A los padres ¡Dos Nacimientos!

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5 Septiembre 2001
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DOS NACIMIENTOS

Todo cristiano experimenta dos nacimientos. El primero es cuando nacemos de nuestros padres. En esta ocasión, el hogar irradia alegría y novedad. La familia festeja la llegada del recién nacido. Pero ese es sólo el primer nacimiento que, sin duda, abre el camino para el segundo. Todos los padres cristianos deben ver que sus hijos son candidatos potenciales para un nuevo nacimiento, al cual la Biblia llama regeneración (Juan 3). Mientras nuestros hijos no sean regenerados, es como si hubieran recorrido solamente una parte de la jornada en la tierra. Debemos ayudarlos a darle continuidad a esta jornada.
Por la historia sabemos que el pueblo de Israel salió de Egipto y recorrió el desierto con dirección a la tierra de Canaán. Pero solamente dos de ellos, es decir Josué y Caleb, entraron en la buena tierra. Aquella tierra representa a Cristo con sus riquezas insondables. El deseo de Dios era que todos los hijos de Israel entraran en la tierra de Canaán, pero, lamentablemente, la mayoría de ellos quedó postrada en el desierto.
¿Cuántos hijos tiene usted? ¿Uno, dos, tres? ¿Cuántos de ellos ya experimentaron el nuevo nacimiento? ¿Están ellos en la buena tierra, que es Cristo, o aún están vagando por el desierto? Recuerde que a los ojos de Dios, el primer nacimiento tiene como objetivo el segundo. Muchos padres perdieron la meta verdadera que Dios tiene al concederles hijos. En lugar de llevarlos a Cristo, la buena tierra, están distraídos con el placer, la cultura y el éxito de los hijos. Necesitamos percibir que aun después de que los hijos alcancen las metas de una vida humana normal, ellos continuaran en el desierto en términos espirituales, si es que han nacido una sola vez.
No podemos ser livianos, superficiales, considerando que la situación de nuestros hijos es buena. No es suficiente que ellos hayan nacido en un hogar cristiano y que ahora participen de algunas reuniones de la iglesia, que canten algunos himnos, lean la Biblia, y oren de vez en cuando. De la misma forma que tuvimos la experiencia de la salvación, también nuestros hijos necesitan tenerla, la base de la vida cristiana de los hijos no puede ser la experiencia de los padres con Cristo, sino la experiencia de cada uno de ellos mismos con el Señor. Es indispensable que los hijos tengan, en algún momento, la percepción de que “hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5), y “El que en El cree no es condenado, pero el que no cree, ya ha sido condenado, por que no ha creído en el nombre del Unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18).
¿Será que los padres tienen claridad de que una cosa es que los hijos hayan nacido en un hogar Cristiano, y otra bien diferente es que ellos sean salvos?
Los personajes más sobresalientes de la Biblia, en la obra de Dios, fueron aquellos que tuvieron experiencias más significativas con el Señor: Abraham, Moisés, Josué, Samuel, David, Daniel, Pedro, Pablo y otros. Por eso, es importante que nuestros hijos sean preparados para ese momento. ¿Cuál es la edad ideal para que puedan nacer de nuevo? ¿Cuánto tiempo debemos esperar? Mientras llega ese día ¿Qué debemos hacer?
El Señor Jesús empezó a envolverse en los negocios del Padre a los doce años de edad. De acuerdo con el pasaje de Lucas 12:41-46 y la experiencia humana, esa es la edad de la madurez juvenil y el discernimiento para comprender las cosas básicas de la fe y responder conscientemente a ellas. Por tanto, mientras e necesita solamente nueve meses para el primer nacimiento, son doce los años de edad de cuidado para que el hijo preparado, pueda decidir por si mismo recibir al Señor y experimentar el segundo nacimiento, en el primer nacimiento, la alegría fue especialmente para la especie humana. En el segundo nacimiento, el divino, la fiesta es en los cielos (Lucas 15:10). Hasta ese día, cuya llegada anhelamos con gran expectativa, debemos consagrarlos al Señor a cada instante. Debemos decir: “Señor acuérdate de mi hijo, el ya fue separado para Ti. Por favor, aparécete a él como el Señor se apareció a Moisés en el desierto de Madian y a Pablo en el camino a Damasco (1 Corintios 7:14b; Éxodo 3:1-6; Hechos 9:1-6) y, por Tu infinita misericordia, aparece también a mí. ¡Gracias, Señor!”
Grande es nuestra responsabilidad como padres: debemos cuidar adecuadamente a los hijos con el fin de que ellos en la edad ideal, tengan una experiencia viva, tengan un nuevo nacimiento con el Señor.
La base de la vida cristiana de los hijos no puede ser la experiencia de los padres con Cristo, sino la experiencia de cada uno de ellos mismos con el Señor.

¡Jesús es el Señor!

Artículo publicado por:
"Periódico Árbol de la Vida" de Editora Árvore da vida