En su segunda epístola a la "iglesia de los Tesalonicenses'' Pablo declara que el espíritu de iniquidad ya entonces estaba en operación. Después de predecir el surgimiento de la iglesia apóstata, con sus blasfemosas pretensiones de poder, como una condición antecedente a la segunda venida de Cristo; el apóstol continuaba así: "Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida".
El espíritu de iniquidad ya estaba activo aunque restringido o impedido por un tiempo debido a la presencia de los apóstoles; y que luego aun este refrenamiento sería removido y aquel inicuo estaría en poder.
La expresión "misterio de la iniquidad" usada por Pablo, es significativa. Prominentes entre los primeros pervertidores de la fe Cristiana eran los que atacaban su simplicidad y su falta de exclusividad. Esta simplicidad era tan diferente de los misterios del Judaísmo y de los misteriosos ritos de la idolatría pagana como de decepcionar a muchos; y los primeros cambios en la forma Cristiana de adoración fueron marcados por la introducción de las ceremonias místicas.
El celo de Pablo como misionero y prosélito se muestra abundantemente en las escrituras; él era igualmente celoso en solicitar mantener la fe de los quehabían aceptado la verdad. Las epístolas paulinas abundan en admoniciones y peticiones contra la creciente influencia de las falsas doctrinas, y en expresiones de tristeza sobre el crecimiento de la apostasía en la Iglesia. Sus palabras dirigidas a Timoteo son tanto enfáticas cono patético: "Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia…”
La gran apostasía de la Iglesia Cristiana comenzó en el primer siglo; a la vez que todavía había apóstoles y profetas inspirados en medio; por ende, Pablo, justamente previo a su martirio, enumera un gran número de quienes 1) "naufragaron en cuanto a la fe‟ (1 Timoteo 1: 19), y 2) "se apartaron a vana palabrería‟ (1 Timoteo 1: 6); 3) enseñando "que la resurrección ya se efectuó" (2 Timoteo 2: 18), dando 4) 'atención a fábulas y genealogías interminables‟ (1 Timoteo 1: 4), 5) 'delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia' (1 Timoteo 6: 4, 5). Esta apostasía se había hecho tan general que Pablo le declara a Timoteo: 6) 'que me abandonaron todos los que están en Asia'; y de nuevo le dice, 'en mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon' (2 Timo-teo 4: 16) él dice además que 7) 'hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene.' (Tito 1: 10, 11). Estos apóstatas, sin duda, pretendían ser muy justos, porque, dice el apóstol, 8) 'profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.' (Tito 1: 16)
Entre los historiadores de aquel período cuyos escritos no son considerados canónicos o bíblicos, pero los cuales son, sin embargo, aceptados como genuinos y confiables, era Hegesippo, quien, "florecía alrededor de los días de los apóstoles." Escribiendo de les condiciones que marcaban el fin del primer siglo y el comienzo del segundo, Euse-bio cita el testimonio del escritor anterior de la siguiente manera: "el mismo autor (Hegesippo) relatando los acontecimientos de los tiempos, también dice, que la Iglesia continuaba hasta entonces como una virgen pura e incorrupta; en tanto que si hubiera algunos en verdad intentaran pervertir la sana doctrina del evangelio del Salvador, ellos estaban ocultándose todavía en retiros obscuros; pero cuando el sagrado quórum de los apóstoles se extinguió, y la generación de aquellos que habían sido privilegiados de oír su sabiduría inspirada habían fallecido, entonces también las combinaciones de error impío por el fraude y las desilusiones de falsos maestros. Estos también, como que no quedaba apóstol alguno, de ahí en adelante intentaban, sin vergüenza a predicar sus falsas doctrinas contra el evangelio de la verdad. Tal es la declaración de Hegesippo.
Queda poca duda que los falsos maestros mencionados en el tes-timonio recién citado, eran adherentes profesados de la Iglesia, y no antagonistas de afuera, en tanto que se les restringía por la influencia y autoridad de los apóstoles; y ellos esperaron el paso de los líderes autorizados como una oportunidad de corromper a la Iglesia con malvadas enseñanzas.