Re: Doctrina de los bautismos
.......Petrino...
Los tres tipos de bautismos, en el fondo, son realmente la obra de Dios en nosotros, porque los tres completan una obra perfecta en nosotros y debido a eso es que su Palabra dice que existe UN solo bautismo, porque los tres son UNO.
Juan dice que “Tres son los que dan testimonio en la tierra: el agua, el Espíritu y la sangre, y estos tres concuerdan EN UNO” (1 Juan 5:8)
Dice que los tres dan testimonio en la tierra, cuando dice “tierra” se refiere al hombre, al ser humano, al creyente (es obvio que Dios no le va a dar testimonio a la tierra que pisamos) Tenemos entonces que estos tres bautismos, son UN BAUTISMO (Efes. 4:5) por ello es que “concuerdan en UNO”… ¿en que concuerdan?:
Concuerdan en que los tres testifican en el creyente, se realizan en el hombre, los tres son bautismos, los tres realizan UNA sola obra en el creyente, los tres se administran de la misma manera; y los tres llegan a ser trino. (Trino Dios= UN Dios, trino hombre= UN hombre, trino bautismo= UN BAUTISMO)
Conocer los resultados o efectos en nosotros (paralelamente a lo que vivieron los primeros cristianos y que lo registran las Sagradas Escrituras), es seguramente el mejor testimonio… obviamente SI SOMOS HONESTOS.
Hay creyentes que dicen ser cristianos y a pesar que han dado el paso de bautizarse con agua, permanecen en sus pecados, en su naturaleza pecaminosa, en su tendencia innata a pecar o hacia las cosas de la tierra. Aunque con toda sinceridad han dado el paso de bautizarse en agua, siguen esclavos y sujetos al pecado o a su naturaleza pecaminosa. Esto es sencillamente porque faltan los otros dos bautismos. Por eso es que es fácilmente posible encontrarse con quienes dicen ser “evangélicos” sin serlo realmente, decirse ser “cristianos” y no dar fe de ello, decirse “hijos de Dios” pero estar lejos de serlo en la práctica, aunque se hayan bautizado en agua.
Los tres tipos de bautismos (Según 1 Juan 5:8) realizan la obra completa, no van uno sin el otro, los tres son necesarios en el creyente. Al bautismo de agua, que es el primer paso, le sucede el bautismo de sangre; es el que nos limpia de pecado (incluso del pecado de origen: original) y ahora nos permite andar sin pecado, con una nueva naturaleza (no pecadora) y libres de la esclavitud del pecado. Quien ha recibido el bautismo de sangre, ya no tiene inclinación al pecado, ni necesidad siquiera de andar luchando en contra del pecado, podemos estar al lado de aquellas cosas que antes nos embelezaban y no sentir el más mínimo deseo de practicarlas o vivirlas, ya no nos atraen aquellas cosas que antes eran nuestra vida, nuestra pasión y lo más importante, y a las cuales obedecíamos ciegamente: han quedado atrás todos los vicios, y también los pecados: adulterio, fornicación, mentira, engaño, homicidios, robo, etc. y los deseos propios de nuestra naturaleza humana: lascivia, concupiscencia, vanidad, orgullo, odio, etc. etc.
Y al bautismo de Sangre, le sucede el bautismo del Espíritu Santo; pues aunque hemos sido librados del pecado, necesitamos seguir adelante y permanecer en la limpieza que nos ha dado la sangre de Jesús, y esa compañía que será nuestro guía, compañero permanente, conservador de la santidad o limpieza adquirida anteriormente, es el bautismo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo de Dios es quien seguirá con nosotros perfeccionándonos en todo lo que necesitamos llevar para alcanzar la estatura de un varón perfecto, llegar a quedar plantados firmemente y para siempre en los caminos de Dios, establecidos sólidamente como hijos de Dios: “Más el Dios de toda gracia,… os perfeccione, confirme, corrobore y establezca” (1 Pedro 5:8)
Estos tres bautismos, se viven o se reciben por la fe, incluso el bautismo de agua, el que muchos pueden recibirlo sin ninguna convicción o profundidad, es decir, sin sentir real y genuinamente el deseo de acercarse a Dios o de alcanzar una mejor condición delante de Dios, como es realmente el propósito del bautismo de agua: petición o “demanda de una buena conciencia delante de Dios” (1 Pedro 3;21) Solo eso… el bautismo de agua, aunque necesario, importante, no nos da más que eso: desear ser mejor delante de Dios. El bautismo de agua, puede vivirse, en el sentido estricto de la palabra, por fe, es decir, podemos, con nuestra forma de vivir, demostrarle y pedirle a Dios que realmente queremos ser mejores; aún sin haber sido bautizados con agua. El bautismo de agua, es un testimonio público, donde reconocemos públicamente que queremos ser mejores y deseamos que Dios nos conceda para ello, una limpia conciencia; pero los mismos sentimientos que nos mueven a bautizarnos para demostrar que queremos ser mejores ante Dios,... que estamos arrepentidos de nuestra forma de vivir y deseamos ahora vivir una vida de acuerdo a la voluntad de Dios, ...esos mismos sentimientos, los podemos vivir en nuestro corazón aún sin recibir el bautismo de agua.
Los otros dos, se viven prácticamente solo por la fe: el de sangre y el del Espíritu santo.
Pero lo que es claro y sin lugar a dudas, es que cada uno deja un testimonio en nosotros (“Tres son los que dan testimonio”) Esto es Petrino, lo que tu me preguntabas… el efecto de estos bautismos los conocemos cada uno de nosotros;… siempre y cuando SEAMOS HONESTOS CON NOSOTROS MISMOS. Sabemos cuando somos sinceros o no, sabemos si realmente queremos acercarnos a Dios, o solo lo hacemos por algún interés personal o para ser vistos o para cumplir con algún compromiso con alguien (alguien que nos invite a la iglesia por ejemplo) (BAUTISMO DE AGUA)
Sabemos cuando estamos libres del pecado o no, cuando el pecado ya no tiene poder en nosotros, cuando realmente no le obedecemos en sus tentaciones e impulsos o todavía sigue viva en nosotros la inclinación al mal, etc. (BAUTISMO DE SANGRE)
Sabemos cuando nos movemos por intelecto, por estudios, por capacidades humanas, por palabras de sabiduría humana, o cuando es el Espíritu de Dios en nosotros, cuando somos o no inflamados por el mismo Espíritu Santo, cuando estamos vacíos o llenos del Espíritu de Dios, cuando tenemos facultades espirituales, ministerios, dones, inspiración del Espíritu; o cuando solo es fruto de un esfuerzo humano, apariencia, y resultado de alguna sobresaliente capacidad de oratoria. (BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO)
En resumen, estimado Petrino, sabemos a ciencia cierta, POR SUS EFECTOS, cuando hemos sido bautizados, en Agua, o en Sangre, o en el Espíritu Santo, o cuando honestamente nos falta alguno o todos estos bautismos que en definitiva, son UNO solo, por la obra perfecta y completa, que realizan en el que cree.
Así como a través de las Escrituras podemos identificar los tres tipos de bautismo por SUS EFECTOS, igualmente en nosotros los actuales creyentes, podemos identificar en nuestra propia vida si hemos sido bautizados o no, con cada uno de ellos, o cual nos falta, por SUS EFECTOS o resultados.
Dios te bendiga
.......Petrino...
Los tres tipos de bautismos, en el fondo, son realmente la obra de Dios en nosotros, porque los tres completan una obra perfecta en nosotros y debido a eso es que su Palabra dice que existe UN solo bautismo, porque los tres son UNO.
Juan dice que “Tres son los que dan testimonio en la tierra: el agua, el Espíritu y la sangre, y estos tres concuerdan EN UNO” (1 Juan 5:8)
Dice que los tres dan testimonio en la tierra, cuando dice “tierra” se refiere al hombre, al ser humano, al creyente (es obvio que Dios no le va a dar testimonio a la tierra que pisamos) Tenemos entonces que estos tres bautismos, son UN BAUTISMO (Efes. 4:5) por ello es que “concuerdan en UNO”… ¿en que concuerdan?:
Concuerdan en que los tres testifican en el creyente, se realizan en el hombre, los tres son bautismos, los tres realizan UNA sola obra en el creyente, los tres se administran de la misma manera; y los tres llegan a ser trino. (Trino Dios= UN Dios, trino hombre= UN hombre, trino bautismo= UN BAUTISMO)
Conocer los resultados o efectos en nosotros (paralelamente a lo que vivieron los primeros cristianos y que lo registran las Sagradas Escrituras), es seguramente el mejor testimonio… obviamente SI SOMOS HONESTOS.
Hay creyentes que dicen ser cristianos y a pesar que han dado el paso de bautizarse con agua, permanecen en sus pecados, en su naturaleza pecaminosa, en su tendencia innata a pecar o hacia las cosas de la tierra. Aunque con toda sinceridad han dado el paso de bautizarse en agua, siguen esclavos y sujetos al pecado o a su naturaleza pecaminosa. Esto es sencillamente porque faltan los otros dos bautismos. Por eso es que es fácilmente posible encontrarse con quienes dicen ser “evangélicos” sin serlo realmente, decirse ser “cristianos” y no dar fe de ello, decirse “hijos de Dios” pero estar lejos de serlo en la práctica, aunque se hayan bautizado en agua.
Los tres tipos de bautismos (Según 1 Juan 5:8) realizan la obra completa, no van uno sin el otro, los tres son necesarios en el creyente. Al bautismo de agua, que es el primer paso, le sucede el bautismo de sangre; es el que nos limpia de pecado (incluso del pecado de origen: original) y ahora nos permite andar sin pecado, con una nueva naturaleza (no pecadora) y libres de la esclavitud del pecado. Quien ha recibido el bautismo de sangre, ya no tiene inclinación al pecado, ni necesidad siquiera de andar luchando en contra del pecado, podemos estar al lado de aquellas cosas que antes nos embelezaban y no sentir el más mínimo deseo de practicarlas o vivirlas, ya no nos atraen aquellas cosas que antes eran nuestra vida, nuestra pasión y lo más importante, y a las cuales obedecíamos ciegamente: han quedado atrás todos los vicios, y también los pecados: adulterio, fornicación, mentira, engaño, homicidios, robo, etc. y los deseos propios de nuestra naturaleza humana: lascivia, concupiscencia, vanidad, orgullo, odio, etc. etc.
Y al bautismo de Sangre, le sucede el bautismo del Espíritu Santo; pues aunque hemos sido librados del pecado, necesitamos seguir adelante y permanecer en la limpieza que nos ha dado la sangre de Jesús, y esa compañía que será nuestro guía, compañero permanente, conservador de la santidad o limpieza adquirida anteriormente, es el bautismo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo de Dios es quien seguirá con nosotros perfeccionándonos en todo lo que necesitamos llevar para alcanzar la estatura de un varón perfecto, llegar a quedar plantados firmemente y para siempre en los caminos de Dios, establecidos sólidamente como hijos de Dios: “Más el Dios de toda gracia,… os perfeccione, confirme, corrobore y establezca” (1 Pedro 5:8)
Estos tres bautismos, se viven o se reciben por la fe, incluso el bautismo de agua, el que muchos pueden recibirlo sin ninguna convicción o profundidad, es decir, sin sentir real y genuinamente el deseo de acercarse a Dios o de alcanzar una mejor condición delante de Dios, como es realmente el propósito del bautismo de agua: petición o “demanda de una buena conciencia delante de Dios” (1 Pedro 3;21) Solo eso… el bautismo de agua, aunque necesario, importante, no nos da más que eso: desear ser mejor delante de Dios. El bautismo de agua, puede vivirse, en el sentido estricto de la palabra, por fe, es decir, podemos, con nuestra forma de vivir, demostrarle y pedirle a Dios que realmente queremos ser mejores; aún sin haber sido bautizados con agua. El bautismo de agua, es un testimonio público, donde reconocemos públicamente que queremos ser mejores y deseamos que Dios nos conceda para ello, una limpia conciencia; pero los mismos sentimientos que nos mueven a bautizarnos para demostrar que queremos ser mejores ante Dios,... que estamos arrepentidos de nuestra forma de vivir y deseamos ahora vivir una vida de acuerdo a la voluntad de Dios, ...esos mismos sentimientos, los podemos vivir en nuestro corazón aún sin recibir el bautismo de agua.
Los otros dos, se viven prácticamente solo por la fe: el de sangre y el del Espíritu santo.
Pero lo que es claro y sin lugar a dudas, es que cada uno deja un testimonio en nosotros (“Tres son los que dan testimonio”) Esto es Petrino, lo que tu me preguntabas… el efecto de estos bautismos los conocemos cada uno de nosotros;… siempre y cuando SEAMOS HONESTOS CON NOSOTROS MISMOS. Sabemos cuando somos sinceros o no, sabemos si realmente queremos acercarnos a Dios, o solo lo hacemos por algún interés personal o para ser vistos o para cumplir con algún compromiso con alguien (alguien que nos invite a la iglesia por ejemplo) (BAUTISMO DE AGUA)
Sabemos cuando estamos libres del pecado o no, cuando el pecado ya no tiene poder en nosotros, cuando realmente no le obedecemos en sus tentaciones e impulsos o todavía sigue viva en nosotros la inclinación al mal, etc. (BAUTISMO DE SANGRE)
Sabemos cuando nos movemos por intelecto, por estudios, por capacidades humanas, por palabras de sabiduría humana, o cuando es el Espíritu de Dios en nosotros, cuando somos o no inflamados por el mismo Espíritu Santo, cuando estamos vacíos o llenos del Espíritu de Dios, cuando tenemos facultades espirituales, ministerios, dones, inspiración del Espíritu; o cuando solo es fruto de un esfuerzo humano, apariencia, y resultado de alguna sobresaliente capacidad de oratoria. (BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO)
En resumen, estimado Petrino, sabemos a ciencia cierta, POR SUS EFECTOS, cuando hemos sido bautizados, en Agua, o en Sangre, o en el Espíritu Santo, o cuando honestamente nos falta alguno o todos estos bautismos que en definitiva, son UNO solo, por la obra perfecta y completa, que realizan en el que cree.
Así como a través de las Escrituras podemos identificar los tres tipos de bautismo por SUS EFECTOS, igualmente en nosotros los actuales creyentes, podemos identificar en nuestra propia vida si hemos sido bautizados o no, con cada uno de ellos, o cual nos falta, por SUS EFECTOS o resultados.
Dios te bendiga