En el capítulo 1 se observa que un líder dirigiendo un servicio no era lo que pasaba en las asambleas primitivas, sino que todos participaban de acuerdo a lo que el Espíritu Santo concedía
Un tanto difícil de creer en su totalidad en este aspecto, ya que no se trata de que la asamblea sea controlada por un hombre o un espíritu sino que alguien debe de tomar el liderazgo. Si fuera lo contrario, entonces un día era Jesús y los doce apóstoles, otro día era Juan y los doce apóstoles (incluyendo a Jesús como apóstol cuando no dirigía al grupo)
Entonces cuál era el fastidio de que si uno quiere ser líder debe de ser marido de una sola esposa y lo mismo con un diácono
El autor dice que las mujeres podían contar alguna experiencia guiadas por el Espíritu Santo, cuando más bien la mujer no podía hablar sin el debido permiso o consentimiento de los demás.
Este autor ha escrito mucho de verdad, pero en ciertos aspectos se dedica a hablar de una asamblea utópica que en realidad nunca existió en el pasado.
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En el capítulo 2, el gravísimo error es considerar que "partir el pan" era celebrar la cena del "Señor".
Aquí el autor de este libro muestra ignorancia.
La cena del "Señor" estaba constituida de pan y vino.
Es decir, si falta el vino pues no hay tal cena del "Señor".
Partir el pan puede significar simplemente una reunión cualquiera, como que en lugar de decir una reunión el jueves a las cinco de la tarde se diga que en la tarde de ese día tomaron el té.
Hasta aquí lo que he leído acerca de este libro "Reconsiderando el Odre".
Por lo pronto, en estos dos capítulos se refiere muy bien al odre y no así al nuevo y al viejo vino, porque de ser de la otra manera, el vino viejo es siempre el mejor.
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