Re: LA GRANAPOSTASIA ANTES DELA 2daVENIDA DE J-C
Ahora, a lo anterior quiero agregar lo siguiente:
Existen, efectivamente, dos niveles de apostasía: la individual y la general. Todos podemos caer en una apostasía individual al conocer la verdad, quedar convencidos de ella y entonces rechazarla. La Biblia no enseña que se conserve la salvación en estas condiciones. Caín tuvo este tipo de apostasía ya que obró a sabiendas, y no por ignorancia.
La apostasía general es de la que más hablamos. Esta tiene que ver con la Iglesia como organización. Generalmente hablamos de la apostasía o de la Gran Apostasía para señalar el periodo desde el primer siglo hasta el siglo XIX, aproximadamente, durante el cual se introdujeron muchas prácticas, como el ya mencionado bautismo de infantes, que tienen poco o ningún sustento en la doctrina cristiana original, y que constituyen, por lo tanto, una desviación de la verdad. Sin embargo, cabe aclarar que esta no ha sido la primera apostasía desde el punto de vista histórico. Aquí debo introducir otro término generalmente usado por nosotros, el término dispensación. Esto es así:
En Amós 3:7 dice que nada hace Jehová el Señor sin revelarlo a sus siervos, los profetas.
Una dispensación del Evangelio es un momento en el cual hay profetas y un sacerdocio establecido sobre la tierra y una población de fieles (llámese congregación o Iglesia, sea en el antiguo o el nuevo testamento) que reciben la verdad de Dios y la siguen. Si los hombres deciden seguir el error y no reciben la verdad, Dios retira a los profetas de la tierra por un tiempo y entonces hay una pérdida general de la verdad llamada apostasía.
La historia humana ha sido en realidad una alternancia entre dispensaciones y apostasías. En este sentido se ha dado más de una pérdida de la verdad y más de una subsecuente restauración.
Por ejemplo, la primera dispensación humana es, obviamente, la de Adán. Adán fue el líder principal o cabeza de la primera dispensación. El recibió el conocimiento de Dios, e incluso supo el poder por el cual él, y todos sus descendientes recibirían la salvación; es decir, Jesucristo. Él lo enseñó a sus hijos. Sin embargo, Caín, y con él, un grupo de seguidores, decidieron seguir a Satanás mejor que a Dios. Los seguidores de Caín fueron tan numerosos que pusieron en riesgo la subsistencia de la creencia en el Dios verdadero. Por lo tanto se envió un diluvio, del cual se nos dice que solo 8 personas sobrevivieron. Después del diluvio Noé, como profeta, estableció la verdad nuevamente sobre la tierra.
Allí tenemos el patrón de dispensación (Adán) - Apostasía (Caín) - Restauración (Noé). A su vez, de los hijos de Noé, hubo en quien sobrevivió la maldad cainita, es decir, en Cam y en su hijo Canáan. Las naciones cananeas juegan un papel opositor principal en todo el curso del Antiguo Testamento. En breve, se puede resumir la historia humana desde esta perspectiva, de la siguiente manera:
Dispensación de Adán - Apostasía cainita - Dispensación de Enoc - Diluvio - Dispensación de Noé - Apostasía - Dispensación de Abraham - Apostasía - Dispensación de Moisés - Apostasía - Dispensación de Jesús, o dispensación del meridiano de los tiempos - La Gran Apostasía - Dispensación de los últimos días
En cada dispensación ha habido un profeta representativo (Adán, Enoc, Noé...). En el meridiano de los tiempos, Jesús fue el cabeza de esa dispensación. En los últimos días, tras la gran apostasía, que abarcó seguramente más tiempo que cualesquier otra en la tierra, la verdad fue restaurada a través de José Smith, quien, en 1820, recibió la visita personal de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. A esta visita siguió la de diversos ángeles, cada uno de los cuales fue restaurando las llaves, conocimientos y poderes pertenecientes a dispensaciones anteriores.
De lo anterior se pueden desprender algunas conclusiones importantes. Por ejemplo, la importancia de José Smith en los últimos días no es mayor que la que tuvo Abraham, o la que tuvo Noé, o la que tuvo Moisés en su tiempo. Cada uno recibió la verdad de parte de Dios, como leemos, cada uno fue solamente un instrumento en las manos de Dios, y eso es lo que decimos que ha sucedido en los últimos días: que Dios ha establecido una nueva dispensación y que existen nuevamente profetas en los últimos días, tal como ha sido su intención desde el principio, y tal como se ha dado en todas las dispensaciones anteriores. Es decir, que siempre que ha existido la verdad sobre la tierra, se ha recibido por medio de profetas, y que esta es la forma como el Señor la ha establecido también en los últimos días, con la misma organización, doctrina, poderes y dones que existieron en la Iglesia de Jesucristo en la dispensación del meridiano de los tiempos, cuando Jesús mismo estableció su Iglesia.
Lo anterior tiene, por supuesto, sustento en las Escrituras. Cito a favor los pasajes proféticos siguientes:
Jesucristo organizó su Iglesia con profetas y apóstoles
Efesios 4:11-15
(11) Y él mismo [Jesucristo] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
(12) a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
(13) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
(14) para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
(15) sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
Vemos en el Nuevo Testamento que Pedro estuvo a la cabeza de la Iglesia después de la muerte de Cristo, pero bajo su dirección, ya que Jesús le visitaba de cuando en cuando y le daba mayor instrucción. A esta comunicación con Dios le llamamos revelación y es otra característica distintiva de la Iglesia de Cristo. Este es el papel de un profeta, hablando de un profeta para toda la Iglesia. En cuanto a los apóstoles, también mencionados en la escritura, siempre se mantuvieron, según puede observarse en el Nuevo Testamento, llamándose a uno nuevo al morir uno de los anteriores. De hecho se nos indica que la Iglesia entera está
Efesios 2:20
(20) [edificada] sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
Esa era la organización principal básica de la Iglesia de Jesucristo. No obstante, el apóstol Pablo profetizó que antes de que pudiese darse la Segunda Venida se perdería toda esta organización, y los papeles y dones correspondientes a esta organización:
(2Tesalonicenses 2:3) Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá [Jesucristo] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
Pablo ya lamentaba la introducción de doctrinas extrañas en la Iglesia y profetizó que habría un deterioro aún mayor en poco tiempo. Este deterioro se acentuó rápidamente tras el asesinato de los apóstoles, perdiéndose con ellos el sacerdocio y la restauración, lo que dio inicio a la Gran Apostasía, consolidada por el ascenso al poder romano de Constantino el Grande y reforzada por los concilios posteriores. El punto más álgido de esta apostasía es fácilmente representado por el periodo del Oscurantismo.
No obstante, profetas como Pedro mostraron que habría una posterior restauración, la cual se daría también antes de la Segunda Venida, como preámbulo a la misma.
Hechos 3:19-21
(19) Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
(20) y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
(21) a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
E igual que sucedió en las dispensaciones anteriores, en que Dios mismo habló con nuevos profetas, para restaurar el conocimiento perdido y los dones espirituales y poderes correspondientes; como lo hizo con Abraham en el camino a Canáan o con Moisés desde la zarza ardiente, como lo hizo con Noé, así lo ha hecho en los últimos días, tomándose El personalmente la molestia de hacerlo, presencialmente, tal como había sido hecho en dispensaciones anteriores. Tal y como se apareció a Pablo en el camino a Damasco, así lo ha hecho en los últimos días, apareciéndose a un joven de 14 años que, confundido por la multitud de iglesias que observaba decidió acudir a Dios para saber dónde se hallaba la verdad y cómo podría encontrarla. Como respuesta, y según consta en su propia biografía:
"vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí ... Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!"
A partir de ese momento quedaron constituidos profetas nuevamente sobre la tierra, en cumplimiento de la profecía de Pedro, de que serían enviados del Señor tiempos de refrigerio para "la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo" (Hechos 3:21). Pedro mismo se sustenta en el testimonio de otros profetas, como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, quienes dieron detalladas promesas sobre las cosas que vendrían con esta restauración.
El mensaje, pues, que proclamamos al mundo es la misericordia de Dios, que Él ha hablado nuevamente al mundo y restaurado todo poder, toda autoridad, todo conocimiento, todo don que Jesús instituyó en el meridiano de los tiempos, que Dios mismo ha dado su sello aprobatorio y que por tanto, La Iglesia de Jesucristo se encuentra constituida una vez más sobre la tierra, para la salvación de los hijos de los hombres. Y compartimos esta declaración al mundo, sin imponer al mundo ninguna obligación, sino con el mensaje respetuoso y sencillo que Jesús dijo a los discípulos de Juan: Venid y ved (Juan 1:39) y sabréis por sí mismos, por el poder del Espíritu Santo, que esta es la verdad. Y en síntesis, y con todo amor e inmenso respeto, este es el mensaje de valor que tenemos para compartir con este mundo.