¿El deseado de todas las gentes?

EMR

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19 Agosto 2008
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Teniendo en cuenta la profusión con la que vienen apareciendo en internet estudios teológicos serios sobre temáticas relacionadas con las enseñanzas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, bien puede decirse que las desviaciones bíblicas más serias de dicha confesión religiosa son del dominio público o, al menos, que cualquiera puede documentarse con suma facilidad en cuanto a las doctrinas más grotescas de dicha organización. La “doctrina” en cuya refutación se ha puesto más empeño es probable que sea la noción adventista de un juicio “investigador” o “previo al advenimiento” que, supuestamente, se viene celebrando en las cortes celestiales desde el 22 de octubre de 1844.
En el presente estudio no se ahondará en ninguno de los disparates más obvios sustentados por la Iglesia Adventista. Nuestro empeño aquí no es otro que poner de manifiesto que incluso en la mejor literatura de dicha confesión afloran errores que suelen pasar desapercibidos para la mayoría, incluso de las personas críticas con el adventismo, y que se han venido perpetuando, impermeables al avance exegético. Naturalmente, la yugulación de la exégesis en dicha organización se debe al abrazo mortal que recibe por parte de los escritos de uno de los fundadores de dicha Iglesia, supuestamente “inspirados”.
Uno de los libros adventistas mejor escritos es la obra Desire of Ages, publicada en 1898, y traducida al español con el título El Deseado de todas las gentes. A diferencia de lo que suele ocurrir en otros libros anteriores de su autora, Ellen White, este está en gran medida libre de los aspectos más objetables de la ideología adventista, señal inequívoca de la calidad general que tenía la biblioteca privada de la Señora White, por entonces residente en Australia, en esa época, en la que la mayoría de los creyentes se habían olvidado ya de las más groseras publicaciones milleritas y de las adventistas que las siguieron. Como sabrán muchos lectores, la obra en cuestión se presenta a sí misma como una biografía de Jesucristo, y los fieles adventistas entienden que se trata de una biografía “inspirada”.
Tanto el título inglés como el español del libro en cuestión contienen una alusión al pasaje de Hageo 2:7. El contexto inmediato completo de ese versículo es el tercer mensaje dirigido por Hageo a Zorobabel, al sacerdote Josué y al resto del pueblo, que se empeñaba por fin en la reconstrucción del templo de Jerusalén. Ese tercer mensaje decía lo siguiente (vers. 3-9):
¿Quién queda entre vosotros que haya visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada ante vuestros ojos? Pues ahora, Zorobabel, anímate, dice Jehová; anímate tú también, sumo sacerdote Josué hijo de Josadac; cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad, porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; haré temblar a todas las naciones; vendrá el Deseado de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria de esta segunda Casa será mayor que la de la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.
Aunque la atribución de un sentido mesiánico a alguna de tales palabras no puede decirse que haya sido un invento ni adventista ni de Ellen White, los escritos de esta autora, y no solamente el título de su último escrito de corte biográfica sobre Cristo, han sido decisivos para que los fieles de esa confesión no puedan ni plantearse ninguna otra interpretación de tales explicaciones.
En el entorno adventista, lo de la plata y el oro suele entenderse, por ejemplo, como una invitación a la dadivosidad de los fieles o a la moderación en el gasto, según lo que el “intérprete” desee recalcar. Así, y aunque en su “exposición” de los pasajes bíblicos pertinentes esa autora no es siempre del todo coherente, los siguientes dos párrafos son representativos:
«Él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas» (Hech. 17:25). El Señor dice: «Mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales que hay en los collados». «Mía es la plata, y mío el oro». «Él te da el poder para hacer las riquezas» (Sal. 50:10; Hag. 2:8; Deut. 8:18). En reconocimiento de que todas estas cosas procedían de él, Jehová mandó que una porción de su abundancia le fuese devuelta en donativos y ofrendas para sostener su culto (Patriarcas y profetas, p. 566).
El dinero debe gastarse en muchos lugares, no en una institución gigantesca.— Nadie ha de realizar una petición urgente de medios económicos con los que erigir edificios grandes y caros para sanatorios, instituciones de enseñanza superior, o editoriales, absorbiendo medios de tal forma que la obra se vea menoscabada en otros lugares. Tengan cuidado nuestros hermanos, no sea que al pedir dinero a nuestro pueblo para la erección de edificios grandes en un lugar, saqueen otras partes de la viña del Señor. Invertir fondos indebidamente y exaltar esta obra en una parte del campo cuando hay labores urbanas que deben hacerse en muchos lugares no es lo correcto. Es egoísmo y codicia. El Señor condena especialmente tal manifestación, porque, por ella, su obra sagrada es tergiversada ante el mundo. Él querría que su obra estuviese controlada y dirigida por la equidad, la justicia y el juicio. No pide la erección de instituciones inmensas. Un rincón de la viña no es el mundo entero. En muchos lugares a lo largo y ancho del mundo han de establecerse monumentos conmemorativos de Dios que representen su verdad. Y debe seguirse un proceder razonable tal que estemos presente en nuestras grandes ciudades en una actitud tan sensata que las personas que no son de nuestra fe nos ayuden con sus fondos. Todo dólar que tenemos pertenece a Dios. «Mía es la plata, y mío el oro, dice Jehová de los ejércitos» [Hageo 2:8] (Manuscrito 99, 1901, en Manuscript Releases, tomo 13 [1990], pp. 406-407).
Por otra parte, al intentar dar una explicación de lo que quería decir el antiguo profeta con eso del «Deseado de todas las naciones», la misma autora afirma, por ejemplo, lo siguiente:
Durante varios siglos los judíos se habían esforzado para probar cómo y dónde se había cumplido la promesa que Dios había dado por Aggeo. Pero el orgullo y la incredulidad habían cegado su mente de tal modo que no comprendían el verdadero significado de las palabras del profeta. Al segundo templo no le fue conferido el honor de ser cubierto con la nube de la gloria de Jehová, pero sí fue honrado con la presencia de Uno en quien habitaba corporalmente la plenitud de la Divinidad, de Uno que era Dios mismo manifestado en carne. Cuando el Nazareno enseñó y realizó curaciones en los atrios sagrados se cumplió la profecía gloriosa: él era el “Deseado de todas las naciones” que entraba en su templo. Por la presencia de Cristo, y sólo por ella, la gloria del segundo templo superó la del primero; pero Israel tuvo en poco al anunciado don del cielo; y con el humilde Maestro que salió aquel día por la puerta de oro, la gloria había abandonado el templo para siempre. Así se cumplieron las palabras del Señor, que dijo: «He aquí vuestra casa os es dejada desierta» (S. Mateo 23:38) (El conflicto de los siglos, p. 27).
Así pues, según esta prolífica y ecléctica autora, en dos versículos tan cercanos se habla de dadivosidad y economía en uno (el 8), y de las andanzas de Jesús de Nazaret por los atrios del segundo templo en el otro (supuestamente, en el versículo 7). En realidad, en este caso Ellen White compartió las creencias comunes de sus contemporáneos. Muchos de los comentarios bíblicos populares en su época manifestaban nociones similares a las suyas. Sin embargo, la noción de que Hageo 2:7, 9 deba entenderse como si predijese la venida del Mesías, mientras que el versículo 8 deba considerarse como si promoviese la mayordomía cristiana parece completamente caprichoso. ¿Es de verdad tan errático el mensaje de Hageo? ¿Consistía su mensaje en un conglomerado de predicciones inconexas en las que se confundía el tocino con la velocidad?
Por otra parte, la propia idea de que al Mesías se le identifique con la expresión “Deseado de todas las naciones” es verdaderamente extraña. Es un hecho perfectamente conocido que el judaísmo, especialmente tal como se revela en la literatura intertestamentaria, esperaba la llegada del Mesías, pero no parece haber un corpus de literatura gentil que promueva una noción similar. ¿Qué nación, si no Israel, esperaba la llegada del Mesías en la antigüedad?
Normalmente, los cristianos que tienen la Biblia como su única regla de fe y de conducta son capaces de superar interpretaciones pueriles que es fácil que hayan tenido al principio. Lamentablemente, los que insisten en que cuenta con una “luz menor” para interpretar a la “luz mayor” quedan inevitablemente estancados en lo que esa supuesta “luz” menor vio, como lo demuestra el hecho de que, desde el fallecimiento de la mujer en cuestión hace casi un siglo, el adventismo ha sido incapaz de aportar ninguna novedad teológica con respecto a lo fraguado por esa autora.
¿Qué quiso decir, entonces, Hageo? La expresión hebrea que hay detrás de lo que algunas biblias (como la Reina-Valera) traducen como «el Deseado de todas las naciones» es (transcripción aproximada) jemdat kol-haggôyim, con una inicial mayúscula que no existe en hebreo. Ahora bien, gôyim es la designación habitual para cualquier nación, incluidas Israel y Judá, aunque lo más habitual es que designe a las naciones extranjeras, es decir, a los gentiles. En cuanto a jemdat, o su forma no constructa, jemdah, significa cualquier cosa que resulte deseable, en especial riquezas. Observemos, por ejemplo, Nah. 2:9 (2:10 en hebreoin Hebrew): «¡Saquead plata, saquead oro! ¡Hay riquezas sin fin, y toda clase de objetos suntuosos y codiciables! [jemdah]».
El significado del discurso de Hageo es entones manifiesto. Hageo 2:1-9 presagiaba el mensaje de los últimos versículos del mismo capítulo: Aunque el templo que estaban reconstruyendo era insignificante comparado con la gloria del de Salomón, la situación se invertiría cuando la plata y el oro que los gentiles tanto deseaban volviese por fin a Jerusalén. La referencia a la plata y el oro no tiene nada que ver con la evitación de deudas en las instituciones de la iglesia, y tampoco está relacionada con las ofrendas o los diezmos. Y «el deseado de todas las naciones» no tiene nada que ver con Jesucristo. Las traducciones competentes modernas, como, por ejemplo, la NVI, traducen «¡[H]aré temblar a todas las naciones! Sus riquezas llegarán aquí, y así llenaré de esplendor esta casa —dice el Señor Todopoderoso—.»
Si las palabras de Hageo de verdad se cumplieron en sentido alguno, tendrían que ver con la restauración del templo efectuada desde los días de Herodes el Grande hasta los de Agripa II, poco antes de su destrucción por los romanos.
La absoluta incompetencia de Ellen White a la hora de captar la naturaleza del obvio tercer mensaje de Hageo crea muy serias dudas en lo referente a sus credenciales proféticas, que, supuestamente, estaban concebidas para que los fieles lograsen volver a la “luz mayor” y entenderla mejor. Como queda de manifiesto en el presente estudio, la “luz mayor” se entiende mejor sin el concurso de aditamentos innecesarios.
 
Re: ¿El deseado de todas las gentes?

Estimado EMR. Saludos cordiales.

Es consabido que los detractores como Gil, Bicente y otros más, tratarán de enlodar las claras y nítidas verdades que provienen de la Palabra de Dios y de la pluma inspirada, y no podemos esperar que tú, como participante de las páginas web anti adventísta no lo hagas en menor escala.

Este libro, es el clásico de Elena de White sobre la vida de Jesús, aquel que está en el centro de toda la historia humana. Seguiremos a Jesús en estas páginas desde su nacimiento en el establo de Belén hasta su muerte en la cruz, su resurrección gloriosa y su triunfante retorno al cielo.

Esperemos que con esta confrontación muchos lecrtores puedan revisar y leer este hermoso tratado sobre la vida de nuestro Señor Jesucristo "El Deseado de todas las Gentes" y sacar sus propias conclusiones, ya que sin duda alguna es un gran tesoro a nuestra disposición.

"EN EL corazón de todos los seres humanos, sin distinción de raza o posición social, hay un indecible anhelo de algo que ahora no poseen. Este anhelo es implantado en la misma constitución del hombre por un Dios misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, sea mala o buena. Dios desea que el ser humano busque lo mejor, y lo halle en el bien eterno de su alma. En vano procuran los hombres satisfacer este deseo con los placeres, las riquezas, la comodidad, la fama, o el poder. Los que tratan de hacerlo, descubren que estas cosas hartan los sentidos, pero dejan el alma tan vacía y desconforme como antes.

Es el designio de Dios que este anhelo del corazón humano guíe hacia el único que es capaz de satisfacerlo. Es un deseo de ese Ser, capaz de guiar a él, la plenitud y el cumplimiento de ese deseo. Esa plenitud se halla en Jesucristo, el Hijo del Dios eterno, "Porque plugo al Padre que la plenitud de todo residiese en él;" "Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente." Y es también verdad que "vosotros estáis completos en él" con respecto a todo deseo divinamente implantado y normalmente seguido. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo. Se han escrito muchos libros titulados "La vida de Cristo," libros excelentes, grandes acopios de información, elaborados ensayos sobre cronología, historia, costumbres, y acontecimientos contemporáneos, con abundante enseñanza y muchas vislumbres de la vida multiforme de Jesús de Nazaret. Sin embargo, no se ha dicho de ella ni aun la mitad.

No es tampoco el propósito de esta obra exponer una armonía de los evangelios, o presentar en orden estrictamente cronológico los importantes sucesos y las maravillosas lecciones de la vida de Cristo; su propósito es presentar el amor de Dios como ha sido revelado en su Hijo, la divina hermosura de la 6 vida de Cristo, de la cual todos pueden participar, y no simplemente satisfacer los deseos de la mera curiosidad ni las observaciones de los críticos. Pero como por el encanto de su propia belleza de carácter Jesús atrajo a sus discípulos a sí mismo, y por su toque y sentimiento de simpatía en todas sus dolencias y necesidades, y por su constante asociación, transformó sus caracteres de terrenales en celestiales, de egoístas en abnegados, y trocó la mezquina ignorancia y prejuicio en el conocimiento generoso y el amor profundo por las almas de todas las naciones y razas, es el propósito de este libro presentar al bendito Redentor de modo que ayude al lector a acudir a él como a una realidad viviente, con la cual pueda tenerse comunión íntima y vital, y hallar en él, como los discípulos de la antigüedad, al poderoso Jesús, que "salva hasta lo sumo," y transforma de acuerdo con su propia imagen divina a los que acuden a Dios por su intermedio.

Rogamos que la bendición del Altísimo acompañe a esta obra, y que el Espíritu Santo haga de las palabras de este libro palabras de vida para muchas almas cuyos anhelos y deseos no están aún satisfechos; para que puedan "conocerle, y la virtud de su resurrección, y la participación de sus padecimientos," y finalmente, en una eternidad bienaventurada, compartir a su diestra la plenitud de su gozo y la dicha inconmensurable que disfrutarán todos los que hayan hallado en él el todo en todo, "el más señalado entre diez mil," Aquel que "es del todo amable," "todo él codiciable." (LOS EDITORES)


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo
.
 
Re: ¿El deseado de todas las gentes?

Estimado EMR. Saludos cordiales.

Es consabido que los detractores como Gil, Bicente y otros más, tratarán de enlodar las claras y nítidas verdades que provienen de la Palabra de Dios y de la pluma inspirada, y no podemos esperar que tú, como participante de las páginas web anti adventísta no lo hagas en menor escala.


Hola hermano,
Deseo de todo corazón que reflexione en sus palabras antes de exponerlas, recuerde que Dios en su sabiduría nos dio "2 ojos", "2 oídos" y SOLAMENTE una boca y a lo que voy con esto es que debemos observar y escuchar más que hablar... No considero pertinente que difame a las demás personas sólo porque tratan de exponer sus puntos de vista y porque no creen igual que usted (no sea fanático), al decir que personas como Gil, Bvicente y otros más desean enlodar las verdades que provienen de la Palabra de Dios (quiero entender que usted con esto se refiere a la Biblia), ya que para nada se compara la SANTA BIBLIA con los escritos de la hermana EGW y hasta donde yo he leído no han "enlodado" lo que dice la Biblia.
No porque Elena "escriba bonito de Jesús" quiere decir que sea con buenas intenciones. Recuerde que no todo el que diga "Señor Señor" entrará en el reino de los cielos. Recuerde además que estamos rodeados de la Nueva Era, Satanás está usando todos los medios para distraernos de la verdad, incluso si eso significa "hablar y/o escribir cosas bonitas de Dios y Jesús". Recuerde hermano LO QUE ESTÁ ESCRITO EN LA SANTA BIBLIA dicho por nuestro hermano Jesús: "Yo soy el Camino, LA VERDAD y la Vida, nadie viene al Padre SINO POR MI"
 
Re: ¿El deseado de todas las gentes?

Estimada Leticiaee. Saludos cordiales.

Tú que tienes 2 ojos, dos orejas y una boca, lee con atención esta absurda declaracón y compárala con la que te escribo a continuación:

Por otra parte, la propia idea de que al Mesías se le identifique con la expresión “Deseado de todas las naciones” es verdaderamente extraña. Es un hecho perfectamente conocido que el judaísmo, especialmente tal como se revela en la literatura intertestamentaria, esperaba la llegada del Mesías, pero no parece haber un corpus de literatura gentil que promueva una noción similar. ¿Qué nación, si no Israel, esperaba la llegada del Mesías en la antigüedad?
Normalmente, los cristianos que tienen la Biblia como su única regla de fe y de conducta son capaces de superar interpretaciones pueriles que es fácil que hayan tenido al principio. Lamentablemente, los que insisten en que cuenta con una “luz menor” para interpretar a la “luz mayor” quedan inevitablemente estancados en lo que esa supuesta “luz” menor vio, como lo demuestra el hecho de que, desde el fallecimiento de la mujer en cuestión hace casi un siglo, el adventismo ha sido incapaz de aportar ninguna novedad teológica con respecto a lo fraguado por esa autora.
¿Qué quiso decir, entonces, Hageo? La expresión hebrea que hay detrás de lo que algunas biblias (como la Reina-Valera) traducen como «el Deseado de todas las naciones» es (transcripción aproximada) jemdat kol-haggôyim, con una inicial mayúscula que no existe en hebreo. Ahora bien, gôyim es la designación habitual para cualquier nación, incluidas Israel y Judá, aunque lo más habitual es que designe a las naciones extranjeras, es decir, a los gentiles. En cuanto a jemdat, o su forma no constructa, jemdah, significa cualquier cosa que resulte deseable, en especial riquezas. Observemos, por ejemplo, Nah. 2:9 (2:10 en hebreoin Hebrew): «¡Saquead plata, saquead oro! ¡Hay riquezas sin fin, y toda clase de objetos suntuosos y codiciables! [jemdah]».
El significado del discurso de Hageo es entones manifiesto. Hageo 2:1-9 presagiaba el mensaje de los últimos versículos del mismo capítulo: Aunque el templo que estaban reconstruyendo era insignificante comparado con la gloria del de Salomón, la situación se invertiría cuando la plata y el oro que los gentiles tanto deseaban volviese por fin a Jerusalén. La referencia a la plata y el oro no tiene nada que ver con la evitación de deudas en las instituciones de la iglesia, y tampoco está relacionada con las ofrendas o los diezmos. Y «el deseado de todas las naciones» no tiene nada que ver con Jesucristo. Las traducciones competentes modernas, como, por ejemplo, la NVI, traducen «¡[H]aré temblar a todas las naciones! Sus riquezas llegarán aquí, y así llenaré de esplendor esta casa —dice el Señor Todopoderoso—.»
Si las palabras de Hageo de verdad se cumplieron en sentido alguno, tendrían que ver con la restauración del templo efectuada desde los días de Herodes el Grande hasta los de Agripa II, poco antes de su destrucción por los romanos.
QUOTE]

Respondo: Nació Hageo, según comúnmente se cree, en Babilonia, durante la cautividad de los judíos, unos quinientos años antes de la venida de Jesucristo. Hageo, Daniel, Zacarías y Malaquías fueron como los últimos Profetas del Antiguo Testamento; y por eso hablaron ya con mayor claridad, y parece que señalaban con el dedo al Mesías. Volvió a Judea con Zorobabel, príncipe de Judá, al cual, y al sumo sacerdote Josué, hijo de Josedec, y a todo el pueblo, los exhortó a reedificar el templo; prometiéndoles que Dios les haría más celebre y glorioso que el primero, no con la abundancia de oro y plata, sino con la presencia del Mesías, del Deseado de todas las gentes, que predicaría en él el Evangelio de la paz (Cap. 2:81). Esta admirable profecía está en términos tan claros, que los rabinos, autores del Talmud, la entendieron siempre como nosotros, de la venida del Mesías. Comenzó a profetizar dos meses antes que Zacarías según se ve en el capítulo 1: 1

Ahora te pregunto a tí, ¿Es Jesús el Deseado de todas las Gentes?, o también te ha carcomido la fe, la perversión preterista?

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿El deseado de todas las gentes?

Teniendo en cuenta la profusión con la que vienen apareciendo en internet estudios teológicos serios sobre temáticas relacionadas con las enseñanzas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, bien puede decirse que las desviaciones bíblicas más serias de dicha confesión religiosa son del dominio público o, al menos, que cualquiera puede documentarse con suma facilidad en cuanto a las doctrinas más grotescas de dicha organización. La “doctrina” en cuya refutación se ha puesto más empeño es probable que sea la noción adventista de un juicio “investigador” o “previo al advenimiento” que, supuestamente, se viene celebrando en las cortes celestiales desde el 22 de octubre de 1844.
En el presente estudio no se ahondará en ninguno de los disparates más obvios sustentados por la Iglesia Adventista. Nuestro empeño aquí no es otro que poner de manifiesto que incluso en la mejor literatura de dicha confesión afloran errores que suelen pasar desapercibidos para la mayoría, incluso de las personas críticas con el adventismo, y que se han venido perpetuando, impermeables al avance exegético. Naturalmente, la yugulación de la exégesis en dicha organización se debe al abrazo mortal que recibe por parte de los escritos de uno de los fundadores de dicha Iglesia, supuestamente “inspirados”.
Uno de los libros adventistas mejor escritos es la obra Desire of Ages, publicada en 1898, y traducida al español con el título El Deseado de todas las gentes. A diferencia de lo que suele ocurrir en otros libros anteriores de su autora, Ellen White, este está en gran medida libre de los aspectos más objetables de la ideología adventista, señal inequívoca de la calidad general que tenía la biblioteca privada de la Señora White, por entonces residente en Australia, en esa época, en la que la mayoría de los creyentes se habían olvidado ya de las más groseras publicaciones milleritas y de las adventistas que las siguieron. Como sabrán muchos lectores, la obra en cuestión se presenta a sí misma como una biografía de Jesucristo, y los fieles adventistas entienden que se trata de una biografía “inspirada”.
Tanto el título inglés como el español del libro en cuestión contienen una alusión al pasaje de Hageo 2:7. El contexto inmediato completo de ese versículo es el tercer mensaje dirigido por Hageo a Zorobabel, al sacerdote Josué y al resto del pueblo, que se empeñaba por fin en la reconstrucción del templo de Jerusalén. Ese tercer mensaje decía lo siguiente (vers. 3-9):
¿Quién queda entre vosotros que haya visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada ante vuestros ojos? Pues ahora, Zorobabel, anímate, dice Jehová; anímate tú también, sumo sacerdote Josué hijo de Josadac; cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad, porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; haré temblar a todas las naciones; vendrá el Deseado de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria de esta segunda Casa será mayor que la de la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.
Aunque la atribución de un sentido mesiánico a alguna de tales palabras no puede decirse que haya sido un invento ni adventista ni de Ellen White, los escritos de esta autora, y no solamente el título de su último escrito de corte biográfica sobre Cristo, han sido decisivos para que los fieles de esa confesión no puedan ni plantearse ninguna otra interpretación de tales explicaciones.
En el entorno adventista, lo de la plata y el oro suele entenderse, por ejemplo, como una invitación a la dadivosidad de los fieles o a la moderación en el gasto, según lo que el “intérprete” desee recalcar. Así, y aunque en su “exposición” de los pasajes bíblicos pertinentes esa autora no es siempre del todo coherente, los siguientes dos párrafos son representativos:
«Él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas» (Hech. 17:25). El Señor dice: «Mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales que hay en los collados». «Mía es la plata, y mío el oro». «Él te da el poder para hacer las riquezas» (Sal. 50:10; Hag. 2:8; Deut. 8:18). En reconocimiento de que todas estas cosas procedían de él, Jehová mandó que una porción de su abundancia le fuese devuelta en donativos y ofrendas para sostener su culto (Patriarcas y profetas, p. 566).
El dinero debe gastarse en muchos lugares, no en una institución gigantesca.— Nadie ha de realizar una petición urgente de medios económicos con los que erigir edificios grandes y caros para sanatorios, instituciones de enseñanza superior, o editoriales, absorbiendo medios de tal forma que la obra se vea menoscabada en otros lugares. Tengan cuidado nuestros hermanos, no sea que al pedir dinero a nuestro pueblo para la erección de edificios grandes en un lugar, saqueen otras partes de la viña del Señor. Invertir fondos indebidamente y exaltar esta obra en una parte del campo cuando hay labores urbanas que deben hacerse en muchos lugares no es lo correcto. Es egoísmo y codicia. El Señor condena especialmente tal manifestación, porque, por ella, su obra sagrada es tergiversada ante el mundo. Él querría que su obra estuviese controlada y dirigida por la equidad, la justicia y el juicio. No pide la erección de instituciones inmensas. Un rincón de la viña no es el mundo entero. En muchos lugares a lo largo y ancho del mundo han de establecerse monumentos conmemorativos de Dios que representen su verdad. Y debe seguirse un proceder razonable tal que estemos presente en nuestras grandes ciudades en una actitud tan sensata que las personas que no son de nuestra fe nos ayuden con sus fondos. Todo dólar que tenemos pertenece a Dios. «Mía es la plata, y mío el oro, dice Jehová de los ejércitos» [Hageo 2:8] (Manuscrito 99, 1901, en Manuscript Releases, tomo 13 [1990], pp. 406-407).
Por otra parte, al intentar dar una explicación de lo que quería decir el antiguo profeta con eso del «Deseado de todas las naciones», la misma autora afirma, por ejemplo, lo siguiente:
Durante varios siglos los judíos se habían esforzado para probar cómo y dónde se había cumplido la promesa que Dios había dado por Aggeo. Pero el orgullo y la incredulidad habían cegado su mente de tal modo que no comprendían el verdadero significado de las palabras del profeta. Al segundo templo no le fue conferido el honor de ser cubierto con la nube de la gloria de Jehová, pero sí fue honrado con la presencia de Uno en quien habitaba corporalmente la plenitud de la Divinidad, de Uno que era Dios mismo manifestado en carne. Cuando el Nazareno enseñó y realizó curaciones en los atrios sagrados se cumplió la profecía gloriosa: él era el “Deseado de todas las naciones” que entraba en su templo. Por la presencia de Cristo, y sólo por ella, la gloria del segundo templo superó la del primero; pero Israel tuvo en poco al anunciado don del cielo; y con el humilde Maestro que salió aquel día por la puerta de oro, la gloria había abandonado el templo para siempre. Así se cumplieron las palabras del Señor, que dijo: «He aquí vuestra casa os es dejada desierta» (S. Mateo 23:38) (El conflicto de los siglos, p. 27).
Así pues, según esta prolífica y ecléctica autora, en dos versículos tan cercanos se habla de dadivosidad y economía en uno (el 8), y de las andanzas de Jesús de Nazaret por los atrios del segundo templo en el otro (supuestamente, en el versículo 7). En realidad, en este caso Ellen White compartió las creencias comunes de sus contemporáneos. Muchos de los comentarios bíblicos populares en su época manifestaban nociones similares a las suyas. Sin embargo, la noción de que Hageo 2:7, 9 deba entenderse como si predijese la venida del Mesías, mientras que el versículo 8 deba considerarse como si promoviese la mayordomía cristiana parece completamente caprichoso. ¿Es de verdad tan errático el mensaje de Hageo? ¿Consistía su mensaje en un conglomerado de predicciones inconexas en las que se confundía el tocino con la velocidad?
Por otra parte, la propia idea de que al Mesías se le identifique con la expresión “Deseado de todas las naciones” es verdaderamente extraña. Es un hecho perfectamente conocido que el judaísmo, especialmente tal como se revela en la literatura intertestamentaria, esperaba la llegada del Mesías, pero no parece haber un corpus de literatura gentil que promueva una noción similar. ¿Qué nación, si no Israel, esperaba la llegada del Mesías en la antigüedad?
Normalmente, los cristianos que tienen la Biblia como su única regla de fe y de conducta son capaces de superar interpretaciones pueriles que es fácil que hayan tenido al principio. Lamentablemente, los que insisten en que cuenta con una “luz menor” para interpretar a la “luz mayor” quedan inevitablemente estancados en lo que esa supuesta “luz” menor vio, como lo demuestra el hecho de que, desde el fallecimiento de la mujer en cuestión hace casi un siglo, el adventismo ha sido incapaz de aportar ninguna novedad teológica con respecto a lo fraguado por esa autora.
¿Qué quiso decir, entonces, Hageo? La expresión hebrea que hay detrás de lo que algunas biblias (como la Reina-Valera) traducen como «el Deseado de todas las naciones» es (transcripción aproximada) jemdat kol-haggôyim, con una inicial mayúscula que no existe en hebreo. Ahora bien, gôyim es la designación habitual para cualquier nación, incluidas Israel y Judá, aunque lo más habitual es que designe a las naciones extranjeras, es decir, a los gentiles. En cuanto a jemdat, o su forma no constructa, jemdah, significa cualquier cosa que resulte deseable, en especial riquezas. Observemos, por ejemplo, Nah. 2:9 (2:10 en hebreoin Hebrew): «¡Saquead plata, saquead oro! ¡Hay riquezas sin fin, y toda clase de objetos suntuosos y codiciables! [jemdah]».
El significado del discurso de Hageo es entones manifiesto. Hageo 2:1-9 presagiaba el mensaje de los últimos versículos del mismo capítulo: Aunque el templo que estaban reconstruyendo era insignificante comparado con la gloria del de Salomón, la situación se invertiría cuando la plata y el oro que los gentiles tanto deseaban volviese por fin a Jerusalén. La referencia a la plata y el oro no tiene nada que ver con la evitación de deudas en las instituciones de la iglesia, y tampoco está relacionada con las ofrendas o los diezmos. Y «el deseado de todas las naciones» no tiene nada que ver con Jesucristo. Las traducciones competentes modernas, como, por ejemplo, la NVI, traducen «¡[H]aré temblar a todas las naciones! Sus riquezas llegarán aquí, y así llenaré de esplendor esta casa —dice el Señor Todopoderoso—.»
Si las palabras de Hageo de verdad se cumplieron en sentido alguno, tendrían que ver con la restauración del templo efectuada desde los días de Herodes el Grande hasta los de Agripa II, poco antes de su destrucción por los romanos.
La absoluta incompetencia de Ellen White a la hora de captar la naturaleza del obvio tercer mensaje de Hageo crea muy serias dudas en lo referente a sus credenciales proféticas, que, supuestamente, estaban concebidas para que los fieles lograsen volver a la “luz mayor” y entenderla mejor. Como queda de manifiesto en el presente estudio, la “luz mayor” se entiende mejor sin el concurso de aditamentos innecesarios.

Saludos eduardo

Tanto escribir para llegar a esta conclusion:


La absoluta incompetencia de Ellen White a la hora de captar la naturaleza del obvio tercer mensaje de Hageo crea muy serias dudas en lo referente a sus credenciales proféticas, que, supuestamente, estaban concebidas para que los fieles lograsen volver a la “luz mayor” y entenderla mejor. Como queda de manifiesto en el presente estudio, la “luz mayor” se entiende mejor sin el concurso de aditamentos innecesarios


No le quita ni "una pizca" la conclusion a cual llegas. Ni tu ni yo sabemos que tenia en mente EGW cuando escogio el titulo de la obra. ¿Que tratas de probar con un "titulo inadecuado"? ¿"dudas en lo referente a sus credenciales proféticas? No lo creo.

Dios le bendiga
 
Re: ¿El deseado de todas las gentes?

Tanto escribir para llegar a esta conclusion:
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No le quita ni "una pizca" la conclusion a cual llegas. Ni tu ni yo sabemos que tenia en mente EGW cuando escogio el titulo de la obra. ¿Que tratas de probar con un "titulo inadecuado"? ¿"dudas en lo referente a sus credenciales proféticas? No lo creo.

El título Desire of Ages, o, en español, El Deseado de todas las gentes es una alusión, repetida en el cuerpo de la obra y en otros escritos de la misma autora, al pasaje de Hageo considerado en la primera intervención de ese hilo. Me he limitado a explicar exegéticamente el sentido del texto, basándome en el propio texto de Hageo, y en el uso comprobado de jemdat. Ha quedado acreditado objetivamente que jemdat designa fundamentalmente las cosas que la gente aprecia, principalmente los metales preciosos (plata y oro; véase el uso paralelo de la plata, el oro y jemdah en Nah. 2:9 (2:10 en hebreo), de modo que lo que anuncia Hageo, lisa y llanamente, es la llegada de esos metales preciosos a ese templo que tan pobre se veía. Esos metales provendrían de los gentiles, y por eso dice Dios "mía es la plata, mío es el oro".

La interpretación de Ellen White en el sentido de que Hag. 2:7 anuncia la primevera venida de Jesucristo, mientras que 2:8 invita a la entrega del diezmo, a la dadivosidad o a la moderación en los gastos es un análisis completamente incompetente del texto, que no anuncia nada más que la llegada de riquezas procedentes de los pueblos circundantes.

Por ello, solo digo que Ellen White no entendía el texto que intentó comentar, y que sus observaciones, que no son exegéticas en ninguno de los dos versículos, son perfectamente prescindibles. El pasaje se entiende mejor sin su "ayuda".
 
Re: ¿El deseado de todas las gentes?

De que a Jesús se llame Deseado, no hay ningún error, como si se llamara el Amado o el Codiciable como en Cantares. A Daniel Dios lo llamó "muy amado" y se usa la misma palabra que en Haggeo. Había jóvenes "codiciables" y la Biblia lo usa varias veces. Y la palabra hebrea es la misma.

Elena White no contaba con versiones modernas que cambian el sentido del texto. De mi parte, veo el texto como refiriéndose a Jesús, quien llenó de gloria el templo con su presencia. No es de condenar a nadie por el título que pone a un libro.

En cuanto al contexto, no sería la primera vez que un texto aparezca entre un pasaje y tenga significado diferente.
 
Re: ¿El deseado de todas las gentes?

De que a Jesús se llame Deseado, no hay ningún error, como si se llamara el Amado o el Codiciable como en Cantares. A Daniel Dios lo llamó "muy amado" y se usa la misma palabra que en Haggeo. Había jóvenes "codiciables" y la Biblia lo usa varias veces. Y la palabra hebrea es la misma.
En ningún momento dije yo que jemdah no PUEDA decirse de una persona. La intervención #1 de este hilo se limitaba a hacer un análisis exegético de lo que dicha palabra significa en el contexto en el que se encuentra, y, por otra parte, qué interpretación la da Ellen White al pasaje. El análisis exegético lleva a que Hageo pronostica que el depauperado templo que veían sus conciudadanos se enriquecería por la plata y el oro de los gentiles (lo que deseaban los gentiles). Es una explicación completa del texto, es sencilla, y está confirmada por el uso similar que hace Nahúm del oro, de la plata y de jemdah La atribución mesiánica que hace Ellen White (y sé que no fue la primera en proponer tal cosa) no supone ninguna aclaración del texto, sino una ofuscación del mismo. Es contraproducente al entendimiento del pasaje, y, por lo tanto, innecesaria.

Lo mismo puede decirse de las atribuciones que ella misma hace del protagonista de la literatura amatoria llamada Cantar de los Cantares. Algunos judíos interpretaban dicho libro como si fuese un poema del amor de Yahveh hacia el pueblo judío. Algunos cristianos lo han entendido como un canto del amor de Cristo por su iglesia. Tales postulados estropean muchas más cosas de las que pretenden "arreglar". Así, el famoso verso "Tu ombligo, como una taza redonda donde no falta el buen vino. Tu vientre, como montón de trigo de lirios rodeado" (7:2) suele interpretarse como un eufemismo de los traductores. Suele entenderse que aquí shor no designa un ombligo lleno de néctar, sino una cavidad anatómica distinta, ubicada más abajo, y que tiene una humedad natural. Francamente, me cuesta mucho trabajo imaginarme qué puede ser la "vagina de la iglesia". Encuentro mucho más inteligible entender que el protagonista de Cantares está hablando de los encantos femeninos de su amada.