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Mis queridos hermanos Maripaz y Joaquín (Tobi):
Les saludo en el amor de Nuestro Señor Jesucristo, en la esperanza que cada uno de vosotros os encontréis en perfectas condiciones de salud. Si esta carta llega a vosotros, es porque ya abandoné este mundo, para concurrir ante el Padre.
Estoy en mi casa, ya con el cuerpo cansado y consumido por un cáncer generalizado y que el Padre Eterno me ha puesto como última prueba de mi amor por Él. Pero el espíritu fuerte y anhelante, solo cuenta el escaso tiempo que falta para comparecer ante Él. Demanda un gran esfuerzo, poner cada dedo sobre el teclado, lo hago con todo el amor del mundo.
Les cuento que hace dos semanas entregué mi hija, frente al pastor que la unió en matrimonio, con un muchacho que para mi fue un hijo más, desde que llegó hace ya más de 10 años de Noruega, a estudiar medicina en la U. de Gotemburgo. Fue quizás el día más feliz de mi vida y por eso quiero compartirlo con vosotros. Quizás lo que más siento es que no conoceré mis nietos, pero estoy seguro que serán educados con principios cristianos. Mi hijo ya está próximo a recibirse de ingeniero civil informático, como mi hija son agnósticos, ellos me acompañan a la iglesia, pero lo hacen por agradarme, las esperanzas están en mi yerno, que por lo menos es cristiano, pero de Cristo como dice él, no quiere saber nada con las congregaciones humanas.
Quiero compartir con vosotros ese 29 de Septiembre de 1978, cuando escuché en la radio del auto, la noticia de la muerte del papa Juan Pablo I, por un infarto del miocardio, escuchar eso, acelerar al trabajo y comenzar mis llamadas telefónicas a Roma y a su casa de Venecia fue una sola, conseguí hablar con su secretario personal, a quién le advertí (en italiano) que estaba en condiciones de demostrarle al mundo que el corazón de don Albino estaba en perfectas condiciones. Me pidió mi número de teléfono. Media hora después me llamó un nervioso médico, que se identificó como el Dr. Buzzonetti. Me explicó que la primera información había sido errónea y que la muerte del papa, había sido por una sobredosis medicamentosa. De todos modos me invitó a nombre de no recuerdo quién, acudir a sus funerales, a lo que obviamente me negué. Les cuento esto, porque este viejo, le dobló la mano al Vaticano y me lo llevo de recuerdo (jeje).
Mi querida hermana Maripaz, no te he querido llamar porque no te quiero decir aDios, tu labor por Cristo es maravillosa y seguramente, nos encontraremos nuevamente, cuando todos lleguemos a rendir cuenta. Tengo que agradecerte esas tardes conversadas, que atesoro como recuerdo maravilloso de mi hermana en Cristo a la distancia.
Que tu caminar por la vida sea suave, porque el Camino que elegiste es la Vida misma, llevando siempre la Verdad como bandera, que Dios te bendiga amada hermana.
Mi querido hermano Joaquín,(Tobi) no te imaginas lo que me habría gustado darte un abrazo, compartir muchas conversaciones, aprender de ti, que eres un baluarte del Señor en los foros. Amanecernos conversando una botella de vino, habría sido lindo, solo que será mucho mejor encontrarnos fuera del tiempo y del espacio, en ese lugar que Dios reserva para los suyos. Allí no habrá vino, ni días ni noches, solo la Gloria de Dios.
Me ha costado un poco escribir estas líneas, las fuerzas físicas no son muchas, pero les prometo que no envidio a nadie, al contrario me siento tremendamente feliz de saberme tan cerca de Dios. Por favor háganles llegar mis saludos y mi despedida a Tony y a todos los hermanos en la fe, también a Luis Fernando, Petrino (le conocí personalmente en un viaje a Suramérica), Clemente y los otros católicos romanos, que a todos Dios los ilumine con las luces de su Santo Espíritu.
Para vosotros dos, todo mi amor en Cristo Jesús
Christian
Mis queridos hermanos Maripaz y Joaquín (Tobi):
Les saludo en el amor de Nuestro Señor Jesucristo, en la esperanza que cada uno de vosotros os encontréis en perfectas condiciones de salud. Si esta carta llega a vosotros, es porque ya abandoné este mundo, para concurrir ante el Padre.
Estoy en mi casa, ya con el cuerpo cansado y consumido por un cáncer generalizado y que el Padre Eterno me ha puesto como última prueba de mi amor por Él. Pero el espíritu fuerte y anhelante, solo cuenta el escaso tiempo que falta para comparecer ante Él. Demanda un gran esfuerzo, poner cada dedo sobre el teclado, lo hago con todo el amor del mundo.
Les cuento que hace dos semanas entregué mi hija, frente al pastor que la unió en matrimonio, con un muchacho que para mi fue un hijo más, desde que llegó hace ya más de 10 años de Noruega, a estudiar medicina en la U. de Gotemburgo. Fue quizás el día más feliz de mi vida y por eso quiero compartirlo con vosotros. Quizás lo que más siento es que no conoceré mis nietos, pero estoy seguro que serán educados con principios cristianos. Mi hijo ya está próximo a recibirse de ingeniero civil informático, como mi hija son agnósticos, ellos me acompañan a la iglesia, pero lo hacen por agradarme, las esperanzas están en mi yerno, que por lo menos es cristiano, pero de Cristo como dice él, no quiere saber nada con las congregaciones humanas.
Quiero compartir con vosotros ese 29 de Septiembre de 1978, cuando escuché en la radio del auto, la noticia de la muerte del papa Juan Pablo I, por un infarto del miocardio, escuchar eso, acelerar al trabajo y comenzar mis llamadas telefónicas a Roma y a su casa de Venecia fue una sola, conseguí hablar con su secretario personal, a quién le advertí (en italiano) que estaba en condiciones de demostrarle al mundo que el corazón de don Albino estaba en perfectas condiciones. Me pidió mi número de teléfono. Media hora después me llamó un nervioso médico, que se identificó como el Dr. Buzzonetti. Me explicó que la primera información había sido errónea y que la muerte del papa, había sido por una sobredosis medicamentosa. De todos modos me invitó a nombre de no recuerdo quién, acudir a sus funerales, a lo que obviamente me negué. Les cuento esto, porque este viejo, le dobló la mano al Vaticano y me lo llevo de recuerdo (jeje).
Mi querida hermana Maripaz, no te he querido llamar porque no te quiero decir aDios, tu labor por Cristo es maravillosa y seguramente, nos encontraremos nuevamente, cuando todos lleguemos a rendir cuenta. Tengo que agradecerte esas tardes conversadas, que atesoro como recuerdo maravilloso de mi hermana en Cristo a la distancia.
Que tu caminar por la vida sea suave, porque el Camino que elegiste es la Vida misma, llevando siempre la Verdad como bandera, que Dios te bendiga amada hermana.
Mi querido hermano Joaquín,(Tobi) no te imaginas lo que me habría gustado darte un abrazo, compartir muchas conversaciones, aprender de ti, que eres un baluarte del Señor en los foros. Amanecernos conversando una botella de vino, habría sido lindo, solo que será mucho mejor encontrarnos fuera del tiempo y del espacio, en ese lugar que Dios reserva para los suyos. Allí no habrá vino, ni días ni noches, solo la Gloria de Dios.
Me ha costado un poco escribir estas líneas, las fuerzas físicas no son muchas, pero les prometo que no envidio a nadie, al contrario me siento tremendamente feliz de saberme tan cerca de Dios. Por favor háganles llegar mis saludos y mi despedida a Tony y a todos los hermanos en la fe, también a Luis Fernando, Petrino (le conocí personalmente en un viaje a Suramérica), Clemente y los otros católicos romanos, que a todos Dios los ilumine con las luces de su Santo Espíritu.
Para vosotros dos, todo mi amor en Cristo Jesús
Christian