De acuerdo, Julio, de acuerdo.
De acuerdo, Julio, de acuerdo.
Sobre la supuesta “Carta a Laodicea”
Como lo prometido es deuda, cumplo en compartir con todos los hermanos del Foro mis impresiones sobre la pretendida epístola hallada, y publicada por Julio Velásquez en la primer página de este epígrafe. Tras una primera lectura, ahora acabo de hacer la segunda, más atenta todavía que la anterior.
Para los estudiosos de la historia del canon del Nuevo Testamento, no ha escapado la noticia de que ya en tiempos de Jerónimo se conocía una “carta a Laodicea” estimada como apócrifa, y que de una versión latina fue traducida al griego. Como Julio no nos ha dicho mucho sobre la carta que aquí publicó, hemos de suponer que se trate de la misma. Se ignora también quien realizara la división en capítulos y versículos, así como los títulos en las secciones de la carta, pues sabemos que esto no se usaba en los primeros tiempos.
¿Cuál es nuestra impresión? Subjetivamente, es como si Bill Gates (o alguno de sus cerebros informáticos colaboradores) hubiera inventado un nuevo programa de Microsoft Word, capaz de condensar al 5% el contenido de un escrito. Así, introduciendo todas las epístolas, tendríamos algo más o menos parecido a lo que salió en esta supuesta “Carta a Laodicea”, con amplio predominio de lo escrito por Pablo, pero con reminiscencias también de Santiago, Pedro, Juan y Judas. Lo distinto que añade a lo que ya tenemos conocido del Nuevo Testamento, parece ser el inicio de ciertas desviaciones que comenzaron a darse en el siglo segundo, más algunas otras que aparecen en los escritos de los primeros “Padres de la Iglesia”. O sea, el autor (o autores), compendió en unas pocas páginas la enseñanza paulina, cuidando que armonizara también con los escritos de Santiago, Pedro, Juan y Judas, agregando algunos asuntos que eran de su particular interés.
Hay diversos errores, pero como se podría achacarlos a deficiencias de la traducción, vamos a mirar tan solamente un par de ellos, con lo que comprobaremos que se da aquí lo que con todos los apócrifos: se rompe la armonía cuando se expresan cosas contradictorias.
Ambas citas son del último capítulo, el 3:
V.21: Dios no se agrada de la ley de Moisés
“Entonces estaréis mejor delante del Señor, como si atendieseis concienzudamente a todas las leyes de Moisés. Esas leyes son difíciles de guardar, porque las leyes de Moisés no agradan al Señor, sólo lo hace un corazón puro que ama a Dios y a los hermanos.”
Cuestionamiento: Para quienes conocemos nuestra Biblia y vivimos bajo la gracia y nada tenemos que ver con la Ley de Moisés y el viejo pacto, nos queda claro sin embargo que jamás puede ser cierta tal declaración: “Dios no se agrada de la ley de Moisés”. Primero, porque el autor y dador de la Ley es Dios mismo y no Moisés. Segundo, como legislador del pueblo de Israel, Moisés fue el instrumento humano que recibió de Dios la Ley y la entregó al pueblo, encargándose de su fiel aplicación. Tercero, basta haber leído alguna vez el Salmo 119, para recordar todas las excelencias con que es descrita esta ley de Dios. Incluso el propio Pablo, reconoce que “la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno…Sabemos que la Ley es espiritual…apruebo que la Ley es buena…según el hombre interior me deleito en la ley de Dios” (Ro.7:12, 14, 16, 22; 1Ti.1:8). La ineficacia e impotencia de la Ley no está dada por algo malo que hubiera en ella, sino en la condición del hombre caído.
Este solo argumento alcanzaría para identificar esta carta como de factura meramente humana.
45 “Pero, cómo sean las cosas para mí en Roma, nuestro fiel hermano Tíquico os lo hará saber, al cual ahora os enviaré a vosotros, así como también a los Colosenses, los cuales, también como vosotros, han sido cautivados por Satanás.”
Cuestionamiento: Este no es, de ningún modo, el lenguaje que emplea Pablo cuando escribe a los colosenses. Si de veras él creyese que ellos están cautivados por Satanás, de melifluas e hipócritas deberíamos calificar las palabras del Apóstol al comienzo de su epístola a los que están en Colosas. Pablo expresa su preocupación de que alguien pudiera engañarles con palabras persuasivas – en el futuro – pues al presente – seguidamente les dice – “gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo” (2:4,5). Esto no se le puede decir a quienes “han sido cautivados por Satanás”. Pablo sí advierte en sus epístolas en cuanto a estar atentos para no ser seducidos por Satanás y sus maquinaciones, lazos y acechanzas, pero de ningún modo emite un juicio tan nefasto como que los laodicenses así como los colosenses hubiesen sido cautivados por Satanás. Una cosa es el riesgo a que pudiesen ceder a la persuasión del maligno y sus emisarios, y otra decir que ya estaban cautivados por Él. El Señor Jesucristo, como Cabeza de su iglesia, por el Espíritu Santo estaba guiando a escribir a Pablo, Santiago, Pedro, Juan y Judas para instruir y prevenir a los hijos de Dios, para que Satanás no ganara ventaja alguna sobre ellos (2Co.2:11). La Historia conocida, con todas las claudicaciones y apostasías, suele ser la de la Iglesia Oficial, Nominal, Profesante o como se la quiere llamar, porque ha conservado documentación. Los cristianos fieles, en cambio, fueron disidentes de los cuerpos mayoritarios que gozaron del favor del imperio, y en su persecución y martirio también sus escritos fueron destruidos a fin de borrar toda memoria de ellos. Empero hasta en las Actas inquisitoriales ha sido preservado su testimonio de fidelidad al Señor y a la doctrina de los apóstoles.
Que no nos vengan ahora, pues, con evangelios apócrifos y “epístolas perdidas” para confundir la fe de los fieles.
El Señor les conserve en su gracia, amor y verdad.
Ricardo.