ALIMENTO DIARIO
Leer con oración: Gn 1:28
"Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro" (Gn 49:22)
Como hijos de luz, debemos ser fecundos y fructíferos
El Señor desea que seamos fructíferos y que nos multipliquemos. En Tesalónica Pablo engendró a los hermanos en vida y también los nutrió. Él los crío en el Señor, esperando que un día, cuando el Señor vuelva, todos puedan como hijos de luz, permanecer firmes delante del tribunal de Cristo. Quiénes hoy andan como hijos de las tinieblas, un día también, cuando venga el reino milenario, estarán en las tinieblas por mil años; y los hijos de luz cuando Cristo venga a juzgarnos, estarán en la luz de la gloria, en el reino milenario.
El Señor nos dio el encargo de ser fructíferos y de multiplicarnos. En la Biblia, vemos que Dios atendió las oraciones de varias mujeres que eran estériles, como Ana, la madre de Samuel. Todos debemos ser fructíferos. El Señor nos dio Su vida divina, que necesita fluir de nosotros: eso significa ser fructíferos y procrear. Cuando somos fructíferos, fecundos, traemos frutos a la iglesia, los cuales se volverán hijos de luz e hijos del día, para que sean aprobados en el día del juicio, y entren en la luz de la gloria de Dios.
Este es el encargo que el Señor nos dio: todos debemos ser fructíferos: engendrar, criar y nutrir. No debemos hacer ningún control de natalidad, como algunos matrimonios hacen hoy, pues espiritualmente, cuanto más engendramos, mejor. Los frutos espirituales no son como los frutos del manzano o del aguacate: un fruto aquí, otro allí, sino que son frutos en racimos, como la vid. Debemos ser fructíferos, multiplicarnos y llenar la tierra. Es el fruto de la vida lo que llenará la tierra. No es salir para hacer "una obra del cristianismo", sino para llevar la vida divina a fin de llenar la tierra
Ese fue el primer mandamiento que Dios le dio al hombre en la tierra. El Dios Triuno al crear al hombre a Su imagen, lo bendijo diciéndole: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla" (Gn 1:28). El objetivo de Dios es que Cristo domine la tierra, para que ésta sea restaurada para Cristo. Que en todas las ciudades esté la iglesia, que es el trono de Cristo.
Debemos ser fructíferos, en engendrar y nutrir, pues cuanto más hijos tengamos, será mucho mejor. Somos una rama fructífera junto a la fuente, como José (49:22); Nuestros vástagos se extienden sobre los muros. Debemos extendernos sobre los obstáculos y permitir que la vida se multiplique por muchos lugares, donde las personas aún están en tinieblas y no saben que el Señor es Espíritu y vida. En Génesis se habla del Espíritu y la vida, y en Apocalipsis, el último capitulo de la Biblia, 22, también se habla de Espíritu y vida.
Nosotros queremos tomar este encargo: Espíritu y vida. No queremos proclamar eso tan sólo como una palabra común, o como una verdad objetiva; queremos practicarlo, para que sea nuestra realidad. Ese es el encargo que el Señor nos dio. Esperamos que todos los hermanos de todas las iglesias sean fructíferos, que se extiendan sobre los muros. Un día, todos estaremos delante del tribunal de Cristo, siendo alabados y aprobados por el Señor. Él nos glorificará y entraremos en el reino milenario para reinar con el Señor. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: Engendrar, criar y nutrir
Pregunta: ¿De acuerdo con la analogía de los árboles fructíferos de este día, de que manera debemos fructificar?
Leer con oración: Gn 1:28
"Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro" (Gn 49:22)
Como hijos de luz, debemos ser fecundos y fructíferos
El Señor desea que seamos fructíferos y que nos multipliquemos. En Tesalónica Pablo engendró a los hermanos en vida y también los nutrió. Él los crío en el Señor, esperando que un día, cuando el Señor vuelva, todos puedan como hijos de luz, permanecer firmes delante del tribunal de Cristo. Quiénes hoy andan como hijos de las tinieblas, un día también, cuando venga el reino milenario, estarán en las tinieblas por mil años; y los hijos de luz cuando Cristo venga a juzgarnos, estarán en la luz de la gloria, en el reino milenario.
El Señor nos dio el encargo de ser fructíferos y de multiplicarnos. En la Biblia, vemos que Dios atendió las oraciones de varias mujeres que eran estériles, como Ana, la madre de Samuel. Todos debemos ser fructíferos. El Señor nos dio Su vida divina, que necesita fluir de nosotros: eso significa ser fructíferos y procrear. Cuando somos fructíferos, fecundos, traemos frutos a la iglesia, los cuales se volverán hijos de luz e hijos del día, para que sean aprobados en el día del juicio, y entren en la luz de la gloria de Dios.
Este es el encargo que el Señor nos dio: todos debemos ser fructíferos: engendrar, criar y nutrir. No debemos hacer ningún control de natalidad, como algunos matrimonios hacen hoy, pues espiritualmente, cuanto más engendramos, mejor. Los frutos espirituales no son como los frutos del manzano o del aguacate: un fruto aquí, otro allí, sino que son frutos en racimos, como la vid. Debemos ser fructíferos, multiplicarnos y llenar la tierra. Es el fruto de la vida lo que llenará la tierra. No es salir para hacer "una obra del cristianismo", sino para llevar la vida divina a fin de llenar la tierra
Ese fue el primer mandamiento que Dios le dio al hombre en la tierra. El Dios Triuno al crear al hombre a Su imagen, lo bendijo diciéndole: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla" (Gn 1:28). El objetivo de Dios es que Cristo domine la tierra, para que ésta sea restaurada para Cristo. Que en todas las ciudades esté la iglesia, que es el trono de Cristo.
Debemos ser fructíferos, en engendrar y nutrir, pues cuanto más hijos tengamos, será mucho mejor. Somos una rama fructífera junto a la fuente, como José (49:22); Nuestros vástagos se extienden sobre los muros. Debemos extendernos sobre los obstáculos y permitir que la vida se multiplique por muchos lugares, donde las personas aún están en tinieblas y no saben que el Señor es Espíritu y vida. En Génesis se habla del Espíritu y la vida, y en Apocalipsis, el último capitulo de la Biblia, 22, también se habla de Espíritu y vida.
Nosotros queremos tomar este encargo: Espíritu y vida. No queremos proclamar eso tan sólo como una palabra común, o como una verdad objetiva; queremos practicarlo, para que sea nuestra realidad. Ese es el encargo que el Señor nos dio. Esperamos que todos los hermanos de todas las iglesias sean fructíferos, que se extiendan sobre los muros. Un día, todos estaremos delante del tribunal de Cristo, siendo alabados y aprobados por el Señor. Él nos glorificará y entraremos en el reino milenario para reinar con el Señor. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: Engendrar, criar y nutrir
Pregunta: ¿De acuerdo con la analogía de los árboles fructíferos de este día, de que manera debemos fructificar?