Puesto los ojos en Jesús

Re: Puesto los ojos en Jesús

Oh, qué amigo nos es Cristo!

Oh, qué amigo nos es Cristo!
El llevó nuestro dolor,
Y nos manda que llevemos
Todo a Dios en oración.
¿Está el hombre desprovisto
De paz , gozo y santo amor?
Esto es porque no llevamos
Todo a Dios en oración.

¿Estás débil y cargado
De cuidados y temor?
A Jesús, refugio eterno,
Muéstraselo en oración.
¿Te desprecian tus amigos?
Muéstraselo en oración;
En sus brazos de amor tierno
Paz tendrá tu corazón.

Sólo Cristo es un Amigo:
De esto prueba nos mostró,
Pues para llevar consigo
Al culpable, se humanó.
Del cristiano, el castigo
Con su llaga El pagó.
Hallo a Cristo Amigo fiel,
¡ Bendito quien fía en El !


What a friend we have en Jesus
Charles Crozat Converse
Trad. Español: Leandro Garza Mora

Atte.
Joaco <><
 
Re: Puesto los ojos en Jesús

Hallo contentamiento en la vívida gracia que mis pecados perdonó
Porque ya no ando rebelde Aquel...
al que los pasos de mi antiguo caminar ofende,
Ahora me regocijo en las justas sendas que Su perdón endulzó.

Lo que ha sucedido, tiene fácil explicación:
Aunque hace casi 2000 años que Jesús muriera,
cada gota de Su sangre instauró una victoriosa bandera,
Plantada en el centro del territorio de mi corazón.

Mis argumentos fueron derribados, mi altivez demolida,
y como bien lo expresa Jeremías:
me sedujiste Jehová y fui seducido...
Me venciste, mas fuerte fuiste que yo.

No con ejercito ni con fuerza,
como también lo apoya Zacarías el profeta,
no con impetuoso viento que altas peñas derribó...
Ni con el fuego o terremoto que Elías atisbó.

Si no con el soplo apacible, que silenciosamente transforma,
con tu Espíritu que... aliento de vida sopla,
que como le dijiste a Nicodemo, nadie sabe ni de donde viene ni a donde va...
lo cierto es que los huesos secos, sobre los que profetizó Ezequiel,
Nuevamente vivirán.

Desde mi pozo de mortandad, solo entendía un camino aburrido,
nada más lejano a la realidad, pues junto a ti disfruto de deleitosos manjares continuos...
exquisiteces que culminan en una corona de renovante y viva esperanza,
Es la promesa de tu venida, que tan solo la mano de mi fe alcanza.

Este es el secreto del portentoso milagro, obra del Creador,
un nuevo nacimiento que con ojos espirituales ve consumada la realidad...
y no forzoso se doblega y somete a la Divina voluntad,
Porque como la Sulamita profirió: su bandera sobre mí fue amor...


Por Elisa Doya Heredia
 
Re: Puesto los ojos en Jesús

ALFARERO DIVINO

El blando barro toma el alfarero
en Sus manos, el barro de la tierra.
La exacta imagen que en Su mente encierra
existencia tendra, al fin postrero.

Meleable en los dedos del obrero,
no sabe resistirle, hacerle guerra.
A los ritmos del torno no se cierra,
se abre, docil, al ideal primero.

Toma mi voluntad, Rey Soberano
Alfarero divino, ten mi barro.
De tus dedos de artista, de tu mano
vaso humilde saldra, bien bello jarro.

Ductil yo, no sera el trabajo vano.
!Oh, mi timbre de honor ser tu cacharro!.


Por Antonio Marquez Fernandez

Atte.
Joaco <><
 
Re: Puesto los ojos en Jesús

ALFARERO DIVINO

El blando barro toma el alfarero
en Sus manos, el barro de la tierra.
La exacta imagen que en Su mente encierra
existencia tendra, al fin postrero.

Meleable en los dedos del obrero,
no sabe resistirle, hacerle guerra.
A los ritmos del torno no se cierra,
se abre, docil, al ideal primero.

Toma mi voluntad, Rey Soberano
Alfarero divino, ten mi barro.
De tus dedos de artista, de tu mano
vaso humilde saldra, bien bello jarro.

Ductil yo, no sera el trabajo vano.
!Oh, mi timbre de honor ser tu cacharro!.


Por Antonio Marquez Fernandez

Atte.
Joaco <><
 
Re: Puesto los ojos en Jesús



MI HERMANO JOACO, DIOS TE BENDIGA GRANDEMENTE;

A TI Y A LOS TUYOS.

Tus aportes me son de gran bendicion y estoy seguro que a muchos foristas, que Dios te siga usando. Ojala y puedas hacer un aporte en el epigrafe;

- deben las mujeres ser pastoras- sabemos que es un tema de controversias pero va hacer de bendicion para los que NOS nos interesa CRECER.

DIOS TE SIGA BENDICIENDO
 
Re: Puesto los ojos en Jesús

bagamundo,
Gracia y paz.

Muchas gracias por tus palabras mi hermano, me bendicen, y toda la gloria sea para Papá.

Respecto a lo de aportar algo en el tema que refieres, la verdad es que no te prometo nada porque mi tiempo es limitado, pero en la medida de mis posibilidades de tiempo voy a leer los aportes que hasta ahora se han hecho, y si lo considero conveniente intervendré en el mismo.

Por lo pronto, lo que si te puedo decir es que la mujer ha sido llamada, al igual que el hombre, a servir a Su Señor, y Él le ha dotado también con dones, habilidades y talentos que son necesarios e irremplazables en la iglesia del Señor.

Te dejo también la siguiente historia que compartí hace poco en el foro:

Prejuicios

Hombres y mujeres tienen su justo lugar en la iglesia, y la Escritura muestra que el patrón, el orden y la norma de Dios para los sexos debe permitir una contribución prominente, pública y significativa de la mujer, y que la igualdad espiritual en Cristo de una mujer debe complementar, y no disminuir, el principio de cabeza espiritual. Y que, los pastores, los ancianos y los esposos que no honran a las mujeres en su toma de decisiones se hacen daño a sí mismos y al cuerpo de Cristo.

Dios te siga bendiciendo.

Atte.
Joaco <><
 
Re: Puesto los ojos en Jesús

El mejor de los regalos
Por Max Lucado

¡Ah! Las cosas que tenemos que hacer para darle algún regalo a alguien que amamos. Pero no importa. Lo volveríamos a hacer. Siempre lo hacemos de nuevo. Cada Navidad, cada cumpleaños. ¡Con cuánta frecuencia nos encontramos en un territorio que no es el nuestro! Adultos en tiendas que venden juguetes. Papás en tiendas para adolescentes. Esposas en los departamentos de caza y esposos en el departamento de bolsos. Pero no solo entramos a lugares inusuales, sino que hacemos cosas inusuales. Armamos bicicletas a medianoche. Escondemos los nuevos neumáticos con aros de magnesio debajo de la escalera. Supe de un tipo que en un nuevo aniversario alquiló un cine para poder él y su esposa ver de otra vez el vídeo de su boda.

Sí. Lo haremos de nuevo. Habiendo prensado las uvas del servicio, bebemos el más dulce vino de la vida: el vino de dar. Vivimos el momento más hermoso cuando estamos dando. De hecho, nos parecemos más a Dios cuando damos.

¿Te has preguntado por qué Dios da tanto? Podríamos existir con mucho menos. Pudo habernos dejado en un mundo plano y gris; no habríamos sabido establecer la diferencia. Pero no lo hizo así:

Él hizo explotar naranjas en el amanecer
y limpió el cielo para que luciera azul.
Y si te gusta ver cómo se juntan los gansos,
Hay muchas posibilidades que eso lo puedas ver también.
¿Tuvo Él que hacer esponjosa la cola de la ardilla?
¿Se vio obligado a hacer que los pajarillos cantaran?
¿Y la forma divertida en que las gallinas corren
o la majestad del trueno que retumba?
¿Por qué dar a las flores aroma? ¿Por qué dar sabor a las comidas?
¿Podría ser
que Él quiere ver
todo eso reflejado en tu faz?

Si nosotros hacemos regalos para demostrar nuestro amor, ¿cuánto más no querría hacer Él? Si a nosotros -salpicados de flaquezas y orgullo- nos agrada dar regalos, ¿cuánto más Dios, puro y perfecto, disfrutará dándonos regalos a nosotros? Jesús preguntó: "Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?" (Mateo 7:11).

Los regalos de Dios derraman luz en el corazón de Dios, el corazón bueno y generoso de Dios. Santiago, el hermano de Jesús, nos dice: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces" (Santiago 1:17). Cada regalo revela el amor de Dios… pero ningún regalo revela su amor más que los regalos de la cruz. Estos venían, no envueltos en papel, sino en pasión. No estaban alrededor del arbolito, sino en una cruz. Sin cintas de colores, sino salpicados con sangre.

Mucho se ha dicho sobre el regalo de la cruz mismo, ¿pero, y los demás regalos? ¿Los clavos? ¿La corona de espinas? ¿El manto que se apropiaron los soldados? ¿Las ropas fúnebres? ¿Te has dado el tiempo de abrir estos regalos?

Tú sabes que no tenía ninguna obligación de dárnoslos. El único acto, lo único que se requería para nuestra salvación era el derramamiento de sangre, pero Él hizo mucho más que eso. Muchísimo más. Examina la escena de la cruz. ¿Qué encuentras?

Una esponja empapada en vinagre.
Un letrero.
Dos cruces a ambos lados de Cristo.

Los regalos divinos intentan activar ese momento, ese segundo cuando sus rostros se iluminan, sus ojos se abren, y Dios te va a oír susurrando: "¿Tú hiciste esto por mí?"

La diadema de dolor
Que conmovió tu dulce faz,
Tres clavos horadando carne y madera
Para mantenerte en ese lugar.
Yo entiendo la necesidad de la sangre.
Me abrazo a tu sacrificio.
¿Pero la esponja amarga, la lanza cortante,
La escupida en tu rostro?
¿Tenía que ocurrir eso en la cruz?
No hubo una muerte apacible
sino seis horas colgando entre la vida y la muerte,
todo estimulado por un beso de traición.
"Oh Padre", tú insistes,
corazón silencioso a lo que habría de ocurrir,
Siento preguntar, pero necesito saber:
"¿Tú hiciste esto por mí?"

¿Estaríamos dispuestos a hacer esta oración? ¿A tener tales pensamientos? ¿Será posible que el cerro de la cruz esté lleno de regalos de Dios? ¿Los examinamos? Desempacamos estos regalos de gracia quizás por primera vez. Y mientras los tocas y sientes la madera de la cruz y sigues las marcas dejadas por la corona y palpas las puntas de los clavos, te detienes y escuchas. Quizás lo oigas susurrándote:

"Sí. Yo hice esto por ti"

Atte.
Joaco <><
 
Re: Puesto los ojos en Jesús

«YO LOS AMÉ TANTO QUE ME HICE COMO UNO DE USTEDES»

"Dios se agradó que todo Él viviera en Cristo"
(Colosenses 1:19)

"La Palabra se hizo carne e hizo su morada entre nosotros. Hemos visto Su gloria, la gloria del Unigénito, quien vino del Padre, lleno de gracia y verdad"
(Juan 1:14)

"Yo y el Padre somos uno"
(Juan 10:30)

"Ustedes fueron comprados, no con algo que perece como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, quien fue como un cordero puro y perfecto. Cristo fue escogido antes de que el mundo fuera hecho, pero fue mostrado al mundo en estos últimos tiempos para su beneficio" (1 Pedro 1.18-20)


"Él no solo entendió perfectamente nuestro caso y nuestro problema, sino que lo ha resuelto moral, activamente y para siempre"
P.T. Forsyth

¿Sabes qué es lo más maravilloso sobre la venida de Cristo? ¿Sabes cuál es la parte más notable de la encarnación?No solo que Él cambió eternidad por calendarios. Aunque tal cambio merece nuestra atención.

La Escritura dice que el número de los años de Dios es inescrutable (Job 36:26). Podemos ir para atrás en la historia hasta el momento en que la primera onda del mar besó las orillas, o la primera estrella alumbró en el cielo, pero nunca lograremos establecer el momento exacto en que Dios fue Dios, porque ese momento no existe. No hay un momento en que Dios no haya sido Dios. Él nunca no ha sido, porque es eterno. Dios no está sujeto al tiempo.

Pero todo esto cambió cuando Jesús vino a la tierra. Por primera vez oyó una frase que no se usaba en el cielo: «Ha llegado la hora». Cuando era un niño, tuvo que abandonar el Templo porque había llegado el momento de hacerlo. Cuando era ya un hombre, tuvo que salir de Nazaret porque era el tiempo en que tenía que salir de allí. Como Salvador, tuvo que morir porque el tiempo de hacerlo había llegado. Durante treinta y tres años, el semental del cielo tuvo que vivir en el corral del tiempo.
Esto es, ciertamente, notable, pero todavía hay más.

¿Quieres ver la joya más brillante del tesoro de la encarnación? Quizás pienses que sea el tener que vivir dentro de un cuerpo. En un momento, Él era un espíritu sin limitaciones, y al siguiente, era carne y huesos. ¿Recuerdas estas palabras del rey David? «¿A dónde puedo irme para alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde huiré de ti? Si subo al cielo, allí estás tú. Si bajo a la tumba, allí tú estás. Si me levanto con el sol en el este y me pongo en el oeste más allá del mar, incluso allí me guiarás tú» (Salmos 139.7–10).

Nuestra pregunta: «¿Dónde está Dios?» es como si un pez preguntara: «¿Dónde está el agua?» O un pajarillo preguntara: «¿Dónde está el aire?» ¡Dios está en todas partes! Igualmente en Pekín que en Peoria. Tan activo en las vidas de los esquimales como en las de los tejanos. El dominio de Dios es «de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra» (Salmos 72:8). No hay un lugar donde no esté Dios.

Pero cuando Dios entró en el tiempo y llegó a ser un ser humano, el que era infinito llegó a ser finito. Quedó preso en la carne. Restringido por músculos y párpados con tendencia al cansancio. Por más de tres décadas, Su una vez alcance ilimitado se vio restringido al largo del brazo y su velocidad al paso del pie de un hombre.

Me pregunto: «¿Estuvo alguna vez tentado a recuperar su infinitud? ¿Habrá considerado, en medio de un largo viaje, trasladarse milagrosamente a la siguiente ciudad? ¿Se habrá sentido tentado alguna vez, cuando la lluvia fría entumecía sus huesos, cambiar las condiciones climáticas? ¿Y no habrá querido, cuando el calor secaba sus labios, sumergirse en el Caribe en busca de alivio?»

Si alguna vez tuvo estos pensamientos, nunca cedió a ellos. Ni una sola vez. Jamás usó Cristo sus poderes sobrenaturales para beneficio personal. Con una sola palabra habría podido transformar la dura tierra en suave lecho, pero no lo hizo. Con un movimiento de su mano pudo haber devuelto en el aire los escupitajos de sus acusadores y hacer blanco en sus rostros, pero no lo hizo. Con un levantar de sus cejas pudo haber paralizado el brazo del soldado que le incrustaba la corona de espinas. Pero no lo hizo.

Notable. ¿Pero será esto lo más extraordinario de su venida? Muchos quizás digan que no. Otros tantos, quizás en mayor número, es posible que apunten más allá de Su condición de infinito, a Su condición de impecabilidad. Es fácil comprender por qué.

¿No es este el mensaje de la corona de espinas? Un soldado no identificado tomó ramas: suficientemente maduras como para tener espinas, suficientemente flexibles como para doblarse e hizo con ellas una corona de escarnio, una corona de espinas.

A través de la Escritura las espinas simbolizan, no el pecado, sino la consecuencia del pecado. ¿Recuerdas el Edén? Después que Adán y Eva hubieron pecado, Dios maldijo la tierra: «Así es que pondré una maldición en la tierra… La tierra producirá espinas y maleza para ti, y tú comerás las plantas del campo» (Génesis 3:17–18). Zarzas en la tierra son el producto del pecado en el corazón.

Esta verdad halla eco en las palabras de Dios a Moisés. Ordenó a los israelitas limpiar la tierra de los pueblos impíos. Habría problemas si desobedecían. «Pero si no echan a estos pueblos fuera de la tierra, les traerán dificultades. Serán como afilados cuchillos en sus ojos y espinas en sus costados» (Números 33:55).

La rebelión produce espinas. «La vida de la gente mala es como camino cubierto con espinas y trampas» (Proverbios 22:5). Incluso Jesús comparó la vida de la gente perversa a espinos. Al hablar de los profetas falsos, dijo: «Conocerán a estas gentes por lo que hacen. Los espinos no pueden producir uvas, y los abrojos no pueden producir higos» (Mateo 7:16).

El fruto del pecado es espinas. Púas, lancetas afiladas que cortan.

Pongo especial énfasis en las espinas para decirte algo en lo cual quizás nunca habías pensado: Si el fruto del pecado es espinas, ¿no es la corona de espinas en las sienes de Cristo un cuadro del fruto de nuestro pecado que atravesó Su corazón?

¿Cuál es el fruto del pecado? Adéntrate en el espinoso terreno de la humanidad y sentirás unas cuantas punzadas. Vergüenza. Miedo. Deshonra. Desaliento. Ansiedad. ¿No han nuestros corazones quedado atrapados en estas zarzas?

No ocurrió así con el corazón de Jesús. Él nunca ha sido dañado por las espinas del pecado. Él nunca conoció lo que tú y yo enfrentamos diariamente. ¿Ansiedad? ¡Él nunca se turbó! ¿Culpa? Él nunca se sintió culpable. ¿Miedo? Él nunca se alejó de la presencia de Dios. Jesús nunca conoció los frutos del pecado… hasta que se hizo pecado por nosotros.

Y cuando tal cosa ocurrió, todas las emociones del pecado se volcaron sobre él, como sombras en una foresta. Se sintió ansioso, culpable, solo. ¿No lo ves en la emoción de su clamor?: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46). Estas no son las palabras de un santo. Es el llanto de un pecador.

Y esta oración es una de las partes más destacadas de Su venida. Pero aun puedo pensar en algo todavía más grande. ¿Quieres saber qué es? ¿Quieres saber qué es lo más maravilloso de su venida?

No es que Aquel que jugaba canicas con las estrellas haya renunciado a eso para jugar con canicas comunes.

No es que él, en un instante, haya pasado de no necesitar nada a necesitar aire, comida, un chorro de agua caliente y sales para sus pies cansados y, más que todo eso, necesitaba a alguien -cualquiera- que estuviera más preocupado sobre dónde iría a pasar la eternidad que dónde gastaría su cheque del viernes.

No que haya mantenido la calma mientras la docena de sus mejores amigos sintieron el calor y se apresuraron a salir de la cocina. Ni que no haya dado la orden a los ángeles, que le rogaban: «Solo danos la orden, Señor. Una sola palabra y estos demonios se transformarán en huevos revueltos».

No que se haya negado a defenderse cuando cargó con cada pecado de cada disoluto desde Adán. Ni que haya guardado silencio mientras un millón de veredictos de culpabilidad resonaban en el tribunal del cielo y el dador de la luz quedaba en medio de la fría noche de los pecadores.

Ni siquiera que después de aquellos tres días en el hueco oscuro haya salido al sol de la Pascua con una sonrisa y un contoneo y una pregunta para el humillado Lucifer: «¿Fue ese tu mejor golpe?»

Eso fue fantástico, increíblemente fantástico.

¿Pero quieres saber que fue lo más maravilloso de Aquel que cambió la corona de los cielos por una corona de espinas?

Que lo hizo por ti. Sí, por ti.


Atte.
Joaco <><
 
Re: Puesto los ojos en Jesús

RECONCILIACIÓN

En la persona de Jesucristo vemos los pasos que Dios dio para reparar la relación rota, a causa del pecado, entre Él y la humanidad. La actividad de Jesús es también la del Padre para restaurar Su relación con el mundo caído. Y al respecto, el apóstol Pablo escribió:

"Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo..." (2 Corintios 5:19)

¿Qué hizo Dios? ¿Cuáles fueron los pasos que dió para unirnos consigo mismo? ¿Qué es lo que realmente nos permite relacionarnos con Él de manera intima y profunda? ¿Qué es lo que nos permite reconciliarnos con Él? La Biblia nos da la respuesta: Amó, se humilló a sí mismo, sufrió, invitó y perdonó.
  • AMÓ
    "En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino que Él nos amó á nosotros, y ha enviado á Su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:9-10)

    Dios tomó la iniciativa de la paz. No esperó por nosotros. Aunque estábamos en falta y no teníamos ningún deseo de arreglar las cosas con Él, al enviar a su Hijo Él dio el primer paso. Mientras todavía éramos pecadores. Él demostró Su amor para con nosotros (Romanos 5:8)

  • SE HUMILLÓ
    "Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:8)

    ¡Qué verdad tan profunda! Dios se humilló a Sí mismo. Dios el Hijo se hizo hombre en la persona de Jesucristo. Dejando de lado sus derechos, Cristo colocó nuestras preocupaciones por encima de las suyas. Este maravilloso paso de humildad era absolutamente necesario para reparar nuestra relación con Él, la cual se había roto a causa de nuestro pecado.

  • SUFRIÓ
    "Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos á Dios, siendo á la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu" (1 Pedro 3:18)

    El pecado había arruinado nuestra relación con Dios, y sólo un sacrificio perfecto podía arreglar las cosas. Al dar a Su Hijo para que muriera, Dios estuvo dispuesto a hacer ese sacrificio por nosotros.

  • INVITÓ
    "Y vino, y anunció la paz á vosotros que estabais lejos, y á los que estaban cerca. Que por Él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre" (Efesios 2:17-18)

    Por medio de Jesucristo, Dios ha dado otro paso más. Ha enviado un mensaje a todos, judíos y gentiles por igual. Es una oferta de paz basada en el sacrificio de Su Hijo. Es una oportunidad de acudir a Él y de enfrentar la realidad de nuestra separación de Él. Es una invitación a confrontar las cosas y aceptar Su oferta de restauración. La puesrta de acceso a Dios está abierta gracias al sacrificio de Jesús.

  • PERDONÓ
    "En el cual tenemos redención por Su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de Su gracia" (Efesios 1:7)

    Aunque hemos sido rebeldes, Dios ha sido generoso. merecemos ser castigados, pero Su deseo es mostrar misericordia. En lugar de tener algo en nuetsra contra debido a nuestros pecados, Dios quiere perdonarnos a través de Su Hijo. Esa bondad inmerecida puede ser difícil de comprender para las personas que viven buscando ganarse por sus esfuerzos y méritos la salvación. Dios quiere restaurarnos a una correcta relación con Él, y Él es el único que puede hacerlo. Ese perdón inmerecido es ciertamente una razón para alabarlo. Debido a lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz, podemos estar seguros de la total aceptación de Dios. Cuando estamos dispuestos a ser restaurados, Él está dispuesto a perdonarnos gratuitamente.
Esta maravillosa oferta de reconciliación está disponible para ti el día de hoy, Dios te lo ofrece ¿Qué harás? Solo tienes dos opciones: rechazarla o recibirla. Si decides recibirla, dicelo a Dios en oración, dile que reconoces que has pecado contra Él y que estas arrepentido por ello, dale las gracias porque Jesús pago por ello en la cruz del calvario y rindele tu vida para que nazcas de nuevo y puedas experimentar el amor y el propósito de Dios para tu vida, para que Él te haga la persona que Él quiere que seas.

Oración:
Dios, reconozco que sin tí soy nada, pero en tí soy todo,
perdona mis pecados y hazme una nueva persona,
entrego mi vida a tí por completo,
reconociendo el sacrificio que hiciste por mí en la cruz del calvario.
Envía tu Espíritu Santo a que transforme mi vida,
que de ahora en adelante no sea la misma persona que era,
que todos puedan ver en mí quien eres tú.
Gracias, por el perdón de mis pecados y mi nueva vida,
haz en mí como tu quieras.
Yo renuncio a toda maldad,
todo pensamiento que sea contrario a tí lo pongo en tus manos,
y de hoy en adelnate sólo quiero vivir para servirte a tí.
Gracias Padre por tu amor y tu paciencia conmigo,
usame, de hoy en adelante, para tu gloria y para tu honra.

En el nombre de Jesús,
Amén.​

Atte.
Joaco <><