió de haberse cumplido en Pedro, pues en 2 Pedro 1:5-11 él escribió que lo que el Señor nos ha dado se desarrolla por medio del crecimiento en la vida divina, lo cual nos suministrará amplia y abundante entrada en el reino eterno. Pedro pudo escribir tales palabras porque había aprendido las lecciones espirituales; el Señor logró cumplir Su deseo en él.Para nosotros es imposible vencer el problema de nuestra manera de ser, pero para el Señor sí es posible. (La experiencia y el crecimiento en vida, págs. 164-165, 186, 187, 189-190)
Lectura adicional: La experiencia y el crecimiento en vida, mensaje
24; The Exercise of the Kingdom for the Building of the Church, cap. 3
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!