PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 14 --- La iglesia en Filipos
Sábado --- Leer con oración: Mt 6:11; 16:25; 2 Co 9:10-11; Fil 1:14-20
“Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora será también magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” (Fil 1:20)
PERFECCIONADO POR LOS APÓSTOLES EN LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO
Dios nos da el pan de cada día (cfr. Mt 6:11) y también la semilla para sembrar. En 2 Corintios 9:10-11 leemos: “y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”. El pan y la semilla son la misma cosa, tienen la misma naturaleza, proceden del mismo grano. Si el grano es sembrado, habrá cosecha, si el grano es comido, no habrá cosecha. Dios nos da el grano para ambos usos. El pan que el Señor nos da es más que suficiente para nuestro sustento, más allá de esto Él nos da la semilla para sembrar. Nunca debemos comer la semilla, pues si así lo hacemos, no tendremos nada para plantar, y no podremos cosechar.
Las iglesias en Macedonia eran buenos ejemplos y modelos de lo que era ofrendar, porque tenían el ministerio de las ofrendas de riquezas materiales. Tales iglesias, en lo tocante a las cosas espirituales, sufrieron muchos ataques del enemigo y pasaron por muchas dificultades, persecuciones y pruebas, especialmente la iglesia en Filipos. Pablo cuidaba de los hermanos como una madre cuida de los hijos, y hasta levantaba ofrendas para ayudar a las necesidades financieras de las iglesias. Eso hizo que los hermanos fuesen perfeccionados en cuidar unos de otros.
El apóstol Pablo también perfeccionó a los santos en la predicación del evangelio. A los filipenses les dijo: “Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor” (Fil 1:14). Pablo fue encarcelado en Roma por causa del evangelio. Él continúa en los versículos 15 al 17: “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio”.
Algunos intentaban perjudicar la obra de Pablo entre los gentiles, pero él tenía un corazón absoluto, generoso por el Señor y por su economía neotestamentária, por eso dijo: “¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad Cristo es anunciado, y en esto me gozo y me gozaré aún” (v. 18). Era como si él dijese: “¡Mientras que Cristo sea predicado, todo está bien! Aunque yo esté en sufrimiento, mi alma está siendo liberada y salva. Así puedo negarme a mí mismo y perder la vida del alma, y a pesar de esa persecución puedo tomar la cruz y seguir al Señor”.
En el versículo 19 leemos: “Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación”. El término liberación es literalmente salvación. Aunque sufriese físicamente, su alma estaba siendo salva. Para él la persecución no era nada; por el contrario, aprendía la gran lección de negarse a sí mismo y perder la vida del alma en esta era, para que ésta sea salva en la era venidera (Mt 16:25).
En Filipenses 1:20 dice: “Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora será también magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. Es como si dijese: “El evangelio está siendo predicado y Cristo es engrandecido en mí. Si predican el evangelio por envidia, contiendas, yo aprendo la lección de negarme a mí mismo y perder la vida del alma. Entonces, sea por vida o sea por muerte, Cristo será engrandecido en mí cuerpo y se expandirá de mi espíritu hasta mi alma”. ¡Por eso estaba muy alegre!
Punto Clave: Cuando el evangelio es predicado, Cristo es engrandecido
Pregunta: ¿Cómo consideraba Pablo las persecuciones que sufrió?
Dong Yu Lan
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SEMANA 5 — DÍA 6
Alimento matutino
2 Co. 7:2-3 Dadnos cabida en vuestro corazón: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, de nadie hemos tomado ventaja. No lo digo para condenaros; pues ya he dicho antes que estáis en nuestro corazón, para morir juntos y para vivir juntos.
8:1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado en las iglesias de Macedonia.
4 Con muchos ruegos nos pidieron la gracia y la participación en la ministración a los santos.
[En 2 Corintios 7:2,] cuando Pablo declara: “Dadnos cabida”, de hecho decía a los corintios: “Hermanos, quisiera entrar en vosotros y morar en vosotros, pero sois de corazón estrecho y os habéis cerrado. No tenéis un corazón ensanchado que nos reciba. Yo os amo, y me preocupo por vosotros. Por esto, os exhorto a que os abráis y que nos deis cabida para que podamos entrar en vosotros y morar en vosotros”.
En el versículo 3 Pablo incluso declara que los corintios estaban en el corazón de los apóstoles, para morir juntos y para vivir juntos. Aquí Pablo parece decir: “No digo esto para condenaros, pues ya he dicho que vosotros estáis en nuestros corazones. Puesto que os tenemos en nuestros corazones y puesto que nuestros corazones están ensanchados, apelamos a vosotros que ensanchéis vuestros corazones y nos deis cabida. Corintios, vosotros estáis en nuestros corazones, para morir juntos y para vivir juntos”. ¡Qué palabras tan profundas, tiernas e íntimas! ¡Cuán profundamente nos conmueven! (Estudio-vida de 2 Corintios, págs. 393-394)
Lectura para hoy
En su segunda epístola, Pablo primero les mostró a los creyentes corintios que los apóstoles, como ministros del nuevo pacto, habían recibido el ministerio que consistía en reconciliar plenamente con Dios al pueblo de Dios. Luego, en el capítulo 6, Pablo llevó a cabo dicho ministerio haciendo una obra extraordinaria que consistía en reconciliar con Dios de forma completa a los creyentes corintios, quienes se hallaban distraídos. Después de concluir dicha obra, él tuvo comunión con ellos diciéndoles que debían llevar a cabo un ministerio dirigido a ayudar a los santos necesitados.
En estos capítulos, la secuencia es importante…Un capítulo sigue al otro, como los peldaños de una escalera…[Pablo] no les presentó el ministerio que consiste en cuidar a los santos necesitados sino hasta después de haber realizado la excelente labor de reconciliar con Dios, de llevarlos de nuevo a Él, a los santos distraídos. Por tanto, no debemos pensar que estos capítulos están separados y aislados. Aparentemente, los capítulos 8 y 9 tratan de un tema diferente al de los capítulos 6 y 7, pero de hecho, según el pensamiento de Pablo, todos estos capítulos están conectados.
Mediante la obra reconciliadora de Pablo, los santos de Corinto fueron llevados de nuevo a Dios, se arrepintieron y recibieron más salvación. Luego, en 8:1, Pablo declara: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado en las iglesias de Macedonia”. La palabra asimismo indica que se habían hecho ciertos preparativos y que existía un ambiente y una condición propicias para que el escritor presentara algo adicional. Por tanto, Pablo prosigue a hablar de la gracia que Dios concedió a las iglesias de Macedonia. Su objetivo era que los creyentes corintios participaran en abastecer a los santos necesitados.
La ministración a los santos necesitados exige que recibamos la gracia de Dios, de los apóstoles y del Señor Jesucristo. Al recibir esta triple gracia, podremos suministrar a otros dándoles una dádiva material en gracia. Todo lo que hagamos al ayudar a los santos, además de ser una ministración de bienes materiales que satisfaga sus necesidades, será también para ellos una suministración de vida. De esta manera les hacemos llegar las riquezas espirituales a los santos necesitados. Esta forma de dar se necesita hoy entre nosotros.
Nuestras dádivas materiales deben ser espirituales, estar llenas de vida y edificar a los santos y al Cuerpo de Cristo. Para esto se necesita que tengamos la seguridad de que lo hagamos todo en espíritu, con vida y para la edificación de la iglesia cuando demos algo material al Señor. Dar de esta manera es el fruto, el resultado, de haber sido plenamente reconciliados con Dios. Sólo aquellos que han sido reconciliados con Dios en plenitud pueden participar en una ministración de bienes materiales que proporcione a los santos necesitados el suministro de vida que les trae fortalecimiento espiritual y que edifique el Cuerpo de Cristo. (Estudio-vida de 2 Corintios, págs. 409-410, 417)
Lectura adicional: Estudio-vida de 2 Corintios, mensajes 44, 46
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!
Semana 14 --- La iglesia en Filipos
Sábado --- Leer con oración: Mt 6:11; 16:25; 2 Co 9:10-11; Fil 1:14-20
“Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora será también magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” (Fil 1:20)
PERFECCIONADO POR LOS APÓSTOLES EN LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO
Dios nos da el pan de cada día (cfr. Mt 6:11) y también la semilla para sembrar. En 2 Corintios 9:10-11 leemos: “y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”. El pan y la semilla son la misma cosa, tienen la misma naturaleza, proceden del mismo grano. Si el grano es sembrado, habrá cosecha, si el grano es comido, no habrá cosecha. Dios nos da el grano para ambos usos. El pan que el Señor nos da es más que suficiente para nuestro sustento, más allá de esto Él nos da la semilla para sembrar. Nunca debemos comer la semilla, pues si así lo hacemos, no tendremos nada para plantar, y no podremos cosechar.
Las iglesias en Macedonia eran buenos ejemplos y modelos de lo que era ofrendar, porque tenían el ministerio de las ofrendas de riquezas materiales. Tales iglesias, en lo tocante a las cosas espirituales, sufrieron muchos ataques del enemigo y pasaron por muchas dificultades, persecuciones y pruebas, especialmente la iglesia en Filipos. Pablo cuidaba de los hermanos como una madre cuida de los hijos, y hasta levantaba ofrendas para ayudar a las necesidades financieras de las iglesias. Eso hizo que los hermanos fuesen perfeccionados en cuidar unos de otros.
El apóstol Pablo también perfeccionó a los santos en la predicación del evangelio. A los filipenses les dijo: “Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor” (Fil 1:14). Pablo fue encarcelado en Roma por causa del evangelio. Él continúa en los versículos 15 al 17: “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio”.
Algunos intentaban perjudicar la obra de Pablo entre los gentiles, pero él tenía un corazón absoluto, generoso por el Señor y por su economía neotestamentária, por eso dijo: “¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad Cristo es anunciado, y en esto me gozo y me gozaré aún” (v. 18). Era como si él dijese: “¡Mientras que Cristo sea predicado, todo está bien! Aunque yo esté en sufrimiento, mi alma está siendo liberada y salva. Así puedo negarme a mí mismo y perder la vida del alma, y a pesar de esa persecución puedo tomar la cruz y seguir al Señor”.
En el versículo 19 leemos: “Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación”. El término liberación es literalmente salvación. Aunque sufriese físicamente, su alma estaba siendo salva. Para él la persecución no era nada; por el contrario, aprendía la gran lección de negarse a sí mismo y perder la vida del alma en esta era, para que ésta sea salva en la era venidera (Mt 16:25).
En Filipenses 1:20 dice: “Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora será también magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. Es como si dijese: “El evangelio está siendo predicado y Cristo es engrandecido en mí. Si predican el evangelio por envidia, contiendas, yo aprendo la lección de negarme a mí mismo y perder la vida del alma. Entonces, sea por vida o sea por muerte, Cristo será engrandecido en mí cuerpo y se expandirá de mi espíritu hasta mi alma”. ¡Por eso estaba muy alegre!
Punto Clave: Cuando el evangelio es predicado, Cristo es engrandecido
Pregunta: ¿Cómo consideraba Pablo las persecuciones que sufrió?
Dong Yu Lan
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SEMANA 5 — DÍA 6
Alimento matutino
2 Co. 7:2-3 Dadnos cabida en vuestro corazón: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, de nadie hemos tomado ventaja. No lo digo para condenaros; pues ya he dicho antes que estáis en nuestro corazón, para morir juntos y para vivir juntos.
8:1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado en las iglesias de Macedonia.
4 Con muchos ruegos nos pidieron la gracia y la participación en la ministración a los santos.
[En 2 Corintios 7:2,] cuando Pablo declara: “Dadnos cabida”, de hecho decía a los corintios: “Hermanos, quisiera entrar en vosotros y morar en vosotros, pero sois de corazón estrecho y os habéis cerrado. No tenéis un corazón ensanchado que nos reciba. Yo os amo, y me preocupo por vosotros. Por esto, os exhorto a que os abráis y que nos deis cabida para que podamos entrar en vosotros y morar en vosotros”.
En el versículo 3 Pablo incluso declara que los corintios estaban en el corazón de los apóstoles, para morir juntos y para vivir juntos. Aquí Pablo parece decir: “No digo esto para condenaros, pues ya he dicho que vosotros estáis en nuestros corazones. Puesto que os tenemos en nuestros corazones y puesto que nuestros corazones están ensanchados, apelamos a vosotros que ensanchéis vuestros corazones y nos deis cabida. Corintios, vosotros estáis en nuestros corazones, para morir juntos y para vivir juntos”. ¡Qué palabras tan profundas, tiernas e íntimas! ¡Cuán profundamente nos conmueven! (Estudio-vida de 2 Corintios, págs. 393-394)
Lectura para hoy
En su segunda epístola, Pablo primero les mostró a los creyentes corintios que los apóstoles, como ministros del nuevo pacto, habían recibido el ministerio que consistía en reconciliar plenamente con Dios al pueblo de Dios. Luego, en el capítulo 6, Pablo llevó a cabo dicho ministerio haciendo una obra extraordinaria que consistía en reconciliar con Dios de forma completa a los creyentes corintios, quienes se hallaban distraídos. Después de concluir dicha obra, él tuvo comunión con ellos diciéndoles que debían llevar a cabo un ministerio dirigido a ayudar a los santos necesitados.
En estos capítulos, la secuencia es importante…Un capítulo sigue al otro, como los peldaños de una escalera…[Pablo] no les presentó el ministerio que consiste en cuidar a los santos necesitados sino hasta después de haber realizado la excelente labor de reconciliar con Dios, de llevarlos de nuevo a Él, a los santos distraídos. Por tanto, no debemos pensar que estos capítulos están separados y aislados. Aparentemente, los capítulos 8 y 9 tratan de un tema diferente al de los capítulos 6 y 7, pero de hecho, según el pensamiento de Pablo, todos estos capítulos están conectados.
Mediante la obra reconciliadora de Pablo, los santos de Corinto fueron llevados de nuevo a Dios, se arrepintieron y recibieron más salvación. Luego, en 8:1, Pablo declara: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado en las iglesias de Macedonia”. La palabra asimismo indica que se habían hecho ciertos preparativos y que existía un ambiente y una condición propicias para que el escritor presentara algo adicional. Por tanto, Pablo prosigue a hablar de la gracia que Dios concedió a las iglesias de Macedonia. Su objetivo era que los creyentes corintios participaran en abastecer a los santos necesitados.
La ministración a los santos necesitados exige que recibamos la gracia de Dios, de los apóstoles y del Señor Jesucristo. Al recibir esta triple gracia, podremos suministrar a otros dándoles una dádiva material en gracia. Todo lo que hagamos al ayudar a los santos, además de ser una ministración de bienes materiales que satisfaga sus necesidades, será también para ellos una suministración de vida. De esta manera les hacemos llegar las riquezas espirituales a los santos necesitados. Esta forma de dar se necesita hoy entre nosotros.
Nuestras dádivas materiales deben ser espirituales, estar llenas de vida y edificar a los santos y al Cuerpo de Cristo. Para esto se necesita que tengamos la seguridad de que lo hagamos todo en espíritu, con vida y para la edificación de la iglesia cuando demos algo material al Señor. Dar de esta manera es el fruto, el resultado, de haber sido plenamente reconciliados con Dios. Sólo aquellos que han sido reconciliados con Dios en plenitud pueden participar en una ministración de bienes materiales que proporcione a los santos necesitados el suministro de vida que les trae fortalecimiento espiritual y que edifique el Cuerpo de Cristo. (Estudio-vida de 2 Corintios, págs. 409-410, 417)
Lectura adicional: Estudio-vida de 2 Corintios, mensajes 44, 46
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!