acerca de las lenguas y el don de sanidad?

fchapa

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18 Abril 2001
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hola, hermanos
asistia a una iglesia evangelica, pero por causas varias me tuve que cambiar de domicilio, mi esposa ha estado asistiendo a otra iglesia donde " hablan en lenguas" y sanan personas
pero yo he sido instruido de otra forma y no creo nada de eso, es por esto que pido la ayuda de ustedes y su mejor opinion :ojos:
 
Hola hermano:


Lo ideal sería que tu esposa y tu acudierais a la misma congregación.

Es un asunto delicado y que precisa mucha oración.

Como en todos los aspectos de un matrimonio, os debeis de amoldar el uno al otro, y si tu no has sido instruido para entender esa forma de culto a Dios, tu esposa lo entiende de la otra manera.

Mi consejo es que hasta el Señor os muestre una decisión unánime, deberíais de asistir de forma alternante a dos tipos de congregaciones; hasta que finalmente uno de vosotros dos se amolde al otro, o el Señor os indique un camino diferente; sobre todo que no sea un motivo de discusión en vuestro matrimonio, y siempre respetandoos en el amor de Dios.


1 Corintios 13


(si deseas escribirme podemos tratar este tema de forma más personal)


Dios os guíe

Maripaz
 
fchapa el Señor te bendiga, repsecto de cualquier iglesia a la que asistas lo mas importante es que esta se sujete a la Palabra de Dios.

Aqui te doy mi opinion respecto de las lenguas :

Según el movimiento carismático moderno, y algunas iglesias evangélicas, el que no habla en lenguas, no ha recibido "la promesa", es decir, no posee el Espíritu Santo.

Preguntamos, ¿hay tal enseñanza en la Biblia?
No hay declaración en ninguna parte de las Escrituras de que el don de lenguas sea evidencia del bautismo del Espíritu Santo.
El Nuevo Testamento registra datos de cristianos que recibieron el Espíritu Santo y ni en un solo texto consigna que hablaron en lenguas. Refirámonos a algunos de ellos:

· Juan el Bautista - "Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre" (San Lucas 1:15,16).
Juan el Bautista fue "lleno del Espíritu Santo", es decir que recibió la misma bendición de los discípulos en Pentecostés: "fueron llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2:4). Sin embargo nunca habló él en lenguas como evidencia del bautismo del Espíritu Santo.

· Esteban - "Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo..." (Hechos 6:5).
Aquí encontramos que Esteban era un varón lleno del Espíritu Santo; pero no dice la Escritura que él hablase en lenguas.

· Bernabé - "Porque era varón lleno del Espíritu Santo y de fe." (Hechos 11:24).
Reiteradamente se hace alusión a Bernabé, pero no existe un sólo texto bíblico que diga que él hablase en lenguas.

El don de lenguas, es decir de idiomas, no fue dado por ostentación para decir que los que no hablan lenguas no poseen el Espíritu. Debemos aclarar aquí que las lenguas habladas según Hechos 2 eran idiomas regulares ya que fueron entendidos por todos los presentes. "Cómo, pues, le oímos hablar cada uno en nuestra lengua (idioma) en la que hemos nacido?" (Hechos 2:8, 11).

Las lenguas del movimiento glosolático son sonidos inciertos que carecen de sentido. El Espíritu exhorta que no demos un "sonido incierto" (1 Cor. 14:7, 8). Sino que siempre demos "palabra bien comprensible" (1 Cor. 14:9). El hablar una jerigonza o galimatías es algo completamente incomprensible.

En 1 Cor. 12:29,30, San Pablo pregunta: "¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? " La contestación es evidente: No, no todos reciben el don de lenguas, o el de ser profetas, así como no todos pueden ser maestros.

El don era "para edificación" (1 Cor. 14:26). Y ahora cabe preguntar ¿a quién edifican las personas con sonidos que carecen de significado alguno? ¿A quién edifican elevando sus voces hasta lo sumo? ¿A quién edifican las emociones desenfrenadas? Si un cristiano habla en lengua extranjera, en una congregación, no será entendido por los presentes y estaría hablando al "aire" (1 Cor. 14:9).

El apóstol ordena: "Si hablare alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; mas uno interprete. Y si no hubiere intérprete, calle en la iglesia, y hable así mismo y a Dios" (1 Cor. 14:27,28). Obsérvese claramente que si una persona habla en una lengua extraña que los presentes no pueden entender, debe haber quien interprete el mensaje; si no hay quien traduzca el mensaje, entonces hay que guardar silencio. Los que reclaman poseer este don, no siguen esta regla ya que permiten que muchos hablen a la vez. Es preferible hablar cinco palabras que todos los presentes entiendan y no diez mil "en lengua desconocida" (1 Cor. 14:19).

Al enumerar los dones del Espíritu, San Pablo declara: "Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas" (1 Cor. 12:28). Nótese que en esta lista de los dones del Espíritu, el de lenguas ocupa el último lugar, ¿Por qué en el movimiento glosolálico se concentran en dos: en el don de lenguas y el de sanidad? ¿Por qué no dicen que el que no es maestro o no es profeta no ha recibido la promesa?


D. Rodríguez, escribió lo siguiente: "En el Nuevo Testamento encontramos muchas personas que recibieron el Espíritu Santo y en ninguno de los casos cayeron al piso, ni se pusieron a brincar. Veamos por ejemplo, el caso de nuestro modelo, Jesucristo. Según San Mateo 3:13-17, El recibió el Espíritu Santo al bautizarse: ni se cayó, ni gritó, ni empezó a brincar o danzar como hacen los cristianos modernos. Se mantuvo tranquilo. El Espíritu Santo vino sobre El para guiarlo en su ministerio; así lo declara San Mateo 4:1.
Otro ejemplo claro qué podernos citar es de Hechos 2:1-4. Ahí se nos menciona el momento en que los apóstoles recibieron el Espíritu Santo. ¿En qué parte de ese capitulo dice que los apóstoles cayeron brincado, danzando, gritando o corriendo eufóricos por el Espíritu que recibieron? En ninguna parte. Lo que empezaron a hacer fue a predicar. El Espíritu Santo los capacitó con el don de poder hablar en otras lenguas o idiomas porque allí había personas que no hablaban el idioma de los apóstoles y ellos debían pedirle a Cristo a esa gente; esto lo evidencia Hechos 2:6, donde dice que "cada uno le oía hablar en su propia lengua", o sea, no eran palabras raras o desconocidas pera los oyentes, no eran jeringonzas, eran palabras reales del idioma de aquel gente. Podemos leer todo el Nuevo Testamento e inclusive el Antiguo y no encontraremos una sola frase que indique que la llegada del Espíritu Santo a la persona la tire al suelo, o la ponga a danzar, o a gritar, o la sacuda con violencia; no señores, El no actúa de esa forma".

Muchas de estas personas dicen que cuando un cristiano recibe la promesa del Espíritu Santo comienza a bailar o danzar. Para probar su aseveración me citó 1 Crón. 15:25-29.
"Con esto - dice el escritor R. M. Sánchez - quieren justificar las prácticas de ruido, desorden e irreverencia de sus cultos. Ojalá que puedan consultar a un ministro verdadero del Señor para saber la diferencia notable entre un culto específico dentro de la casa de Jehová y una fiesta de celebración nacional, por el pueblo, en las calles de la ciudad. No es lo mismo comer en un parque con la familia y amigos, que el participar de una cena de bodas. No es lo mismo gritar de alegría en las calles, que gritar por excitación en un templo donde se adora al Creador y donde debe aprenderse mejor su voluntad." (Los Muy Difíciles de Entender, pág. 76,77). Aquellos que favorecen el hablar en lenguas, tipo jeringonza, se aferren al texto de 1 Cor. 14:2, que reza de la siguiente manera: "Porque el que habla en lenguas, no habla a los hombres, sino a Dios; porque nadie entiende, aunque en Espíritu hable misterios".
"La Escritura sencillamente dice que si un hombre habla en la iglesia en una lengua extranjero, Dios le entiende pero no los hombres. Puede decir muchas cosas buenas, pero las mismas no hacen ningún bien a nadie si son dichas en un extraño que las personas presentes no entienden. Puede confortarse a si mismo; pero no ayudará a la iglesia.
"Esta Escritura no dice y no significa que el don de lenguas en la Biblia quiera decir idiomas conocidos solamente por Dios. El ejemplo del Pentecostés es una clara evidencia de que las lenguas dadas por el Espíritu Santo eran idiomas extranjeros regulares. Y naturalmente, si yo hablase alemán a un auditorio de habla inglesa que no entendiese alemán, hablaría yo a Dios solamente, puesto que la gente no me comprendería. Podría gozarme yo en ello y ser bendecido; pero no bendeciría a otros ni los edificaría". En cuanto a las palabras, "aunque en Espíritu hable misterios" dice Robetson: "El misterio aquí podría ser el 'misterio' del Evangelio (1 Cor. 2:7,15:51; Efesios 6:19, Col. 1:26, Apoc. 10:7, etc.). Esto lleva el texto a perfecta armonía con la experiencia de Hechos 2 donde los discípulos fueron acusados de estar balbuceando borrachos, pero fueron defendidos por Pedro hablando a los visitantes extranjeros en sus propias lenguas. Ellos, también estaban hablando las maravillosas obras de Dios', el misterio del Evangelio. Ambos, Hechos 2 y 1 Corintios 14 son iguales en este respeto. Dos palabras deben ser vistas claramente en el texto si éste debe ser correctamente entendido:
lengua = idioma extranjero
misterio = Evangelio
(Tongues, pág. 40.).

Un pasaje bíblico que a menudo citan los defensores del hablar en lenguas, tipo de jeringonza, se encuentra en San Marcos 16:17: "Y estas señales seguirán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas.". Este texto no aparece en el original griego. Las versiones lo incluyen, pero hacen la aclaración de que el texto no está en los manuscritos antiguos. Si Ud., amable lector, lee en San Marcos 16 de la versión Moderna (Pratt), publicada por Sociedades Bíblicas en América Latina, encontrará la siguiente declaración en la nota marginal: "El final del libro, 9-20, no se halla en los MSS. griegos mas antiguos.". Y en la Biblia anotada de C. I. Scofield: "Los dos manuscritos más antiguos, el Sinaítico y el Vaticano, no tienen los vs. 9-20." (Nota de Marcos 16>.

"Veamos ahora.. cómo se manifiesta el Espíritu Santo de Dios y notaremos una gran diferencia. Leamos San Lucas 9:42. Declara el Evangelio, que el demonio derribó al muchacho, o sea, lo tumbó al piso; y luego lo despedazó o, como dicen otras versiones "lo sacudió con violencia". Esa es la obra de los demonios: tumbar a las personas y estremecer sus cuerpos. No hay en la Biblia un solo pasaje que diga que el Espíritu Santo de Dios haya tumbado a alguien que lo recibió; El no obra de esa forma, ese es el método de los demonios. Ahora surge una interesante pregunta: ¿Caen al piso los cristianos de hoy que dicen estar reciclando la promesa del Espíritu Santo de Dios? ¡Claro que si! Si quiere cerciorarse, vaya a esas concentraciones de supuestos reavivamientos y allí verá a la gente cayendo al piso y revolcándose por el suelo y corriendo; y oirá a los predicadores decir que están llenos del Espíritu Santo de Dios, cuando lo que están haciendo evidencia de que es otro espíritu, espíritus inmundos de los últimos días. Compare San Lucas 9:42 con lo que se está manifestando hoy en las iglesias y verá que es el mismo espíritu".

"Leamos ahora San Lucas 4:41 para que veamos otra característica de la manifestación de los espíritus de demonios. En este pasaje encontramos el grito como parte de la obra de los espíritus inmundos. Hago una pregunta: ¿Puede usted presentar un versículo de la Biblia donde diga que el Espíritu Santo se posesionó de alguien y lo puso a gritar? Realmente no hay ni siquiera uno. Sin embargo, vaya a una concentración carismática y allí encontrará gritos y aullidos".

El siguiente pensamiento lo cito del tratado Las Lenguas del Espiritaco:
Hoy día se repite la historia de Corinto en muchas congregaciones cristianas. El Espíritu Santo ha sido suplantado con una falsificación producida por el Espiritaco. Las lenguas extáticas ocupan el lugar central y no Cristo. Se escuchan frases como: "ABRA SHAMA' LABA", que según estudios realizados por este investigador, provienen del idioma Hebreo bíblico. La expresión anterior se traduce: "Padre desierto León rugiente". El Padre en la Biblia es Dios, y a él se dirigen esos insultos. El desierto en la Biblia se asocia con el diablo igual que en la literatura rabínica y el diablo es el león rugiente (1 Pedro 5:8) y no Dios.

Otra frase muy escuchada es: "ISHA BAZA' 'ABBA SHATAH" y en Hebreo significa: "Mujer corta en pedazos al Padre y ponlo de lado." ABBA SHAMA LA YA A significa: "Padre desierto indecente (no decente, no decoroso). Puede corroborar estas palabras en el Léxico Hebreo-Inglés de Gesenio. Andrés Jackson Davis quien nació en el año 1826 en Nueva York, hablaba el idioma Hebreo en trance perfectamente. El fue uno de los hombres más renombrados en el espiritismo en su época (Pedro A. Barbosa de la Torre. De la sombra del dogma a la luz de la razón, p. 129). Hemos podido constatar que muchas de esas frases extáticas de hoy provienen del idioma Hebreo (aunque los que las dicen las llaman lenguas angélicas) y son insultos contra Dios o frases sin sentido, propias del Espiritaco.

Es significativo notar que en la Santa Biblia, al describir al pueblo de Dios de los últimos días, no lo describe por su dones, sino como aquellos "que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". (Apo. 14:12)


Bendiciones


Vistor
 
Estimado Vistor:

No es mi intencion defender ningun don, sin embargo quiero hacer una aclaracion a su comentario.

Si es cierto no dice que hablaron lenguas, mas tampoco dice que no.

Tampoco narra la conversion de esteban, pero podemos decir que era convertido.

Dios le guarde

Victor
 
:) :D ;) Mi amigo Fchapa; te invito a que abras tu corazón al espiritu de DIOS y dejes que el te señale y te muestre que el obrar del ESPIRITU SANTO es incomprensible a veces para el hombre, en las pequeñas y humildes congregaciones a las que yo personalmente asisti en mexico fui testigo de lo que tu has presenciado y a veces me quedaba mudo de la impresion, no solamente en los grandes eventos de predicadores famosos versa esto, sino en las congregaciónes que menos te imagines yo mismo me quede sin hablas cuando mi esposa hablo en lengua y su cara su voz y su figura se transformaron par hablar lenguas en las que solo comprendia una palabra: JESHUA posteriormente me congrege en sinagogas judio-mesianicas y para mi sorpresa el nombre de JESUS ELLOS LO LLAMAN JESHUA!!!! Comprenderas mi asombro pero dejame decirte aún mas mi esposa no recordaba lo que habia hablado pero nosotros en nuestra familia lo oimos y vivimos y es una experiencia única! asi que no te extrañes de ver elmever del ESPIRITIU SANTO Y LODS MILAGROS DE SANIDA QUE SE REALIZAN YA QUE EN ESTOS ULTIMOS TIEMPOS EL PDER DEL ESPIRITU SANTO DE DERRAMARA EN LOS CREYENTES QUE ESPERAMOS LA PRONTA LLAMADA DE JESUS PARA REUNIRNOS CON EL EN LAS NUBES! Asu que ora para que el SEÑOR te de discernumiento y comprendas!. hasta pronto miamigo si tienes dudas por favor escribeme a mi e-mail que con gusto te respondere con lo que pueda ayudarte para tu entendimiento con mis propias experiencias! en humildad tu amigo JOSE ISRAEL mi e-mail; [email protected] <IMG SRC="sacandolengua.gif" border="0"> <IMG SRC="saltofuego.gif" border="0"> <IMG SRC="mareado.gif" border="0"> :rolleyes:
 
quierdos hermanos
gracias por sus comentarios, pero creo que ahora estoy mas confundido que al principio ya que todos sus comentarios estan basados en la biblia,
lo unico que se es que yo tengo muchos años de ser salvo y jamas he hablado en lenguas ni nada por el estilo, ya que creo que la biblia se resume en una sola cosa, LA SALVACION
 
TE SALUDO EN EN EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, LO QUE TU DEBES HACER ES ASISTIR A UNA IGLESIA DONDE ENSEÑEN LA DOCTRINA CORRECTA,RECUERDA QUE SOLAMENTE HAY UNA DOCTRINA VERDADERAY ESA ES LA QUE TU DEBES OBEDECER. CON RESPECTO AL HABLAR EN LENGUAS LEE LO SIGUIENTE.El hablar en lenguas a la luz de la Biblia



El movimiento carismático es un fenómeno moderno que se inició en los Estados Unidos de América a finales del siglo pasado. En los últimos 20 años, ha llegado a ser el movimiento más grande del "cristianismo". Una de las razones mayores para que exista este fenómeno es que las denominaciones principales están muertas espiritualmente, pero los carismáticos tienen una "apariencia" de vida espiritual. ¡¡No se engañe!! 2 Corintios 11:13-15. La prueba para examinar las cosas espirituales NO es "como me siento", - sino "lo que dice Dios" - Isaías 8:20.


A. La Biblia define "lenguas" como idiomas extranjeras entendibles y conocidos.
Hechos 2:4-11. Los carismáticos no hacen esto. "Balbucean", y es, por lo menos,
un extravío psicológico que resulta cuando la mente consciente pierde el control
y el subconsciente lo toma.

B. En la Biblia, la dádiva maravillosa de hablar en "lenguas" fue una señal para los
judíos incrédulos. 1 Corintios 1:22; 14:21-22; Isaías 28:11. En cada caso
registrado de hablar en lenguas (sólo 3) - estaban presentes judíos y, por lo
menos, un apóstol. Hechos 2:5; Hechos 10:45-46; Hechos 19:6.

C. La Biblia dice que "las lenguas cesarán", 1 Corintios 13:8, y sigue diciendo
cuando van a cesar en el versículo 10.

Los carismáticos van a discutir que "lo que es perfecto" es el Señor Jesucristo,
y que las lenguas continuarán hasta su segunda venida. ¡¡Pero Joel 2:28-31
indica un derramamiento del Espíritu Santo con sus dones después del rapto!!
"Lo que es perfecto" se refiere a la Palabra de Dios, reemplazando el don de
profecía. 2 Pedro 1:19-21

D. Si todavía operase el don de lenguas hoy, lo cual no sucede, la Biblia tendría
restricciones sobre su uso.

1. No pueden hablar más de tres personas en un culto - 1 Corintios 14:27.

2. Cada uno de los que hablan tiene que seguir al otro - 1 Corintios 14:27.
(No hablan al mismo tiempo).

3. Debe haber una persona para interpretar - 1 Corintios 14:27.

4. Si no hay un intérprete, entonces nadie puede hablar en otro idioma -
1 Corintios 14:28.

5. El Espíritu Santo JAMÁS llena a una persona para que esté fuera de
control -1 Corintios 14:32. ¡¡Perder el control, mover la cabeza o las
manos, y repetir frases sin sentido hasta entrar de repente a un éxtasis
balbuceando es contra la Escritura y peligroso!!

6. Las mujeres no debieran hablar en lenguas - 2 Timoteo 2:11-12;
1 Corintios 14:24. Las mujeres forman la mayor parte del movimiento
carismático moderno

E. El movimiento carismático es peligroso porque exalta la "experiencia” por encima
de la Palabra de Dios. Recuerde que el diablo puede dar cualquier experiencia
que uno desee - el cristiano tiene que andar según la Palabra de Dios - 2 Corintios
5:7 y Romanos 10:17

F. Muchos grupos carismáticos dicen, o implican que uno no es salvo si no habla en
lenguas. Afirman que tienen el evangelio “completo” - pero el “evangelio
completo” está en 1 Corintios 15:1-4. Los que añaden más en realidad están
predicando “otro evangelio” - Gálatas 1:6-9.

PERO SIGUE LEYENDO TODAVIA SIGO:


Falsificación del Don de Lenguas
Una gran parte de la Iglesia hoy no es "ni caliente ni fría", experimentando poco o nada la vida de Cristo y, por lo tanto, faltando en dar testimonio del mismo. Muchos del pueblo de Dios sin instrucción en la Palabra, y sin experiencia en la verdadera vida del Espíritu, anhelan, sin embargo, un conocimiento más pleno de Cristo y una experiencia más real de su poder. Es a éstos que Satanás se dirige en este falso Pentecostalismo que pretende manifestar la vida que falta en las iglesias, pero no presenta más que una falsificación emocional de la presencia y obra del Espíritu Santo.

Los Pentecostales sostienen que son bautizados por el Espíritu Santo y que la evidencia que sigue a este bautismo es la recepción del don de lenguas. Esto no tiene ningún fundamento Escritural.

El primer fruto de la presencia del Espíritu Santo es la santidad. Esto no se ve en el pentecostalismo; por lo contrario, hay a menudo una marcada tolerancia de pecado, acompañada de extravagancias emocionales. La Palabra de Dios nos previene "Por sus frutos los conoceréis".

El don de lenguas, es decir, de idiomas (porque esto es siempre el significado de la palabra), fue una manifestación del Espíritu de Dios. En Pentecostés esta manifestación tuvo como propósito la proclamación de las Buenas Nuevas a los judíos primero, como lo había mandado el Señor. Se habían reunido en Jerusalén en ese día, para celebrar la fiesta, judíos de muchas naciones distintas, y hablaban distintos idiomas. Así que el Espíritu Santo, morando ya en los creyentes, los capacitó para que predicasen el Evangelio en ese día, en los distintos idiomas de estas personas. Ellos no hablaron en lo llamado "lenguas celestiales". Como lo hacían los paganos, una jerga que nadie puede entender, que es simplemente el producto de un estado emocional forzado y anormal que, en muchos, no es difícil de inducir.

En primera de Corintios capítulo catorce, Pablo esta corrigiendo el abuso del don de lenguas en la iglesia de Corinto. Algunos a quienes el Espíritu Santo había dado un idioma, lo usaba en la reunión de la iglesia, aún cuando no hubiera entre ellos quien lo entendiera. Era un don dado por el Espíritu Santo, pero era usado para gloria propia y no bajo la dirección del Espíritu.

Otros se estaban entregando a la práctica pagana de hablar en lenguas como lo habían hecho cuando eran paganos.

Pablo está escribiendo en el año 56 aproximadamente, sólo 23 años después de la venida del Espíritu Santo a la iglesia en Pentecostés. Muchos de los que habían estado presentes en el Aposento Alto en ese día y que habían hablado en diferentes idiomas, aún vivían y no pocos de ellos indudablemente en el apogeo de su vida. No habría por lo tanto, duda alguna entre los creyentes espirituales acerca de lo que era en realidad el don de lenguas. Pedro lo había descrito en el día de Pentecostés y había declarado que era el cumplimiento de la profecía de Joel. Era verdaderamente un cumplimiento escueto, pues Joel había establecido claramente que serían dados idiomas a los que no los conocían, para predicar el Evangelio a los que conocían estos idiomas. Fue un verdadero milagro. En el paganismo, que rodeaba a los judíos en ese tiempo y de los que habían sido ganados muchos de los convertidos en Corinto, el pronunciar de palabras ininteligibles que según decían eran dadas por los dioses, en las ceremonias religiosas, era una práctica común y a la que se le daba gran importancia; pero había algo completamente distinto, que los sacerdotes y hechiceros paganos nunca habían hecho, algo que sólo podía hacer el Dios vivo: hablaron lenguas vivas los que no las habían conocido.

Los Corintios vivían en una ciudad pagana, licenciosa y extremadamente supersticiosa estaban afectados por la moralidad y filosofía pagana y es evidente que la superstición pagana había influenciado no solo su moralidad, sino también su juicio con respecto a las manifestaciones, o dones del Espíritu. Esto se ve en su falta de comprensión y por su abuso del don de idiomas. En el culto pagano, la palabra ininteligible, considerada como el lenguaje de un dios, desconocido por los hombres, como milagrosa y de gran poder. Los convertidos carnales de Corinto, que antes habían creído esto, no podían distinguir entre las experiencias y pretensiones psíquicas extáticas de los paganos y las verdaderas manifestaciones del Espíritu de Dios. Mientras que en el día de Pentecostés se hablaron lenguas vivas, algunos de estos corintios convertidos del paganismo habían corrompido el don de idiomas a algo a lo cual ya estaban acostumbrados en su anterior culto pagano, considerando como lenguaje celestial a las palabras sin sentido.

Esta parece haber sido la única iglesia afectada de esta manera, para muchos en Corinto les era aún difícil comprender que un ídolo no era nada y que la carne sacrificada era simplemente carne (1ª Corintios 8:1-7). Era difícil desprenderse de la influencia de las antiguas creencias. Al considerar los errores en la iglesia en Corintio es necesario tener en cuenta la influencia de sus vidas pasadas. No debería haber tenido tal influencia sobre ellos. El Espíritu Santo les hubiera librado de la misma, como lo hace con todo aquel que se entrega completamente a él, pero ellos eran carnales. En ese estado las viejas supersticiones todavía influenciaban sus pensamientos y acciones.

No fue dado ningún don del Espíritu para hablar con Dios; no era necesario.

Cristo no habló a Dios por medio de un lenguaje celestial manifestado por el Espíritu. Todos los dones del Espíritu fueron dados para hablar, o de otra manera para ministrar a los hombres.

"Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que no es dada, sí el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría" (ROMANOS 12:4-8).

1 No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales.

2 Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.

3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.

5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.

6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.

7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;

9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.

10 A otro, el hacer milagros; a otro profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.

13 Porque por un sólo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.

15 Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?

16 Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?

17 Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?

18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.

19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

20 Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.

21 Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.

22 Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios;

23 y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.

24 Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba,

25 para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.

26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.

27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.

28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.

29 Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?

30 Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?

31 Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente. (1ª Corintios 12:1-31).

10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. (1ª Pedro 4:10-11).

La creencia pagana que uno podía comunicarse mejor con los dioses por el idioma de los dioses. El creyente en Cristo sabe que sólo tiene que elevar su corazón a Dios y que Dios le entiende mejor de lo que él mismo se entiende.

Pero consideremos más de cerca la situación que se enfrentó Pablo en Corinto. Esto es necesario si hemos de comprender lo que escribe en el capítulo 14 de Corintios. Dará luz aún sobre las palabras que él emplea. La palabra griega traducida misterio en el versículo dos es musterión. El término en español ha sido adaptado del griego. La definición de musterión es "un secreto o un misterio" (por la idea del silencio impuesto por la iniciación en ritos religiosos). Es un término usado comúnmente en las religiones paganas y también en el Nuevo Testamento refiriéndose a las cosas de Dios que no podían ser conocidas por el hombre salvo por revelación de Dios. La revelación dada por el Espíritu Santo de estas cosas, no es oscura sino clara y es dada para ser comunicada al pueblo de Dios.

(1ª Corintios 2:1-16). No es dada en privado mediante palabras desconocidas.

En las religiones paganas, esta palabra se refería a los secretos ocultos de los dioses, que sólo podían conocer los iniciados. Aquellos que eran iniciados en tales misterios alegaban tener contacto con el mundo de los espíritus por excitación emocional, revelaciones, el obrar en milagros y el hablar de palabras desconocidas que eran reveladas por los espíritus. En la iglesia del Nuevo Testamento cada creyente es iniciado.

LOS MISTERIOS PAGANOS


La palabra "misterio" tenía mucho más significado para los creyentes a quienes Pablo escribía, que lo que tiene para nosotros hoy. En ese tiempo los misterios eran la parte central y significativa de la religión de los griegos. Una descripción de las ceremonias que estaban relacionadas con los misterios, nos es dada por W. H. Ray. Él escribe:

"Los misterios ocupaban entre los de la antigüedad un lugar similar a la de los santos sacramentos en la iglesia cristiana.

La intención era la de admitir a todos los que no eran notoriamente malvados; el delito que descalificaba era un homicidio no expiado. Se abrigaba la creencia de que la solemnidad y la grandiosidad de la ceremonia tenía la tendencia de producir un marcado efecto sobre el carácter del iniciado...

Es obvio que el punto esencial sobre el que dependía el efecto de la ceremonia, era que la mente de los iniciados estuviera sobre excitada, hasta un punto de expectación vehemente, arrebatada y de atención intensa. El silencio atento de los espectadores a los misterios era muy notorio. Muchos eran los medios que contribuían a producir este estado. Se impartía a los candidatos una cierta cantidad de entrenamiento e instrucción previa...

Finalmente, las circunstancias físicas de la iniciación eran tales que producían un estado de espiración y sensibilidad nerviosa aumentada. Los nueve días de ayuno observados muy estrictamente, la marcha prolongada de Atenas a Eleusis, y las frecuentes ceremonias religiosas con que era marcada, el andar errante de noche por las playas y llanuras de Eleusis, con antorchas en busca de la perdida Cora, todo contribuía a producir un estado de entusiasmo forzado... Entonces llegaron los verdaderos misterios; se les dio entrada a los mystae (candidatos) para la iniciación al edificio sagrado; la espléndida iluminación parecía deslumbrante por su claridad después de la oscuridad de afuera, las extrañas apariciones, las voces impresionantes, los magníficos vestidos de los actores, la magnificencia del drama sagrado al que contribuía sin duda en gran manera, el aire altamente sugestivo y simbólico de Grecia todo esto lo veían y oían en aterrado silencio... La escena que se lleva a cabo en cada iglesia griega moderna, en la víspera del Domingo de Pascua da una vaga idea del carácter de esta ceremonia... Es imposible reconstruir el ritual místico pero nos son dados suficientes indicios para comprender su carácter general. Consistía de acciones y palabras que se suplementaban el uno al otro y siendo ambos necesarios para ser un conjunto inteligible. Las palabras eran frases oscuramente expresadas y cantos tradicionales cuya santidad era debido a su antigüedad, no tenían carácter didáctico y eran apenas inteligibles sin instrucción previa". Enc. Brit., 9ª Ed. Tomo 18, 133-4.

En el tiempo en que Pablo escribió, las ceremonias relacionadas con los misterios habían sido grandemente afectadas por influencia de Asia Menor y del Oriente, que habían sido introducidas varios siglos antes de Cristo y estaban profundamente arraigadas. Lo que hemos descrito arriba, describe las ceremonias como habían sido en el principio, pero en el tiempo de Pablo se habían añadido prácticas supersticiosas más groseras, la prostitución ante el altar y la mutilación de los sacerdotes.

Citamos nuevamente a W. H. Ray:

"Ola tras ola de influencia religiosa de Asia Menor, introdujeron en Grecia los no moderados rituales bárbaros de Frigia. Los ritos se propagaron primero entre la gente común y los que se ocupaban del comercio exterior. Los poetas cómicos los satirizaban y Platón y Demóstenes los censuraban duramente; pero continuaron extendiéndose, con todo su ardiente entusiasmo, su superstición y sus prácticas obscenas, extensamente entre la gente cuya sed religiosa no estaba satisfecha con la religión puramente externa del elenismo. Las orgías o misterios estaban abiertos a todos, libres o esclavos, que habían cumplido debidamente con las purificaciones preliminares, asegurando a los participantes la salvación y la remisión de pecados... El extraño carácter entusiasta de la antigua religión de Frigia no se perdió por completo cuando la religión llegó a ser cristiana, porque se encuentran rastros claros en las diversas herejías que surgieron en Anatolia Central". Enc. Brit. 9ª EA. Tomo 18, 867.

Como se ha visto, el hablar de lenguas celestiales desconocidas, la palabra o frase sin significado, tuvo un lugar importante en este culto pagano. Se creía que las palabras habían sido reveladas por un Dios o Espíritu al sacerdote o aficionado mientras estaba sumamente excitado o en estado de éxtasis; hasta este día, en las regiones paganas, el hablar estático en una lengua desconocida, es un fenómeno común. se cree que el Espíritu habla por la boca del hechicero, o que el hechicero habla a su Espíritu con palabras poderosas que son desconocidas al hombre.

La siguiente cita, del libro "Religions of Primitive Peoples" (págs 91-93) es de interés. Sir George Gray relata una historia acerca de una enorme cabeza de madera tallada que había en Nueva Zelanda que podía hablar y que mataba, por el terrible poder de sus palabras, a todos los que se acercaban. Pero cuando, por una magia superior, su voz fue reducido a un susurro, desapareció su poder y quedo destruida.

Es de notar que la influencia mágica de la palabra es independiente de su significado. Es claro que no se atribuye su eficacia a la idea, imagen o verdad que transmite. Por el contrario, las más potentes de todas las palabras son aquellas que no tienen ningún significado o de las cuales se ha perdido el sentido. Esto se ve constantemente en las formulas de las tribus salvajes. Ellos conservan arcaísmos de lenguaje que ya no son entendidas por los que pronuncian y en otras instancias es obvio que están compuestas por sílabas unidas sin hacer caso de la inteligibilidad.

El mismo hecho se encuentra plenamente en la jerga cabalística de los adivinos clásicos y medievales y en los encantos sagrados del folklore contemporáneo.

A la verdad el famoso cabalista, Pico de Mirándola, afirma que una palabra sin significado es la que tiene mas poder sobre los demonios.

Por lo tanto no sólo pueden ser ininteligibles una o unas pocas palabras, pero largas comunicaciones pueden ser sonidos inarticulados que no transmiten sonido alguno.

Este es "don de lenguas", el poder para hablar en lenguas desconocidas.

Es común a la vida salvaje.

Muchos de los cantos más importantes en las ceremonias sagradas son meras repeticiones de sílabas sin sentido. La idea parece ser que lo que el hombre no puede entender lo pueden entender los dioses; o bien, que es el dios que se expresa por órganos humanos pero en un lenguaje desconocido al oído humano. El Obispo Galloway dice que los cantos de hechizos de los Zulúes son frecuentemente casi ininteligibles a ellos; y este es uno de los muchos ejemplos".



Práctica Pagana en Corinto

Como se ha dicho, no hay diferencia alguna entre la manifestación de idiomas en Pentecostés y lo que se menciona en la carta de Pablo a los corintios. No hay ningún cambio en las palabras griegas que usa Pablo. Lo que hace la diferencia es la mezcla, en Corinto y del concepto y práctica pagana del hablar en lenguas. La diferencia es simple y fundamental. Se dice habitualmente que el capítulo 14 de la carta de Pablo presenta grandes dificultades. En realidad no es así; es una de las partes más informativas, instructivas y reveladoras de lo que escribió, arrojando mucha luz sobre la situación que enfrentaba en esa iglesia y la manera en que trató con ella. La confusión se debe a dos cosas:

1ª) La falta de tener en cuenta la influencia de la formación pagana de los creyentes carnales en Corinto.

"Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos" (1ª Corintios 12:2).

2ª) La ignorancia en general de la iglesia de hoy sobre los verdaderos dones, o manifestaciones del Espíritu. En la iglesia primitiva el Espíritu Santo dio lenguas vivas para la predicación del Evangelio. Esto era una señal de la presencia y poder del Espíritu Santo, dada para el incrédulo.

Era algo desconocido en las religiones paganas. El hablar en lenguas entre los paganos, aún cuando se le daba un lugar de gran importancia, era algo muy inferior, basado en supersticiones; era hablar en un idioma desconocido al hombre, que era supuestamente enseñado por un dios o espíritu para comunicarse privadamente con ellos. Su significado no era conocido al adorador hablaba "misterios" (secretos) con su dios en palabras más poderosas que cualquier lenguaje humano. Le daba un contacto privilegiado, íntimo, con su dios.

Algunos en la iglesia en Corinto se estaban entregando a la forma pagana de hablar en lenguas, acompañado de extravagancias emocionales, a las que estaban acostumbrados desde antes de su conversión. No todos en Corinto habían caído en este error. Algunos (una minoría, según parece) andaban en el Espíritu.

Algunos, sin duda, habían recibido del Espíritu el verdadero don de lengua viva, pero algunos de éstos estaban usando carnalmente este don para su propia gloria. Así había en Corinto la práctica pagana de hablar en lenguas como también el abuso del verdadero don de idiomas.

Tratando con esta situación, Pablo escribe a la iglesia las siguientes instrucciones:

Seguir el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.

Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.

Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

El que habla en lengua extraña así mismo se edifica; pero el que profetiza edifica a la iglesia. (1ª Corintios 14:1-4)

Pablo está haciendo contraste entre el culto a Diana y su objetivo personal y el culto del creyente que busca la edificación del cuerpo de Cristo. Estos creyentes en sus días en el paganismo habían creído que cuando hablaban una lengua no comprendida por los hombres, ni aun por el adorador, estaban hablando secretos o misterios (musterion) con su dios. Creían que era su espíritu quien hablaba.

El beneficio lo recibía solamente el adorador ningún otro entendía.

El adorador se beneficiaba por el éxtasis de sentimientos excitados y el sentir que estaba realmente participando con los espíritus en el circulo interior. Él no pensaba en edificar a los otros adoradores. Pablo contrasta este objetivo egoísta con el objetivo cristiano. El propósito de las manifestaciones del Espíritu de Dios es que toda la congregación sea edificada.

Pablo había explicado que:

"Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho" (1ª Corintios 12:7).

En Pentecostés fue dado el don de idiomas para que fuera dado a conocer el Evangelio a todos los que no le conocían, no para el beneficio personal del adorador. Este objetivo es muy evidente en el Pentecostalismo. Es completamente contrario a la naturaleza de Cristo, a la Palabra de Dios y al propósito de Dios para su pueblo y para su iglesia.

Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?

Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara?

Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?

Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire.

Tantas clases de idiomas hay, seguramente en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado.

Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí.

Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurar abundar en ellos para edificación de la iglesia" (1ª Corintios 14:5-12).

Pablo está haciendo énfasis en el hecho de que el hablar de ellos debía ser inteligible para beneficiar a los oyentes, en contraste con el hablar ininteligible de los paganos.

Aún las cosas inanimadas, Dice Pablo, tal como la flauta, por ejemplo, sí las notas tocadas no son distinguibles, ¿quién reconocerá la tonada? y si las notas de la trompeta no son claras, ¿cómo comprenderá el soldado su mensaje?

Pablo está usando ilustraciones muy sencillas, escribiendo como a niños.

Por cierto, dice él, hay muchos idiomas en el mundo, pero sea cual fuese el idioma que hablan, si no es acompañado por los que oyen, serán extraños unos a otros. Por eso ya que están tan deseosos de manifestar los dones espirituales, procuren que sea para beneficio de la iglesia.

Quisiera que todos vosotros hablasen idiomas extranjeros, les dice Pablo, pero no sean niños sean hombres. ¡Piensen! ¿Qué logran cuando hablan en la iglesia en un idioma desconocido? nadie les entiende ni es edificado alguno.

Están sólo "hablando secretos" privadamente con su Dios. Él que habla y ora bien pero ningún otro es beneficiado.

¿Qué bien les haría si viniese a ustedes hablando en un idioma que no comprenden? Sería para ustedes un extranjero y ustedes lo serían para mí.

Preferiría, más bien, hablarles cinco palabras que puedan comprender que diez mil palabras que no pueden comprender

Pablo habla con una mezcla de razonamiento paciente e ironía devastadora.

Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.

Por que si yo oro con lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.

¿Qué, pues? oraré con el espíritu pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu pero cantaré también con el entendimiento. (1ª Corintios 14:13-15).

Si oró en un idioma desconocido, dice Pablo sería simplemente mi espíritu orando como creían los paganos no entendería lo que estoy orando. ¿Qué haría pues? oraré guiado por el Espíritu pero oraré comprendiendo lo que estoy orando; alabaré guiado por el Espíritu pero en palabras que comprendo.

Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe que has dicho.

Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado". (1ª Corintios 14:16-17).

Aunque tú mismo estés dando las gracias debidamente en un idioma extranjero, continua Pablo, el que te oye no será instruido y no puede unirse a ti con un amén en su corazón.

Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.

Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.

En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.

Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes". (1ª Corintios 14:18-22).

La declaración de Pablo acerca de su propia experiencia, se explica más adelante en este capítulo. El don de idiomas fue dado para el incrédulo, para que pudiera oír el Evangelio en un idioma que comprendía y ser convencido de pecado y salvado. No fue dado para la edificación personal del creyente. No es una señal para el creyente.

Si, pues toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.

¿Qué hay, pues hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.

Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo mas tres, y por turno; y uno interprete.

Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para si mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados.

Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no le es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.

Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o solo a vosotros ha llegado?

Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore.

Así que hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.

(1ª Corintios 14:23-40).

"Lenguas" en todas estas citas significa idiomas; en este caso idiomas extranjeros.

Corinto era un gran pueblo que recibía a naves de muchas naciones. Tenía una población mixta de griegos, romanos y judíos. Era rica, amante del lujo y notoriamente inmoral. Siendo un puerto, visitaban la ciudad personas que hablaban diferentes idiomas. Los creyentes entre ellos se reunían. El hablar en un idioma extraño en la congregación, fuera o no dado por el Espíritu, debía ser restringido a dos, o a lo sumo tres y permitido sólo si había un interprete para que todos pudieran entender y recibir provecho.

El don de interpretación se explica más adelante, al igual que otros puntos relacionados con este capítulo.

Analizando este capítulo, podemos seguir los mandamientos y razonamientos que escribió Pablo a esta iglesia. El significado de sus palabras sería claro a todos ellos.

(1) Con respecto al hablar en palabras desconocidas, en una lengua no viva (como lo hacían los paganos), era prohibido, y son dadas las razones.

(2) Con respecto al hablar en una lengua viva dada por el Espíritu, pero desconocida por los oyentes, esto también era prohibido, a menos que pudiese ser interpretada.

También son dadas las razones. Pero se aclaró que no debía ser prohibido cuando había un interprete.

(3) Se declara que el don de profecía (predicación), definido como "hablando a los hombres para edificación, exhortación y consuelo" 1ª Corintios 14:3. Es mayor que el don de una lengua viva y que todos debieran buscarlo con avidez.

El propósito del don de una lengua viva fue sólo para que el Evangelio pudiera ser predicado a aquellos, que de otra manera no podrían oírlo, y no para un despliegue del poder para hablarlo.

(4) El don de una lengua viva no era una señal para creyentes sino para incrédulos, para quienes era una señal condenatoria.

No era dado este don para que el creyente lo exhibiera entre creyentes. No era para el beneficio del creyente ni para su gloria.

(5) El don de hablar en lenguas no era para capacitar al creyente para "hablar secretos con Dios". Ese era un concepto pagano. Nunca, en todo el trato de Dios con los hombres dio, palabras espirituales para comunicarse con él; es completamente contrario a la manera en que se comunica él con los hombres y los hombres con él.

Sólo entre los paganos existió tal práctica.

El don era para hablar y ser comprendido por todos. "Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire".
1ª Corintios 14:9.

La predicación debe ser comprendida para los que oyen puedan "juzgar" si es en el Espíritu, de acuerdo con la palabra. Con respecto a la oración, también se dice que debe ser inteligible a los demás hermanos presentes, para que les sea posible decir Amén.

La promesa de Cristo fue:

"Recibiréis poder" - para ser testigos (Hechos 1:8). El poder era para testificar.

(6) en las iglesias del Nuevo Testamento, cada miembro era un sacerdote con el derecho y la responsabilidad de tomar parte en el ministerio en las reuniones de la iglesia. Sin embargo, Pablo limita el numero de aquellos que deberían de tomar parte en una reunión. No más de dos, o al sumo tres deberían ministrar en un idioma extraño por interpretación. El número de los que hablan en un idioma conocido es también limitado a dos o a tres.

(7) No más de tres a la vez deberían tomar parte. Esto incluye la orgía y desorden emocional de tener a muchos predicando, testificando y orando al mismo tiempo.

(8) Nadie debería monopolizar el tiempo; se debería dar la oportunidad de tomar parte a otros que sienten que tienen algo del Señor para dar.

(9) "Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas"
(1ª Corintios 14:32). Esto expone un principio espiritual fundamental.

Aquellos que se entregan a extravagancias emocionales, sostenían que estaban bajo el control del Espíritu y, por lo tanto, no eran responsables personalmente por lo que hacían, de modo que no se les debería criticar.

Decían que el Espíritu Santo era el responsable.

Muchos creyentes sinceros han sido llamados al error por un culto no Escritural del Espíritu Santo. La presencia y actividad del Espíritu Santo en el creyente son vitales, pero Cristo debe ser siempre "todo y en todos" y la Palabra de Dios debe ser nuestro único fundamento y fuente de conocimiento. La actividad del Espíritu Santo es siempre y sólo el de manifestar y exaltar a Cristo y él nunca actuará o guiará en contra de la Palabra de Dios. Asimismo, nunca anula la voluntad del creyente; la voluntad del creyente permanece independiente; siempre debe estar inteligentemente dispuesto para la voluntad de Dios. Es siempre plenamente responsable por sus acciones y para obedecer la Palabra de Dios. Ni llevará tal confusión que sus emociones nuble su mente. El tratar de entregarse al Espíritu de tal manera que uno no tenga mente ni voluntad propia es un error y es peligroso. Ha llevado a muchos al desastre, abriendo el camino para que espíritus engañadores tomen el control, falsificando la obra del Espíritu Santo y desviando de la Palabra de Dios.

Para tales creyentes la Palabra de Dios llega a ser de menos importancia que la supuesta guía del Espíritu y llegan a estar ciegos al error en que se encuentran, creyendo haberlo recibido por revelación directa del Espíritu.

En contraste con la obra del Espíritu Santo, los demonios quitan al hombre el control de si mismo. Buscan el control sobre su cuerpo, mente, emociones, y voluntad. Los corintios sabían esto.

(10) "Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación" (1ª Corintios 14:3).

Aquí Pablo da una definición clara y precisa del don de profecía en el Nuevo Testamento. No es la predicción de cosas nuevas; no es profecía en ese sentido. Era la predicación en el poder del Espíritu, de la palabra revelada de Dios, que ya nos ha sido dada. Estos corintios con sus falsificaciones de los dones espirituales y su orgullo, necesitaban esta advertencia. En el Antiguo y en el Nuevo Testamento tenemos una revelación completa para este tiempo y se nos advierte solemnemente que no agreguemos nada ni quitemos de ella cosa alguna. En esta edad, la revelación, en cuanto a doctrina y acontecimientos futuros esta cerrada. Las llamadas profecías dadas en reuniones Pentecostales son las ilusiones de personas que están emocionalmente excitadas, cuyas declaraciones son a menudo muy evidentemente insensatas y sin valor, o declaraciones que les hacen pronunciar espíritus mentirosos.

Agabo, cuando habló a Pablo, no dio ninguna revelación nueva. Fue enviado por Dios para advertir a Pablo que no fuese a Jerusalén en ese tiempo. La iglesia en Tiro ya había dado esta advertencia a Pablo. (Hechos 21:3-4).

El Espíritu Santo está con nosotros para guiar nuestros pasos y puede usar a otros para hablarnos si no le escuchamos a él. Es una cuestión de dirección personal.

Los paganos estaban acostumbrados a oír a los espíritus hablando por los hombres.

En el Nuevo Testamento se habla de tales espíritus. Varios hablaron a Cristo por las bocas de hombres. La muchacha que tenía el espíritu de adivinación que fue sanada por Pablo, traía ganancia a su amo por sus revelaciones. (Hechos 16:16-40). Los oráculos de los dioses eran consultados por muchas cosas y sus contestaciones eran, a menudo correctas. Algunos creyentes carnales en Corinto, que anteriormente habían sido paganos, habían vuelto a ser influenciados por todo esto, buscando mensajes y profecías reveladas por espíritus. Pablo les recuerda el verdadero significado de la profecía para el creyente. Los corintios deberían haber comprendido esto.

(11) Todo en la reunión debe ser hecho decentemente y con orden. Esto excluía el desorden emocional al cual se habían entregado y al que se quería tomar por manifestación de Espíritu. El Espíritu del Dios viviente nunca actuaría ni haría actuar a nadie en una forma que no fuera decorosa y ordenada. Esto se ve en toda la creación de Dios en todas sus acciones y en su manifestación en Cristo. Lo opuesto se ve en la religión emocional. Se ve un contraste significativo sobre el Monte Carmelo cuando Elías, el siervo de Dios, oró y actuó con confianza y con una dignidad serena y moderada y los sacerdotes de Baal procuraron despertar a su dios con un abandono de emocionalismo, gritando y cortándose.

(12) Pablo afirma que no había tal desorden en las reuniones de ninguna otra iglesia.

Él pregunta a estos corintios carnales, que hacían tanto alarde de una superior espiritualidad y dones del Espíritu. "¿Qué? ¿Provino la Palabra de Dios de vosotros? o ¿vino solo a vosotros?" Él hace uso de la ironía. Hay ocasiones en que esto es muy necesario, como cuando escribió a Tito, un compañero de iglesia. "Este testimonio es verdadero; por tanto reprendelos duramente, para que sean sanos en la fe". (Tito 1:13).

En el capítulo once de primera de Corintios. Pablo declaró:

"...Porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor... Cuando, pues os reunís vosotros; esto no es comer la cena del Señor" (Vers. 17, 20). La reunión alrededor de la Mesa del Señor había sido corrompida de tal manera que ya no se podía considerar que estuvieran participando de la Cena del Señor.

Sus otras reuniones también eran "para mal". En el capítulo 14 Pablo continua tratando con los abusos en sus reuniones públicas, refiriéndose particularmente al don de idiomas.

El don de idiomas que se manifestó en los primeros años de la iglesia como señal condenatoria al incrédulo. ¿Ha continuado al igual que las demás manifestaciones del Espíritu? La historia de la iglesia es clara sobre este punto. En el principio del libro de Hechos, son muy prominentes los dones milagrosos del Espíritu, en tanto que en la segunda mitad del mismo, se les da poco lugar. A medida que la iglesia llegaba a la madurez, de tal modo que la presencia y el poder de Cristo se hacían manifiestos en su vida y testimonio, las señales más espectaculares fueron perdiendo prominencia. Habían servido su propósito, ahora deben observarse la presencia y poder de Dios en su pueblo, al revelarse en ellos la vida de Cristo que mora adentro. Esa es la prueba de la presencia del Espíritu, una señal mucho mas práctica y convincente, un milagro mayor que cualquier intervención milagrosa exterior del Espíritu de Dios.

Vea Colosenses 1:25-29; 2:9-11

No decimos que no ha sido dada ninguna otra señal milagrosa desde entonces han habido, y hemos presenciado personalmente tales manifestaciones de su poder, pero siempre ha sido para un propósito especial determinado sólo por Dios. El desear señales milagrosas no evidencia la madurez o salud espiritual. Es una evidencia de falta de madurez espiritual, de una falta de experiencia de la vida interior y poder del Espíritu de Dios morando adentro, que satisface plenamente.

Pablo dijo a los corintios: "No seáis niños en el modo de pensar".



Afirmaciones Falsas

El hecho es que hoy, con todas las afirmaciones de tener el don de lenguas, no hay ningún caso definitivamente verificado de alguien en que se haya dado el don de un idioma extraño. Los misioneros Pentecostales han tenido que aprender idiomas extraños con mucha dificultad y esfuerzo, así como lo han tenido que hacer otros misioneros. Algunos aprenden a hablar bien otros idiomas, depende de su habilidad natural para dominar otros idiomas. También en la interpretación de una lengua viva a otra, sobre el púlpito o por escrito, no han mostrado evidencias mayores del don de interpretación que otros misioneros.

El argumento del defensor del hablar en lenguas hoy puede parecer sencillo y correcto. Él dice, "el don de lenguas fue dado a la iglesia en Pentecostés, se manifestó en las iglesias del Nuevo Testamento, y debería manifestarse hoy". El error y engaño de esta afirmación es que está basado sobre una suposición completamente falsa, que el hablar en lenguas hoy y el hablar en lenguas en el día de Pentecostés son una y la misma cosa. El hablar en lenguas que se practica hoy y el don de hablar idiomas dado en Pentecostés son completamente distintos uno es puramente psíquico, fácilmente producido y fácilmente explicado psicológicamente; el otro es evidentemente un verdadero milagro divino manifestado para la salvación de almas. Uno es falso, enteramente del hombre, el otro es real, una manifestación del Espíritu del Dios vivo. Por lo tanto, el argumento es falso. Uno pertenece a la esfera natural, no produce ningún fruto espiritual y sus manifestaciones emocionales desfiguran la naturaleza y carácter de Dios; el otro es de la esfera espiritual, manifestando el poder supremo de Dios para llevar a cabo su voluntad para el hombre. Puede ser que el emocionalismo crudo que acompaña al hablar en lenguas psíquicas, a la actividad de un dios o espíritu pues considera que sus dioses están sujetos a muchas de las mismas debilidades humanas que le afectan a él, pero, ¿cómo puede el creyente asociarlo con la presencia del Espíritu de Dios infinitamente sabio?

A través de todo el capítulo 14 de 1ª de Corintios Pablo esta contrastando la práctica pagana con la práctica cristiana, el "misterio" pagano con la manifestación del Espíritu de Dios; la palabra sin significado que no transmite conocimiento ni edifica a nadie, con la palabra inteligible que da conocimiento y edifica a la iglesia.

Con una lengua desconocida, dice, refiriéndose claramente a la práctica pagana hablando al aire. Con palabras desconocidas. Están hablando "en misterio" secreto con su dios como lo hacen los paganos; ningún otro les entiende. (La palabra "theos", usada aquí, se usa en el Nuevo Testamento tanto para el Dios verdadero como para los falsos dioses); tengan un poco de sentido común; las personas que vienen a sus reuniones pensarán que están locos. Pero si hablan palabras inteligibles serán convencidas.

Señales Dadas Por Dios

"Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo" (Isaías 28:11).

Esto demuestra que el don de lenguas sirve de señal no para los que creen sino para los incrédulos, mas la profecía no es para los incrédulos sino para los creyentes (1ª Corintios 14:21, 22).

El milagro forjado por Dios haciendo que aquellos que creían en él predicasen el Evangelio en idiomas para ellos desconocidos, a los que conocían esos idiomas, fue una importante señal de su poder, manifestando su presencia con los suyos, corroborando y haciendo posible su testimonio, cumpliendo la profecía, condenando a los que no creían. Los paganos, con su pretencioso hablar de palabras reveladas por los dioses no comprendidas por los hombres, jamás habían podido hacer esto.

Cristo no manifestó este don. Nunca habló en lenguas. No era necesario, ni estaba en el propósito de Dios que lo hiciera. Dios corroboró el testimonio de Cristo por señales, en varias ocasiones, pero en otras maneras. Por ejemplo, cuando Pedro, en el monte de la transfiguración, ofreció a Cristo una adoración falsa, en edificios hechos por manos de hombres, Dios habló del cielo rechazándolo, Esa era una señal condenatoria dada al pueblo de Dios una señal que es tan necesaria hoy como lo fue entonces, porque no es tenida en cuenta. Más tarde, cuando Cristo murió sobre la cruz, hubo señales en el cielo y el velo en el templo se rasgó de arriba abajo. "Lo que Cristo afirmó de si mismo fue justificado por el Espíritu" (1ª Timoteo 3:16, y Hebreos 2:1-4). El testimonio de Cristo fue a los judíos, y él les habló en el idioma que ellos entendían. Manifestó el don de profecía o predicación (1ª Corintios 14:3) el don de idiomas no es la señal del bautismo o presencia del Espíritu. Él estaba lleno del Espíritu y se dieron en él todas las otras manifestaciones del Espíritu.

El don de profecía, (predicación) pertenece a los creyentes. Es por la predicación de la Palabra que el Espíritu Santo usa al creyente. Así como fue el ministerio de Cristo debe ser en el ministerio del creyente.

Una Iglesia Carnal

Pablo ya había descrito la condición espiritual de esta iglesia en la primera parte de su carta, una condición que había tenido que enfrentar desde el principio de su ministerio a ellos:

1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.

2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,

3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? (1ª Corintios 3:1-3)

No es ésta una iglesia que pueda tomarse como ejemplo de comprensión y vida espiritual; por el contrario, es el ejemplo más completo en el Nuevo Testamento de una iglesia que había caído en derrota. Muestra todas las debilidades de las iglesias de hoy que confunden el emocionalismo y actividad carnal con la obra del Espíritu. En la manifestación del don de idiomas en Pentecostés había vida vibrante; en la falsa manifestación del don de idiomas en Corinto había muerte carnal y esa muerte se manifestaba en cada sección de la vida de la iglesia. Un hermano pleiteaba en juicio contra otro hermano, se toleraba inmoralidad tal que ni los paganos permitirían, se practicaban abusos vergonzosos en la mesa del Señor. El tomar como ejemplo para seguirlo en la experiencia espiritual a cualquiera de las prácticas de tal iglesia no puede ser justificado ni tiene excusa. Muestra la misma falta de madurez que Pablo condena en los creyentes de Corinto.

Es extraño que lo que Pablo escribió a los corintios sobre el don de idiomas ha sido torcido tan a menudo, dándole un significado muy distinto, que no enseñó a ninguna otra iglesia. Puesto que los abusos practicados en Corinto han continuado reapareciendo en la iglesia, siempre con las mismas pretensiones de una espiritualidad más profunda, y experiencias milagrosas; y debidas al bajo nivel de espiritualidad de la iglesia en general, el pueblo de Dios a quedado, vagamente comprendidas las verdaderas manifestaciones del Espíritu, no siempre pretensiones y se les a dado creencia por lo tanto, inclinarse a dar por supuesto que estas falsas manifestaciones son reales, a medida que lee y cree ver alusiones a ellas donde no existe ninguna. Lo que Pablo escribe irónicamente, condenando lo que es falso e insensato, es tomado como la afirmación de un hecho, y a sencillas declaraciones se les atribuyen significados místicos que no tienen base en otras partes de las Escrituras. Prácticas a las cuales no se había entregado ninguna otra iglesia, que habían sido adoptadas del paganismo que les rodeaba, que eran el resultado de la ignorancia y confusión carnal que reinaban en esa congregación, son aceptadas como verdaderas manifestaciones del Espíritu Santo ciertamente no se manifestaría en una manera especial, más que en iglesias espirituales (o, por cierto en cualquier manera), en y por aquellos que deliberadamente de una manera carnal toleraban el pecado grosero en su medio.

No todos fueron llevados por el error popular, fueron estos que se manifestaron fieles, quienes se comunicaron con Pablo avisándole de lo que estaba ocurriendo. Serían ellos los que habrían de cooperar con Tito cuando fue a ministrar a la iglesia, llevándoles la carta de Pablo. Fue tanto por medio de ellos como por medio de Pablo y Tito que Dios obro trayendo de nuevo a la congregación, a la obediencia y a la pureza de la fe y de la práctica. Esto debe ser recordado por cualquiera que se encuentre en circunstancias similares.

Nunca es necesario someterse al error.

Metal que resuena.

La mención de los lenguajes de los ángeles, en 1ª de Corintios 13:1, 2 es puramente hipotética. Pablo dice:

1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.

2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

Como hemos visto, Pablo está haciendo énfasis simplemente en el hecho de que si el amor verdadero no fuese la base de su predicación, aunque usara los idiomas de los ángeles además del de los hombres, sus palabras no tendrían significado ni vida. La deducción que sacamos es que tal era la manera de expresarse de aquellos que hablaban idiomas desconocidos a la congregación, aunque esos idiomas fueran dados por el Espíritu Santo. Ciertamente, en la iglesia de Corinto, con sus divisiones, riñas, procedimientos carnales contrarios a las Escrituras, y pecado, faltaban en gran manera el amor, y, por consiguiente, no se podía esperar que hubiera verdaderas manifestaciones del Espíritu de Dios.

El Don de Interpretación o Traducción.

Pablo habla del don de Interpretación de Idiomas. Algunos han dado por supuesto que esto es para interpretación de algún lenguaje celestial desconocido; que el Espíritu Santo dará a uno tal lenguaje y a otro el don de traducirlo a un lenguaje hablado en la tierra. No hay fundamento para tal interpretación de estos dones. No nos son dados lenguajes celestiales de manera que no puede haber don para interpretarlos. El don de interpretación de idiomas es justamente lo que se ha declarado: la manifestación del Espíritu capacitando a uno a quien él quiere usar de esta manera, para interpretar un mensaje hablado o escrito, dado en un idioma desconocido, a los oyentes, a su idioma, de manera que el mensaje del Espíritu les sea transmitido correctamente.

A menudo hemos interpretado para otros y hemos hablado también por interpretación, de manera que podemos decir por experiencia que es tan necesario tener la iluminación e inspiración del Espíritu Santo para interpretar como para predicar. Un interprete que no es guiado por el Espíritu puede fracasar completamente en transmitir el significado espiritual del mensaje.

Describiendo la inspiración del Espíritu para predicar o enseñar las cosas espirituales, Pablo dice:

13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. (1ª Corintios 2:13)

Para la interpretación o traducción de tal mensaje a otro idioma es igualmente necesaria la inspiración del Espíritu para la elección de las palabras.

Es evidente que este don es necesario no sólo para la interpretación de la palabra hablada sino también de la palabra escrita. La Palabra de Dios, dada por inspiración en hebreo y en griego, tuvo que ser traducida a muchos idiomas.

Esta es una tarea muy difícil y es de importancia primordial que el significado espiritual sea dado correctamente en cada idioma. El don de interpretación o traducción es, por lo tanto, de gran importancia para la propagación del Evangelio tan importante como la predicación o profecía. Sin este don ningún traductor de la Palabra de Dios está verdaderamente equipado ni podrá ser digno de confianza. La erudición no es suficiente. Es por esta razón que algunas traducciones de la Biblia no son enteramente satisfactorias.

Fenómenos Psíquicos

Aquellos que conocen el movimiento "Pentecostal" saben que se utilizan leyes y las manipulaciones empleadas en el hipnotismo, el mesmerismo, y el espiritismo para producir los efectos que, según afirman falsamente, son la obra del Espíritu Santo.

Los predicadores Pentecostales que procuran producir avivamientos, y los sanadores, confían en el frotar de la cabeza durante la "imposición de manos" para el "bautismo de Espíritu", los esfuerzos emocionales para impartir alguna influencia por el contacto humano, la repetición continua de una palabra (gloria, aleluya, amen, etc...) Y el consejo de permitir que la lengua y la mandíbula se muevan libremente de por si cuando están buscando el "don de lenguas", el uso de métodos conocidos para inducir la histeria en grupos de personas, para producir lo que llaman "las señales que siguen".

¿Habrá necesidad de decir a aquellos que conocen la verdadera presencia del Espíritu Santo, que las "señales" producidas de esa manera no tienen ninguna relación con su presencia o su obra, sino que son falsificaciones, puramente psíquicas, fingidas a veces deliberadamente y aprovechadas a menudo, por espíritus malignos? Es esta la razón por la cual uno que está produciendo tales efectos podrá, al mismo tiempo, estar en pecado. La santidad de vida no tiene ningún significado en el producir fenómenos psíquicos. Ni tiene ninguna influencia en la práctica de tales fenómenos, sean reales o fingidos.

La razón por la cual el pueblo de Dios puede ser fácilmente engañado por tales fenómenos es la ignorancia generalizada con respecto a su naturaleza, sus manifestaciones y de cómo son producidos, junto con la ignorancia igualmente grande que prevalece en nuestros días, de la verdadera naturaleza y manifestaciones de la actividad del Espíritu Santo en el creyente y por medio de él. Por sincera que sea una persona Pentecostal (y es, a menudo verdaderamente sincera) éste es el método que emplea. Jamás encontramos en la Palabra de Dios al hombre obteniendo el poder del Espíritu de Dios por tales medios. El Espíritu Santo es siempre soberano, se manifiesta a si mismo "como él quiere" (1ª Corintios 12:11-18). Lo hace siempre y sólo de acuerdo con la Palabra y la voluntad de Dios. El hombre nunca puede inducir ni producir su presencia o poder. El Espíritu de Dios se manifestará "como él quiere" de acuerdo con la Palabra de Dios en cada uno de aquellos y que andan "en el Espíritu", separados del pecado, buscando en verdad la voluntad de Dios por fe y entregados a él porque aman a Cristo de todo corazón (Juan 14:21, 23).

La acción que debe tomar el hombre es el de separarse de todo lo que no agrada a Dios, de andar en completa obediencia a su Palabra, de buscar humildemente conocer su voluntad en todas las cosas y de creer, sin duda alguna, que él le capacitará en forma plena por el poder de su Espíritu, para obedecer esa voluntad. Tal persona nunca necesitará inducir una manifestación del Espíritu, el Espíritu será fiel en guiarlo y se manifestará a través de él, cumpliendo toda la voluntad de Dios en su vida. Que el pueblo de Dios no es capaz de discernir la diferencia entre fenómenos psíquicos y una manifestación del Espíritu del Dios viviente manifiesta la gran falta de conocimiento y experiencia espiritual en las iglesias de hoy.

El Pentecostalismo moderno es, en verdad un gran engaño con que Satanás ha burlado al pueblo de Dios, sin discernimiento, apareciendo como un ángel de luz. Esta ignorancia, naturalmente, puede afectar naturalmente, al predicador al igual que al oyente. El predicador es llevado por sus emociones y (estando consciente de que está ejerciendo un poder y gloriándose en el mismo) podrá creer que está abriendo el camino para la obra del Espíritu Santo. Esto hace que él sea un instrumento más peligroso en las manos de Satanás, aunque el mismo no este consciente de ello.

El hecho de creer que el Espíritu Santo es manifestado en la persona, justifica su orgullo y cualquier otro pecado que tuviera. El creyente que es verdaderamente usado por el Espíritu, siente profundamente su indignidad y desea que toda la gloria sea dada sólo a Dios.

Los Pentecostales están muy divididos, y hay entre ellos muchas doctrinas distintas.

Algunos tratan de mantener una disciplina moral más alta aun cuando practican excesos emocionales. Otros, los de congregaciones de más antigüedad, han vuelto a un estado religioso formal en el que hay poco que los distinga de otras iglesias formales.

Falso en su Doctrina.

La teología al igual que las prácticas del Pentecostalismo son erróneas. Demuestra una ignorancia fundamental de las Escrituras y las pervierte. Interpreta, descuidada y equivocadamente algunos pasajes, y pone a un lado deliberadamente a otros que son claramente contrarios a lo que sostiene. Esto lo coloca en la misma categoría que otros cultos falsos. Es esta doctrina falsa que expone al movimiento a las manifestaciones psíquicas y a la intrusión de espíritus mentirosos.

Los Pentecostales citan el capítulo catorce de primera de Corintios para probar sus afirmaciones, sin embargo, ese capítulo más que ningún otro, es el que lo condena.

Tomando simplemente algunos de los puntos en que es contraria la Teología del Pentecostalismo a la Palabra de Dios, encontramos:

La Palabra de Dios.

El don de lenguas (idiomas) es, de los dones, el de menos importancia. Cristo no lo manifestó.

La Enseñanza Pentecostal.

(1) Le es dada gran importancia al don de lenguas como evidencia del bautismo del Espíritu.

La Palabra de Dios.

(2) El don de idiomas no fue dado a todos. El Espíritu Santo manifiesta los dones (es decir, se manifiesta a si mismo) como él quiere, en quien quiere, según el propósito de Dios (1ª Corintios 12:11).

La Enseñanza Pentecostal.

(2) Todos deben buscarlo como una evidencia del bautismo del Espíritu. Sin este don el creyente no ha alcanzado el nivel espiritual más elevado.

La Palabra de Dios.

(3) Era una señal para el incrédulo no para el creyente.

La Enseñanza Pentecostal.

(3) Es una señal para el creyente.

La Palabra de Dios.

(4) El creyente que ejercita los dones del Espíritu tiene el control sobre sus acciones.

Esto se ve en Cristo.

La Enseñanza Pentecostal.

(4) El creyente debe abandonar el control de voluntad, mente y cuerpo al Espíritu. Por ejemplo, debe tratar de dejar sin control los músculos de la garganta. Cristo no hizo esto.

La Palabra de Dios.

(5) Las manifestaciones de los dones deben ser controlados. Todo debe ser hecho decentemente y con orden.

La Enseñanza Pentecostal.

(5) Las extravagancias emocionales no son refrenadas pues, según creen son la obra del Espíritu.

La Palabra de Dios.

(6) La profecía es: "Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación" (1ª Corintios 14:3).

La Enseñanza Pentecostal.

(6) La profecía es la declaración de revelaciones sobre las cosas que vendrán.

La Palabra de Dios.

(7) Cristo es Señor de todo y por la Palabra que él dio, hemos de ser santificados. (Juan 17:14-17). A Dios le pertenece todo el poder y la autoridad. Debe ser hecha su voluntad así en la tierra como en el cielo y sólo a él se debe adorar. Dios ha dado a Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, toda autoridad. Él es la Palabra el Camino, la Verdad y la Vida. Solo en su nombre tenemos acceso a Dios.

El Espíritu Santo fue enviado por Cristo. Él manifiesta el poder para el cumplimiento de la Palabra y la voluntad de Dios. Él manifiesta y glorifica a Cristo.

No obra con autoridad independiente, no podría hacerlo, pues son uno, aunque manifestado en tres personas.

La Enseñanza Pentecostal.

(7) Al Espíritu Santo le es dado un lugar de autoridad y actividad virtualmente independiente de Cristo y la Palabra. Se cree que él se manifiesta no con el poder del Dios viviente sino por los disturbios emocionales humanos (en general, la iglesia no Pentecostal de hoy piensa que el Espíritu Santo depende de la sabiduría y talentos del hombre) para su manifestación, estando de esta manera en un error tan grande como el del Pentecostalismo. Ambos confunden lo que es del hombre con lo que es del Espíritu.

La Palabra de Dios.

(8) El Espíritu Santo está en cada creyente verdadero desde el momento en que acepta a Cristo como su Salvador, él hace del creyente un hijo de Dios. Él, en el creyente clama. "Abba Padre". Manifestará sus dones a través de cada creyente, como él quiere, al andar ese creyente, en obediencia a la Palabra de Dios (1ª Corintios 12:7-11). Él hace esto en cada creyente que está en el lugar en que Dios le ha colocado (1ª Corintios 12:18). Cada creyente es colocado inmediatamente en el cuerpo, por Dios para servicio, según la voluntad de Dios; luego el Espíritu Santo comienza inmediatamente a manifestar por ese creyente los dones espirituales necesarios para el cumplimiento de la voluntad de Dios. El creyente tiene la certeza de esto. Será su experiencia normal y podrá entrar a poseerla solo por fe y obediencia. Debe desearlo y siendo su voluntad el hacer la voluntad de Dios, entonces el Espíritu Santo cumplirá en él lo que la Palabra de Dios ha prometido. El pecado en el creyente, la poca disposición para hacer la voluntad de Dios, contristará al Espíritu Santo, apagará su voz y hará que sea imposible para él manifestarse a si mismo. No se pueden atribuir al creyente las manifestaciones del Espíritu.

La Enseñanza Pentecostal.

(8) El Espíritu Santo debe ser buscado por medio de oración y ayuno, hasta que él manifiesta su don de lenguas y otros dones. Son atribuidas al Espíritu Santo las manifestaciones que son contrarias a la Palabra de Dios, o en creyentes cuyas vidas no están de acuerdo con la Palabra de Dios. El creyente puede quedar orgulloso por el hecho de haber podido conseguir el poder del Espíritu, de tener un poder que el Espíritu Santo le ha dado. (Que el creyente o la iglesia ore pidiendo el Espíritu Santo o a otro Pentecostés, es pura incredulidad).

Él ya está en cada creyente verdadero, para hacer en él toda la voluntad de Dios. Él vino en el día de Pentecostés para permanecer. No se ha ido. El creyente debe creer, y entrar a poseer por fe y completa obediencia lo que ya ha sido provisto. El buscar otro Pentecostés es también debido a que no comprendemos que la fe no se basa en las sensaciones físicas o evidencias, sino que es una confianza y seguridad interior dada por el Espíritu, "que lo que Dios ha prometido es también poderoso para cumplir".

Ver: Romanos 4:18-22; 12:6; 1ª Corintios 12:9.

La fe no es un esfuerzo humano y emocional para creer; es un don o manifestación del Espíritu que mora en el creyente.



Falsa Doctrina y Espíritus Engañadores

Sería bueno considerar algunas de las cosas que sostienen los que defienden el hablar en lenguas.

(1) "Las iglesias de hoy están sin vida o poder espiritual". - Eso es verdad.

(2) "El Espíritu Santo es una realidad y deberíamos experimentar su presencia y poder. Es necesario un avivamiento". - Eso es verdad.

(3) "La presencia y poder del Espíritu Santo se manifestaron en el día de Pentecostés y en la iglesia primitiva". - Eso es verdad.

(4) "Debemos volver a Pentecostés y buscar el poder Pentecostal.- Aquí comienzan a desviarse seriamente de las Escrituras. No tenemos que volver a Pentecostés. El Espíritu Santo de Pentecostés vino para permanecer, como lo había prometido el Señor, y está aquí ahora - en la iglesia y en cada creyente nacido de nuevo, para manifestarse plenamente y conforme a la voluntad de Cristo que está "presente en medio" (Juan 14:16; Hechos 1:4-9); Juan 3:3-5).

La necesidad hoy es que cada creyente esté lleno del Espíritu que ya habita en él. (Efesios 1:13,14; 5:18; 4:30; 1ª Tesalonicenses 5:19).

(5) "Después de la conversión debemos buscar el bautismo del Espíritu, cuya señal es el hablar en lenguas". - Esto no es verdad. Cada creyente nacido de nuevo ya ha sido bautizado por el Espíritu (1ª Corintios 12:13). Además, el don de lenguas no es una señal de ese bautismo. No todos los creyentes lo manifestaron (1ª Corintios 12:19, 20). Cristo no lo manifestó.

(6) "El don de lenguas que se manifestó en Pentecostés y el que se manifestó en Corinto eran diferentes". - Esto es verdad y a la vez falso. El carácter del verdadero don de lenguas no había cambiado. Las palabras griegas usadas por Lucas en Hechos y por Pablo en primera de Corintios son exactamente iguales, siendo su significado, idiomas hablados. Pero había otra clase de hablar en lenguas que se estaba practicando por la iglesia en Corinto. Algunos convertidos del paganismo habían introducido la forma falsa de hablar en lenguas la cual Pablo está denunciando y corrigiendo.

(7) "El don de lenguas es manifestado en las reuniones Pentecostales en la misma manera que lo que fue en Pentecostés". - Esto no es verdad. El hablar en lenguas de las reuniones Pentecostales no es el don de idiomas que se manifestó en Pentecostés, ni tiene semejanza alguna con el mismo. Es la clase que vemos en Corinto y que es denunciado por Pablo. En Pentecostés el Espíritu Santo dio el don de idiomas hablados para que los judíos incrédulos pudieron oír el evangelio en sus propios idiomas. Era una señal para los judíos incrédulos, no a los creyentes ni a la iglesia. (Hechos 2:4-11; 1ª Corintios 13:22). El hablar en lenguas de las reuniones Pentecostales de hoy es exactamente igual que el que era practicado en las religiones paganas, en los días del Nuevo Testamento y también hoy. Es el producto de emocionalismo, superstición y espiritismo.

(8) "El moderno don de lenguas es una manifestación de Dios, que es dada a la iglesia de hoy". - Esto no es verdad. El hablar en lenguas modernas, no es el don de lenguas. Dios no se manifestaría en una manera que fuera contraria en tantas cosas a su Palabra, que produce desorden, que causa daño espiritual y mental, y abre camino para que Satanás obre. Es una falsificación para engañar al pueblo de Dios.

El verdadero don de lenguas fue primeramente una señal dada a los judíos incrédulos, no a la iglesia. Dios dio la promesa del Espíritu Santo, el otro Paracleto, a la iglesia y el Espíritu Santo vino a la iglesia. El don de lenguas (idiomas) se manifestó como una señal a los judíos de muchas naciones que estaban en Jerusalén en ese día. Esta señal fue dada a Cornelio y a su familia. Ellos eran gentiles, piadosos prosélitos a la fe judaica. Al darle esta señal a ellos que eran gentiles de raza aunque judíos por fe, Dios probó a los judíos, incluyendo a los apóstoles, que el Evangelio era para los gentiles así como para los judíos. Es significativo que cuando comenzó el tiempo de los gentiles, después que Jerusalén fue tomada por los romanos en el año 70, parece haber cesado la manifestación del don de lenguas.

La historia es clara sobre este punto.

En los primeros capítulos del libro de Hechos, los dones que fueron dados como señal, que incluyen el don de lenguas, son prominentes pero en la segunda mitad de ese libro es poco el lugar que tienen. El don de lenguas no se menciona en el Didache o en los escritos de Ignacio, Policarpo, Justino mártir de los primeros "Padres" de la iglesia.

Los hombres y mujeres que han sido grandemente usados por Dios a través de los siglos de la existencia de la iglesia, que han manifestado el poder y dones del Espíritu como maestros, reformadores, mártires hombres y mujeres de la fe que realmente han manifestado a Cristo, no han hablado en lenguas.

De acuerdo con esto están los hechos que:

(1) Pablo a la iglesia en Roma, una iglesia gentil, no incluyó el don de lenguas en la lista de los dones del Espíritu, que él da en el capítulo 12.

(2) En la iglesia de Corinto, una iglesia predominantemente gentil, no era el verdadero don de lenguas el que se estaba practicando y que causó confusión, sino la falsificación pagana traída de la adoración de Diana.

(3) Es evidente que esta falsificación no se había introducido en ninguna de las otras iglesias pues en ninguna de las cartas a las otras iglesias es mencionado el don de lenguas. En esas iglesias no era un problema.

(4) Se debería notar también que el don de lenguas no era una de las marcas de un apóstol. Antes de Pentecostés el Señor les dio los otros dones de señales. "Poder y autoridad sobre todos los demonios y para curar enfermedades y los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos", pero no les dio poder para hablar en lenguas. Él mismo no lo hizo.

El Fraude Del Pentecostalismo

Los que buscan señales de esta manera están tratando de conseguir algo que es contrario a la Escritura por esfuerzo y manipulación humana, lo que también es contrario a la Escritura. El creyente nacido de nuevo ya tiene el Espíritu Santo, recibido sólo por la fe y dado gratuitamente en el momento en que cree para salvación. No se requiere la entrega del cuerpo, músculos y mente ni una búsqueda emocional y agonizante, cosas que sólo impedirían pues son las obras del hombre. El nuevo nacimiento obrando en el hombre por el Espíritu, es puramente una obra del Espíritu. Es imposible al hombre. Cuando él piensa que puede ayudar se gloría en si mismo. (Efesios 2:8, 9). La manifestación de los frutos y dones del Espíritu a través del creyente es de la misma naturaleza; es la obra del Espíritu, imposible al hombre.

La única ayuda que puede dar el hombre es rendirse como "un sacrificio vivo" para que él pueda conocer en su vida la voluntad de Dios "buena, agradable y perfecta". Pablo afirma esto en su introducción a la enseñanza sobre los dones del Espíritu en Romanos 12:1-8. Los dones son manifestados de acuerdo con la voluntad de Dios, no a la voluntad del creyente (1ª Corintios 12:7-11). Cada creyente ya ha sido colocado por Dios en el lugar en el que él desea que esté en el cuerpo de la iglesia.

Esto ya ha sido hecho según la voluntad de Dios (1ª Corintios 12:18). No le es permitido al creyente elegir ese lugar o luchar para conseguirlo. Dios lo elige para el creyente, luego el Espíritu Santo se manifiesta "según él quiere" por medio de ese creyente en ese lugar. Esto no es el resultado de un esfuerzo emocional de parte del creyente, sino, como dijo Cristo, de negarse a si mismo, tomando su cruz diariamente y siguiéndole a él. El creyente que verdaderamente anda así con el Señor, buscando por la oración estar siempre seguro de permanecer en la voluntad de Cristo en todas las cosas, será guiado por el Espíritu, enseñado, y usado por él plenamente. El Espíritu cumplirá la Palabra de Dios y manifestará en aquél, según su voluntad, los dones que él sabe que son necesarios para el cumplimiento de la voluntad y propósito de Dios. Esto será el fruto de la fe y obediencia y será enteramente la obra del Espíritu de Dios manifestando a Cristo en el miembro del cuerpo que anda en humildad y obediencia por fe.

No es difícil de discernir el fraude del Pentecostalismo moderno.

Primeramente se persuade al creyente a que acepte el error de que el hablar en lenguas es la señal dada del bautismo del Espíritu entonces el creyente, con toda su mente, voluntad y emociones dirige todo su esfuerzo hacia la experiencia de esa señal. Habiendo comenzado con una posición que es contraria a la Escritura, ahora continua por un camino en el que cada paso que da lo aleja cada vez más de la Escritura. Se encuentra ahora encaminado, no hacia la luz espiritual sino hacia una decepción y tinieblas Satánicas. Sin embargo, durante todo este tiempo está persuadido de que está caminando hacia la luz, no está dispuesto a ver lo contrario que es todo esto a las Escrituras. Y el demonio que le está engañando le da "lenguas" y "revelaciones" y sensaciones emocionales que confirman la decepción. A estas "experiencias" se les da inmediatamente una autoridad mayor a la autoridad de la Palabra de Dios.

Así como los demonios que habían poseído al gadareno ofrecían a Cristo una adoración falsa, también hoy hablan frases piadosas y dan revelaciones que parecen glorificar a Cristo.

Así convencen a aquellos a quienes están engañando y los llevan a excesos emocionales, doctrinas falsas y en no pocos casos, a un asilo de alienados mentales todo está en la esfera física emociones, desmayos, gritos, cantos movimientos bruscos, y saltos. ¿Usaría el Espíritu Santo el cuerpo del creyente de esta manera? Cristo fue lleno del Espíritu como ningún otro; ¿se manifestó el Espíritu Santo en él de esta manera? No pero es la manera en que los espíritus malignos se manifiestan en los hombres. Cuando Cristo ordenó a los espíritus que salieran de aquellos a quienes habían poseído, algunos de estos espíritus desplegaban primeramente su poder sobre el cuerpo de sus víctimas.

No Conocéis las Escrituras

La presente falsificación de la obra del Espíritu, que ha logrado engañar a tantos, no podría haber tenido aceptación si no fuera por la ignorancia de la iglesia sobre la obra del Espíritu Santo. Pablo escribió:

"Y acerca de los dones espirituales, no quiero, hermanos, que ignoréis" (1ª Corintios 12:1).

Sin embargo, si hay algo que la iglesia de hoy ignora, es eso. Se enseña y se conoce prácticamente nada sobre las manifestaciones del Espíritu Santo en el creyente. El pueblo de Dios confía en los talentos del hombre. Sienten la necesidad del poder del Espíritu, de manera que cuando aparece una falsificación, están expuestos a la decepción. La ignorancia del creyente sobre las Escrituras hace que le sea posible a Satanás el citársela falsamente, maniobrando de esta manera para ponerle sobre una base Escritural falsa. De allí en adelante la obra de Satanás es comparativamente fácil.

Es significativo que los escritos de los que apoyan el Pentecostalismo, ya sea en la defensa de su posición o en la enseñanza de temas bíblicos, muestran una profunda ignorancia de las Escrituras, confiando en el razonamiento emocional, interpretaciones mal fundadas y conclusiones movidas por sus propios deseos. No es de sorprenderse que estén divididos aún sobre las doctrinas del Espíritu Santo y de la gracia. El hecho es que están divididos en un gran número de grupos y cada uno pretende ser el único que tiene la plena verdad. La presencia del Espíritu Santo da unidad y la verdad da unidad.

Sobre todo, la presencia de Cristo en medio de la iglesia da unidad. Estos también dan un poder que no tiene nada del hombre, una paz que nada nos puede quitar; una santidad que se manifiesta en la vida. El producto es la manifestación del Cristo vivo, santo, lleno del Espíritu, manso cortés; sus emociones, su mente, su corazón, siempre en completo control. Sus discípulos siguieron su ejemplo mientras él estaba con ellos y después que él les dejó.

No hallamos nada de esto en el Pentecostalismo.



¿Qué Debemos Hacer?

Debemos recordar donde estamos hoy en el desarrollo de los propósitos de Dios, según revelan las Escrituras. Es evidente que hay muchas señales inconfundibles que muestran que se está preparando el camino para la venida de Cristo, para recibir a los suyos y para la manifestación de la Gran Ramera y del hombre de pecado. No podemos fijar fechas pero debemos de estar velando comprendiendo las señales.

La condición de la iglesia hoy ha abierto el camino para el cumplimiento de algunos de los objetivos de Satanás, como ha sido profetizado.

La aceptación generalizada del error del Pentecostalismo, por causa de la muerte espiritual de la iglesia, es significativa nuestro Señor declaró en la parábola de la cizaña cuando la iglesia estuviera dormida. Así que, no debería de sorprender a los que conocen la Palabra de Dios el ver lo que está ocurriendo hoy. Es lo que fue predicho por nuestro Señor y por los profetas y lo que es inevitable en la presente condición de la iglesia. Una de las señales es de un aumento de la actividad de espíritus engañadores obrando prodigios mentirosos.

El Pentecostalismo es un falso avivamiento espiritual

Engañando al pueblo de Dios que está espiritualmente dormido y sin discernimiento, haciéndoles entrar cada vez mas en el error y en la derrota.

No es el único instrumento que está utilizando Satanás, hay otros y el Señor nos da una lista completa de los mismos en Mateo capítulo 13. Nos dio esta lista en la forma de siete parábolas; tres de éstas son:

(1) Vers. 24-30; 33-43. - La cizaña sembrada por Satanás mientras el pueblo de Dios dormía y, la dificultad de separar el trigo de los que han profesado falsamente ser creyentes, por lo parecidos que son.

(2) Vers. 31, 32. - La iglesia como un árbol en cuyas ramas los espíritus engañadores construyen sus nidos de falsas doctrinas, permaneciendo y obrando dentro de la iglesia.

(3) Vers. 33-35. - La levadura corruptora que había sido mezclada en las tres medidas de harina, que nos habla de la iglesia corrompida por la levadura contra la cual Cristo nos advirtió. (1ª Corintios 5:7-13)

Vemos todo esto en las iglesias de hoy, y se está difundiendo con rapidez.

Muchos del pueblo de Dios son engañados tolerando y teniendo comunión con aquellos que no están en completa obediencia a la Palabra del Señor.

¿Qué debería hacer el pueblo de Dios? La palabra de Dios es clara y enfática con respeto a nuestro deber: debe haber una verdadera y completa obediencia a la Palabra con respecto a la vida y testimonio personal del creyente, y un volver en forma completa al orden para la iglesia, que el mismo no a dado, una separación total de todo lo que es del mundo y del pecado. Entonces el Señor triunfante, que a vencido a Satanás y bajo cuyos pies están todas las cosas, se manifestará a si mismo en su iglesia en toda su autoridad, sabiduría, poder y gloria su triunfo final es seguro y reinará para siempre. Unámonos por lo tanto, a Él, aunque significa, y significará siempre el mismo precio "Salgamos, pues a él, fuera del campamento, llevando su vituperio".

¿Habrá alguna otra cosa que valga más que esto?
 
Ebenezer

El hablar en nuevas lenguas tuvo su origen el Dia de Pentecostes en Hechos capitulo 2.
Con los 120 que se reunieron en el Aposento Alto para esperar la venida del Espiritu Santo tal como se lo habia prometido Jesus.

Jesus les dijo que era necesario que El se fuera, pero que no los iba a dejar solos ni huerfanos. Que les enviaria el Consolador. Y a traves de El Consolador y por medio de EL, recibirian poder para hacer señales y prodigios y hablarian en otras lenguas.

Aqui nacio la iglesia de Jesucristo y aqui nacio Pentecostes. Y esta promesa es para todos los que creen en el Señor Jesucristo y le aceptan como unico y exclusivo Salvador :D


"Cuando llego el dia de Pentecostes estaban todos unanimes juntos. De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual lleno toda la casa donde estaban; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentandose sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espiritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, segun el Espiritu les daba que hablaran" Hechos cap. 2 :1-4


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Revista Aletheia nº1/2000

Dones y Vida Espiritual de la Iglesia ,los dones: Contexto Eclesial y Naturaleza Julián Mellado Hernández

Introducción

Quisiera empezar esta breve exposición sobre los dones espirituales con una reflexión personal. Siempre me ha preocupado este tema, no por el estudio del mismo, sino por las actitudes que se han dado entre creyentes. Ha habido demasiados conflictos en torno a la «cuestión carismática». Nos hemos enfrentado a causa de los dones del Espíritu, y muchas veces hemos ofendido al Espíritu de unidad. Me pregunto cuánto habré ayudado yo a ese conflicto, y pido perdón a Dios por tal atrevimiento. Los evangélicos debemos aprender a dialogar y confrontar nuestras diferentes perspectivas, en el amor del Espíritu. Pero quiero pensar que algo estamos avanzando. El mero hecho de que desde esta revista se haga el intento de exponer diferentes posiciones en un clima de respeto, puede ayudar a abrir caminos para aprender unos de otros. Creo que es importante recordar lo que dijo el apóstol Pablo: «Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido» (1 Co. 13:12).

Si esto lo decía el apóstol inspirado, cuánto más nosotros debemos ser conscientes de nuestras limitaciones. Esto no significa que no debamos buscar el entendimiento de Las Escrituras. Todo lo contrario. Es nuestra responsabilidad escudriñar Las Escrituras, con rigor, seriedad y humildad, escuchando a otros hermanos.

I. El Contexto de los Dones Espirituales.

Entrar a dilucidar directamente sobre los dones espirituales, sin entender su contexto eclesial es un error. Las Escrituras nos muestran que para entender los Carismas del Espíritu, debemos ahondar en la naturaleza de la Iglesia.

De nada nos sirve discutir sobre la vigencia o no de ciertos dones, si no entendemos para qué fueron dados, y en qué contexto deben ser ministrados. Cuando hablamos de los dones espirituales, estamos hablando de un aspecto de la Eclesiología.

El Nuevo Testamento deja claro que en el nuevo pacto, todos los creyentes son sacerdotes del Dios vivo. La Iglesia de Cristo, entendida como Templo, implica el ministerio de los sacerdotes. A partir de Pentecostés, la Iglesia tiene una naturaleza Pneumática. (No estoy defendiendo ningún concepto docetista de la iglesia). Jesucristo gobierna su Iglesia, a través de la autoridad de su Palabra y la obra de su Espíritu. Parte de esa obra consiste en la capacitación de los santos para que realicen la obra del ministerio que a cada uno corresponda. En Efesios 4:11-12, vemos como el Señor de la Iglesia constituye unos ministerios de liderazgo que tienen por fin la preparación de los santos. Este aspecto es muy importante desde un punto de vista pastoral y eclesial. Otro aspecto de esa preparación, son los carismas que el Espíritu del Señor reparte, según su voluntad.

Hablando de los dones espirituales, la Palabra nos dice: «Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1 Co. 12:11). ¿Cuál es el propósito de los dones?

«Así también vosotros, pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia» (1 Co. 14:12).

El contexto del ejercicio de los dones es la iglesia; son dados por el Espíritu de Dios, y tienen como fin principal, la edificación de la iglesia.

Hasta aquí, imagino, que habrá bastante consenso entre los evangélicos. Pero el problema surge cuando queremos determinar cuáles son los dones que están vigentes y cuáles no. Los argumentos en pro y en contra de la vigencia de los dones llamados extraordinarios han configurado las actitudes de las diferentes escuelas teológicas y de las iglesias, mostrando su influencia en el entendimiento de la Eclesiología. La posición que quiero exponer es la de la vigencia de todos los carismas del Espíritu mientras sea necesario edificar la iglesia. La iglesia como agente del Reino de Dios encarna el ministerio de Jesucristo a través del ejercicio de los dones. Un ministerio que nunca debe estar divorciado del carácter de Cristo, por lo que en toda consideración de este tema, debe ir acompañada de una vivencia de los frutos del Espíritu. Así lo entiende el apóstol Pablo, quien en 1 Corintios, al escribir acerca de los dones, inserta, casi en forma de «cuerpo extraño» una consideración del amor (1 Co. 12-14). Si los dones son capacidades espirituales dadas por Dios por pura gracia, (Jaris), la recomendación de Pablo en ese capítulo es de extrema importancia. Nos enseña que solamente es legítimo el uso de los carismas cuando realmente edifica la iglesia, lo cual sólo se puede hacer con el amor de Dios.

Cualquier uso de los dones, no ejercido desde el fruto del Espíritu (ver Gá. 5:22-23) no puede edificar y traería un abuso de consecuencias nefastas. Este fue el problema de la iglesia de Corinto. Esta epístola nos muestra que puede haber un mal uso de esas capacidades espirituales, que necesitan ser corregidas.

Actualmente están surgiendo nuevas formas de entender los carimas. Se está introduciendo la idea de que el creyente debe alcanzar (por su consagración) unos niveles de espiritualidad, llamados unciones, que le capacitarán para ejercer los dones más extraordinarios. Esto es una negación de lo que nos enseña la Palabra. Si son dones, entonces son dados por la gracia de Dios y según su voluntad (1 Co. 12:11).

Otro aspecto a tener en cuenta, es que se comete un error al querer separar los dones en extraordinarios y ordinarios. Si provienen todos del Espíritu, entonces todos son extraordinarios. El que a nosotros nos parece más «normal», el don de servicio que el de profecía, es debido a una evaluación basada en presupuestos a priori, pero no de una exégesis y hermenéutica bíblicas. Quizás la Escritura sí expone una clasificación general con respecto a los dones. No en cuanto a su naturaleza pero si en cuanto a su uso.

«Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén» (1 P. 4:10-11).

El ejercicio de los dones está relacionado con la administración de la multiforme gracia de Dios. De ahí la responsabilidad del creyente. El texto parece indicar que esa administración se realiza básicamente de dos maneras, ejerciendo aquellos dones que tienen que ver con hablar y aquellos que tienen que ver con ministrar. Pero si alguien habla conforme a las palabras de Dios, o ministra con su poder, ¿significa que todo lo que diga o ministre, proviene del Espíritu? Si Pablo ya advierte contra un mal uso de los dones, y se nos llama a discernir, es que el asunto no es tan sencillo.

Siempre hay quien reclama «la autoridad del Espíritu» para justificar sus extravagancias, que tanto daño hace al testimonio de la iglesia. Hay quien llamándose «los ungidos», desarrollan actitudes de mediación entre Dios y los creyentes (ya que ellos son los que «reparten la unción») que sólo pertenecen a Jesucristo (1 Ti. 2:5). Todos los creyentes están ya «ungidos» desde el momento en que recibieron al Espíritu de Cristo cuando se convirtieron (Ro. 8:9). Además de que cualquier actividad que el Espíritu Santo realice en la iglesia apunta siempre a Cristo. Aún el uso de los dones se da en el contexto del Señorío de Cristo. No existe un «Espíritu» autónomo, sin referencia a Jesucristo. Al Espíritu Santo se le llama el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9). El Espíritu vino para glorificar a Cristo (Jn. 16:14). Por lo tanto toda actividad carismática tiene su punto de referencia en la persona de Jesucristo, tal y como viene revelado en las Escrituras. Esto nos ayudará a entender la verdadera naturaleza de los dones del Espíritu.

II. La Naturaleza de los Dones Espirituales.

Existen diferentes puntos de vista sobre la naturaleza de los dones. Principalmente se dan tres supuestos1.

El primero es el que considera los dones como capacidades naturales. Lo podríamos llamar como «talentos santificados». De ahí que se dice que hay dones de música, o que un médico cristiano ejerce el don de sanidad. Esta visión de los dones no hace justicia a lo revelado en el Nuevo Testamento. Si son talentos naturales, significa que nacemos con ellos o los adquirimos en nuestro crecimiento personal. En todo caso uno puede tener esos talentos antes de ser cristiano. La actividad del Espíritu sería solamente santificar, y ayudar a que glorifique a Cristo. Estoy de acuerdo en que los talentos naturales deban estar al servicio de Dios, pero si algo enseña el Nuevo Testamento es que los carismas son dados por el Espírtu Santo al creyente (1 P. 4:10).

Esta teoría parte más bien de una actitud racionalista que niega los aspectos sobrenaturales de la fe.

Otro punto de vista refleja la posición totalmente contraria. Es la idea de que los dones son totalmente sobrenaturales. Se niega que haya una implicación humana. Es una especie de «posesión» del Espíritu Santo, el cual utiliza el cuerpo humano pero anula la mente. Por lo tanto todo lo que ocurre tiene la absoluta autoridad y garantía de Dios. Si se ejerce el don de profecía, lo que se dice es inspirado, y exento de error. No se ejerce discernimiento alguno, pues sería juzgar, según se dice, al mismo Espíritu Santo. Los abusos en este terreno, han traído mucha confusión y dolor. Este concepto del ejercicio de los dones es de naturaleza mística, y contiene un concepto mágico de los mismos. Tiene su atractivo, pues su presentación es casi siempre espectacular. Los cristianos de hoy deben aprender a discernir a la luz de la Palabra, todas las experiencias a las que se ven expuestos. No es pecado exponer a examen a cualquier don. Es una responsabilidad que debe ejercerse con amor, respeto y rigor. La falsa espiritualidad puede entretener, pero nunca edificar.

El tercer punto de vista, es el bíblico. Es aquel que presenta la naturaleza encarnacional de los dones. El pastor de Asambleas de Dios, David Lim lo explica de esta manera:

«Esto quiere decir que Dios obra a través de los seres humanos. Los creyentes le somenten su mente, corazón, alma y fortaleza a Dios. Consciente y voluntariamente le entregan todo cuanto son. El Espíritu los capacita sobrenaturalmente para ministrar más allá de sus posibilidades, al mismo tiempo que expresa cada don a través de su experiencia en la vida, su carácter, su personalidad y su vocabulario. Esto no disminuye de manera alguna su eficacia, sino más bien le permite a la congregación poner a prueba su veracidad bíblica y su valor de edificación»2.

Esta es una valoración importante, que se mantiene dentro de los límites de la Palabra. A la vez que vindica el carácter sobrenatural de los dones, expone su naturaleza encarnacional que no excluye el factor humano. Desaparece el aspecto «naturalista» y el «mágico» que vimos en los otros dos puntos de vista. Esto nos abre camino para entender mejor los dones que nos parecen más extraordinarios, y que pueden presentar algún problema con la autoridad de Las Escrituras.

III. La Autoridad de las Escrituras y los Dones

Las Escrituras deben establecer la libertad y los límites del uso de los dones. Precisamente debido al factor humano y a su naturaleza encarnacional, debemos prestar atención a las indicaciones que nos da la Palabra de Dios. Una de las cuestiones más espinosas es aquella que se refiere al uso del don de Profecía, ya que aparentemente desafía la suficiencia y la autoridad de la Biblia. Si el concepto que se defiende de los dones es el de tipo mágico, es innegable que tal conflicto se da ¿Cuál es la Palabra de Dios? ¿Tiene la misma autoridad el don profético que las Escrituras? Si el uso del don es con referencia a una inspiración del Espíritu, entonces lo que dice el profeta es inspirado y obviamente entra en conflicto con la «Sola Escriptura». Quizás demasiadas veces se presenta de este modo el don profético, levantando protestas y polémicas, que se podrían evitar, si se presentara el uso del don, dentro de los principios bíblicos. Pero si valoramos el don profético en su naturaleza encarnacional, vemos que esos escollos se pueden resolver. El Pentecostalismo histórico siempre ha defendido la suficiencia y la autoridad de la Biblia, reconocida como la única Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo. El profetismo del Nuevo Testamento no tiene las mismas características que el profetismo del Antiguo Testamento. Los profetas hebreos del antiguo pacto, eran los hombres inspirados por Dios para escribir las Escrituras. Su inspiración era verbal y plenaria además de tener la garantía de la inerrancia. Lo que ellos dijeron y registraron es la Palabra de Dios. De ahí las severas penas para aquel que profetizara sin ser enviado por el Señor. En el Nuevo Testamento los encargados de registrar las palabras del Nuevo pacto, fueron los hombres apostólicos (no los profetas). Los únicos que fueron inspirados por el Espíritu Santo.

Por tanto, el profeta del Nuevo Testamento, no es inspirado, sino iluminado por Dios, para transmitir una dirección concreta a la congregación. No es inerrante. Por eso nos enseña el apóstol Pablo lo siguiente: «Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzgen» (1 Co. 14:29). ¿Se juzga acaso lo que está inspirado? ¿Se juzga la Palabra de Dios? Obviamente no. Podemos ver que aunque lo que da el profeta tiene su origen en un operar del Espíritu, lo que dice no es Palabra de Dios. Sí es una dirección, una iluminación sobre las intenciones del Espíritu, pero dado de forma encarnacional. Por eso nos dice Pablo: «Y los espíritus de los profetas estan sujetos a los profetas» (1 Co. 14:32).

Podemos ver que el factor humano, es el que ejerce control sobre el uso del don profético. La congregación debe ejercer su responsabilidad en discernir y juzgar si la profecía no contradice la Palabra de Dios. El control que ejerce el Espíritu Santo cuando inspira a un escritor de la Biblia (de ahí la inerrancia) no es ejercida sobre el don profético. Pero tampoco estamos diciendo que todo proviene del factor humano. La profecía no es reflexión intelectual. Es obra del Espíritu Santo. Dios suscita esos pensamientos, que el profeta debe comunicar, pero dentro de la libertad y la limitación que le da La Palabra.

Otro aspecto a tener en cuenta es que el don profético no es de tipo revelacional. No aporta Revelación, a modo de completar el Nuevo Testamento. Su función la determina las Escrituras con bastante claridad: «Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación» (1 Co. 14:3) Quizás donde mejor podemos ver esa naturaleza encarnacional del don de profecía es en el texto, donde hablando de los dones recibidos por gracia, Pablo nos dice: «...si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe» (Ro. 12:6).

He querido concentrarme en el don profético por ser aquel que quizás, levanta más interrogantes. Pero también por ser aquel en el cual se dan más abusos, dejando tras de sí auténticas víctimas de la credulidad. Pero eso no significa que no hay un uso correcto y apropiado del don dentro del contexto de la iglesia local. Al igual que el apóstol Pablo, no se trata de prohibir sino de corregir y enseñar conforme a la Palabra. Y es desde esa Palabra, la única y la única autoridad en materia de fe y conducta, que ponemos nuestra atención cuando nos dice: «No apaguéis al Espíritu, No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno» (1 Tes 5:20).

IV. La Diversidad de Dones.

En este apartado he seguido la excelente exposición de David Lim (Teología Sistemática, Una perspectiva pentecostal, Editado por Stanley M. Horton. Vida) con el cual estoy en deuda.

Hay diversidad de dones espirituales. Ninguna lista tiene el propósito de ser exhaustiva. Esa diversidad resalta el carácter dependiente del uso de los dones. Nadie se basta a sí mismo para edificar el Cuerpo de Cristo. Cada uno ejercerá su ministerio según los dones que haya recibido. Pero todos los miembros del Cuerpo necesitan a los otros. Los dones pues se complementan. Cualquier independencia, autopromoción e individualismo, niega lo que la Palabra enseña en cuanto al uso legítimo de los ministerios.

En el Nuevo Testamento encontramos diferentes listas de dones. Las encontramos en Romanos 12, 1 Co. 12-14 y 1 P. 4.

David Lim nos indica: «A partir del uso que hace Pablo dos veces de la palabra griega héteros («otro de una clase distinta») en 1 Co 12:6-8, podemos ver los dones divididos en tres categorías de dos, cinco y dos dones respectivamente»3

Esta división es representativa pero no exhaustiva, pues se basa sólo en 1 Corintios. Pero puede ayudar a comprender los diferentes enfoques que la Palabra da a los carismas.

Dones de enseñanza (y predicación). El mensaje de sabiduría. El mensaje de conocimiento.

Dones de ministerio (a la iglesia y al mundo), Fe, Dones de sanidades, Poderes milagrosos, Profecía, Discernimiento de espíritus.

Dones de adoración, Diferentes clases de lenguas, Interpretación de lenguas.

En la iglesia local, la forma de ejercer los ministerios y el uso de los dones, mostrarán la madurez de la congregación. La iglesia debe comprender que es el Espíritu de Dios quien da los dones y que no se trata de una nueva «meritología» (1. Co 12:12-31). Debido a que los ministerios tienen como objetivo la edificación de la iglesia, el creyente debe ser instruido en el camino más excelente. (1 Co 13:1-13). Esto es de enorme importancia. El apóstol trata de enseñar que aunque es importante el don de lenguas, por estar dirigido a Dios, les muestra que el don de profecía tiene más utilidad por estar dirigido a la congregación. A no ser que haya interpretación lo que traería bendición a la congregación en un espíritu de alabanza (1 Co 14:1-5). El Apóstol exhorta a la madurez del creyente que busca siempre la edificación del hermano, aún a expensas de sus propias experiencias espirituales que sólo le edifican a él (1 Co 14:6-21) Pablo sigue enseñando sobre el uso correcto de los dones para que no sean tropiezo ni al hermano ni al incrédulo. Para ello muestra las diferentes funciones que tienen especialmente los dones de lenguas y profecías por su expresividad en la congregación (1 Co. 14:22). Es importante pues, que cuando la iglesia se reúne, haya un cierto orden y un correcto uso de los carismas (1 Co. 14:23-33). Ese orden tiene también que ver con otras cuestiones que ayudan a hacer todo decentemente y con orden. (1 Co. 14:34-40).

V. Cuando Venga lo Perfecto.

Quizás donde se da la mayor controversia entre evangélicos, es en el tema de la

vigencia de los dones. Muchas veces la controversia se ha centrado en las palabras del apóstol Pablo: «El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará»

(1 Co 13:8-10).

Nadie duda de que el ejercicio de los dones acabará algún día. Pero ¿cuándo? Muchos creyentes piensan que lo «perfecto» que pondrá fin a los dones (al menos los llamados extraordinarios) es el establecimiento del Canon neotestamentario. Ya tenemos la Revelación completa y por lo tanto ya no hace falta seguir con el ejercicio de ciertos dones. Otros consideran que lo «perfecto» en el sentido de «maduro», es el ejercicio del amor, al cual cuando una congregación alcanza esa madurez ya no necesita ciertos carismas. Todos estos argumentos (y otros) tienen su valor. Unos por dejar muy claro la autoridad única del Nuevo Testamento, y otros por enfocar la madurez como el ejercicio del amor cristiano. (Existen otros argumentos que no puedo considerar por el momento). Pero para el Pentecostalismo histórico estos argumentos no reflejan la totalidad del pensamiento del apóstol. El texto de 1 Co. 13:8-13 está encuadrado en un contexto más amplio que trata del correcto uso de los dones, debido a los abusos y errores en la práctica de los creyentes de Corinto.

En ese contexto, Pablo trata de establecer la verdadera importancia de los carismas del Espíritu. Son dados por Dios, para edificación, tienen un cierto orden, etc... El problema que había en Corinto, era que los dones eran tomados como «créditos» espirituales. Ciertos dones eran más valorados que otros. Pablo tiene que corregir esa mala interpretación que acabaría en el orgullo espiritual. Inserta el capítulo del amor, para mostrar lo que de verdad es «el camino más excelente», es decir, lo que de verdad acredita la espiritualidad de un creyente. Para ello muestra que todo lo referente a los dones, especialmente los más llamativos (lengua, profecía, ciencia), pertenece a un estado de la iglesia en la que debe ser edificada. Si todavía hay que edificar, es que no está todavía en su plenitud. Así que el apóstol enseña que los dones se ejercen desde las limitaciones propias de lo que «es en parte». Por lo tanto no hay por qué «sacralizarlos». Tienen su utilidad, mientras haya que edificar la iglesia o trabajar a favor del Reino de Dios, que tenemos ahora en primicia. Ahora bien, sí hay algo que podemos vivir y que tiene un valor superior al uso de los dones: el fruto del Espíritu.

«Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor» 1 Co. 13:13.

Así podemos reconocer a los que de verdad están madurando y creciendo en Cristo. Cuando llegue el día en que la iglesia entre en su plenitud, ya no harán falta los dones, pero el amor permanecerá.

Evaluación Final

Este artículo presenta lagunas y deficiencias, lo sé y lo admito. Por un lado debido al espacio concedido para hacer la reflexión, y por otra mis propias limitaciones. Estoy aprendiendo, y reconozco que no domino todos los aspectos de estos temas. Pero pienso, que he tratado de aportar una visión que puede ayudar a un entendimiento y a aclarar malentendidos. No sé si lo he logrado.

La Biblia es la única Palabra de Dios inspirada por el Espíritu y desde una correcta exégesis y hermenéutica, practiquemos los dones en el amor de Jesucristo, para

edificación.

Julián Mellado

Ex-Director del Instituto Nacional

y Seminario Teológico por Extensión(INSTE)

Miembro de la Comisión de Teología de la A.E,E.

Madrid
 
Algo extenso pero de lectura recomendada


De la misma revista Aletheia http://www.lander.es/~aee/indice/revistas.html:


Teología Bíblica

EL ESPÍRITU SANTO, LOS DONES Y LA IGLESIA:

UNA REFLEXIÓN PARA HOY Y MAÑANA Pablo Wickham

Introducción

o es una pretensión de este artículo repetir o abundar en el excelente material sobre el tema contenido en el último número monográfico de Alétheia, sino provocar a la reflexión en torno al tema y sacar conclusiones prácticas. Por esa razón, no espere el lector un estudio minucioso del tema o parte de él. Es aconsejable que haya leído antes el susodicho número (nº 16); por mi parte, estoy de acuerdo con la casi totalidad de lo que allí afirman los hermanos Stuart Park, Juan Camafort, José Grau, Jaime Fasold, Julián Mellado y José de Segovia. Constituye el punto de partida bíblico obligado para las consideraciones que hago a continuación; la tarea que me he propuesto es más bien de énfasis y consideración práctica de cómo hacer frente a la situación actual que atraviesan nuestras iglesias.

Vamos a plantear el tema según el bosquejo que sigue:

I. El obligado marco bíblico-eclesiológico;

II. La trascendencia del tema en la actualidad;

III. El «Éxodo» que necesitamos (Conclusión).

En nuestros días estamos asistiendo a uno de los mayores «espectáculos» satánicos en la historia de la Iglesia: la transformación de la «planta nuclear» del poder espiritual en un terrible «Chernobil» contaminante y destructor que afecta a millones de creyentes. Lo verdaderamente trágico es que pocos se dan cuenta de que están siendo timados y despojados de lo más importante que poseen: el poder y la gracia abundantes del Don inefable enviado por el Padre y el Hijo en Pentecostés. Satanás, el vil perpetrador de este crimen de lesa majestad, ha conseguido empujar a posturas doctrinales y prácticas igualmente extremas y enfrentadas entre sí a grandes sectores de las iglesias evangélicas, con tanto éxito, que se está frenando la evangelización efectiva, confundiendo y devaluando la adoración y separando las buenas obras de servicio al prójimo del testimonio global. El resultado está a la vista: una triste cosecha de confusión, frustración, desánimo y división, no sólo entre denominaciones sino en y entre las congregaciones locales, de tal suerte que se ha mermado seriamente la credibilidad del único representante que el trino Dios ha dejado en la tierra: su Iglesia.

I. El Obligado Marco Bíblico - Eclesiológico.

La sección siguiente forma parte del artículo «El Espíritu Santo y sus dones» publicado en Edificación Cristiana en octubre de 1995, y se emplea aquí con permiso de la Mesa de Redacción.

1. El Espíritu Dador y Administrador

1.1. El Espíritu Dador. Por su misma naturaleza tan rica, bondadosa y generosa, el trino Dios derrama siempre, a manos llenas, toda clase de dones sobre sus criaturas. Como Creador, sus dones físicos en la Creación y en el sostenimiento de lo creado hinchan cielos y tierra; como Redentor, sus dones espirituales múltiples salvan y santifican a los que le aman en toda suerte de situaciones, por medio de la Persona y Obra de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Cuando el Apóstol exclama en 2 Co. 9:15: «Gracias a Dios por su Don inefable», se refiere a todo cuanto se deriva del Padre, por medio del Hijo y del Espíritu Santo, por pura gracia (véase Sant. 1:17 y Ro.5:1-5). Los apóstoles Juan y Pedro también se refieren a esta entrañable faceta del carácter y obra de Dios (Juan 3:16; 1 Juan, caps 4 y 5; 2 P. 1:4 y ss., etc.), pero en cada página del Nuevo Testamento podemos ver esta expresión de amor, partiendo de las místicas relaciones entre las tres Personas de la Trinidad, quienes viven en una constante entrega mutua. Por ejemplo, vemos que la Iglesia, compuesta por hombres y mujeres redimidos por la sangre de Cristo, es toda ella un regalo de amor del Padre al Hijo (Jn. cap. 17), mientras Jesucristo vive continuamente entregado por amor a la voluntad de su Padre.

Desde principio a fin, pues, los propósitos salvíficos de Dios nos llegan en la inmensa «canasta» de su gracia multicolor al empuje de su amor, constituyendo por ello una provisión completa para toda nuestra necesidad física y espiritual desde el momento de nuestra elección en Cristo «antes de la fundación del mundo» hasta la eternidad que nos espera. Pablo describe la meta o propósito principal de la Iglesia como «La alabanza de la gloria de su gracia» (Ef. 1:6,12,14), enlazando así las dádivas de Dios con la manifestación de su carácter, su gloria, que implica nuestro testimonio en el mundo hasta que Cristo vuelva. Hemos de recordar que, para todo lo que esto supone Él «suplirá toda (nuestra) necesidad según sus riquezas en gloria por Cristo Jesús» (Fil. 4:19), y por eso mismo, que no tenemos excusa alguna si nuestra vida particular o comunitaria resulta raquítica o pobre o nuestro testimonio, defectuoso. Porque si el trino Dios es nuestro Pastor, según el Salmo 23, nada nos puede faltar para la plena y gozosa realización de sus propósitos ahora y en el futuro, y nos podemos dejar confiadamente en las benditas manos del «Espíritu de vida en Cristo Jesús» (Ro. 8:3-4), quien irá formando en nosotros esa semejanza de nuestro Señor y Maestro, preparándonos cual esposa para las Bodas del Cordero prontas a celebrarse.

El hecho de que Dios es, pues, por definición un Dios que se deleita en dar, marca la pauta para la manera de ser que Él espera tengan sus hijos. Jesús dijo «De gracia recibistéis, dad de gracia», dándonos un vivo ejemplo de cómo tal trasvase espiritual se tiene que efectuar en el contexto de una vida que le agrada y glorifica. Pero para tal manera de vivir, necesitamos la plenitud del Espíritu Santo como vemos en la plegaria insistente del Apóstol de que los creyentes sean «llenos de toda la plenitud de Dios» (Ef. 3:19 y contexto).

Tanto el fruto como los dones forman parte de todos los inmensos recursos de la gracia que el Padre pone a nuestra disposición. Nos recuerda no sólo que «sin Él nada podemos hacer», sino que, desde principio a fin «de Él, y por Él y para Él, son todas las cosas» (Ro. 11:36). ¡Cuánto nos tiene que alentar y ayudar el recordar este carácter dadivoso por antonomasia del Dios todopoderoso que es, a la vez, el «Padre celestial que sabe nuestra necesidad antes de que se lo pedimos»!

1.2. El Espíritu administrador. J. Elder Cumming, en su libro sobre el Espíritu Santo, resume muy bien la importancia de esta faceta del Paracleto: «Desde el día de Pentecostés el Espíritu Santo ha desempeñado una nueva función: la administración de todos los asuntos de la Iglesia de Cristo (subrayado nuestro). En aquel día fue instalado como el Administrador de la Iglesia para todas las cosas. Ha sido revestido de tal autoridad que da su nombre a toda esta dispensación. Hasta (la Segunda Venida de Cristo) vivimos en la época pentecostal y bajo el gobierno del Espíritu de Dios1. También dice Oswald Sanders: «En la Encarnación, un cuerpo físico fue preparado para el Hijo de Dios, por medio del cual podía identificarse con los hombres y llevar a cabo su salvación. No hubo tal encarnación para el Espíritu de Dios, sino que su vehículo de expresión y ministerio es el Cuerpo místico de Cristo, la Iglesia».2

¿Cuáles son las actividades administrativas que ejerce el Espíritu de Dios? Podemos discernir tres principales, que por razones de espacio sólo podemos comentar muy brevemente aquí:

1.2.1. La selección, llamamiento y nombramiento de los oficiales de la Iglesia: los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, los que el Apóstol describe por medio del empleo de la palabra domata, que les distingue netamente de los carismata o dones generales o talentos que cada creyente posee en mayor o menor grado. La primera palabra refleja que los dones (domata) son las mismas personas, la segunda tiene que ver con las capacidades que se encuentran en cada persona. Baste recordar aquí, con respecto a los domata, que con frecuencia se olvida que sólo el Espíritu administrador, no las iglesias, es soberano, y que a menudo cuando éstas se encargan ellas mismas de escoger o disponer de sus líderes lo que mejor les parezca, sin contar con Él, que los resultados pueden ser funestos para el progreso del Evangelio y la edificación de la Iglesia.

1.2.2. El reparto soberano y el uso inspirado de todos los demás dones (los carismata o dones generales) entre la totalidad de los miembros de la Iglesia. La mera posesión de un don o dones no constituye en sí ni el llamamiento divino a

emplearlos, ni da derecho a hacer uso de ellos sin contar con los demás miembros. Sólo indica donde podría radicarse el servicio de cada persona, dadas las demás condiciones necesarias, como el reconocimiento del don o los dones por los líderes y demás miembros de las iglesias locales, la madurez espiritual manifestada en el fruto del Espíritu, las necesidades de la iglesia en cuestión, etc.

1.2.3. La dirección y capacitación para el funcionamiento correcto de los ministerios y actividades de los dones mismos, tanto de los domata como de los carismata, depende de la soberana voluntad del Espíritu. Con este epígrafe, queremos significar los recursos, de poder, guía y autoridad necesarios para el funcionamiento eficaz de cada don, en estrecha interdependencia con los demás que están interrelacionados con él.

Toda esta obra directiva y administrativa tiene una importancia capital para lo que sigue.

Todas las herejías y conflictos doctrinales en la historia de la Iglesia han surgido invariablemente de errores de énfasis y valoración, operando en todo ello la conocida «ley del péndulo» que el diablo sabe utilizar mejor que nadie para sus fines ruines. Y al sobreenfatizar la Persona y Obra del Espíritu en detrimento del Padre y del Hijo, y luego los dones en vez del mismo Dador, o lo espiritual más que lo corporal o material, ya se cae en el olvido del obligado marco de referencia del tema, que es el Señor y su Iglesia. Como bien puntualiza Jaime Fasold: «(La) mucha polémica se debe, en parte, a la tendencia humana de estudiar únicamente los temas que nos interesan, en lugar de indagar en todo el consejo de Dios. Para que el creyente tenga un entendimiento acertado de los dones espirituales, es menester adquiera un conocimiento de las demás obras maravillosas del Espíritu, y que sepa situar los dones espirituales dentro del marco de esas operaciones divinas. Por ejemplo, su obra de regenerar, sellar, bautizar, llenar y morar en cada creyente. La concesión de dones espirituales a los creyentes no es la única obra que el Espíritu Santo ha realizado, sino sólo una entre varias»3. A esto podemos añadir el comentario de Julián Mellado: «Entrar a dilucidar directamente sobre los dones espirituales, sin entender su contexto eclesial, es un error. Las Escrituras nos muestran que para entender los Carismas del Espíritu, debemos ahondar en la naturaleza de la Iglesia. De nada nos sirve discutir sobre la vigencia o no de ciertos dones, si no entendemos para qué fueron dados, y en qué contexto deben ser ministrados. Cuando hablamos de los dones espirituales estamos hablando de un aspecto de la Eclesiología»4.

II. La Trascendencia del Tema en la Actualidad

Bajo este apartado hemos de hablar de la vigencia de los dones, de la relación que guardan entre sí en cuanto a importancia relativa se refiere, de su funcionamiento correcto como parte integral de la vida y servicio del creyente, de la urgencia de recuperar para la Iglesia todo lo que el Señor quiere darla hoy, y de algunas áreas prioritarias irrenunciables que precisan esa atención urgente.

1. La vigencia de los dones del Espíritu.

En gran parte la situación de conflictividad que existe en orden a los carismas espirituales se debe a diferencias de interpretación del concepto de su vigencia. No puede significar -como argumentan los llamados «cesacionistas»- que algunos de estos dones han sido «retirados de circulación», puesto que esto implicaría renunciar al cumplimiento del propósito por el que fueron dados y daría a entender que la misma comisión divina había sido sustituida por otra distinta. Pero tampoco quiere decir que todos los dones son igualmente operativos en todas las épocas y por lo tanto disponibles para todas y cada una de las iglesias. Un ejemplo puede ser el don de apóstol. Este tuvo que ver con la época fundacional de la Iglesia y su permanencia hoy -desaparecidos definitivamente los domata (personas) originales-, está fijada para siempre en la obra escrita de ellos, el canon del Nuevo Testamento. Así que podemos decir que este don es vigente en cuanto al cumplimiento de su papel fundacional, pero no resurge en más personas ya, no se reparte más de esta manera. Lo mismo se puede decir, como muy bien ha argumentado José Grau, del don de profeta (también domata, persona).

En cuanto a las manifestaciones claramente milagrosas, como sanidades, lenguas y su interpretación, es evidente que no se han manifestado uniformemente en toda la historia bíblica sino en ciertos períodos especiales, y observamos el mismo fenómeno en los veinte siglos de la historia de la Iglesia. A. Kuen resume muy bien la postura que rechaza la cesacionista, cuando escribe: «La historia nos enseña que los dones milagrosos de Dios no han desparecido con el primer siglo... Además de los doce apóstoles, el Nuevo Testamento menciona a otros... el misionero en la obra pionera aún realiza la misma función. ¿Por qué tendrá que tener menos necesidad que (ellos) de las «señales y milagros» para acreditar el Evangelio en terreno virgen? De hecho, la evangelización pionera ha sido frecuentemente acompañada de manifestaciones extraordinarias del Espíritu»5.

La interpretación «cesacionista» basada en una exégesis errónea de 1 Corintios 13:8 y ss., viene a negar a Dios su derecho de echar mano de los dones que Él quiera usar para apoyar el testimonio del Evangelio y edificar y guiar a su Iglesia, y por eso es inaceptable (véanse A. Kuen6, Juan Camafort7, Julián Mellado8 y Pablo Wickham9 para los argumentos que apoyan esta postura).

Lo permanente y lo vigente en orden a los dones ha de ser siempre el propósito divino que los avala y controla, algo que queda muy claro en Ef. 4:11-16, el único punto de partida válido para situar todo el tema en su perspectiva teólogica y cristológica. Y esto nos lleva a...

2. La importancia relativa de los distintos dones.

Todo lo que Dios da a su pueblo es importante por el mero hecho de serlo, pero esto no quiere decir que los distintos dones tienen la misma importancia. Todos edifican, pero no de la misma manera ni con la misma eficacia. Si no fuera así, Pablo no hubiera exhortado a los corintios a «buscar los mejores dones»10 , con clara referencia a los que edifican positivamente la congregación. Estoy de acuerdo con Juan Camafort cuando opina que «Posiblemente el don que menos utilidad tenga hoy sea el de la glosolalia, y otros menos espectaculares sean más necesarios»11, porque el mismo Pablo declara que prefiere hablar cinco palabras normales para edificar a sus hermanos que diez mil en lengua extraña, puesto que «el que habla en lengua extraña (sólo) se edifica a sí mismo, mientras el que profetiza edifica la iglesia»12. La única justificación para su uso público, según Pablo, es si se le interpreta, porque esto lo transforma en una profecía y por lo tanto entendible a los oyentes. Ahora bien, cuando el Apóstol escribió su carta, no se había cerrado todavía el canon de las Escrituras, y su postura cautelosa en cuanto a que las lenguas puedan tener cierto valor para edificación pública, se justifica, pero hoy en día, ¿qué necesidad tenemos de este don cuando aún las manifestaciones proféticas quedan supeditadas a la Palabra escrita? (ver Wickham 13).

Lo que acabamos de afirmar, sin embargo, no puede decirse en cuanto a los otros dones objeto de polémica en nuestros días, como son, v.g., los milagros de sanidad. Como hemos visto, puede que no sean igualmente necesarios en todas las épocas, pero sí está claro que su valor testimonial es enorme en ciertos momentos de avance espiritual. Probablemente serían más frecuentes si los creyentes y las iglesias en general fuesen personas y comunidades más fervientes, llenas de fe y que practicasen más asiduamente la oración. Volveremos sobre este punto al final. Nuestra firme convicción es que todos los dones son vigentes y con la excepción de los domata de apóstoles y profetas de Ef. 4:11-12, todos son disponibles a las iglesias, bajo el control del Espíritu Soberano.

3. «Por sus frutos los conoceréis», no por sus dones.

Si los sobreénfasis y las sobrevaloraciones que se ven hoy en día resultan en conflictos, recelos y enfrentamientos entre los creyentes, con su triste secuela de iglesias y grupos divididos y muchos hermanos sencillos escandalizados, es evidente que estamos ante algo que no puede proceder del Espíritu administrador y unificador. Muy posiblemente estos fenómenos son satánicos, bien que no hemos de culparle a él por nuestra carnalidad y falta de equilibrio y perspectiva. Los dones no pueden funcionar correctamente en un vacío moral y espiritual; su uso en tales condiciones no hará más que dañar y disminuir el Cuerpo, ya que el gran propósito de la edificación de éste es la madurez en Cristo (Ef. 4:13). Tanto los dones de un creyente como los móviles e intenciones detrás de su funcionamiento, han de operar bajo las poderosas energías del Espíritu que los dio; de otra manera harán más daño que bien. Por experiencia en la obra pastoral durante muchos años, podemos afirmar sin ambages que se puede hacer mucho más con un creyente sencillo con pocos dones pero que manifiesta el fruto del Espíritu en un carácter maduro, que con un superdotado carnal que busca su propio encumbramiento.

4. Es urgente recuperar todo el equipamiento que el trino Dios nos ha

provisto.

Si es verdad que el Señor, según uno de sus más hermosos títulos, es el Dios que «siempre provee y proveerá» para su pueblo14 cuanto necesite para llevar a cabo sus propósitos, se sigue que lo hará igualmente para la capacitación y equipamiento de su Iglesia mientras su Hijo no vuelva. Esto quiere decir que seguirá poniendo a la disposición de los suyos toda la gama de los dones, como hemos visto anteriormente. Con su actitud cerril de rechazo a varios de los dones -lo cual equivale a rechazar la libertad del Dador y privarse de recursos importantes de su gracia-, los que defienden la postura cesacionista limitan mucho sus posibilidades de cumplir plenamente la gran comisión en la actualidad. Pero su error no termina ahí, porque a menudo esta postura dogmática se asocia con una especie de fatalismo en cuanto a los últimos tiempos y merma tanto su celo misionero como su voluntad de luchar con armas espirituales contra el avance de las huestes del maligno.

El otro extremo, caracterizado por la búsqueda afanosa de lo extraordinario y espectacular, las experiencias místicas y esotéricas, es igualmente estéril a la larga -aunque es más fácil rectificar a tiempo, como está pasando últimamente en algunos círculos carismáticos y pentecostales-, porque es una postura contraproducente. Al intentar adueñarse prácticamente de los dones más espectaculares, relega a segundo término o quita importancia a los otros dones «normales», lo que crea más confusión y fomenta más división entre sus partidarios al par que distrae la atención de la tarea principal. Tales manifestaciones exageradas y sensacionalistas provocan un rechazo y levantan barreras de oposición totalmente innecesarias entre los inconversos.

No debemos caer en ninguna de estas posturas extremas, sino buscar activamente una vía media que refleje la doctrina novotestamentaria acerca del Espíritu Santo y sus dones en el marco de una eclesiología cristocéntrica. Para ello, a mi entender, hemos de tener claras ciertas prioridades irrenunciables que se necesitan para hacer frente a las diversas responsabilidades de nuestro cometido, lo que pasamos a considerar a continuación.

5. Algunas prioridades irrenunciables que precisan esa atención urgente.

Después de unas consideraciones generales, señalaremos brevemente cuatro áreas prioritarias, que son: la adoración, la edificación, la evangelización y la obra social.

La importancia de tener bien claro cuáles son las prioridades divinas, se nos reflejan a través de dos conceptos relacionados: 1) Dado que están a nuestra disposición todos los dones, no sólo tenemos que estar dispuestos nosotros a emplearlos, sino 2) esforzarnos sabiamente en la búsqueda de los mejores dentro de ese «camino más excelente», el del amor, que Pablo pone como condición sine qua non para el ejercicio de los dones15. De nuevo, observamos contra este trasfondo prioritario, las incongruencias de las dos posturas extremas comentadas arriba. El cesacionista, creyendo que todo está ya dado automáticamente, y que no queda más que descubrir, no busca los mejores, mejor dicho, no busca para nada; se contenta con lo que cree tener, y en el proceso, lo pierde en cuanto a efectividad se refiere. En cambio, el del otro extremo, ignora la advertencia apostólica y busca afanosamente sólo los dones espectaculares, hasta idear sistemas y procedimientos para forzar a todos los creyentes a recibir y usarlos, con el resultado de marginar la voluntad revelada del Señor y lo que Él desea repartir a cada cual. Y como hemos visto antes, el resultado en uno y otro caso, además de la confusión y división comentadas, es lo que busca el enemigo: robar a la Iglesia de su poder espiritual, disminuir su credibilidad ante el mundo y ahogar su testimonio. Sólo la búsqueda de la vía media bíblica que intenta cumplir las prioridades divinas puede salvarnos de esas desviaciones, con sus infinitas variantes, y a esto pasamos a continuación.

5.1. La adoración. La vida devocional de cada creyente debe caracterizarse sobre todo por una adoración constante, pero en este artículo hemos de enfocar la atención sobre la adoración colectiva, algo que está atravesando una profunda crisis en el mundo evangélico. En muchas iglesias languidece, en otras está sufriendo cambios bruscos y hasta traumáticos, y hasta la fecha apenas no se ha parado a analizar y reflexionar seriamente acerca de qué hacer para corregir los desequilibrios observados. Por un lado, asistimos a una verdadera avalancha de nuevas letras y músicas. Algunas son preciosas y muy edificantes pero muchas muestran una calidad mediocre, repetitiva y profundamente antropocéntrica, pese a entusiasmar y satisfacer a las generaciones jóvenes. También todo esto complace a no pocas personas mayores, pero disgusta e intranquiliza a otras muchas, que ven en todo ello un empobrecimiento de la cultura musical de las iglesias, y por ende de la adoración. Por otro lado, la práctica desaparición o uso cada vez más reducido de los himnarios tradicionales, rechazados en su gran mayoría por los jóvenes, como siempre iconoclastas con todo lo que les huele a rancio o tradicional, muestra una miopía peligrosa en cuanto a lo que el Espíritu Santo manifestó en otros tiempos y aboca a la posible pérdida para la Iglesia de una parte importante de su herencia espiritual y cultural.

¿Cómo podría ayudarnos en esta área un enfoque más equilibrado acerca de los dones? No disponemos de espacio para tratar adecuadamente este tema, que como se suele decir «trae cola», pero quisiera hacer unas sugerencias al respecto:

a) La contribución de músicos y poetas creyentes modernos, bien formados no sólo musical y literariamente, sino en la doctrina cristiana, puestos a disposición del Espíritu creador, puede ser incalculable, no sólo para expresar las verdades eternas en el lenguaje y el «ropaje» cultural de hoy, sino para rescatar del olvido y adaptar lo mejor de la abundante himnología del pasado. Por contra, estancarnos sólo en las formas tradicionales, rechazando todo o casi todo de lo nuevo, o, hacer todo lo contrario y consignar al olvido el pasado al mismo tiempo que pasar de cancionero en cancionero, con cada vez más canciones nuevas, en un interminable serie de «puestas al día» musicales, con el empobrecimiento resultante en cuanto a la

adoración, significa el suicidio cultural y la pérdida de casi dos mil años de historia cristiana.

El don profético en Israel estuvo estrechamente ligado a la música y la poesía, desde los cánticos de Moisés y de Miriam a orillas del Mar Rojo y las llanuras de Moab, los de Ana y Débora en tiempos de los jueces, los salmos de David y su organización formal de los sacerdotes y levitas músicos del Templo, y aflora al principio del Nuevo Testamento en los cánticos de Zacarías y María. Luego tenemos los «salmos, himnos y cánticos espirituales» de las iglesias de los gentiles 16 y al final del canon los formidables cánticos corales de los redimidos alrededor del trono. En todos estos casos, y notablemente en las prescripciones del Nuevo Testamento, el uso de la música servía para la adoración y la edificación del pueblo de Dios, por lo que pasar por alto todas estas indicaciones claras de la voluntad de Dios para su pueblo mediante el rechazo del don profético que implica su funcionamiento espiritual, privará a nuestras congregaciones de una parte trascendental de los recursos del nuevo hombre, hecho a la imagen y semejanza de Cristo, cuya adoración sincera busca con pasión el trino Dios 17.

b) En nuestros días hay una auténtica crisis de forma y fondo en los servicios/cultos de adoración/alabanza, y esto, no sólo por lo que hemos notado arriba acerca de las formas musicales, sino en cuanto a cómo los creyentes hemos de adorar. Para algunos, todo consiste en exteriorizar los sentimientos y emociones, involucrando no sólo lo que uno siente en su interior sino cómo lo expresa exteriormente con el cuerpo. Indudablemente, nuestras emociones tienen que participar en la adoración, y no hay nada intrínsecamente malo ni incorrecto en dar palmas, levantar los brazos o mover el cuerpo al ritmo de la música. David y otros en Israel bailaron «delante del Señor con todas sus fuerzas», y no hay ninguna indicación en el Nuevo Testamento que no se ha de expresar de esa manera la adoración y la alabanza al Señor, siempre que se haga según el principio general de «hacer todo decentemente y con orden» y en respuesta a un genuino sentir del corazón hacia nuestro adorable Señor.

Para otros, sin embargo, las formas y tradiciones del pasado deben marcar el culto de generación en generación, y más allá del movimiento corporal ocasional de sentarse o ponerse de pie, no pasan. Toda esta tradición forma parte de nuestra herencia pietista y puritana que repudiaba como carnal y pecaminosa la exteriorización de las emociones. Todo había de ser muy serio; la vida cristiana se había de vivir racional y cerebralmente, con las emociones bien bajo un control muy estricto. El centro del culto era el sermón o homilía e incluso algunos grupos llegaron a prohibir toda clase de música o instrumentos, excepto los salmos cantados a capella, y más tarde, el órgano.

Por supuesto, la centralidad de la Palabra de Dios en el culto para provocar la respuesta gozosa de su pueblo es una parte muy importante de nuestra herencia reformada y no debe cambiarse por nada, pero esto no excluye otras formas de emplear la Palabra, además de la predicación y la enseñanza; pueden ser lecturas selectas, canciones e himnos de contenido bíblico, y palabras de sabiduría, conocimiento o profecía, todas ellas contempladas por el Nuevo Testamento. Una estructura rígida no conviene; las formas y énfasis pueden y deben variar según guíe el Espíritu soberano, lo cual implica algún elemento de espontaneidad y la participación de cuantos tienen dones para ello, que evidentemente incluye el uso de la música y la poesía. Sería aconsejable que cada creyente y cada líder de iglesia se preguntase si la forma externa de los cultos de adoración y edificación en su congregación realmente responde a lo que el Espíritu Santo quiere comunicar y haya provisto a través de los dones correspondientes.

5.2. La edificación. Como hemos visto por las citas de Efesios 5:19 y Colosenses 3:16, hay una relación directa entre la adoración (cantar al Señor en nuestros corazones), y la edificación mutua que tal actividad promueve. No son incompatibles entre sí, siempre que la adoración tome su debido y primer lugar. Con esto concuerda la enseñanza de Pablo en 1 Co. 14, donde la búsqueda obligada -por parte de la comunidad, se entiende, el verbo está en el plural- ha de ser de los mejores dones, o sea, los que edifican a la iglesia. Y como el principal de ellos es la profecía, cuya finalidad primordial es la consolación o fortalecimiento espiritual y la exhortación, está claro que las letras puestas a música, inspiradas por el Espíritu Santo y en línea con la revelación escrita, tienen un lugar destacado para conseguir ese fin. De paso, hemos de rechazar esa equiparación superficial que hacen algunos teólogos evangélicos modernos de la predicación expositiva y la profecía: evidentemente aquélla forma parte de ésta, pero no son sinónimos, la profecía hoy en día tiene varios formatos además del mensaje o sermón. Y esto también demuestra que Pablo no podía estar hablando del cierre del canon de las Escrituras en 1 Corintios 13:10, ya que palpablemente esa clase de profecías para edificar la iglesia no cesará hasta la Venida del Señor. Es otra prueba de que la postura «cesacionista» a ultranza basada en este texto no puede ser correcta.

5.3. La evangelización. De nuevo, no tenemos espacio para desarrollar este punto como se merece; solamente recordaría que nuestra metodología evangelística debe responder no sólo al contenido doctrinal del Evangelio, sino a la capacitación espiritual, los dones con los que el trino Dios dota a su Iglesia. La Palabra de Dios proclamada en el poder del Espíritu es clave, pero si no hay una comunidad viva detrás, cuyo testimonio pone al alcance de los que «están siendo salvos»18 una auténtica «sociedad alternativa» llena de todas las virtudes atractivas de su Señor19, no encontrará eco en los corazones necesitados de los inconversos que escuchan. Dones y fruto, fruto y dones, comunidades vivas llenas de amor, de santidad y de la presencia sentida del Dios vivo, son lo que se necesitan para impactar al hombre de hoy. La mera actividad evangelística, por muy bien estudiada y planificada que esté, por muy geniales, interesantes y variados que sean sus métodos, sin el respaldo de comunidades consagradas en cuerpo y alma al Señor, será un fracaso, y como tal, fuente de una continua frustración y desánimo para los creyentes.

5.4. El servicio en amor (el trabajo social). «Obras son amores y no buenas razones» reza un conocido refrán que confirma lo dicho anteriormente. Las iglesias tienen que demostrar palpablemente su voluntad de servicio sacrificial hacia los necesitados, siguiendo el ejemplo de su Señor 20, si quieren que se escuche el mensaje salvífico que ofrecen. Para eso, necesitan aceptar y desarrollar los dones que el Señor ha dado: las ayudas, administraciones, diaconías y dones de fe, a fin de hacer bien a todos y no sólo a «los domésticos de la fe»21. Descuidar este aspecto tradicional de las iglesias cristianas, por un equivocado énfasis sobre determinadas formas de evangelización o pre-evangelización, es dar a entender que sólo nos interesa el espíritu del hombre, y no su cuerpo, y así se cae en un peligroso maniqueísmo del que es difícil extraerse.

En resumidas cuentas, necesitamos todos los dones vigentes para llevar a cabo nuestro cometido de adoradores, edificadores, testigos y siervos para el resto de la humanidad; la marginación o el descuido de cualquiera de ellos supone una disminución sustancial de nuestra capacidad de cumplir lo que el Señor nos ha dejado aquí para hacer en su Nombre.

III. El «Éxodo» que Necesitamos. Conclusión.

Al que escribe le parece que últimamente está tocando alarma en casi cada mensaje que pronuncia, cada artículo que escribe. Será quizá que siente que su tiempo se acaba, que el tiempo es corto y que hay tanto que hacer antes de que vuelva su Señor. Sea lo que fuere, pienso que el tema que hemos estado considerando no es para menos. Los eventos mundiales apuntan todos hacia la aproximación, cada vez más veloz, del fin de esta civilización, o sea, el retorno en gloria de nuestro Señor, y no podemos dejar de recordar sus palabras de desafío a los discípulos: «Cuando el Hijo del hombre vuelva, ¿hallará fe en la tierra?» ¿Habrá quienes le estarán esperando, estarán velando, algunos que cual mayordomos fieles estarán empleando sus talentos en la administración de los negocios de su Señor? ¿Voy a estar yo entre ellos?

Para mí, todo este tema tan controvertido, se resuelve en un axioma muy sencillo: quien no vive en una intensa comunión con el trino Dios a través de un íntimo andar en el Espíritu residente y no deja que Él haga y deshaga en su vida y servicio como desee, no va a poder ni saber los dones que su divino Huésped le ha otorgado, y mucho menos emplearlos bien. Cuando se trata este tema en nuestros círculos, veo que hay mucho miedo al Espíritu, mucho miedo a que nos va a dar o hacer algo raro, desagradable o incómodo, y así quedamos con una «bonita» teoría doctrinal que nos sirve para dar estupendos estudios sobre el tema, pero que representan bien poco en cuanto a nuestra práctica diaria de la presencia y el poder vivificador del Señor. ¿Cuánto sabemos, en realidad, de la «oración en el Espíritu»22, de la «adoración en el Espíritu y en verdad»23, del «gozo en el Espíritu»24, del «amor en el Espíritu»25 y de «andar en la plenitud del Espíritu»?26. A menudo no empleamos los dones, o los empleamos inadecuadamente, porque apenas conocemos experimentalmente al Dador, el Don inefable del Padre y el Hijo27, este maravilloso y dulce «otro Cristo» que Jesús nos envío y que dijo que estaría con nosotros para siempre28. «El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu -y el Padre y el Hijo- dice a las iglesias»29.

Pablo Wickham

Obrero y Anciano de las Asambleas de Hermanos

Presidente de la Comisión de Teología de la AEE

Valencia
 
gracias queridos hermanos, por sus comentario y catedras biblicas

mi siguiente pregunta es para los pentecostales;
si las lenguas son idiomas, que Dios dio el dia del pentecostes, para que todas las personas entendieran el mensaje,
algo asi como, el ingles, frances, aleman, griego, castellano, etc.

?ENTONCES DE DONDE SACAN USTEDES TODAS PALABRAS EXTRAÑAS,(LAS QUE USTEDES LLAMAN LENGUAS) QUE NISIQUIERA USTEDES CONOCEN,NI ENTIENDEN?

PORQUE DICEN QUE EN ESE MOMENTO (CUANDO HABLAN EN LENGUAS) YA NO HABLAN USTEDES SINO DIOS, QUE CASO TIENE QUE DIOS HABLE CON EL MISMO?

QUE RESPONDEN... CON CITAS BIBLICAS???
 
Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. 2Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. (1 Cor 14:1-2)


Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. 14Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. (1 Cor 14:13-14)


He puesto las cítas, pero <IMG SRC="no.gif" border="0"> entraré en debate; no seré yo quien te intente convencer, eso ha de ser el Espíritu Santo, tratando contigo de forma personal.


<IMG SRC="corazon.gif" border="0"> Por favor, basta ya de descalificarnos unos a otros. <IMG SRC="llorando.gif" border="0">


Maripaz
 
Hola a todos,
Aporto este estudio bíblico tomado del libro "Falsificación del don de lenguas"

Espero que os sea de bendición en este controvertido tema.

Saludos

Homer

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En Pentecostés fue dado el don de idiomas para que fuera dado a conocer el Evangelio a todos los que no le conocían, no para el beneficio personal del adorador. Este objetivo es muy evidente en el Pentecostalismo. Es completamente contrario a la naturaleza de Cristo, a la Palabra de Dios y al propósito de Dios para Su pueblo y para Su Iglesia.

“Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.
Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿que os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?
Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara?
Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?
Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire.
Tantas clases de idiomas hay, seguramente en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado.
“Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mi.
Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurar abundar en ellos para edificación de la iglesia.”
(1ª CORINTIOS 14:5-12.)

Pablo está haciendo énfasis en el echo de que el hablar de ellos debía ser inteligible para beneficiar a los oyentes, en contraste con el hablar ininteligible de los paganos.

Aún las cosas inanimadas, Dice Pablo, tal como la flauta, por ejemplo, sí las notas tocadas no son distinguibles, ¿quien reconocerá la tonada? y si las notas de la trompeta no son claras, ¿como comprenderá el soldado su mensaje?

Pablo está usando ilustraciones muy sencillas, escribiendo como a niños.

Por cierto, dice él, hay muchos idiomas en el mundo, pero sea cual fuese el idioma que hablan, si no es acompañado por los que oyen, serán extraños unos a otros. Por eso ya que están tan deseosos de manifestar los dones espirituales, procuren que sea para beneficio de la Iglesia.

Quisiera que todos vosotros hablasen idiomas extranjeros, les dice Pablo, pero no sean niños sean hombres. ¡Piensen! ¿Qué logran cuando hablan en la iglesia en un idioma desconocido? nadie les entiende ni es edificado alguno.

Están solo “hablando secretos” privadamente con su Dios. El que habla y ora bien pero ningún otro es beneficiado.

¿Que bien les haría si viniese a ustedes hablando en un idioma que no comprenden? sería para ustedes un extranjero y ustedes lo serían para mí.

Preferiría, más bien, hablarles cinco palabras que puedan comprender que diezmil palabras que no pueden comprender.”

Pablo habla con una mezcla de razonamiento paciente e ironía devastadora.

“Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.
Por que si yo oro con lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.
¿Qué, pues? oraré con el espíritu pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu pero cantaré también con el entendimiento.” (1ª CORINTIOS 14:13-15.)

Si oró en un idioma desconocido, dice Pablo sería simplemente mi espíritu orando como creían los paganos no entendería lo que estoy orando. ¿Qué haría pues? oraré guiado por el Espíritu pero oraré comprendiendo lo que estoy orando; alabaré guiado por el Espíritu pero en palabras que comprendo.

“Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe que has dicho.
Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado.” (1ª CORINTIOS 14:16-17.)

Aunque tú mismo estés dando las gracias debidamente en un idioma extranjero, continua Pablo, el que te oye no será instruido y no puede unirse a ti con un amén en su corazón.

“Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diezmil palabras en lengua desconocida.
Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.
En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.
Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.” (1ª CORINTIOS 14:18-22.)

La declaración de Pablo acerca de su propia experiencia, se explica más adelante en este capítulo. El don de idiomas fue dado para el incrédulo, para que pudiera oír el Evangelio en un idioma que comprendía y ser convencido de pecado y salvado. No fue dado para la edificación personal del creyente. No es una señal para el creyente.

“Si, pues toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.
¿Que hay, pues hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.
Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo mas tres, y por turno; y uno interprete.
Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para si mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados.
Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no le es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.
Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.
¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o solo a vosotros ha llegado?
Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore.
Así que hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.”
(1ª CORINTIOS 14:23-40.)

“Lenguas” en todas estas citas significa idiomas; en este caso idiomas extranjeros.

Corínto era un gran pueblo que recibía a naves de muchas naciones. Tenía una población mixta de griegos, romanos y judíos. Era rica, amante del lujo y notoriamente inmoral. Siendo un puerto, visitaban la ciudad personas que hablaban diferentes idiomas. Los creyentes entre ellos se reunían. El hablar en un idioma extraño en la congregación, fuera o no dado por el Espíritu, debía ser restringido a dos, o a lo sumo tres y permitido sólo si había un interprete para que todos pudieran entender y recibir provecho.

El don de interpretación se explica más adelante, al igual que otros puntos relacionados con este capítulo.

Analizando este capítulo, podemos seguir los mandamientos y razonamientos que escribió Pablo a esta iglesia. El significado de sus palabras sería claro a todos ellos.

(1) Con respecto al hablar en palabras desconocidas, en una lengua no viva (como lo hacían los paganos), era prohibido, y son dadas las razones.

(2) Con respecto al hablar en una lengua viva dada por el Espíritu, pero desconocida por los oyentes, esto también era prohibido, a menos que pudiese ser interpretada.

También son dadas las razones. Pero se aclaró que no debía ser prohibido cuando había un interprete.

(3) Se declara que el don de profecía (predicación), definido como “hablando a los hombres para edificación, exhortación y consuelo” 1ª CORINTIOS 14:3. Es mayor que el don de una lengua viva y que todos debieran buscarlo con avidez.

El propósito del don de una lengua viva fue sólo para que el Evangelio pudiera ser predicado a aquellos, que de otra manera no podrían oírlo, y no para un despliegue del poder para hablarlo.

(4) El don de una lengua viva no era una señal para creyentes sino para incrédulos, para quienes era una señal condenatoria.

No era dado este don para que el creyente lo exhibiera entre creyentes. No era para el beneficio del creyente ni para su gloria.

(5) El don de hablar en lenguas no era para capacitar al creyente para “hablar secretos con Dios”. Ese era un concepto pagano. Nunca, en todo el trato de Dios con los hombres dio, palabras espirituales para comunicarse con Él; es completamente contrario a la manera en que se comunica Él con los hombres y los hombres con Él.

Sólo entre los paganos existió tal práctica.

El don era para hablar y ser comprendido por todos. “Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿como se entenderá lo que decís?.
Porque hablaréis al aire.” 1ª CORINTIOS 14:9. La predicación debe ser comprendida para los que oyen puedan “juzgar” si es en el Espíritu, de acuerdo con la palabra. Con respecto a la oración, también se dice que debe ser inteligible a los demás hermanos presentes, para que les sea posible decir Amén.

La promesa de Cristo fue:

“Recibiréis poder”- para ser testigos (Hechos 1:8.) El poder era para testificar.

(6) en las iglesias del Nuevo Testamento, cada miembro era un sacerdote con el derecho y la responsabilidad de tomar parte en el ministerio en las reuniones de la iglesia. Sin embargo, Pablo limita el numero de aquellos que deberían de tomar parte en una reunión. No más de dos, o al sumo tres deberían ministrar en un idioma extraño por interpretación. El numero de los que hablan en un idioma conocido es también limitado a dos o a tres.

(7) No más de tres a la vez deberían tomar parte. Esto incluye la orgía y desorden emocional de tener a muchos predicando, testificando y orando al mismo tiempo.

(8) Nadie debería monopolizar el tiempo; se debería dar la oportunidad de tomar parte a otros que sienten que tienen algo del Señor para dar.

(9) “Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”
(1ª CORINTIOS 14:32.) Esto expone un principio espiritual fundamental.

Aquellos que se entregan a extravagancias emocionales, sostenían que estaban bajo el control del Espíritu y, por lo tanto, no eran responsables personalmente por lo que hacían, de modo que no se les debería criticar.

Decían que el Espíritu Santo era el responsable.

Muchos creyentes sinceros han sido llamados al error por un culto no Escritural del Espíritu Santo. La presencia y actividad del Espíritu Santo en el creyente son vitales, pero Cristo debe ser siempre “todo y en todos” y la Palabra de Dios debe ser nuestro único fundamento y fuente de conocimiento. La actividad del Espíritu Santo es siempre y sólo el de manifestar y exaltar a Cristo y El nunca actuará o guiará en contra de la Palabra de Dios. Asimismo, nunca anula la voluntad del creyente; la voluntad del creyente permanece independiente; siempre debe estar inteligentemente dispuesto para la voluntad de Dios. Es siempre plenamente responsable por sus acciones y para obedecer la Palabra de Dios. Como dijo Pablo, “oraré con el Espíritu pero oraré también con la mente”. Ni llevará tal confusión que sus emociones nuble su mente. El tratar de entregarse al Espíritu de tal manera que uno no tenga mente ni voluntad propia es un error y es peligroso. Ha llevado a muchos al desastre, abriendo el camino para que espíritus engañadores tomen el control, falsificando la obra del Espíritu Santo y desviando de la Palabra de Dios.

Para tales creyentes la Palabra de Dios llega a ser de menos importancia que la supuesta guía del Espíritu y llegan a estar ciegos al error en que se encuentran, creyendo haberlo recibido por revelación directa del Espíritu.

En contraste con la obra del Espíritu Santo, los demonios quitan al hombre el control de si mismo. Buscan el control sobre su cuerpo, mente, emociones, y voluntad. Los corintios sabían esto.

(10) “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.” (1ª CORINTIOS 14:3.)
Aquí Pablo da una definición clara y precisa del don de profecía en el Nuevo Testamento. No es la predicción de cosas nuevas; no es profecía en ese sentido. Era la predicación en el poder del Espíritu, de la palabra revelada de Dios, que ya nos ha sido dada. Estos corintios con sus falsificaciones de los dones espirituales y su orgullo, necesitaban esta advertencia. En el Antiguo y en el Nuevo Testamento tenemos una revelación completa para este tiempo y se nos advierte solemnemente que no agreguemos nada ni quitemos de ella cosa alguna. En esta edad, la revelación, en cuanto a doctrina y acontecimientos futuros esta cerrada. Las llamadas profecías dadas en reuniones Pentecostales son las ilusiones de personas que están emocionalmente excitadas, cuyas declaraciones son a menudo muy evidentemente insensatas y sin valor, o declaraciones que les hacen pronunciar espíritus mentirosos.
Agabo, cuando habló a Pablo, no dio ninguna revelación nueva. Fue enviado por Dios para advertir a Pablo que no fuese a Jerusalén en ese tiempo. La iglesia en Tiro ya había dado esta advertencia a Pablo. (HECHOS 21:3-4.)

El Espíritu Santo está con nosotros para guiar nuestros pasos y puede usar a otros para hablarnos si no le escuchamos a Él es una cuestión de dirección personal.

Los paganos estaban acostumbrados a oír a los espíritus hablando por los hombres.

En el Nuevo Testamento se habla de tales espíritus. Varios hablaron a Cristo por las bocas de hombres. La muchacha que Tenía el espíritu de adivinación que fue sanada por Pablo, traía ganancia a su amo por sus revelaciones. (HECHOS 16:16-40.) Los oráculos de los dioses eran consultados por muchas cosas y sus contestaciones eran, a menudo correctas. Algunos creyentes carnales en Corinto, que anteriormente habían sido paganos, habían vuelto a ser influenciados por todo esto, buscando mensajes y profecías reveladas por espíritus. Pablo les recuerda el verdadero significado de la profecía para el creyente. Los corintios deberían haber comprendido esto.

(11) Todo en la reunión debe ser hecho decentemente y con orden. Esto excluía el desorden emocional al cual se habían entregado y al que se quería tomar por manifestación de Espíritu. El Espíritu del Dios viviente nunca actuaría ni haría actuar a nadie en una forma que no fuera decorosa y ordenada. Esto se ve en toda la Creación de Dios en todas sus acciones y en su manifestación en Cristo. Lo opuesto se ve en la religión emocional. Se ve un contraste significativo sobre el Monte Carmelo cuando Elías, el siervo de Dios, oró y actuó con confianza y con una dignidad serena y moderada y los sacerdotes de Baal procuraron despertar a su dios con un abandono de emocionalismo, gritando y cortándose.

(12) Pablo afirma que no había tal desorden en las reuniones de ninguna otra iglesia.

Él pregunta a estos corintios carnales, que hacían tanto alarde de una superior espiritualidad y dones del Espíritu. “¿Que? ¿Provino la Palabra de Dios de vosotros? o ¿vino solo a vosotros?”. Él hace uso de la ironía. Hay ocasiones en que esto es muy necesario, como cuando escribió a Tito, un compañero de iglesia. “Este testimonio es verdadero; por tanto reprendelos duramente, para que sean sanos en la fe.”
(TITO 1:13.)

En el capitulo once de Primera de Corintios. Pablo declaró:

“...Porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor... Cuando, pues os reunís vosotros; esto no es comer la cena del Señor”. (Vers.17,20.) La reunión alrededor de la Mesa del Señor había sido corrompida de tal manera que ya no se podía considerar que estuvieran participando de la Cena del Señor.

Sus otras reuniones también eran “para mal”. En el capitulo catorce Pablo continua tratando con los abusos en sus reuniones públicas, refiriéndose particularmente al don de idiomas.

El don de idiomas que se manifestó en los primeros años de la iglesia como señal condenatoria al incrédulo, ¿ha continuado al igual que las demás manifestaciones del Espíritu? La historia de la Iglesia es clara sobre este punto. En el principio del libro de Hechos, son muy prominentes los dones milagrosos del Espíritu, en tanto que en la segunda mitad del mismo, se les da poco lugar. A medida que la Iglesia llegaba a la madurez, de tal modo que la presencia y el poder de Cristo se hacían manifiestos en su vida y testimonio, las señales mas espectaculares fueron perdiendo prominencia. Habían servido su propósito, ahora deben observarse la presencia y poder de Dios en Su pueblo, al revelarse en ellos la vida de Cristo que mora adentro. Esa es la prueba de la presencia del Espíritu, una señal mucho mas práctica y convincente, un milagro mayor que cualquier intervención milagrosa exterior del Espíritu de Dios.
COLOSENSES 1:25-29; 2:9-11

No decimos que no ha sido dada ninguna otra señal milagrosa desde entonces han habido, y hemos presenciado personalmente tales manifestaciones de Su poder, pero siempre ha sido para un propósito especial determinado sólo por Dios. El desear señales milagrosas no evidencia la madurez o salud espiritual. Es una evidencia de falta de madurez espiritual, de una falta de experiencia de la vida interior y poder del Espíritu de Dios morando adentro, que satisface plenamente.

Pablo dijo a los corintios: “No seáis niños en el modo de pensar"
 
Estimado hermano.

Como veras hay gran confrontación en estas cuestiones, tamnbien si comentaras sobre que en la iglesia no les permiten ir de pantalon a las mujeres, o bien si se debe de usar ritmos modernos en la música, etc...
Lo curiosos del caso es que en todas las posiciones hay versiculos que avalan una tal o cual posicion eclesiastica.


No con esto no debemos de pensar que la Biblia o Dios es relativo, o que no tiene una posicion exacta. Lo que es obvio con esto es cuan pequeños somos los humanos para apreciar el amor de Dios y cuanto tenemos que luchar contra el fariseismo que puede inundar una vida cristiana. Un fariseismo que nos impulsa a condenar y juzgar al pensar que los "otros" estan mal porque no expresan sus dones de la misma manera que "nosotros".

En el apocalipsis nos muestra siete tipo de iglesia, lo que nos hace ver que Dios acepta la diversidad de sus escogidos, al final lo que cuenta es un corazón redimido por la sangre de Cristo.

En lo particular me adhiero al consejo de Maripaz, ustedes tu y tu esposa, son un solo cuerpo y en eso no hay nadie que pueda decir lo contrario.

Así que estimado hermano, como todos lo que estamos casados, tenemos una gran responsabilidad por delante. ¡Animo!.

El Señor es bueno y en su misericordia encontramos la luz.
www.geocities.com/aronbn/testi.hmtl
 
HOLA MARIPAZ TE VEO MUY SEGURA DE QUE ENTRAR EN UN DEBATE CON RESPECTO AL DON DE LENGUAS, Y ACEPTO TU RETO TE DOY MI CORREO ES:
[email protected]

ESPERO QUE ME ESCRIBAS. <IMG SRC="clown.gif" border="0"> <IMG SRC="saltorojo.gif" border="0">
 
Originalmente enviado por EBEN EZER:
<STRONG>HOLA MARIPAZ TE VEO MUY SEGURA DE QUE ENTRAR EN UN DEBATE CON RESPECTO AL DON DE LENGUAS, Y ACEPTO TU RETO TE DOY MI CORREO ES:
[email protected]

ESPERO QUE ME ESCRIBAS. <IMG SRC="clown.gif" border="0"> <IMG SRC="saltorojo.gif" border="0"></STRONG>

Estimado Ebenezer (me gusta mucho tu nick)


Si leiste bien mi última aportación, precisamente dije TODO LO CONTRARIO:

He puesto las cítas, pero <IMG SRC="no.gif" border="0"> entraré en debate; no seré yo quien te intente convencer, eso ha de ser el Espíritu Santo, tratando contigo de forma personal.


No me importa escribirte para compartir, pero en este como en otros temas secundarios, no me gusta polemizar, ya que ni es importante para la salvación, ni serviria de edificación. Cuando alguien tiene una postura definida y muy cerrada, NO ES CONVENIENTE (no digo que sea tu caso); es el Espíritu Santo quien ha de traer luz al respecto. Y tampoco es imprescindible tener este o aquél don para ser un buen cristiano; obediencia, humildad, y "hambre y sed de Dios" eso es lo que necesitamos ......y sobre todo amor, por Dios y por el prójimo. <IMG SRC="corazon.gif" border="0">


Dios te guíe

Maripaz
 
gracias hermanos vistor, victor y maripaz, por sus comentarios
los estoy analizando biblicamente y me ha sido de mucha utilidad
 
Re: acerca de las lenguas y el don de sanidad?

Querido y apreciado hermano (varon) me dirijo a usted con la finalidad de tratar de explicarle¿no convencerlo?la realidad de el don de lengua y el don de sanidad,primero lo voy a descrirbir a usted fisicamente cuando por primera vez vio o escucho las lenguas angelicales. La sorpresa fue muy grande tanto que se quedo un poco perplejo y bastante confundido ahora lo voy ha describir espiritualmente : La emocion dentro de su ser fue tan profunda que enseguida menciono al señor jesucristo. No soy un adivino pero tampoco un sabio solo espero una respuesta verdadera del saeñor jesus.

Voy a mencionarle un poco y cada dia hablaremos más si usted lo desea.La doble funcion de la lengua hablando espiritualmente,hablar en lenguas angelicales, es la relacion con aquellos que han >recibido< el don de hablar en lenguas, la biblia describe dos funciones basicas: Debe servir para la edificacion personal y la exhortacion publica.
OJO no con esto los que hablan en lenguas angelicales se van ha poner ha exortar a la congregacion ya que la lengua viene del Espiritu santo y ÉL habla con mucho AMOR
pronto seguiremos hablando de las lenguas del Señor
que el Señor lo continue bendiciendo de un hermano en CRISTO me despido de usted
cristotk24
 
Re: acerca de las lenguas y el don de sanidad?

Maripaz dijo:
No os perdáis este excelente artículo y los que se encuentran en el link indicado:


http://www.lander.es/~aee/indice/revistas.html


Revista Aletheia nº1/2000

Dones y Vida Espiritual de la Iglesia ,los dones: Contexto Eclesial y Naturaleza Julián Mellado Hernández

Introducción

Quisiera empezar esta breve exposición sobre los dones espirituales con una reflexión personal. Siempre me ha preocupado este tema, no por el estudio del mismo, sino por las actitudes que se han dado entre creyentes. Ha habido demasiados conflictos en torno a la «cuestión carismática». Nos hemos enfrentado a causa de los dones del Espíritu, y muchas veces hemos ofendido al Espíritu de unidad. Me pregunto cuánto habré ayudado yo a ese conflicto, y pido perdón a Dios por tal atrevimiento. Los evangélicos debemos aprender a dialogar y confrontar nuestras diferentes perspectivas, en el amor del Espíritu. Pero quiero pensar que algo estamos avanzando. El mero hecho de que desde esta revista se haga el intento de exponer diferentes posiciones en un clima de respeto, puede ayudar a abrir caminos para aprender unos de otros. Creo que es importante recordar lo que dijo el apóstol Pablo: «Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido» (1 Co. 13:12).

Si esto lo decía el apóstol inspirado, cuánto más nosotros debemos ser conscientes de nuestras limitaciones. Esto no significa que no debamos buscar el entendimiento de Las Escrituras. Todo lo contrario. Es nuestra responsabilidad escudriñar Las Escrituras, con rigor, seriedad y humildad, escuchando a otros hermanos.

I. El Contexto de los Dones Espirituales.

Entrar a dilucidar directamente sobre los dones espirituales, sin entender su contexto eclesial es un error. Las Escrituras nos muestran que para entender los Carismas del Espíritu, debemos ahondar en la naturaleza de la Iglesia.

De nada nos sirve discutir sobre la vigencia o no de ciertos dones, si no entendemos para qué fueron dados, y en qué contexto deben ser ministrados. Cuando hablamos de los dones espirituales, estamos hablando de un aspecto de la Eclesiología.

El Nuevo Testamento deja claro que en el nuevo pacto, todos los creyentes son sacerdotes del Dios vivo. La Iglesia de Cristo, entendida como Templo, implica el ministerio de los sacerdotes. A partir de Pentecostés, la Iglesia tiene una naturaleza Pneumática. (No estoy defendiendo ningún concepto docetista de la iglesia). Jesucristo gobierna su Iglesia, a través de la autoridad de su Palabra y la obra de su Espíritu. Parte de esa obra consiste en la capacitación de los santos para que realicen la obra del ministerio que a cada uno corresponda. En Efesios 4:11-12, vemos como el Señor de la Iglesia constituye unos ministerios de liderazgo que tienen por fin la preparación de los santos. Este aspecto es muy importante desde un punto de vista pastoral y eclesial. Otro aspecto de esa preparación, son los carismas que el Espíritu del Señor reparte, según su voluntad.

Hablando de los dones espirituales, la Palabra nos dice: «Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1 Co. 12:11). ¿Cuál es el propósito de los dones?

«Así también vosotros, pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia» (1 Co. 14:12).

El contexto del ejercicio de los dones es la iglesia; son dados por el Espíritu de Dios, y tienen como fin principal, la edificación de la iglesia.

Hasta aquí, imagino, que habrá bastante consenso entre los evangélicos. Pero el problema surge cuando queremos determinar cuáles son los dones que están vigentes y cuáles no. Los argumentos en pro y en contra de la vigencia de los dones llamados extraordinarios han configurado las actitudes de las diferentes escuelas teológicas y de las iglesias, mostrando su influencia en el entendimiento de la Eclesiología. La posición que quiero exponer es la de la vigencia de todos los carismas del Espíritu mientras sea necesario edificar la iglesia. La iglesia como agente del Reino de Dios encarna el ministerio de Jesucristo a través del ejercicio de los dones. Un ministerio que nunca debe estar divorciado del carácter de Cristo, por lo que en toda consideración de este tema, debe ir acompañada de una vivencia de los frutos del Espíritu. Así lo entiende el apóstol Pablo, quien en 1 Corintios, al escribir acerca de los dones, inserta, casi en forma de «cuerpo extraño» una consideración del amor (1 Co. 12-14). Si los dones son capacidades espirituales dadas por Dios por pura gracia, (Jaris), la recomendación de Pablo en ese capítulo es de extrema importancia. Nos enseña que solamente es legítimo el uso de los carismas cuando realmente edifica la iglesia, lo cual sólo se puede hacer con el amor de Dios.

Cualquier uso de los dones, no ejercido desde el fruto del Espíritu (ver Gá. 5:22-23) no puede edificar y traería un abuso de consecuencias nefastas. Este fue el problema de la iglesia de Corinto. Esta epístola nos muestra que puede haber un mal uso de esas capacidades espirituales, que necesitan ser corregidas.

Actualmente están surgiendo nuevas formas de entender los carimas. Se está introduciendo la idea de que el creyente debe alcanzar (por su consagración) unos niveles de espiritualidad, llamados unciones, que le capacitarán para ejercer los dones más extraordinarios. Esto es una negación de lo que nos enseña la Palabra. Si son dones, entonces son dados por la gracia de Dios y según su voluntad (1 Co. 12:11).

Otro aspecto a tener en cuenta, es que se comete un error al querer separar los dones en extraordinarios y ordinarios. Si provienen todos del Espíritu, entonces todos son extraordinarios. El que a nosotros nos parece más «normal», el don de servicio que el de profecía, es debido a una evaluación basada en presupuestos a priori, pero no de una exégesis y hermenéutica bíblicas. Quizás la Escritura sí expone una clasificación general con respecto a los dones. No en cuanto a su naturaleza pero si en cuanto a su uso.

«Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén» (1 P. 4:10-11).

El ejercicio de los dones está relacionado con la administración de la multiforme gracia de Dios. De ahí la responsabilidad del creyente. El texto parece indicar que esa administración se realiza básicamente de dos maneras, ejerciendo aquellos dones que tienen que ver con hablar y aquellos que tienen que ver con ministrar. Pero si alguien habla conforme a las palabras de Dios, o ministra con su poder, ¿significa que todo lo que diga o ministre, proviene del Espíritu? Si Pablo ya advierte contra un mal uso de los dones, y se nos llama a discernir, es que el asunto no es tan sencillo.

Siempre hay quien reclama «la autoridad del Espíritu» para justificar sus extravagancias, que tanto daño hace al testimonio de la iglesia. Hay quien llamándose «los ungidos», desarrollan actitudes de mediación entre Dios y los creyentes (ya que ellos son los que «reparten la unción») que sólo pertenecen a Jesucristo (1 Ti. 2:5). Todos los creyentes están ya «ungidos» desde el momento en que recibieron al Espíritu de Cristo cuando se convirtieron (Ro. 8:9). Además de que cualquier actividad que el Espíritu Santo realice en la iglesia apunta siempre a Cristo. Aún el uso de los dones se da en el contexto del Señorío de Cristo. No existe un «Espíritu» autónomo, sin referencia a Jesucristo. Al Espíritu Santo se le llama el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9). El Espíritu vino para glorificar a Cristo (Jn. 16:14). Por lo tanto toda actividad carismática tiene su punto de referencia en la persona de Jesucristo, tal y como viene revelado en las Escrituras. Esto nos ayudará a entender la verdadera naturaleza de los dones del Espíritu.

II. La Naturaleza de los Dones Espirituales.

Existen diferentes puntos de vista sobre la naturaleza de los dones. Principalmente se dan tres supuestos1.

El primero es el que considera los dones como capacidades naturales. Lo podríamos llamar como «talentos santificados». De ahí que se dice que hay dones de música, o que un médico cristiano ejerce el don de sanidad. Esta visión de los dones no hace justicia a lo revelado en el Nuevo Testamento. Si son talentos naturales, significa que nacemos con ellos o los adquirimos en nuestro crecimiento personal. En todo caso uno puede tener esos talentos antes de ser cristiano. La actividad del Espíritu sería solamente santificar, y ayudar a que glorifique a Cristo. Estoy de acuerdo en que los talentos naturales deban estar al servicio de Dios, pero si algo enseña el Nuevo Testamento es que los carismas son dados por el Espírtu Santo al creyente (1 P. 4:10).

Esta teoría parte más bien de una actitud racionalista que niega los aspectos sobrenaturales de la fe.

Otro punto de vista refleja la posición totalmente contraria. Es la idea de que los dones son totalmente sobrenaturales. Se niega que haya una implicación humana. Es una especie de «posesión» del Espíritu Santo, el cual utiliza el cuerpo humano pero anula la mente. Por lo tanto todo lo que ocurre tiene la absoluta autoridad y garantía de Dios. Si se ejerce el don de profecía, lo que se dice es inspirado, y exento de error. No se ejerce discernimiento alguno, pues sería juzgar, según se dice, al mismo Espíritu Santo. Los abusos en este terreno, han traído mucha confusión y dolor. Este concepto del ejercicio de los dones es de naturaleza mística, y contiene un concepto mágico de los mismos. Tiene su atractivo, pues su presentación es casi siempre espectacular. Los cristianos de hoy deben aprender a discernir a la luz de la Palabra, todas las experiencias a las que se ven expuestos. No es pecado exponer a examen a cualquier don. Es una responsabilidad que debe ejercerse con amor, respeto y rigor. La falsa espiritualidad puede entretener, pero nunca edificar.

El tercer punto de vista, es el bíblico. Es aquel que presenta la naturaleza encarnacional de los dones. El pastor de Asambleas de Dios, David Lim lo explica de esta manera:

«Esto quiere decir que Dios obra a través de los seres humanos. Los creyentes le somenten su mente, corazón, alma y fortaleza a Dios. Consciente y voluntariamente le entregan todo cuanto son. El Espíritu los capacita sobrenaturalmente para ministrar más allá de sus posibilidades, al mismo tiempo que expresa cada don a través de su experiencia en la vida, su carácter, su personalidad y su vocabulario. Esto no disminuye de manera alguna su eficacia, sino más bien le permite a la congregación poner a prueba su veracidad bíblica y su valor de edificación»2.

Esta es una valoración importante, que se mantiene dentro de los límites de la Palabra. A la vez que vindica el carácter sobrenatural de los dones, expone su naturaleza encarnacional que no excluye el factor humano. Desaparece el aspecto «naturalista» y el «mágico» que vimos en los otros dos puntos de vista. Esto nos abre camino para entender mejor los dones que nos parecen más extraordinarios, y que pueden presentar algún problema con la autoridad de Las Escrituras.

III. La Autoridad de las Escrituras y los Dones

Las Escrituras deben establecer la libertad y los límites del uso de los dones. Precisamente debido al factor humano y a su naturaleza encarnacional, debemos prestar atención a las indicaciones que nos da la Palabra de Dios. Una de las cuestiones más espinosas es aquella que se refiere al uso del don de Profecía, ya que aparentemente desafía la suficiencia y la autoridad de la Biblia. Si el concepto que se defiende de los dones es el de tipo mágico, es innegable que tal conflicto se da ¿Cuál es la Palabra de Dios? ¿Tiene la misma autoridad el don profético que las Escrituras? Si el uso del don es con referencia a una inspiración del Espíritu, entonces lo que dice el profeta es inspirado y obviamente entra en conflicto con la «Sola Escriptura». Quizás demasiadas veces se presenta de este modo el don profético, levantando protestas y polémicas, que se podrían evitar, si se presentara el uso del don, dentro de los principios bíblicos. Pero si valoramos el don profético en su naturaleza encarnacional, vemos que esos escollos se pueden resolver. El Pentecostalismo histórico siempre ha defendido la suficiencia y la autoridad de la Biblia, reconocida como la única Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo. El profetismo del Nuevo Testamento no tiene las mismas características que el profetismo del Antiguo Testamento. Los profetas hebreos del antiguo pacto, eran los hombres inspirados por Dios para escribir las Escrituras. Su inspiración era verbal y plenaria además de tener la garantía de la inerrancia. Lo que ellos dijeron y registraron es la Palabra de Dios. De ahí las severas penas para aquel que profetizara sin ser enviado por el Señor. En el Nuevo Testamento los encargados de registrar las palabras del Nuevo pacto, fueron los hombres apostólicos (no los profetas). Los únicos que fueron inspirados por el Espíritu Santo.

Por tanto, el profeta del Nuevo Testamento, no es inspirado, sino iluminado por Dios, para transmitir una dirección concreta a la congregación. No es inerrante. Por eso nos enseña el apóstol Pablo lo siguiente: «Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzgen» (1 Co. 14:29). ¿Se juzga acaso lo que está inspirado? ¿Se juzga la Palabra de Dios? Obviamente no. Podemos ver que aunque lo que da el profeta tiene su origen en un operar del Espíritu, lo que dice no es Palabra de Dios. Sí es una dirección, una iluminación sobre las intenciones del Espíritu, pero dado de forma encarnacional. Por eso nos dice Pablo: «Y los espíritus de los profetas estan sujetos a los profetas» (1 Co. 14:32).

Podemos ver que el factor humano, es el que ejerce control sobre el uso del don profético. La congregación debe ejercer su responsabilidad en discernir y juzgar si la profecía no contradice la Palabra de Dios. El control que ejerce el Espíritu Santo cuando inspira a un escritor de la Biblia (de ahí la inerrancia) no es ejercida sobre el don profético. Pero tampoco estamos diciendo que todo proviene del factor humano. La profecía no es reflexión intelectual. Es obra del Espíritu Santo. Dios suscita esos pensamientos, que el profeta debe comunicar, pero dentro de la libertad y la limitación que le da La Palabra.

Otro aspecto a tener en cuenta es que el don profético no es de tipo revelacional. No aporta Revelación, a modo de completar el Nuevo Testamento. Su función la determina las Escrituras con bastante claridad: «Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación» (1 Co. 14:3) Quizás donde mejor podemos ver esa naturaleza encarnacional del don de profecía es en el texto, donde hablando de los dones recibidos por gracia, Pablo nos dice: «...si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe» (Ro. 12:6).

He querido concentrarme en el don profético por ser aquel que quizás, levanta más interrogantes. Pero también por ser aquel en el cual se dan más abusos, dejando tras de sí auténticas víctimas de la credulidad. Pero eso no significa que no hay un uso correcto y apropiado del don dentro del contexto de la iglesia local. Al igual que el apóstol Pablo, no se trata de prohibir sino de corregir y enseñar conforme a la Palabra. Y es desde esa Palabra, la única y la única autoridad en materia de fe y conducta, que ponemos nuestra atención cuando nos dice: «No apaguéis al Espíritu, No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno» (1 Tes 5:20).

IV. La Diversidad de Dones.

En este apartado he seguido la excelente exposición de David Lim (Teología Sistemática, Una perspectiva pentecostal, Editado por Stanley M. Horton. Vida) con el cual estoy en deuda.

Hay diversidad de dones espirituales. Ninguna lista tiene el propósito de ser exhaustiva. Esa diversidad resalta el carácter dependiente del uso de los dones. Nadie se basta a sí mismo para edificar el Cuerpo de Cristo. Cada uno ejercerá su ministerio según los dones que haya recibido. Pero todos los miembros del Cuerpo necesitan a los otros. Los dones pues se complementan. Cualquier independencia, autopromoción e individualismo, niega lo que la Palabra enseña en cuanto al uso legítimo de los ministerios.

En el Nuevo Testamento encontramos diferentes listas de dones. Las encontramos en Romanos 12, 1 Co. 12-14 y 1 P. 4.

David Lim nos indica: «A partir del uso que hace Pablo dos veces de la palabra griega héteros («otro de una clase distinta») en 1 Co 12:6-8, podemos ver los dones divididos en tres categorías de dos, cinco y dos dones respectivamente»3

Esta división es representativa pero no exhaustiva, pues se basa sólo en 1 Corintios. Pero puede ayudar a comprender los diferentes enfoques que la Palabra da a los carismas.

Dones de enseñanza (y predicación). El mensaje de sabiduría. El mensaje de conocimiento.

Dones de ministerio (a la iglesia y al mundo), Fe, Dones de sanidades, Poderes milagrosos, Profecía, Discernimiento de espíritus.

Dones de adoración, Diferentes clases de lenguas, Interpretación de lenguas.

En la iglesia local, la forma de ejercer los ministerios y el uso de los dones, mostrarán la madurez de la congregación. La iglesia debe comprender que es el Espíritu de Dios quien da los dones y que no se trata de una nueva «meritología» (1. Co 12:12-31). Debido a que los ministerios tienen como objetivo la edificación de la iglesia, el creyente debe ser instruido en el camino más excelente. (1 Co 13:1-13). Esto es de enorme importancia. El apóstol trata de enseñar que aunque es importante el don de lenguas, por estar dirigido a Dios, les muestra que el don de profecía tiene más utilidad por estar dirigido a la congregación. A no ser que haya interpretación lo que traería bendición a la congregación en un espíritu de alabanza (1 Co 14:1-5). El Apóstol exhorta a la madurez del creyente que busca siempre la edificación del hermano, aún a expensas de sus propias experiencias espirituales que sólo le edifican a él (1 Co 14:6-21) Pablo sigue enseñando sobre el uso correcto de los dones para que no sean tropiezo ni al hermano ni al incrédulo. Para ello muestra las diferentes funciones que tienen especialmente los dones de lenguas y profecías por su expresividad en la congregación (1 Co. 14:22). Es importante pues, que cuando la iglesia se reúne, haya un cierto orden y un correcto uso de los carismas (1 Co. 14:23-33). Ese orden tiene también que ver con otras cuestiones que ayudan a hacer todo decentemente y con orden. (1 Co. 14:34-40).

V. Cuando Venga lo Perfecto.

Quizás donde se da la mayor controversia entre evangélicos, es en el tema de la

vigencia de los dones. Muchas veces la controversia se ha centrado en las palabras del apóstol Pablo: «El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará»

(1 Co 13:8-10).

Nadie duda de que el ejercicio de los dones acabará algún día. Pero ¿cuándo? Muchos creyentes piensan que lo «perfecto» que pondrá fin a los dones (al menos los llamados extraordinarios) es el establecimiento del Canon neotestamentario. Ya tenemos la Revelación completa y por lo tanto ya no hace falta seguir con el ejercicio de ciertos dones. Otros consideran que lo «perfecto» en el sentido de «maduro», es el ejercicio del amor, al cual cuando una congregación alcanza esa madurez ya no necesita ciertos carismas. Todos estos argumentos (y otros) tienen su valor. Unos por dejar muy claro la autoridad única del Nuevo Testamento, y otros por enfocar la madurez como el ejercicio del amor cristiano. (Existen otros argumentos que no puedo considerar por el momento). Pero para el Pentecostalismo histórico estos argumentos no reflejan la totalidad del pensamiento del apóstol. El texto de 1 Co. 13:8-13 está encuadrado en un contexto más amplio que trata del correcto uso de los dones, debido a los abusos y errores en la práctica de los creyentes de Corinto.

En ese contexto, Pablo trata de establecer la verdadera importancia de los carismas del Espíritu. Son dados por Dios, para edificación, tienen un cierto orden, etc... El problema que había en Corinto, era que los dones eran tomados como «créditos» espirituales. Ciertos dones eran más valorados que otros. Pablo tiene que corregir esa mala interpretación que acabaría en el orgullo espiritual. Inserta el capítulo del amor, para mostrar lo que de verdad es «el camino más excelente», es decir, lo que de verdad acredita la espiritualidad de un creyente. Para ello muestra que todo lo referente a los dones, especialmente los más llamativos (lengua, profecía, ciencia), pertenece a un estado de la iglesia en la que debe ser edificada. Si todavía hay que edificar, es que no está todavía en su plenitud. Así que el apóstol enseña que los dones se ejercen desde las limitaciones propias de lo que «es en parte». Por lo tanto no hay por qué «sacralizarlos». Tienen su utilidad, mientras haya que edificar la iglesia o trabajar a favor del Reino de Dios, que tenemos ahora en primicia. Ahora bien, sí hay algo que podemos vivir y que tiene un valor superior al uso de los dones: el fruto del Espíritu.

«Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor» 1 Co. 13:13.

Así podemos reconocer a los que de verdad están madurando y creciendo en Cristo. Cuando llegue el día en que la iglesia entre en su plenitud, ya no harán falta los dones, pero el amor permanecerá.

Evaluación Final

Este artículo presenta lagunas y deficiencias, lo sé y lo admito. Por un lado debido al espacio concedido para hacer la reflexión, y por otra mis propias limitaciones. Estoy aprendiendo, y reconozco que no domino todos los aspectos de estos temas. Pero pienso, que he tratado de aportar una visión que puede ayudar a un entendimiento y a aclarar malentendidos. No sé si lo he logrado.

La Biblia es la única Palabra de Dios inspirada por el Espíritu y desde una correcta exégesis y hermenéutica, practiquemos los dones en el amor de Jesucristo, para

edificación.

Julián Mellado

Ex-Director del Instituto Nacional

y Seminario Teológico por Extensión(INSTE)

Miembro de la Comisión de Teología de la A.E,E.

Madrid
 
Re: acerca de las lenguas y el don de sanidad?

:pangel1: no estoy confundido en las reuniones que he tenido con algunas iglesias mi inquietud es muy parecida y ha estoy viendo el mover del espiritu santo

mi email es [email protected]