La Biblia hebrea usa dos palabras distintas para referirse a los "enemigos", reflejando diferentes tipos de relaciones y actitudes hacia ellos. En Proverbios 25:21 se dice: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan; si tiene sed, dale de beber agua". Este versículo, citado por el apóstol Pablo en Romanos 12:20, utiliza la palabra hebrea sanē (נַאֲךָ), que significa "adversario personal" o "alguien que te odia". Este término describe a una persona con la que tienes un conflicto personal, pero no necesariamente un enemigo en un contexto de guerra o crimen.
En contraste, la palabra oyev (איב) se usa para un enemigo militar o un adversario en un contexto de guerra. Por ejemplo, en Éxodo 15:9, el enemigo declara: "
"Dijo el enemigo: Perseguiré, alcanzaré, repartiré despojos; mi alma se llenará de ellos; sacaré mi espada, mi mano los destruirá.". Aquí, oyev representa a un enemigo colectivo, como un ejército o una nación hostil, que amenaza la supervivencia de Israel. La Biblia instruye tratar con bondad al sanē, como se ve en Proverbios, pero no extiende esta obligación al oyev, quien puede ser enfrentado con fuerza o incluso destruido, como en las guerras ordenadas por Dios (Números 31:7).
Esta distinción era clara para los judíos contemporáneos de Jesús. Cuando Jesús enseñó "ama a tus enemigos" (Mateo 5:44), sus oyentes entendían que se refería al sanē, el adversario personal, no al oyev, el enemigo militar, ni a los transgresores de la ley divina, como los blasfemos o criminales. En el contexto judío, amar al sanē implicaba superar rencores personales, pero no significaba tolerar a los enemigos de Dios o de la justicia, quienes debían enfrentar el juicio divino.
Sin embargo, cuando el Evangelio se predicó a los gentiles, esta distinción se desdibujó. Los gentiles, al no estar familiarizados con los matices del hebreo, mezclaron los conceptos de sanē y oyev, así como los de criminales (transgresores de la ley) y blasfemos (enemigos de Dios). Como resultado, surgió una confusión teológica, donde todos los "enemigos" fueron agrupados en una sola categoría, perdiendo la claridad original de las Escrituras. Esta mezcla llevó a interpretaciones simplistas que no reflejan la profundidad de los textos bíblicos.
Por lo tanto, ama a tu sanē (נַאֲךָ), bendícelo y hazle el bien. Pero los oyev (איב) están sujetos a la muerte.
Jesús no dijo nada nuevo. Solo repitió lo que los judíos de su tiempo ya sabían sobre a qué enemigos amar.
En contraste, la palabra oyev (איב) se usa para un enemigo militar o un adversario en un contexto de guerra. Por ejemplo, en Éxodo 15:9, el enemigo declara: "
"Dijo el enemigo: Perseguiré, alcanzaré, repartiré despojos; mi alma se llenará de ellos; sacaré mi espada, mi mano los destruirá.". Aquí, oyev representa a un enemigo colectivo, como un ejército o una nación hostil, que amenaza la supervivencia de Israel. La Biblia instruye tratar con bondad al sanē, como se ve en Proverbios, pero no extiende esta obligación al oyev, quien puede ser enfrentado con fuerza o incluso destruido, como en las guerras ordenadas por Dios (Números 31:7).
Esta distinción era clara para los judíos contemporáneos de Jesús. Cuando Jesús enseñó "ama a tus enemigos" (Mateo 5:44), sus oyentes entendían que se refería al sanē, el adversario personal, no al oyev, el enemigo militar, ni a los transgresores de la ley divina, como los blasfemos o criminales. En el contexto judío, amar al sanē implicaba superar rencores personales, pero no significaba tolerar a los enemigos de Dios o de la justicia, quienes debían enfrentar el juicio divino.
Sin embargo, cuando el Evangelio se predicó a los gentiles, esta distinción se desdibujó. Los gentiles, al no estar familiarizados con los matices del hebreo, mezclaron los conceptos de sanē y oyev, así como los de criminales (transgresores de la ley) y blasfemos (enemigos de Dios). Como resultado, surgió una confusión teológica, donde todos los "enemigos" fueron agrupados en una sola categoría, perdiendo la claridad original de las Escrituras. Esta mezcla llevó a interpretaciones simplistas que no reflejan la profundidad de los textos bíblicos.
Por lo tanto, ama a tu sanē (נַאֲךָ), bendícelo y hazle el bien. Pero los oyev (איב) están sujetos a la muerte.
Jesús no dijo nada nuevo. Solo repitió lo que los judíos de su tiempo ya sabían sobre a qué enemigos amar.