El protestante J.N.D. Kelly, historiador de la iglesia primitiva, escribe:
"A menos que se pudiera mostrar que un libro procedía de la pluma de un apóstol, o al menos que tuviera la autoridad de un apóstol detrás de él, era imperiosamente rechazado, no importa cuán edificante o popular pudiera ser para los fieles" (Early Christian Doctrines, 60).
Pero, ¿cómo se podía saber cuáles libros eran apostólicos? Ciertamente que no por medio de un libro que pretendiese ser apostólico, pues había muchos evangelios y epístolas falsos que circulaban con el nombre de los apóstoles. Tampoco el Espíritu Santo prometió a cada cristiano una revelación de los libros que pertenecían a la Biblia.
¿Cómo era, entonces, la prueba de apostolicidad llevada a cabo en la iglesia primitiva? Básicamente, había dos pruebas, ambas incluían la tradición.
Primero, eran reconocidos como apostólicos aquellos libros que estaban de acuerdo con las enseñanzas de los apóstoles transmitidas a la iglesia. Los escritos gnósticos y otros escritos que no coincidían con la tradición apostólica eran dejados de lado. Esto es algo que los escrituristas evangélicos admiten.
El exegeta protestante F.F. Bruce escribe que:
"[Los Padres de la iglesia primitiva] recurrieron al criterio de la ortodoxia... Este recurso al testimonio de las iglesias fundadas por los apóstoles fue desarrollado especialmente por Ireneo... Cuando previamente comenzaron a circular Evangelios o Hechos desconocidos... la pregunta más importante acerca de ellos era: ¿Qué enseña acerca de la persona y obra de Cristo? ¿Conserva el testimonio apostólico...? (The Canon of Scripture, 260).
Segundo, eran considerados como apostólicos aquellos libros que eran predicados en varias iglesias como venidos de la pluma de un apóstol o de uno de sus compañeros -no sólo sus doctrinas, sino el libro mismo-. Si una obra determinada no era considerada apostólica y no se predicaba como tal en las iglesias, entonces era rechazada. Esto era también un recurso a la tradición porque miraba a la tradición de las iglesias como una guía para la apostolicidad. Si la tradición de las iglesias no reconocía un libro como apostólico, éste no era incluido en el canon.
El hecho de que esto también era usado en la iglesia primitiva para establecer la apostolicidad es también admitido por los escrituristas protestantes. F.F. Bruce escribe:
"Es digno de notar cuando uno piensa en ello, que los cuatro evangelios canónicos son anónimos, mientras que los evangelios que proliferaban a fines del siglo segundo y más tarde, reclaman haber sido escritos por apóstoles y otros testigos oculares. Eclesiásticos católicos vieron entonces que era necesario defender la autenticidad apostólica de los evangelios... La autoría apostólica de Mateo y Juan estaba bien establecida en la tradición. Pero ¿qué sucedía con Marcos y Lucas? Su autoría estaba también bien establecida en la tradición" (ibid., 257).
Por supuesto, no todas las iglesias estaban de acuerdo. Algunos apologetas protestantes se apegan a la afirmación que el fragmento Muratoriano, una antigua lista del canon del 170 d.C. aproximadamente, incluye casi todo el Nuevo Testamento. Pero no señalan que el fragmento Muratoriano también omitía algunas obras de su canon. No incluía Hebreos, 1 y 2 Pedro y 3 Juan. Además incluía algunas obras que los apologetas protestantes no considerarían como canónicas: el Apocalipsis de Pedro y la Sabiduría de Salomón. Había, pues, manifiesto desacuerdo en la extensión del canon.
abra sus ojitos estimado hermanito(a)
Finalmente, el canon del Nuevo Testamento fue establecido por el Concilio de Roma en el año 382 durante el papado de Dámaso I. Hasta este momento, sus libros específicos no estaban firmemente establecidos.
Ahora, un apologeta protestante tendrá que estar de acuerdo en que los presentes en el Concilio de Roma incluyeron en el canon todos los libros verdaderos y sólo los verdaderos, o estar en desacuerdo. Si está en desacuerdo, lo estará también con el canon del Nuevo Testamento de la misma Biblia que él usa, porque fue el Concilio de Roma el que estableció dicho canon.
Pero si acepta que el Concilio de Roma incluyó todos los libros verdaderos y sólo los libros verdaderos en el canon del Nuevo Testamento, entonces tendrá que admitir que la iglesia primitiva realizó una decisión infalible (infalible porque incluyó todos los libros verdaderos y sólo ellos, tomando así una decisión inequívoca bajo la guía providencial de Dios, la cual es infalible). Esta decisión infalible se tomó trescientos años después de la muerte del último apóstol. Pero si los concilios de la iglesia son capaces de llegar a decisiones infalibles trescientos años después de la muerte del último apóstol, el apologeta protestante no tendrá motivos para afirmar que (los concilios) son incapaces de hacer lo mismo más tarde en la historia de la iglesia.
"A menos que se pudiera mostrar que un libro procedía de la pluma de un apóstol, o al menos que tuviera la autoridad de un apóstol detrás de él, era imperiosamente rechazado, no importa cuán edificante o popular pudiera ser para los fieles" (Early Christian Doctrines, 60).
Pero, ¿cómo se podía saber cuáles libros eran apostólicos? Ciertamente que no por medio de un libro que pretendiese ser apostólico, pues había muchos evangelios y epístolas falsos que circulaban con el nombre de los apóstoles. Tampoco el Espíritu Santo prometió a cada cristiano una revelación de los libros que pertenecían a la Biblia.
¿Cómo era, entonces, la prueba de apostolicidad llevada a cabo en la iglesia primitiva? Básicamente, había dos pruebas, ambas incluían la tradición.
Primero, eran reconocidos como apostólicos aquellos libros que estaban de acuerdo con las enseñanzas de los apóstoles transmitidas a la iglesia. Los escritos gnósticos y otros escritos que no coincidían con la tradición apostólica eran dejados de lado. Esto es algo que los escrituristas evangélicos admiten.
El exegeta protestante F.F. Bruce escribe que:
"[Los Padres de la iglesia primitiva] recurrieron al criterio de la ortodoxia... Este recurso al testimonio de las iglesias fundadas por los apóstoles fue desarrollado especialmente por Ireneo... Cuando previamente comenzaron a circular Evangelios o Hechos desconocidos... la pregunta más importante acerca de ellos era: ¿Qué enseña acerca de la persona y obra de Cristo? ¿Conserva el testimonio apostólico...? (The Canon of Scripture, 260).
Segundo, eran considerados como apostólicos aquellos libros que eran predicados en varias iglesias como venidos de la pluma de un apóstol o de uno de sus compañeros -no sólo sus doctrinas, sino el libro mismo-. Si una obra determinada no era considerada apostólica y no se predicaba como tal en las iglesias, entonces era rechazada. Esto era también un recurso a la tradición porque miraba a la tradición de las iglesias como una guía para la apostolicidad. Si la tradición de las iglesias no reconocía un libro como apostólico, éste no era incluido en el canon.
El hecho de que esto también era usado en la iglesia primitiva para establecer la apostolicidad es también admitido por los escrituristas protestantes. F.F. Bruce escribe:
"Es digno de notar cuando uno piensa en ello, que los cuatro evangelios canónicos son anónimos, mientras que los evangelios que proliferaban a fines del siglo segundo y más tarde, reclaman haber sido escritos por apóstoles y otros testigos oculares. Eclesiásticos católicos vieron entonces que era necesario defender la autenticidad apostólica de los evangelios... La autoría apostólica de Mateo y Juan estaba bien establecida en la tradición. Pero ¿qué sucedía con Marcos y Lucas? Su autoría estaba también bien establecida en la tradición" (ibid., 257).
Por supuesto, no todas las iglesias estaban de acuerdo. Algunos apologetas protestantes se apegan a la afirmación que el fragmento Muratoriano, una antigua lista del canon del 170 d.C. aproximadamente, incluye casi todo el Nuevo Testamento. Pero no señalan que el fragmento Muratoriano también omitía algunas obras de su canon. No incluía Hebreos, 1 y 2 Pedro y 3 Juan. Además incluía algunas obras que los apologetas protestantes no considerarían como canónicas: el Apocalipsis de Pedro y la Sabiduría de Salomón. Había, pues, manifiesto desacuerdo en la extensión del canon.
abra sus ojitos estimado hermanito(a)
Finalmente, el canon del Nuevo Testamento fue establecido por el Concilio de Roma en el año 382 durante el papado de Dámaso I. Hasta este momento, sus libros específicos no estaban firmemente establecidos.
Ahora, un apologeta protestante tendrá que estar de acuerdo en que los presentes en el Concilio de Roma incluyeron en el canon todos los libros verdaderos y sólo los verdaderos, o estar en desacuerdo. Si está en desacuerdo, lo estará también con el canon del Nuevo Testamento de la misma Biblia que él usa, porque fue el Concilio de Roma el que estableció dicho canon.
Pero si acepta que el Concilio de Roma incluyó todos los libros verdaderos y sólo los libros verdaderos en el canon del Nuevo Testamento, entonces tendrá que admitir que la iglesia primitiva realizó una decisión infalible (infalible porque incluyó todos los libros verdaderos y sólo ellos, tomando así una decisión inequívoca bajo la guía providencial de Dios, la cual es infalible). Esta decisión infalible se tomó trescientos años después de la muerte del último apóstol. Pero si los concilios de la iglesia son capaces de llegar a decisiones infalibles trescientos años después de la muerte del último apóstol, el apologeta protestante no tendrá motivos para afirmar que (los concilios) son incapaces de hacer lo mismo más tarde en la historia de la iglesia.