Re: Un solo versículo pido.>♪♫
(S. Lucas 1, 42-43)
y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; ¿de dónde a mí que la
madre de mi Señor venga a mí?
Y Santa Elizabeth lo gritó para que Jehosúa lo escuche
“He aquí la esclava del Señor —dijo María—; hágase en mí según tu palabra.” (Lucas 1:38, JB.) De este modo, ella se sometió humildemente a esta decisión divina, y con el tiempo dio a luz a Jesús.
Sin embargo, durante los siglos siguientes sus devotos la elevaron de la modesta condición de “esclava del Señor” a la posición de “reina madre” y le atribuyeron una gran influencia en los cielos. Las autoridades eclesiásticas la proclamaron oficialmente “Madre de Dios” en el año 431 E.C. en el Concilio de Éfeso. ¿A qué se debió este cambio? El papa Juan Pablo II mencionó un factor importante:
“La verdadera devoción a la Madre de Dios [...] está profundamente radicada en el Misterio trinitario de Dios”. (Cruzando el umbral de la esperanza.)
Por consiguiente, la aceptación de María como la “Madre de Dios” depende de creer en la Trinidad. Ahora bien, ¿es la Trinidad una enseñanza bíblica? Examine la advertencia que dio el apóstol Pedro: “Falsos maestros [...] introducirán herejías perniciosas y [...] harán dinero a costa vuestra con sus palabras engañosas”. (2 Pedro 2:1, 3, Nuevo Testamento, Editorial Mensajero.) Una de tales herejías fue la doctrina de la Trinidad, y una vez aceptada, era lógico deducir que María era la “Madre de Dios” (griego: Theotókos, que significa “que da a luz a Dios”). Geoffrey Ashe afirma en su libro The Virgin (La Virgen) que “si Cristo era Dios, la Segunda Persona de la Trinidad —como argumentaban los trinitarios—, entonces su madre en su manifestación humana era la Madre de Dios”
Si Jesús fuera “enteramente Dios”, como asegura el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, podría llamarse con propiedad “Madre de Dios” a María. No obstante, cabe señalar que a muchos de los primeros trinitarios les costó aceptar esta doctrina cuando se propuso por primera vez. Y a los protestantes trinitarios de la actualidad les cuesta igualmente.
A esta doctrina se la ha llamado “paradoja de la devoción, [por cuanto] ‘el vientre de ella pudo contener a aquel a quien los cielos no podían contener’”.
Pero ¿es Jesucristo “enteramente Dios”? No, y él jamás hizo tal afirmación; al contrario, siempre reconoció su posición subordinada a su Padre. (Mateo 26:39; Marcos 13:32; Juan 14:28; 1 Corintios 15:27, 28.)