Alimento diario y matutino (viernes)

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5 Septiembre 2001
3.029
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PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 16 --- La iglesia en Corinto
Viernes --- Leer con oración: 1 Co 12:6-30; 16:15; Hch 2:42; 6:4, 8-10; 13:1
“Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef 4:11-12)
APÓSTOLES, PROFETAS Y MAESTROS
Además del ministerio de la palabra y del ministerio de ofrendas de riquezas materiales, existe también el ministerio de los servicios. En 1 Corintios 16:15 leemos: “Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos”. El término servicio en este versículo es literalmente ministerio. No sólo Estéfanas servía, sino también toda su casa, siendo que ese servicio llegó a ser el ministerio de su casa.
En la Biblia podemos encontrar tres tipos de ministerios y Pablo tenía el principal de éstos, que es el ministerio de la palabra. Sin embargo, hay niveles distintos también en ese ministerio. En la vida de la iglesia todos son animados a hablar, pues cuanto más hablamos, más gracia recibimos; finalmente, el don se transforma en un ministerio. Todos deben ejercitarse a fin de que el don de la palabra se convierta en el ministerio de la palabra.
En 1 Corintios 12:6 Pablo dijo: “Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo”, mostrándonos que Dios tiene relación directa con las operaciones. En el versículo 28 leemos: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros”. Los apóstoles son aquellos enviados por Dios (Ro 1:1), para predicar el evangelio, establecer iglesias y edificarlas por medio de la palabra (Hch 14:21-23). En segundo lugar tenemos a los profetas, aquellos que hablan por Dios y lo expresan, al hablar conforme a la revelación que Él les concede, con miras al perfeccionamiento de los santos para la edificación de la iglesia (Ef 4:11-12). De entre los diáconos establecidos para servir a las mesas en los inicios de la iglesia en Jerusalén, vemos que Esteban tenía el ministerio de la palabra (Hch 6:8-10). Los doce apóstoles, por cierto, también tenían el ministerio de la palabra (Hch 6:4).
En tercer lugar, tenemos a los maestros, los que enseñan las verdades según la enseñanza de los apóstoles (Hch 2:42) y la revelación de los profetas. En los inicios de la iglesia en Jerusalén, había también maestros que enseñaban la palabra. ¡Alabado sea el Señor!, pues en la vida normal de la iglesia están los apóstoles, profetas y maestros, y todos cooperan con el Señor para la edificación de la iglesia.
Los apóstoles ejercen sus funciones en la iglesia en el aspecto universal; los profetas y maestros tienen responsabilidades en el aspecto universal y local (Ef 4:11; Hch 13:1). Por tanto, todos los que tienen dones necesitan ejercer su función en la iglesia con miras a la edificación.
En 1 Corintios 12:28 continuamos leyendo: “luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”. Éstos ejercen sus funciones en el aspecto local de la iglesia; los que gobiernan son los ancianos, y los que los asisten son los diáconos. El Señor coordinó muy bien los dones, los ministerios y las operaciones para la edificación del Cuerpo.
La porción de 1 Corintios 12:7-11 se refiere a los dones del Espíritu, que Él mismo concede a cada uno como le place, siendo que los versículos 28 a 30 hablan de las operaciones que se relacionan con Dios. Falta aún un aspecto que no desarrollamos: los ministerios (vs. 12-27), que se relacionan con el Señor. El versículo 12 dice: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. Ese versículo no dice: “así es el Cuerpo de Cristo”, sino: “así también el Cristo”. Al hablar de ministerios, Pablo se refiere al Cuerpo de Cristo, el Cristo colectivo, compuesto de todos Sus miembros. Cristo es la Cabeza y la iglesia es Su Cuerpo, el cual está compuesto de todos los creyentes, que están orgánicamente unidos a Él y son constituidos con Su vida y Su elemento, llegando a ser así Su Cuerpo, un organismo vivo a fin de expresarlo. Los dones distribuidos por el Espíritu a cada uno de los creyentes, los miembros del Cuerpo, se convierten en ministerios del Cuerpo por medio del crecimiento de vida. Los ministerios del Cuerpo, por tanto, son un asunto de vida.
Punto Clave: Los ministerios son un asunto de vida
Pregunta: ¿Explique a qué “Cristo” Pablo se refiere en 1 Co 12:12?
Dong Yu Lan
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SEMANA 6 — DÍA 5
Alimento matutino
Ro. 14:1 hora bien, recibid al débil en la fe, pero no para juzgar las opiniones.
3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
15:7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo os recibió, para gloria de Dios.
Tomar la carga de cuidar de otros exige que experimentemos un cambio en nuestra manera de ser. La mayoría de nosotros todavía se aferra a su manera natural de ser. La razón por la cual no tenemos contacto con las personas ni las invitamos a nuestras casas es que ellas no son como nosotros…Sin embargo, todas las madres que amamantan a sus hijos se sienten constreñidas a cambiar muchos de sus hábitos. Hay un proverbio que dice: “Ninguna madre puede hacer que sus hijos cambien, pero los hijos siempre hacen que la madre cambie”. No obstante, en la vida de iglesia, hay algunos…que se resisten a que otros los cambien. La primera vez que el Señor se encontró con Pedro y con Andrés, les dijo: “Venid en pos de Mí, y os haré pescadores de hombres” (Mt. 4:19).Desde entonces, la ocupación de ellos cambió y no tenía más que ver con peces sino con hombres. Después que el Señor resucitó, regresó a Pedro y le dijo: “Simón, hijo de Jonás,¿me amas más que éstos? … Apacienta Mis corderos” (Jn. 21:15). Así, pues, el Señor hizo de los discípulos pescadores de hombres y pastores que apacientan los corderos. En esto consiste tomar la carga de cuidar de las personas. (The Normal Way of Fruit-bearing and Shepherding for the Building Up of the Church, págs. 28-29)
Lectura para hoy
En Cantar de los cantares, la que busca al Señor le hizo esta pregunta: “¿…Dónde apacientas tu rebaño? / ¿Dónde sesteas al mediodía?”. El Señor le respondió: “…Ve, sigue las huellas del rebaño, / Y apacienta tus cabritas / Junto a las tiendas de los pastores” (1:7-8). A la vez que buscamos al Señor, Él nos recordará que sigamos la iglesia y cuidemos de las “cabritas”. No debemos ser personas que buscan al Señor y que no tienen “cabritas” que cuidar. Muchos de nosotros no están cuidando de los más jóvenes en la vida de iglesia. Ésta es una gran deficiencia entre nosotros, y debemos acudir al Señor para que nos dé un remedio.
Conforme a nuestra manera de ser, nos gusta tener contacto únicamente con las personas que nos caen bien. Sin embargo, para invitar a las personas a nuestros hogares y cuidar de ellas, debemos renunciar a nuestros gustos personales. Debemos recibir a los creyentes basándonos en el hecho de que el Señor los ha recibido (Ro.14:1-3).Esto nos exige ir en contra de nuestra manera natural de ser. Nuestra manera de ser tiene que ser quebrantada. No se
trata de que simplemente tengamos un cambio en nuestro comportamiento; esta clase de cambio es muy pasajero. En vez de ello, lo que necesitamos es que el Señor quebrante nuestra manera de ser … Si verdaderamente hemos tomado seriamente la decisión de amar al Señor y vivir en pro de Su recobro, primeramente debemos tener un corazón lleno de amor hacia los incrédulos. Debemos orar, diciendo: “Señor, si en el término de un año no logro ganar para Ti un pecador, sencillamente no podré seguir adelante. Señor, estoy desesperado. Tú tienes que darme por lo menos a un pecador”. En segundo lugar, debemos cuidar de los más jóvenes; y si no hay jóvenes que cuidar, podemos tener comunión con los santos que llevan más tiempo, a fin de cuidarnos mutuamente. Si deseamos tener esta clase de interés y carga, necesitamos urgentemente experimentar un cambio en nuestra manera de ser.
Lo que más nos impide ser útiles es nuestra manera de ser.
Debemos permitir que el Señor quebrante nuestra manera de ser, y debemos negarnos con respecto a ella. En la práctica, negarnos a nosotros mismos equivale a negarnos a nuestra manera de ser (Mt.16:24). La razón por la cual no somos útiles ni ejercemos la función que nos corresponde es que vivimos conforme a nuestra manera de ser. Si nos negamos a nuestra manera de ser, seremos muy útiles. Puede ser que estemos muy acostumbrados a nuestra manera de ser y no nos percatemos de ella. En la vida de iglesia, los hermanos tienen diversas maneras de ser. Algunos, por ejemplo, no harían nada amenos que los ancianos les pidieran que lo hagan. Estos hermanos quizás se excusen diciendo que no quieren actuar independientemente, pero en lo profundo de su corazón lo que desean es recibir el honor de que los ancianos vengan a pedirle que hagan algo. Esto es vergonzoso y de ninguna manera honorable. En la cuenta celestial esto es un débito, y no un crédito. Romanos 14:10 dice que todos compareceremos ante el tribunal del Señor. En ese momento el Señor nos pedirá que le mostremos cuánto suman los créditos en nuestra cuenta, pero cuando le mostremos algo, Él probablemente nos dirá:“No, eso es un débito. Tú hiciste eso solamente para recibir respeto y honra”. (The Normal Way of Fruit-bearing and Shepherding for the Building Up of the Church,págs.29,30-31)
Lectura adicional: The Normal Way of Fruit-bearing and Shepherding for the Building Up of the Church, caps. 1-2
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!