Hoy he dedicado un rato a leer todos los comentarios de este hilo relativo a la Masonería, y me gustaría recomendar prudencia a los lectores sobre todas las informaciones y afirmaciones que en el se realizan.
Un servidor, que es desconfiado por naturaleza, cuando carece de tiempo para verificar tantos datos y afirmaciones como aquí se hacen, siempre se autorrecomienda cautela. Nunca recibo con entusiasmo datos tan abundantes porque me es imposible corroborarlos como lector y, aun cuando vengan de una fuente con credibilidad, y ofrezcan una apariencia de documentación y verdad y, es más, aunque sus conclusiones vengan a agradar ó fortalecer mi punto de vista y lo que me gustaría que fuese verdad, debo mantener la prudencia.
Así que a los entusiasmados, también les pido sus reservas antes de aceptar todas las afirmaciones de ese estudio y, por lo tanto, que no lo divulguen como si de una verdad incuestionable se tratase. En mi opinión, nada experta en masonería pero como cristiano comprometido con la verdad, me hace pensar que probablemente su contenido se trate de un tercio de verdades, otro tercio de leyendas urbanas no por repetidas más auténticas, y otro de falsedades, no procedentes del autor, sino de las leyendas que los propios masones, muy heterogéneos en su composición, han constituido acerca de si mismos, atribuyendo la pertenencia masónica a personas conocidas y a figuras históricas que nunca pertenecieron a logia alguna ó que por curiosidad simplemente se acercaron a ellos un día para ver de que trataba el asunto invitados por amigos o conocidos masones, pero sin que ello tuviese efecto sobre su vida ni sobre sus actuaciones públicas o privadas.
Por ejemplo, acerca de la seriedad del estudio, me preocupa que el autor haya escrito que el Sr. Gabriel Lopez Rojas, español, sea un “líder masón mundial”, un “satanista y masón de altísimo rango”, y le dedique un extenso comentario a su elevada posición y peso en la masonería internacional. Pero me sorprende más que los que han participado en el debate tampoco hayan cuestionado a este señor, que lejos de ser Lucifer en persona y dirigente de algo, resulta no ser más que un pobre psicópata con delirios de grandeza. Que ha conseguido introducir sus fantasías y chaladuras por Internet y llegar a otros tarados a lo largo y ancho del mundo, no es extraño gracias a las posibilidades de la red y al elevado número de friquis que navegan por ella y son capaces de aferrarse a cualquier estupidez en su búsqueda de novedades y locuras.
Pero para saber algo más de esta “figura mundial”, os aconsejo la lectura de lo que el periodista Pepe Rodríguez escribe acerca de él, pues lo ha conocido y padecido personalmente. Podéis hacerlo aquí:
http://www.pepe-rodriguez.com/Masoneria/GLR/GLR_intro.htm
Si las biografías que se mencionan de otras figuras de la masonería son tan fieles a la realidad como en este caso, sería para echarlo todo a la papelera de reciclaje y no perder el tiempo con él. Eso no quiere decir que la masonería no tenga y haya tenido una influencia política, social y religiosa perniciosa para la sociedad bajo el punto de vista cristiano, ni que parte de sus integrantes y organizaciones tengan inclinaciones satanistas, esotéricas y anticristianas. Ni que hayan penetrado estructuras políticas todo signo y religiosas tanto protestantes como católicas y estoy convencido de que nunca para bien. Ni que la característica de conspiración haya sido una constante masónica desde el siglo XVII hasta hoy. Ni que carezca de peligrosidad como toda organización jerárquica que está basada en el secretismo y el sometimiento jerárquico, y en la que muchos tontos útiles de base ó escalas bajas ni siquiera saben a que intereses sirven, ni en que proyectos colaborando, pues actúan en la mayoría de las ocasiones se comportan como simples peones en una partida de ajedrez en la que su acción e información es limitada y compartimentada. O como piezas de un puzzle en el que solo aquellos pocos ó aquel que coloca cada ficha en su sitio tienen la visión panorámica del cuadro completo. No sería extraño que haya personas que pensando que trabajan ó sirven a Dios, en realidad estén colaborando ó sirviendo a su adversario. Muchas barbaridades han sido hechas a lo largo y ancho del mundo por personas que pensaban sinceramente que al actuar de una determinada manera estaban rindiendo un servicio a Dios o a su causa.
Pero los auténticos hijos de luz andan en luz, y en la luz no hay ningunas tinieblas ni sombras. Esta es la máxima de los verdaderos seguidores de Cristo. Las organizaciones culturales, sociales, políticas ó religiosas que ocultan sus intereses, que no dan cuenta con luz y taquígrafos de sus informaciones, intenciones, objetivos y gestión nunca pueden ser el lugar de militancia de un cristiano. Personalmente creo que quien verdaderamente milita en Cristo ya no puede enredarse en ninguna lealtad proyecto ó servicio, a excepción del trabajo cotidiano que proporciona el sustento, y siempre que constituya una actividad legal y legítima, pues en la mies de Cristo tiene suficiente campo donde actuar en pro del evangelio y de Dios, y poner en el resto de su tiempo, sus habilidades y dones en beneficio de si mismo, de sus hermanos y del prójimo en general. Y podría poner aquí una larga serie de citas con claras instrucciones bíblicas en este sentido, pero seguro que están en la mente de la mayoría de todos vosotros.
Un cristiano debe siempre alejarse de colaborar con cualquier sociedad ó institución que reclame obediencia ciega jerárquica sobre el bien y el mal en virtud de un superior criterio. Tampoco puede someterse a quién alega una prominencia jerárquica en virtud de un superior conocimiento espiritual, para reclamar obediencia y sumisión hacia él mismo. Y es que un aspecto importante del fruto por el que se debe reconocer a un verdadero cristiano, maduro y con conocimiento, es que nunca reclamará una autoridad para si mismo, sino que se mostrará como un instrumento fiel para dirigir humildemente a los demás para que sirvan y obedezcan solo a Dios, situándose él en una posición de consiervo, que nunca violentará la conciencia débil del otro exigiéndole por condición jerárquica actuar en contra de sus principios morales y del nivel de su fe.
Pero incluso aun en el caso de trabajos seculares para organizaciones fuertemente jerarquizadas como el ejército, la policía ó la función pública, debe tener claro que el límite de su sometimiento a las autoridades superiores está establecido en un punto esencial en el que como cristiano antepondrá los intereses del reino, la verdad y la justicia. Que ante una colisión de intereses, siempre deberá obedecer y servir en conciencia a Dios antes que a los hombres por preeminentes que sean. Cuando me convertí y me entregué a Aquel que antes se entregó por mí, fui persuadido de que esta máxima no es negociable, sino inherente e irrenunciable, cueste lo que le cueste, incluso la vida. Y es que Cristo murió por mí, me rescató, que quiere decir que me compró pagando un precio, por lo que ya no soy mío, para hacer mi voluntad, sino la suya, ni tampoco puedo hacerme esclavo de otros. Él es ahora todo en mi vida, y ya sea que viva o muera, solo soy suyo.