Re: ¿alguien me puede decir a cuantas profecias le a fallado doña elena?
Estimado javierandrés. Saludos cordiales.
Tú dices:
Fallo muchas profecias.
¿Que tal la puerta cerrada de la gracia en 1844?
Respondo: Al parecer en tu breve pasada por la iglesia adventista para conocer sus doctrinas no indagaste que los
Milleritas habían basado su expectación del regreso de Cristo principalmente en la profecía de Daniel sobre la purificación del santuario al final de los 2.300 días proféticos (Dan 8:14). En el clímax del movimiento, en 1844, ellos conectaron específicamente esta profecía con la ceremonia de purificación del antiguo Día de la Expiación como tipificando la culminación de la mediación de Cristo por los pecados (aunque vieron la purificación del santuario como la purificación de la tierra en los fuegos finales). Al mismo tiempo dieron un énfasis mayor y específico a la parábola profética de las vírgenes prudentes e insensatas (Mat 25).
Guillermo Miller había relacionado su mensaje, del esperado segundo advenimiento, con el “clamor de medianoche” de la parábola (“¡Aquí viene el novio!”), y había enfatizado el punto de que las vírgenes prudentes, que estaban listas para el arribo del novio, entraron con él en la boda, cuando la puerta fue cerrada detrás de ellas, dejando a las demoradas vírgenes imprudentes o insensatas afuera. Él interpretó a las vírgenes como los convocados para el regreso del Señor; la boda, el reino eterno, del cual quedaban excluidos para siempre los que no estaban preparados. “
La puerta estaba cerrada,” dijo, “implica la culminación de la obra mediadora del reino, y la terminación del período del evangelio” (Guillermo Miller, Evidence… of the Second Coming of Christ [1840], p. 237).
A diferencia de muchos otros que estaban esperando por el pronto advenimiento de Cristo (véase Premillennialism), los Milleritas colocaban un fuerte énfasis en la doctrina de que en el momento de la venida de Cristo, todo ser humano estará listo o no para verlo, y que la oportunidad de salvación dejaría de ser en ese momento.
Esto, teológicamente, se denominaba el fin del tiempo de gracia para la humanidad. Los Milleritas enseñaron “que la noción de un tiempo de prueba después de la venida de Cristo es un atractivo fatal, completamente contrario a la Palabra de Dios, que positivamente enseña que cuando Cristo venga la puerta está cerrada, y los que no estén listos nunca entrarán” (“Boston Second Advent Conference”, The Signs of the Times, 3:69, 1 de junio, 1842; reimpreso en SB, No. 1093).
En razón de que esperaban que Cristo regresara al final de los 2.300 días proféticos, habían enfatizado que el fin del tiempo de gracia sería al final de ese período. Por tanto, por un breve período después del chasco de octubre de 1844, Miller y muchos otros pensaron que su obra para el mundo estaba hecha, que había sólo un tiempo breve de “tardanza” más –quizás de unos pocos días o meses- hasta que ocurriera la venida de Cristo. En diciembre de 1844, Miller escribió: “Hemos hecho nuestra obra de advertir a los pecadores, y tratando de despertar a la iglesia formal. Dios, en su providencia ha cerrado la puerta, sólo podemos alentarnos unos a otros para ser pacientes; y ser diligentes en hacer seguro nuestro llamado y elección. Estamos ahora viviendo en el tiempo especificado en Malaquías 3:18, también Daniel 12:10 y Apocalipsis 22:10-12. En este paso no podemos ayudar sino ver que falta un poco más antes de la venida de Cristo, habrá una separación entre el justo y el injusto; entre buenos y malos, entre aquellos que aman su venida y los que la odian. Y nunca, desde los días de los apóstoles, ha habido un línea divisoria tal como la que apareció entre el día 10 ó 23 del séptimo mes judío” (carta de Guillermo Miller, en Advent Herald, 11 de diciembre, 1844, p. 142; reimpresa en Western Midnight Cry, 4:25, 21 de diciembre, 1844).
"Pero una luz más viva surgió del estudio de la cuestión del santuario. Vieron entonces que tenían razón al creer que el fin de los 2300 días, en 1844, había marcado una crisis importante. Pero si bien era cierto que se había cerrado la puerta de esperanza y de gracia por la cual los hombres habían encontrado durante mil ochocientos años acceso a Dios, otra puerta se les abría, y el perdón de los pecados era ofrecido a los hombres por la intercesión de Cristo en el lugar santísimo. Una parte de su obra había terminado tan sólo para dar lugar a otra. Había aún una 'puerta abierta' para entrar en el santuario celestial donde Cristo oficiaba en favor del pecador.
"Entonces comprendieron la aplicación de las palabras que Cristo dirigió en el Apocalipsis a la iglesia correspondiente al tiempo en que ellos mismos vivían: 'Estas cosas dice el que es santo, el que es veraz, el que tiene la llave de David, el que abre, y ninguno cierra, y cierra, y ninguno abre: Yo conozco tus obras: he aquí he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar.' (Apocalipsis 3:7, 8, V.M.)
"Son los que por fe siguen a Jesús en su gran obra de expiación, quienes reciben los beneficios de su mediación por ellos, mientras que a los que rechazan la luz que pone a la vista este ministerio, no les beneficia".-Id., págs 482,483.
La Sra. de White habla luego de cómo los dos grupos de creyentes adventistas se relacionaron con esta experiencia:
"Cuando pasó la fecha fijada para 1844, hubo un tiempo de gran prueba para los que conservaban aún la fe adventista. Su único alivio en lo concerniente a determinar su verdadera situación, fue la luz que dirigió su espíritu hacia el santuario celestial. Algunos dejaron de creer en la manera en que habían calculado antes los períodos proféticos, y atribuyeron a factores humanos o satánicos la poderosa influencia del Espíritu Santo que había acompañado al movimiento adventista. Otros creyeron firmemente que el Señor los había conducido en su vida pasada; y mientras esperaban, velaban y oraban para conocer la voluntad de Dios, llegaron a comprender que su gran Sumo Sacerdote había empezado a desempeñar otro ministerio y, siguiéndole con fe, fueron inducidos a ver además la obra final de la iglesia. Obtuvieron un conocimiento más claro de los mensajes de los primeros ángeles, y quedaron preparados para recibir y dar al mundo la solemne amonestación del tercer ángel de Apocalipsis 14."-Id. pág. 485.
En las páginas 42-45 de Primeros Escritos se encontrarán ciertas referencias a la "puerta abierta" y a la "puerta cerrada." Son expresiones que sólo pueden comprenderse correctamente si se tiene en cuenta lo que experimentaron nuestros primeros creyentes.
Poco después del chasco se vio que si bien algunos, por haber rechazado definitivamente la luz, habían clausurado la puerta que les daba acceso a la salvación, eran muchos los que no habían oído el mensaje ni lo habían rechazado. Los tales podían valerse de las medidas dispuestas por Dios para salvar a los hombres. Alrededor del año 1850, estos detalles se destacaban con claridad. También: en aquel entonces comenzó a haber oportunidades de presentar los mensajes de los tres ángeles. Los prejuicios se iban disipando. Elena de White, repasándolo que había sucedido después del chasco, escribió:
"Era entonces casi imposible acercarse a los incrédulos. El chasco de 1844 había confundido a muchos, y ellos no querían oír explicación alguna con respecto al asunto."-Review and Herald, 20 de noviembre de 1883. (Messenger to the Remnant, pág. 51.)
Pero en 1851 el pastor White pudo dar este informe: "Ahora la puerta está abierta casi por doquiera para presentar la verdad, y muchos de los que antes no tenían interés en investigar están ahora listos para leer las publicaciones."- Review and Herald, del 19 de agosto, 1851. (Messenger to the Remnant, pág. 51.)
Sin embargo, al presentarse esas nuevas oportunidades y al aceptar el mensaje un número mayor de personas, comenzaron a entrar juntamente con ellas ciertos elementos discordantes. Si no se hubiese puesto dique a esto, la obra habría sufrido gran prejuicio. Afortunadamente, con respecto a esto vemos nuevamente que la providencia de Dios guiaba a su pueblo, pues la misma Sra. de White nos dice acerca de una visión que le fue dada el 24 de diciembre de 1850:
"Vi cuán grande y santo es Dios. Dijo el ángel 'Andad cuidadosamente delante de él, porque es alto y sublime, y la estela de su gloria llena el templo.' Vi que en el cielo todo estaba en orden perfecto. Dijo el ángel: '¡Mirad! ¡Cristo es la cabeza; avanzad en orden! Haya sentido en todo.' Dijo el ángel: '¡Contemplad y conoced cuán perfecto y hermoso es el orden en el cielo!
¡Seguidlo!"-E. G. de White, manuscrito 11, 1850 (Messenger to the Remnant, pág 45)
El Señor le mostró la equivocación de los milleritas y ella lo documentó como ahora lo puedes leer:
"Jesús no vino a la tierra, como lo esperaba la compañía que le aguardaba gozosa, para purificar el santuario, limpiando la tierra por fuego. Vi que era correcto su cálculo de los períodos proféticos; el tiempo profético había terminado en 1844, y Jesús entró en el lugar santísimo para purificar el santuario al fin de los días. La equivocación de ellos consistió en no comprender lo que era el santuario ni la naturaleza de su purificación."
Primeros Escritos, pág. 243.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.