La eternidad de Cristo
Este atributo solo se le puede dar a Dios mismo (La Eternidad no solo significa: multiplicación de los tiempos). En Isaías 9:6 se le da a Cristo el nombre (título) de “Padre Eterno” (Baad Holam), y que literalmente significa: “Padre de la Eternidad” También en Miqueas 5:2 nos declara que éste mismo Jesús, que por el lado humano había de nacer en Belén; Por el lado Divino. “Sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Mekedem Mey Holam), Usando para esto un título que solo se le da a Dios: Dios Eterno (Holam).
Comparando estos dos ejemplos del Antiguo Testamento con el Salmo 90:2 que nos dice: “Desde el siglo y hasta el siglo tu eres Dios”, haciendo el mismo énfasis de los dos textos anteriores sobre la Eternidad del Mesías que habría de nacer.
En el Nuevo Testamento, también hay textos que nos muestran la Eternidad del Hijo, para esto en el evangelio de Juan se usa el término (Logos), para referirse al Hijo, y en Juan 1:1 se nos dice que éste Logos no era otro sino Dios mismo. Jesús mismo reclama para si mismo el título de Eterno en Juan 8:58, diciendo: “Antes que Abraham fuese YO SOY”, reclamando no solo su eternidad sino también su Deidad, y sus enemigos lo entendieron así, porque tomaron piedras para lapidarlo por pensar que decía una blasfemia.
Otro pasaje que nos demuestra la Eternidad de Jesucristo, se halla en Juan 17:5 que nos dice: “Ahora pues, Padre, glorifícame tu en ti mismo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”, siendo esta expresión idéntica en importancia a la que se encuentra en Efesios 1:4: “Antes de la fundación del mundo.” La expresión: “Gloria desde antes que el mundo fuese (Te Docxe E Eixon Pro Tou Kosmon Einai Para Soi), se refiere a su gloria Eterna, este es un argumento muy poderoso en favor de la Eternidad del Hijo, siendo esta una prueba de una existencia sin principio.
Cristo es Vida Eterna y es el Administrador de ella. Cualquier criatura puede (por principio de generación) engendrar según su especie; pero sólo un ser Eterno puede engendrar Vida Eterna, por eso solo Cristo nos puede dar la Vida Eterna. Recordemos que el nuevo nacimiento “de arriba viene”.
Otros textos que nos hablan de la eternidad de Cristo son: Daniel 7:13-14; Juan 17:24; Colosenses 1:17; Hebreos 1:8 (Comparándolo con Salmo 45:6); Hebreos 13:8; Apocalipsis 1:18.
Hay otros textos que nos dicen que Cristo ha existido siempre: Proverbios 8:22-30; (La Sabiduría mencionada es Cristo) Juan 1:1-2; 17:5,24; Colosenses 1:17.
La omnisciencia de Cristo
En las Sagradas Escrituras se sostiene con firmeza que Jesucristo sabia y conocía todas las cosas eternamente. El evangelio del apóstol Juan, nos habla mucho sobre la Deidad de Cristo, y por consiguiente es el evangelio que nos muestra más atributos divinos de Cristo para demostrarnos su deidad.
Sabemos de la Omnisciencia de Cristo, porque el apóstol Juan nos dice que: “Jesús sabía desde el principio quienes eran los que no creían, y quien lo habría de entregar.” Juan 6:24, también en Juan 2:25, nos dice: “El sabía lo que había en el hombre.” En este mismo evangelio Pedro declara: “Señor, tú lo sabes todo” (Juan 21:17). Y Jesús dice de si mismo: “...El Padre me conoce, y yo conozco al Padre” (Juan 10:15).
En 1 Crónicas 28:9; Hechos 15:8 y Juan 3:20; Se nos dice que solo Dios conoce todas las cosas; Los textos del párrafo anterior nos demuestran que Jesucristo conoce todas las cosas. Esto, aparte de que no se puede negar, es irrefutable, lo que lo pone en igualdad con Dios Padre, demostrándonos su Deidad, que aunque no sea el énfasis de esta parte de nuestro estudio, esta implícito.
En Hechos 1:24, La palabra “Señor”, se refiere a Jesucristo, aunque otros dicen que se refiere a Dios Padre, pero si hay alguna duda esta se desvanece cuando leemos Apocalipsis 2:23.
Pero quizás la mayor prueba se halla en Mateo 11:27, que nos dice: “Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo.” Por lo anterior, concluimos que el hombre no tiene el conocimiento que se requiere para conocer plenamente a Dios sino solo Dios mismo.
Omnipresencia de Cristo
Ala luz del Salmo 139:7-12, y de otras citas, se muestra que Dios está en todas partes. Este atributo es exclusivo de la Deidad, y Cristo también tiene este atributo, de él (Cristo) se dice que es: “La plenitud de aquel que todo lo llena en todo” Efesios 1:23. Cristo prometió que él, que tiene por residencia, el cielo, vendría a hacer morada en los creyentes cristianos (Juan 14:23). También prometió que donde hubiera dos o tres reunidos en su nombre ahí estaría él Mateo 18:20, también prometió estar con nosotros siempre (Mateo 28:20).
Otros textos que nos hablan de la Omnipresencia de Cristo: Mateo 9:2-4; 12:25; 16:6-8; Marcos 2:6-8; Lucas 5:22; 6:8; 9:47; Juan 2:24,25; 6:64 y 70; 21:17; Hechos 1:24; Apocalipsis 2:23.
Omnipotencia de Cristo
Vemos la Omnipotencia de Cristo en el Título que se le da en el Antiguo Testamento como “Dios Fuerte” (Isaías 9:6); éste título tiene su confirmación en Apocalipsis 1:8 donde se le llama: “El Todo Poderoso”. Con esto vemos que Jesús tiene Poder Supremo. También Cristo declaró ser igual al Padre en poder; en Juan 5:19, se nos dice que: “Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo Igualmente.”
Aún estando en la tierra, en los días de su humillación, fue reconocido su poder sobrehumano; pues los vientos y las olas le obedecían, la enfermedad cesaba a su orden, de igual modo, la muerte y el sepulcro daban a su víctima cuando Cristo hablaba.
Tan grande y benéfico es el poder de Cristo, que el apóstol Pablo consideraba como un favor especial el descansar en ese poder (1 Corintios 6:14; 2 Corintios 12:9), y siempre se regocijaba en Cristo Jesús que lo fortalecía (Filipenses 4:13).
Escrito está también que él reinará hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Corintios 15:25), y también está escrito que: “Puede también sujetar así mismo todas las cosas“ (Filipenses 3:21).
La Omnipotencia de Cristo, también la podemos ver en estos textos: Mateo 18:20; 28:18-20; Juan 1:43,45; 3:13; Efesios 1:20; 4:10; Filipenses 3:21; Colosenses 2:10; Hebreos 1:3; Apocalipsis 3:7.
Inmutabilidad de Cristo
De ninguna cosa creada puede decirse que es inmutable, Jehová puede decir de si mismo: “Porque yo Jehová no cambio” (Malaquías 3:6). En el Salmo 102:25-27, hay un mensaje con respecto a Jehová, que es aplicado a Cristo en Hebreos 1:10-12.
Y en el último capítulo de la Epístola a los Hebreos se nos dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Los cambios pertenecen a las cosas y a las criaturas. La Inmutabilidad pertenece solo a Dios, Jesucristo no cambia porque es Dios mismo. También notemos como habla Jesús en Lucas 21:33.
Este atributo solo se le puede dar a Dios mismo (La Eternidad no solo significa: multiplicación de los tiempos). En Isaías 9:6 se le da a Cristo el nombre (título) de “Padre Eterno” (Baad Holam), y que literalmente significa: “Padre de la Eternidad” También en Miqueas 5:2 nos declara que éste mismo Jesús, que por el lado humano había de nacer en Belén; Por el lado Divino. “Sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Mekedem Mey Holam), Usando para esto un título que solo se le da a Dios: Dios Eterno (Holam).
Comparando estos dos ejemplos del Antiguo Testamento con el Salmo 90:2 que nos dice: “Desde el siglo y hasta el siglo tu eres Dios”, haciendo el mismo énfasis de los dos textos anteriores sobre la Eternidad del Mesías que habría de nacer.
En el Nuevo Testamento, también hay textos que nos muestran la Eternidad del Hijo, para esto en el evangelio de Juan se usa el término (Logos), para referirse al Hijo, y en Juan 1:1 se nos dice que éste Logos no era otro sino Dios mismo. Jesús mismo reclama para si mismo el título de Eterno en Juan 8:58, diciendo: “Antes que Abraham fuese YO SOY”, reclamando no solo su eternidad sino también su Deidad, y sus enemigos lo entendieron así, porque tomaron piedras para lapidarlo por pensar que decía una blasfemia.
Otro pasaje que nos demuestra la Eternidad de Jesucristo, se halla en Juan 17:5 que nos dice: “Ahora pues, Padre, glorifícame tu en ti mismo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”, siendo esta expresión idéntica en importancia a la que se encuentra en Efesios 1:4: “Antes de la fundación del mundo.” La expresión: “Gloria desde antes que el mundo fuese (Te Docxe E Eixon Pro Tou Kosmon Einai Para Soi), se refiere a su gloria Eterna, este es un argumento muy poderoso en favor de la Eternidad del Hijo, siendo esta una prueba de una existencia sin principio.
Cristo es Vida Eterna y es el Administrador de ella. Cualquier criatura puede (por principio de generación) engendrar según su especie; pero sólo un ser Eterno puede engendrar Vida Eterna, por eso solo Cristo nos puede dar la Vida Eterna. Recordemos que el nuevo nacimiento “de arriba viene”.
Otros textos que nos hablan de la eternidad de Cristo son: Daniel 7:13-14; Juan 17:24; Colosenses 1:17; Hebreos 1:8 (Comparándolo con Salmo 45:6); Hebreos 13:8; Apocalipsis 1:18.
Hay otros textos que nos dicen que Cristo ha existido siempre: Proverbios 8:22-30; (La Sabiduría mencionada es Cristo) Juan 1:1-2; 17:5,24; Colosenses 1:17.
La omnisciencia de Cristo
En las Sagradas Escrituras se sostiene con firmeza que Jesucristo sabia y conocía todas las cosas eternamente. El evangelio del apóstol Juan, nos habla mucho sobre la Deidad de Cristo, y por consiguiente es el evangelio que nos muestra más atributos divinos de Cristo para demostrarnos su deidad.
Sabemos de la Omnisciencia de Cristo, porque el apóstol Juan nos dice que: “Jesús sabía desde el principio quienes eran los que no creían, y quien lo habría de entregar.” Juan 6:24, también en Juan 2:25, nos dice: “El sabía lo que había en el hombre.” En este mismo evangelio Pedro declara: “Señor, tú lo sabes todo” (Juan 21:17). Y Jesús dice de si mismo: “...El Padre me conoce, y yo conozco al Padre” (Juan 10:15).
En 1 Crónicas 28:9; Hechos 15:8 y Juan 3:20; Se nos dice que solo Dios conoce todas las cosas; Los textos del párrafo anterior nos demuestran que Jesucristo conoce todas las cosas. Esto, aparte de que no se puede negar, es irrefutable, lo que lo pone en igualdad con Dios Padre, demostrándonos su Deidad, que aunque no sea el énfasis de esta parte de nuestro estudio, esta implícito.
En Hechos 1:24, La palabra “Señor”, se refiere a Jesucristo, aunque otros dicen que se refiere a Dios Padre, pero si hay alguna duda esta se desvanece cuando leemos Apocalipsis 2:23.
Pero quizás la mayor prueba se halla en Mateo 11:27, que nos dice: “Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo.” Por lo anterior, concluimos que el hombre no tiene el conocimiento que se requiere para conocer plenamente a Dios sino solo Dios mismo.
Omnipresencia de Cristo
Ala luz del Salmo 139:7-12, y de otras citas, se muestra que Dios está en todas partes. Este atributo es exclusivo de la Deidad, y Cristo también tiene este atributo, de él (Cristo) se dice que es: “La plenitud de aquel que todo lo llena en todo” Efesios 1:23. Cristo prometió que él, que tiene por residencia, el cielo, vendría a hacer morada en los creyentes cristianos (Juan 14:23). También prometió que donde hubiera dos o tres reunidos en su nombre ahí estaría él Mateo 18:20, también prometió estar con nosotros siempre (Mateo 28:20).
Otros textos que nos hablan de la Omnipresencia de Cristo: Mateo 9:2-4; 12:25; 16:6-8; Marcos 2:6-8; Lucas 5:22; 6:8; 9:47; Juan 2:24,25; 6:64 y 70; 21:17; Hechos 1:24; Apocalipsis 2:23.
Omnipotencia de Cristo
Vemos la Omnipotencia de Cristo en el Título que se le da en el Antiguo Testamento como “Dios Fuerte” (Isaías 9:6); éste título tiene su confirmación en Apocalipsis 1:8 donde se le llama: “El Todo Poderoso”. Con esto vemos que Jesús tiene Poder Supremo. También Cristo declaró ser igual al Padre en poder; en Juan 5:19, se nos dice que: “Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo Igualmente.”
Aún estando en la tierra, en los días de su humillación, fue reconocido su poder sobrehumano; pues los vientos y las olas le obedecían, la enfermedad cesaba a su orden, de igual modo, la muerte y el sepulcro daban a su víctima cuando Cristo hablaba.
Tan grande y benéfico es el poder de Cristo, que el apóstol Pablo consideraba como un favor especial el descansar en ese poder (1 Corintios 6:14; 2 Corintios 12:9), y siempre se regocijaba en Cristo Jesús que lo fortalecía (Filipenses 4:13).
Escrito está también que él reinará hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Corintios 15:25), y también está escrito que: “Puede también sujetar así mismo todas las cosas“ (Filipenses 3:21).
La Omnipotencia de Cristo, también la podemos ver en estos textos: Mateo 18:20; 28:18-20; Juan 1:43,45; 3:13; Efesios 1:20; 4:10; Filipenses 3:21; Colosenses 2:10; Hebreos 1:3; Apocalipsis 3:7.
Inmutabilidad de Cristo
De ninguna cosa creada puede decirse que es inmutable, Jehová puede decir de si mismo: “Porque yo Jehová no cambio” (Malaquías 3:6). En el Salmo 102:25-27, hay un mensaje con respecto a Jehová, que es aplicado a Cristo en Hebreos 1:10-12.
Y en el último capítulo de la Epístola a los Hebreos se nos dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Los cambios pertenecen a las cosas y a las criaturas. La Inmutabilidad pertenece solo a Dios, Jesucristo no cambia porque es Dios mismo. También notemos como habla Jesús en Lucas 21:33.