El mito del "contubernio" masón
Azaña, Machado, Mozart o Napoleón habrían pertenecido
a esta asociación
Los masones se han convertido en personajes frecuentes
de la floreciente literatura pseudohistórica que en
los últimos tiempos abarrota los estantes de las
librerías de medio mundo. Muchos de esos best-sellers
han contribuido a afianzar el mito masón relacionando
la orden con escalofriantes ritos iniciáticos, magia
negra y conspiraciones en la sombra.
La realidad, como suele ocurrir casi siempre, es mucho
más pragmática. Históricamente, muy poco o nada ha
tenido que ver la orden francmasónica con el
esoterismo. Aunque sí es cierto que su discreción y su
secretismo han propiciado que se les relacione con
todo tipo de leyendas y ritos oscuros.
Se acepta que la masonería nació en el seno de los
gremios de constructores medievales. Ya entonces los
albañiles eran llamados masones (como aún en inglés) y
se cobijaban en edificios adyacentes a las obras que
dirigían –castillos y catedrales
llamados logias.
Poco a poco, a finales del siglo XVII o principios del
XVIII, estos gremios comenzaron a convertirse en
hermandades fraternales y empezaron a aceptar, por
ejemplo, a intelectuales humanistas. Desde entonces,
las logias se convirtieron en espacios de
librepensamiento. Sin embargo conservaron sus antiguos
símbolos, la escuadra y el compás. Y también una
jerarquía que recuerda sus orígenes: aprendiz,
compañero y maestro.Desde ese momento, se definieron
como una institución esencialmente filantrópica,
filosófica y progresista cuyo objetivo consiste en
trabajar para el perfeccionamiento intelectual y
social de la Humanidad.
Divergencias y expansión
Alumbrados por el sueño de la razón, la masonería se
extendió desde Inglaterra a los cinco continentes. La
institución se fragmentó en numerosas logias y, aun
compartiendo los principios fundamentales, comenzaron
a producirse divergencias. Por ejemplo, en el Gran
Oriente de Francia, se permitieron las discusiones
políticas y la inclusión de mujeres entre los
miembros.
La masonería se convirtió con el devenir de los siglos
en una amplia red de poder e influencias. Fueron
francmasones, supuestamente, personajes de enorme
influencia: Winston Churchill, Roosevelt, Napoleón,
Freud, Alexander Fleming, Martin Luther King, George
Washington y Simón Bolívar, por ejemplo. Por todo
ello, la masonería ha sido acusada en ocasiones de
mover los hilos de la sociedad a su antojo, de
anticlericalismo y de elitismo. Su carácter secreto y
presuntamente amenazador les valió la animadversión,
cuando no la persecución, de monarcas como el zar
Alejandro I, Carlos III o Fernando VII. Del Tercer
Reich, de Stalin, del integrismo islámico de Jomeini
y, por supuesto, de Franco.
La obsesión del dictador
La obcecación franquista con la masonería fue
legendaria y estaba basada en la estrecha relación que
la institución tuvo con la II República fue su
época dorada, pero también el momento en que más se
politizaron las logias y en el carácter
tendente al ateísmo que Franco no perdonaba. También
existe una leyenda, nunca confirmada, de que influyó
el resquemor personal del dictador cuando fue
rechazado al intentar ingresar en una logia en
Marruecos.
Franco estructuró su política en torno a la nebulosa
idea de un enemigo al acecho, el célebre contubernio
conspirador formado por liberales,comunistas y
masones. Para derribarlo, el régimen promulgó la Ley
contra la Masonería en marzo de 1940. Se creó entonces
un archivo en Salamanca que almacenó más de 80.000
fichas de presuntos masones. Sin embargo, la realidad
es que se calcula que no llegaban a los 10.000.