Examinemos un relato bíblico relacionado con una expulsión. Sucedía que los cristianos de la congregación de Corinto estaban tolerando “tal fornicación como ni siquiera la había entre las naciones: que cierto hombre tenía la esposa de su padre”. Por eso, Pablo los instó a que “entregaran a tal hombre a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu fuera salvado” (1 Corintios 5:1-5). Cuando fue expulsado y, por tanto, entregado a Satanás, el pecador volvió a formar parte del mundo del Diablo (1 Juan 5:19). Con esta medida, aquellos cristianos eliminaron una malvada influencia carnal de entre ellos y no perdieron el “espíritu” —o actitud dominante— que Dios deseaba en la congregación (2 Timoteo 4:22; 1 Corintios 5:11-13).
No mucho tiempo después, Pablo animó a los corintios a readmitir en la congregación al expulsado. ¿Por qué razón? Según explicó el apóstol, para que no fueran “alcanzados por Satanás”. Todo indica que aquel pecador se había arrepentido y volvía a llevar una vida limpia (2 Corintios 2:8-11). Si los corintios no lo readmitían, Satanás ‘los alcanzaría’ en el sentido de que conseguiría su objetivo: que fueran insensibles y no mostraran misericordia. En vista de tal advertencia, seguramente no tardaron mucho en ‘perdonar y consolar’ a este hombre arrepentido (2 Corintios 2:5-7).
Entonces, ¿cuál es el propósito de la expulsión? En primer lugar, se mantiene el santo nombre de Jehová sin mancha y se protege la buena reputación de su pueblo (1 Pedro 1:14-16). Por otro lado, al expulsar al pecador que no se arrepiente, se obedecen las normas divinas y se mantiene la pureza espiritual de la congregación. Además, esta acción correctiva puede lograr que la persona recapacite y recobre el juicio.
¿Sigue el modelo apostólico su iglesia, de expulsar a los que hen hecho del pecado una práctica constante?
Es lamentable que la cristiandad se identifique mas bien con la siguiente descripción del apóstol Pablo:
"Llenos como estaban de toda injusticia, iniquidad, codicia, maldad, estando llenos de envidia, asesinato, contienda, engaño, genio malicioso, siendo susurradores, difamadores solapados, odiadores de Dios, insolentes, altivos, presumidos, inventores de cosas perjudiciales, desobedientes a los padres, sin entendimiento, falsos en los acuerdos, sin tener cariño natural, despiadados. Aunque estos conocen muy bien el justo decreto de Dios, que los que practican tales cosas son merecedores de muerte, no solo siguen haciéndolas, sino que también consienten a los que las practican.
(Romanos 1:29-32)
No mucho tiempo después, Pablo animó a los corintios a readmitir en la congregación al expulsado. ¿Por qué razón? Según explicó el apóstol, para que no fueran “alcanzados por Satanás”. Todo indica que aquel pecador se había arrepentido y volvía a llevar una vida limpia (2 Corintios 2:8-11). Si los corintios no lo readmitían, Satanás ‘los alcanzaría’ en el sentido de que conseguiría su objetivo: que fueran insensibles y no mostraran misericordia. En vista de tal advertencia, seguramente no tardaron mucho en ‘perdonar y consolar’ a este hombre arrepentido (2 Corintios 2:5-7).
Entonces, ¿cuál es el propósito de la expulsión? En primer lugar, se mantiene el santo nombre de Jehová sin mancha y se protege la buena reputación de su pueblo (1 Pedro 1:14-16). Por otro lado, al expulsar al pecador que no se arrepiente, se obedecen las normas divinas y se mantiene la pureza espiritual de la congregación. Además, esta acción correctiva puede lograr que la persona recapacite y recobre el juicio.
¿Sigue el modelo apostólico su iglesia, de expulsar a los que hen hecho del pecado una práctica constante?
Es lamentable que la cristiandad se identifique mas bien con la siguiente descripción del apóstol Pablo:
"Llenos como estaban de toda injusticia, iniquidad, codicia, maldad, estando llenos de envidia, asesinato, contienda, engaño, genio malicioso, siendo susurradores, difamadores solapados, odiadores de Dios, insolentes, altivos, presumidos, inventores de cosas perjudiciales, desobedientes a los padres, sin entendimiento, falsos en los acuerdos, sin tener cariño natural, despiadados. Aunque estos conocen muy bien el justo decreto de Dios, que los que practican tales cosas son merecedores de muerte, no solo siguen haciéndolas, sino que también consienten a los que las practican.
(Romanos 1:29-32)