El doble rasero moral del Vaticano con los poderosos… como Sarkozy
ROMA, 29/01/2008 (Agencias/ACPress.net)
El Vaticano rechaza al embajador argentino ante el Vaticano por estar divorciado, pero el dos veces divorciado presidente católico francés Nicolás Sarkozy fue elevado al cargo de canónico honorario de la catedral de San Juan de Letrán durante su reciente visita, que incluyó un encuentro muy cordial con Benedicto XVI.
Actualmente son 176 los países que mantienen relaciones con el Vaticano y siempre hay que tener en cuenta que el Papa es el monarca absoluto del más pequeño Estado del mundo: las 44 hectáreas de la Ciudad del Vaticano, una cantidad de edificios que Italia llama "extraterritoriales" en Roma.
Si son bautizados católicos, se prohíbe a los residentes el divorcio y los casamientos fuera del sacramento católico del matrimonio.
La intransigencia vaticana, que para muchos linda con una inaceptable injerencia en la soberanía de los países con los que mantiene relaciones diplomáticas. Por ejemplo, se ha rechazado al embajador de Argentina en el Vaticano por estar divorciado. Aunque en Argentina está permitido el divorcio y el embajador Alberto Iribarne representa a este país, un Estado laico no confesional, y no a la Santa Sede. La intransigencia se ha acentuado desde que el 19 de abril de 2005 Benedicto XVI fue elegido Papa.
El cardenal Joseph Ratzinger cultivó siempre un tradicionalismo rígido, que sigue aplicando desde que fue elegido como Papa. Benedicto XVI sostiene que la Iglesia católica defiende determinados valores que no son negociables y en los que pone especial énfasis. El matrimonio indisoluble es uno de ellos, aunque haya divorcio en casi todos los países.
EL “CASO” SARKOZY
Pero el Vaticano está acostumbrado a aplicar dos raseros distintos en sus medidas en estos temas de moral católica. Mucho más importante que la designación de un embajador es que el presidente católico francés Nicolás Sarkozy fue elevado nada menos que al cargo de canónico honorario de la catedral de San Juan de Letrán, sede del Papa como obispo de Roma, durante su reciente visita que incluyó un encuentro muy cordial con Benedicto XVI.
El presidente Sarkozy tiene dos divorcios en su biografía y convivía públicamente con una mujer sin estar casado (aunque contrajo su tercer matrimonio con ella tras la visita). Pero Francia es la "hija predilecta de la Iglesia", y además es una nación muy celosa de su soberanía nacional y de su histórico laicismo. No conviene enfrentarse con ella.
Muchos recuerdan también casos como el de la princesa Carolina de Mónaco. Casada por la Iglesia con el francés Philippe Junot, la pareja se separó y Carolina inició después una relación con el italiano Stefano Casiraghi, bendecida por el nacimiento de tres hijos. Aceptó por razones de real política hacer un proceso de anulación. Le nombraron una comisión especial, que naturalmente sentenció que el matrimonio con Junot era nulo. No hubo casamiento por la Iglesia con Casiraghi pues el italiano murió durante una competencia de lanchas.
Dirán que no es lo mismo el presidente Sarkozy o la princesa Carolina que el caso de un pobrecito embajador argentino divorciado. No digamos ya cuando se trata de un “ciudadano de a pie”.
Tampoco es nada extraño que mientras los católicos comunes no alcancen bajo ningún concepto el divorcio o la anulación de su matrimonio, los “católicos ricos” puedan conseguir la “nulidad matrimonial” a cambio de aportaciones cuantiosas de dinero en los tribunales eclesiásticos.
Fuente: Agencias. Redacción: ACPress.net
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http://www.protestantedigital.com/new/nowimprimirnoticia.php?r=211&n=8482
ROMA, 29/01/2008 (Agencias/ACPress.net)
El Vaticano rechaza al embajador argentino ante el Vaticano por estar divorciado, pero el dos veces divorciado presidente católico francés Nicolás Sarkozy fue elevado al cargo de canónico honorario de la catedral de San Juan de Letrán durante su reciente visita, que incluyó un encuentro muy cordial con Benedicto XVI.
Actualmente son 176 los países que mantienen relaciones con el Vaticano y siempre hay que tener en cuenta que el Papa es el monarca absoluto del más pequeño Estado del mundo: las 44 hectáreas de la Ciudad del Vaticano, una cantidad de edificios que Italia llama "extraterritoriales" en Roma.
Si son bautizados católicos, se prohíbe a los residentes el divorcio y los casamientos fuera del sacramento católico del matrimonio.
La intransigencia vaticana, que para muchos linda con una inaceptable injerencia en la soberanía de los países con los que mantiene relaciones diplomáticas. Por ejemplo, se ha rechazado al embajador de Argentina en el Vaticano por estar divorciado. Aunque en Argentina está permitido el divorcio y el embajador Alberto Iribarne representa a este país, un Estado laico no confesional, y no a la Santa Sede. La intransigencia se ha acentuado desde que el 19 de abril de 2005 Benedicto XVI fue elegido Papa.
El cardenal Joseph Ratzinger cultivó siempre un tradicionalismo rígido, que sigue aplicando desde que fue elegido como Papa. Benedicto XVI sostiene que la Iglesia católica defiende determinados valores que no son negociables y en los que pone especial énfasis. El matrimonio indisoluble es uno de ellos, aunque haya divorcio en casi todos los países.
EL “CASO” SARKOZY
Pero el Vaticano está acostumbrado a aplicar dos raseros distintos en sus medidas en estos temas de moral católica. Mucho más importante que la designación de un embajador es que el presidente católico francés Nicolás Sarkozy fue elevado nada menos que al cargo de canónico honorario de la catedral de San Juan de Letrán, sede del Papa como obispo de Roma, durante su reciente visita que incluyó un encuentro muy cordial con Benedicto XVI.
El presidente Sarkozy tiene dos divorcios en su biografía y convivía públicamente con una mujer sin estar casado (aunque contrajo su tercer matrimonio con ella tras la visita). Pero Francia es la "hija predilecta de la Iglesia", y además es una nación muy celosa de su soberanía nacional y de su histórico laicismo. No conviene enfrentarse con ella.
Muchos recuerdan también casos como el de la princesa Carolina de Mónaco. Casada por la Iglesia con el francés Philippe Junot, la pareja se separó y Carolina inició después una relación con el italiano Stefano Casiraghi, bendecida por el nacimiento de tres hijos. Aceptó por razones de real política hacer un proceso de anulación. Le nombraron una comisión especial, que naturalmente sentenció que el matrimonio con Junot era nulo. No hubo casamiento por la Iglesia con Casiraghi pues el italiano murió durante una competencia de lanchas.
Dirán que no es lo mismo el presidente Sarkozy o la princesa Carolina que el caso de un pobrecito embajador argentino divorciado. No digamos ya cuando se trata de un “ciudadano de a pie”.
Tampoco es nada extraño que mientras los católicos comunes no alcancen bajo ningún concepto el divorcio o la anulación de su matrimonio, los “católicos ricos” puedan conseguir la “nulidad matrimonial” a cambio de aportaciones cuantiosas de dinero en los tribunales eclesiásticos.
Fuente: Agencias. Redacción: ACPress.net
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