Vuelvo a repetir lo mismo. Los mandamientos de Dios se deben respetar y cumplir, no discutir (Deuteronomio 5:7-10; 1ªJuan 2:3-6; 5:3).
Y sobre el Arca de la Alianza, ya hablè sobre ese tema en otro epìgrafe, pero parece que hay personas que no entienden lo que leen, o repiten lo mismo por falta de argumentos. Con referencia al Arca, no la podìan ver los israelitas, ya que siempre estaba dentro del Tabernàculo, o en el Santìsimo, y si estaba fuera de allí, estaba cubierta con el velo o cortina que impedìa que se viese el Arca desde fuera del Tabernàculo, ademàs de una tela que se ponìa por encima de todo el Arca (Nùmeros 4:5,6), la cual siempre estaba itinerante, como los israelitas; por tanto, nunca se llevaba de procesiòn, sino que era trasladada de lugar, segùn iban los israelitas avanzando hacia la tierra prometida, hasta que por fin, fuè trasladada definitivamente a Jerusalèn, que es lo que menciona 2ºSamuel 6:14,15. Por lo que, cuando un israelita se postraba delante del Arca, nunca podìa verla, pues, si estaba fuera del Tabernàculo o el Santìsimo, estaba siempre cubierta por dos o tres telas por encima, y si estaba dentro del Tabernàculo o el Santìsimo, habìa una cortina que impedìa ver lo que habìa en su interior (1ºReyes 8:6-9).
No se excusen tampoco con la serpiente de bronce que Dios dijo a Moisès que hiciese, para que todo israelita que hubiese sido mordido por las serpientes quedase sanado si miraba a la serpiente de bronce (Nùmeros 21:8,9), que sirviò para aquel hecho concreto pero que debiò ser destruida despuès. Al no ser destruida de inmediato, los israelitas, màs tarde, la empezaron a considerar "sagrada", hacièndose un ìdolo de èllo, hasta que el rey Ezequìas lo destruyò (2ºReyes 18:4).
Otra cosa diferente eran los adornos que estaban en el Templo de Jerusalèn, ante los cuales ningùn israelita fiel se le ocurrìa postrarse, que es lo que mencionò un forista citando de 1ºReyes 6:29-35; 7:29 y 2ºCrònicas 3:7.
Asì que, dejen de tergiversar tanto las palabras de la Biblia como los comentarios de los demàs.
Pues, el Hijo de Dios, en Juan 4:23,24 (2ªCorintios 3:17,18), dijo que su Padre es un Espìritu, por tanto, hay que adorarlo con espìritu y verdad, pues a Dios le ofende que lo representen por medio de una imàgen o estatua, algo material, sin vida (Deuteronomio 4:15-19; 5:7-10; Hechos 17:16,24-31), pero no le importa que lo represente un ser vivo, siervo suyo, como fuè el caso de su mismo Hijo cuando estuvo en la Tierra (Juan 5:19,20,30; 8:17-19).
Jesucristo, la Piedra Angular, Cabeza de la Iglesia (Congregaciòn) cristiana (Mateo 21:42; Efesios 2:19-22; 1ªPedro 2:4-8; Colosenses 1:18), està vivo para siempre (como espìritu) y no necesita ningùn sucesor de ningùn tipo (1ªCorintios 15:42-50; Hebreos 7:24,25). Por tanto, en cuanto a los apòstoles, "piedras vivas" edificados sobre la Piedra Angular, Jesucristo (1ªPedro 2:4-8), fueron pilares o columnas dentro de la Iglesia (Congregaciòn) en el primer siglo (Gàlatas 2:8,9), quienes despuès, fueron nombrando presbìteros y diàconos en las distintas iglesias (congregaciones) (Tito 1:5-9); pero, como estaba predicho, despuès de la muerte de los apòstoles, se sembrarìa la "cizaña", la apostasìa, que es lo que tambièn mencionò un forista, citando de la carta a Timoteo (2ªTimoteo 4:3,4), ademàs de otros textos bìblicos, como por ej. Mateo 13:24-30, 36-43; 15:8,9; Hechos 20:29,30; Colosenses 2:8; 1ªTimoteo 4:1-3; 2ªTimoteo 2:16-18; etc...; y dicha apostasìa se extendiò como la gangrena, especialmente a partir de los siglos IV/V, cuando se unieron Iglesia y Estado.
Y asi fuè, hasta que al final de la siega, al final de los tiempos, como estaba predicho, el verdadero conocimiento de Dios se darìa a conocer, es decir, la Verdad, que està en la Palabra de Dios, la Biblia (Daniel 12:3,4,9,10,13; Juan 17:3,17 ;1ªTimoteo 2:3-6), que, reflejando la personalidad de Dios, que fuè quien la inspirò, se explica e interpreta por sì misma, coherentemente y sin contradicciones, desde Gènesis hasta Apocalipsis, como tambièn menciona el apòstol Pedro, en 2ªPedro 1:20,21; pero es necesario estudiarla e investigarla, sin ideas preconcebidas, con la ayuda del Espìritu Santo, que Dios da a toda persona sincera (Lucas 11:13), que desea adaptarse a su Palabra, y hacer su voluntad (Eclesiastès 12:13).
Todos contra la idolatrìa (Exodo 20:3-6; Mateo 4:10).