Para poder entender donde van los muertos, es necesario analizar este tema empezando por la creación del hombre, no se puede hacer un estudio bíblico integral de este tópico sin contextualizarlo en el origen del hombre.
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza……” (Génesis 1:26 Versión Reina-Valera revisión 1960).
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y soplo en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7 Versión Reina-Valera revisión 1960).
Una vez terminada la creación de la tierra, Dios decidió hacer al hombre, el relato bíblico nos dice que a diferencia de todo lo que había creado en los días anteriores a través de su palabra, la creación de Adán debía de ser algo especial, y eso especial significó como lo dice el relato bíblico, que sería obra de sus manos; Dios pudo haber ordenado con su palabra “hágase el hombre” o “Exista el Hombre” o usado cualquier otro adjetivo y se hubiera hecho, pero no lo quiso así, dice el génesis que con sus manos lo formo del polvo de la tierra, ahora le pregunto hermano ¿antes de que Dios soplara el aliento de vida que era el hombre?, si usted es un fiel creyente del señor y contesta con sinceridad de corazón esta pregunta, estoy seguro que coincidimos en la respuesta: Adán era un muñeco de polvo de tierra sin vida, sin pensamientos, sin movimientos, sin sentimientos, pero el relato bíblico continua diciendo que Dios soplo en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente, un hombre que se movía, pensaba, miraba, caminaba por edén, y una vez que el pecado toco sus vidas, el hombre (varón y hembra), sintieron dolor físico, dolor espiritual, dolor sentimental, sufrieron, lloraron, se entristecieron, odiaron, amaron.
Una vez definido el origen de vida del hombre, ahora podemos hablar de lo opuesto, “su muerte”, ¿que pasa cuando el Hombre muere, que pasa cuando Dios no llama a descansar?, como seres humanos sabemos que hemos de morir, eso lo dice la palabra Dios en Eclesiastés, pero ¿a donde vamos?; dejemos que la Biblia nos lo diga:
“y el polvo vuelve a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios quien lo dio” (Eclesiastés 12:7).
En este versículo apreciado hermano, la Biblia nos da a entender que cuando nosotros morimos sucede lo inverso a la creación, el espíritu vuelve a Dios quien lo dio, ese aliento de vida que soplo Dios en la nariz de Adán y lo puso en movimiento y le dio la facultad de pensar, de amar, de entristecerse, de llorar, de sentir dolor, ese soplo de vida vuelve a Dios quien lo dio y nuestro cuerpo inerte que ya no puede sentir dolor, ni pensar, ni amar etc, se convierte en polvo, y vuelve a la tierra, además recuerde, que esta fue la sentencia divina dada por Dios para el hombre después de pecar, “pues polvo eres, al polvo volverás”(Génesis 3:19).
En todo caso, si tenemos que creer en la inmortalidad del alma, tendríamos que concluir que todas están con Dios, por según la Biblia el espíritu vuelve a Dios quien lo dio, pero ese espíritu es el soplo de vida, que hace la diferencia entre lo inerte y lo vivo.
En libro de Job capitulo 14, encontramos que la posición bíblica en cuanto a este tema es idéntica, no existe inmortalidad de alma, este capitulo es una disertación sobre la naturaleza del hombre, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, el patriarca menciona que aun los árboles viejos pueden reverdecer al percibir el agua, pero el hombre morirá y será cortado y luego se pregunta, “si el hombre muere volverá a vivir”, “y donde estará”, el mismo patriarca da la respuesta: Se agotan las aguas de un lago, y un río mengua y se seca; así yace el hombre y no se vuelve a levantar. Hasta que no haya más cielos, no lo despertarán, ni lo levantarán de su sueño.
Esta es la posicion biblica en cuanto a la naturaleza del hombre y que sucede cuando morimos, cualquier versiculo de la Biblia que se quiera interpretar como apoyo para la inmotalidad del alma estaria sacado fuera de contexto.