Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. Mateo 26:29
Primero la cena pascual, y al final la consagración del Pan y del Vino.

Obviamente tomaron vino y comieron pan y cordero con hierbas amargas durante la cena.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

No dudo que tenga un grado de unión espiritual con Cristo. Pero la presencia real y sustancial de Cristo Eucaristía, lamentablemente no la tiene.


¿Y para qué necesito la supuesta presencia, si tengo al mismo Cristo morando en mí por medio del Espíritu Santo?
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Primero la cena pascual, y al final la consagración del Pan y del Vino.

Obviamente tomaron vino y comieron pan y cordero con hierbas amargas durante la cena.


Es obvio, la transubstanciación se inventó mucho después.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Excelente aporte del forista Jetonius


Dado que los hermanos católicos insisten en sus peculiares doctrinas, parece necesario reiterar lo que enseña la Biblia.


La eucaristía


Si hemos de adquirir una comprensión recta del significado e importancia de la Eucaristía o Cena del Señor, debemos comenzar por las referencias escriturales primarias:

Mateo 26: 26-29

Mientras ellos comían, Jesús tomó pan y lo bendijo; lo partió y lo dio a sus Discípulos, y dijo: --Tomad; comed. Esto es mi cuerpo. Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio diciendo: --Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada para el perdón de pecados para muchos. Pero os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

Marcos 14: 22-25

Mientras ellos comían, Jesús tomó pan y lo bendijo; lo partió, les dio y dijo: --Tomad; esto es mi cuerpo. Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron todos de ella. Y él les dijo: --Esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada a favor de muchos. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.

Lucas 22: 14-20

Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con él los Apóstoles. Y les dijo: --¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes de padecer! Porque os digo que no comeré más de ella hasta que se cumpla en el reino de Dios. Luego tomó una copa, y habiendo dado gracias, dijo: --Tomad esto y repartidlo entre vosotros, porque os digo que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. Entonces tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y les dio diciendo: --Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de Mí. Asimismo, después de haber cenado, tomó también la copa y dijo: --Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.


1 Corintios 11: 23-34

Porque yo recibí del Señor la enseñanza que también os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: "Tomad, comed. Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido. Haced esto en memoria de Mí." Asimismo, tomó también la copa después de haber cenado, y dijo: "Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre. Haced esto todas las veces que la bebáis en memoria de Mí." Todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que él venga. De modo que cualquiera que coma este pan y beba esta copa del Señor de manera indigna, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe, no discerniendo el cuerpo, juicio come y bebe para sí. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen. Pero si nos examináramos bien a nosotros mismos, no se nos juzgaría. Pero siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros. Si alguien tiene hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando llegue.

De los relatos de los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) sabemos que, en el contexto de una cena pascual, Jesús tomó pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo “Esto es mi cuerpo.” También agradeció por la copa de vino, y les mandó beber. Mateo y Marcos nos informan que el Señor dijo “Esta es mi sangre del pacto...”

Los católicos romanos creen que las palabras de Cristo deben tomarse un un sentido por completo literal, es decir, que Jesús verdaderamente transformó el pan y el vino en Su cuerpo y Su sangre, Su alma y Su divinidad.

Los principales argumentos a favor de esta opinión son:

1. El texto mismo, es decir, las palabras de la institución.
2. Las circunstancias: Cristo no habría de ser ambiguo ni de extraviar a sus discípulos en esta solemne instancia.
3. Las consecuencias prácticas derivadas por Pablo a partir de las palabras de la institución (1 Cor 11:27ss).
4. El fracaso de los argumentos en contra de una interpretación literal. Si bien en algunos pasajes el verbo “ser” tiene un sentido figurativo, en estos casos ello es evidente (por ejemplo, “el campo es el mundo” , Mateo 13:38).
[Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, 6th Ed, pp. 557s].

A estos argumentos puede responderse, en orden:

1. Los textos mismos tienen varias indicaciones que muestran que no debe interpretarse como una transubstanciación literal del pan y el vino en la carne y la sangre del Señor.
Cuando, según Lucas, el Señor dijo “Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de Mí”, la crucifixión no había ocurrido todavía, y por tanto Jesús se estaba refiriendo a un acontecimiento todavía futuro. Lo mismo es cierto acerca del vino, ya que el Señor dijo que su sangre habría de ser derramada (es decir, no había sido derramada aún durante la última cena). Uno podría preguntarse también cómo es que la sangre habría de ser literalmente bebida y literalmente derramada, al mismo tiempo y en el mismo sentido. Asimismo, según el relato de Marcos (seguido también por Mateo), Jesús les dio a beber de la copa en tanto que Él mismo se abstuvo de beber entonces de lo que llamó, naturalmente, “el fruto de la vid.” De estas palabras del mismo Señor sabemos que el vino continuaba siendo vino, y no se había tornado sangre como lo afirma la doctrina romana. Finalmente, según el relato de Lucas, en lugar de decirse que el vino es la sangre del Señor, Jesús dice que la copa es “el Nuevo Pacto en mi sangre.” Obviamente la copa no es el Nuevo Pacto, sino que lo representa; de igual modo el vino no es la sangre, sino que la representa.
2. El solo hecho de que los discípulos comiesen el pan y bebiesen el vino sin protesta ni objeción es en sí mismo un poderoso indicador de que no entendieron literalmente las palabras del Señor. Beber sangre estaba absolutamente prohibido para un judío, y los Apóstoles tomaban en serio la Ley (cf. Hechos 10:9-16 y 15:19-29). Ciertamente Jesús sabría mejor que cualquier teólogo si sus discípulos necesitaban mayor explicación acerca de un acto que, por su propia naturaleza, había obviamente de ser tomado en sentido no literal.
3. Las consecuencias prácticas derivadas por Pablo ciertamente no exigen un entendimiento literal de las palabras de la institución de la Eucaristía. Es un hecho que, para el Señor, las cuestiones espirituales eran de importancia primaria; Jesús enseñó que el odio no era mejor que el homicidio, y la lujuria no era menos que el adulterio. Por tanto, no hay dificultad alguna en admitir que pueden derivarse consecuencias graves de participar indignamente de la Eucaristía sin necesidad de suponer la transformación física del pan y del vino en la carne y la sangre de Jesús..
4. Jesús dijo: “Yo soy la puerta de las ovejas”; “Yo soy el camino”, “Yo soy la vid verdadera”, “Yo soy el alfa y la omega.” Desde luego que todas estas son evidentemente imágenes. No debiera ser menos evidente que el llamado a participar de la carne y la sangre de Jesús es una imagen de una realidad espiritual y no ha de ser entendido en sentido craso. ¿Quiénes no entendieron esto? Los paganos que creían que los cristianos practicaban el canibalismo.
Los escritores cristianos primitivos, como Ignacio de Antioquía, Justino Mártir e Ireneo de Lyon hablaron de la Eucaristía en un lenguaje que es compatible con la creencia en una presencia física, pero que, dada su forma habitual de expresarse, en modo alguno la exige.

En el tercer siglo de nuestra era, Tertuliano, Hipólito y Cipriano avanzaron sobre la misma vía. Tertuliano aludió al pan como una figura del cuerpo. Sin embargo, Cipriano pensaba asimismo de la Eucaristía como de un sacrificio, aunque espiritual e incruento, ofrecido por la Iglesia como Cuerpo de Cristo e identificada con su Señor. Gregorio de Nisa, Cirilo y Juan Crisóstomo, y en particular Ambrosio de Milán (339-397) se inclinaron hacia una presencia física real, es decir alguna clase de transformación verdadera de los elementos, pan y vino, en la carne y sangre de Cristo. Estos desarrollos formaron la base de la doctrina católica actual, que exige un sacerdocio especial para realizar el sacrificio.
Entre tanto, otros maestros entendieron la Eucaristía en un sentido más espiritual; por ejemplo, Orígenes, Basilio y Gregorio de Nacianzo. El pan y el vino eran para ellos símbolos de una realidad espiritual que estaba de veras presente de modo misterioso. En la misma línea, Agustín de Hipona (354- 430) “enfatizó la distinción entre el símbolo y la cosa significada, las realidades visible e invisible, siendo las últimas aprehensibles solamente por la fe.” [International Standard Bible Encyclopedia 3:167]. Las opiniones de Agustín fueron elaboradas por Ratramnus en el siglo IX. Sin embargo, a la larga esta interpretación perdió la batalla en una iglesia crecientemente ritualista , y cuando en el siglo XI Berengario de Tours la reformuló, sus enseñanzas fueron condenadas por la Iglesia de Roma.
Un par de siglos antes, Pascasius Radbertus había formulado la doctrina de la transubstanciación, la cual fue sancionada por el IV Concilio de Letrán de 1215. Poco después Tomás de Aquino proveyó una base filosófica basada en distinciones aristotélicas entre substancia y accidentes. El asunto fue definitivamente establecido para la Iglesia de Roma en el Concilio de Trento:
“Can. 1. Si alguno negare que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema.” (Canon 1; Sesión XIII del 11 de octubre de 1551; Denzinger 883)
Los Reformadores del siglo XVI adoptaron diferentes puntos de vista acerca de la Eucaristía, que se apartaban en medida variable del dogma romanista. Actualmente hay cuatro enunciaciones principales acerca de la naturaleza de la Eucaristía:

1. Concepto católico romano: Transubstanciación. Según esta creencia, por las palabras de consagración pronunciadas por el sacerdote, el pan y el vino se transforman en la carne y la sangre de Jesús (la doctrina católica establece además que Cristo está enteramente presente en cada una de las especies). Sostener esta doctrina exige creer que cada vez que se celebra una misa se producen dos milagros. El primero es que las palabras de consagración obren la supuesta transformación; y el segundo, no menos sorprendente, es que producida la transformación de la sustancia los atributos externos (“accidentes”, apariencias: color, consistencia, sabor, olor) permanezcan absolutamente inmutables. Es interesante que, por ejemplo, Ambrosio enseñase la presencia real (física) basado en otros milagros realizados por Jesús, como la transformación del agua en vino en Caná de Galilea. Sin embargo, todos los milagros realizados por Jesús y por los Apóstoles tuvieron resultados inmediatos y evidentes. En Caná, la gente probó vino que tenía el color de vino, olía como vino y sabía como vino. Nadie hubiese tomado seriamente un supuesto milagro sin consecuencias perceptibles. Además, la transubstanciación implica un nuevo sacrificio, incruento y subordinado al sacrificio de la cruz, pero sacrificio al fin, oficiado por un sacerdote como representante de la Iglesia, repetido innumerables veces cuando Hebreos establece claramente que el efecto del único sacrificio de Cristo es perdurable y no requiere ni admite repetición. Finalmente, la creencia en la transubstanciación lleva a la conclusión lógica de que los elementos consagrados se tornan en objetos de adoración, una costumbre que no tiene absolutamente ninguna base en el Nuevo Testamento.

2. Concepto luterano: Consubstanciación. Martín Lutero modificó la doctrina romanista y rechazó enfáticamente la adoración de los elementos consagrados. in embargo, en su opinión el cuerpo y la sangre de Cristo estaban verdaderamente presentes en, con y bajo la forma del pan y del vino durante la celebración del sacramento, de nuevo sobre la base de una interpretación muy literal de las palabras de Jesús.

3. Concepto calvinista: Calvino enseñó que Cristo está verdaderamente presente en la Eucaristía, pero de manera espiritual –en oposición a una presencia física- y que por tanto el pan y el vino son fuentes de poder y santidad para quienes participan dignamente de ellos.

4. Concepto simbólico. Aunque a veces asociado al nombre del reformador Ulrico Zwinglio, de hecho este teólogo no negó una presencia espiritual, aunque la basó en la fe de quienes comparten la Eucaristía. Algunas Iglesias evangélicas sostienen que el pan y el vino son exclusivamente símbolos.

Personalmente me inclino hacia el punto de vista calvinista, no solamente por las palabras de institución del propio Señor, sino por la enseñanza de Pablo acerca de las consecuencias de participar negligentemente de la Eucaristía (1 Corintios 11:23-34). En mi opinión, estas palabras han de tomarse muy seriamente e indican que Jesús está de veras presente, aunque en sentido espiritual.
Finalmente, ofrezco algunas reflexiones sobre el significado de la Eucaristía.

1. Gratitud por la liberación. Como en la pascua del Antiguo Pacto, la acción de gracias (eucaristía) por la liberación del pecado es uno de los aspectos más importantes en la Cena del Señor.

2. Expresión de fe. Pablo afirma que cada vez que celebramos la Eucaristía estamos proclamando la muerte expiatoria del Señor, y debemos continuar haciéndolo hasta su segunda venida en gloria y majestad.

3. Comunión con Dios. Cuando recibimos el pan y el vino se nos otorga participación en los dones de Dios. La comunión con Dios es por tanto un aspecto sobresaliente.

4. Comunión unos con otros. La Eucaristía fue desde el principio un acto comunitario y una expresión de fraternidad cristiana. Por tanto, cuando la compartimos expresamos nuestra fe común y amor los unos con los otros..
El resultado de todo lo anterior es el fortalecimiento espiritual de nuestras vidas tanto como creyentes individuales como en nuestro carácter de miembros del Cuerpo de Cristo.

Juan 6: 28-65

Si bien la interpretación romanista de la Eucaristía se basa en gran medida en Juan 6, en su contexto este pasaje no está directamente relacionado con ella. De hecho, es notable que el Evangelio de Juan sea el único que omite las palabras de institución de la Eucaristía.
Juan 6: 28-29 Entonces le dijeron [los judíos]: --¿Qué haremos para realizar las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: --Esta es la obra de Dios: que Creáis en aquel que él ha enviado.
* Aquí Jesús afirma claramente que Dios no está exigiendo obras como condición para recibir la salvación, excepto la “obra” de creer en Jesucristo, quien fue enviado por el Padre. Esta fe lleva a la salvación y a la vida eterna.
30-31 Entonces le dijeron: --¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron [efagon] el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer [faguein].
* Para poder creer, los judíos exigían un signo o milagro; como, por ejemplo, el milagro del maná que sus ancestros habían recibido en el desierto. Este fue su primer error. Nótese cuidadosamente que fueron los interlocutores de Jesús quienes trajeron al debate el tema del alimento milagroso. La respuesta de Jesús debe interpretarse a la luz de este desafío.
32-33 Por tanto Jesús les dijo: --De cierto, de cierto os digo que no os ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo.

* “Por tanto” indica la reacción de Jesús ante la exigencia de sus oyentes. Ahora el Señor emplea las propias palabras de ellos para enseñarles con autoridad. Comienza afirmando que el descenso del maná no fue obra de Moisés sino de Dios mismo y acto seguido establece que el verdadero pan que desciende del cielo no es el maná, sino una Persona enviada por el Padre para que el mundo pudiese tener vida a través de ella. El maná que sostuvo al pueblo peregrino y hambriento de Israel y permitió su supervivencia física no fue sino una sombra o tipo del verdadero alimento celestial, es decir Cristo, por medio de quien tenemos vida eterna.
34-36 Le dijeron: --Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: --Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed Jamás. Pero os he dicho que me habéis visto, y no creéis.

* A pesar de la declaración de Jesús, sus oyentes continúan pensando acerca de comestibles, como una especie de “supermaná.” Por tanto, ahora el Señor se torna más explícito: los judíos no han de esperar simplemente un mejor maná, sino la definitiva salvación de Dios, la cual no se encuentra sino en Cristo. No se trata, como enseña la doctrina de la transubstanciación, que el pan se convierta en Cristo, sino de que El es como un pan que da vida eterna. La única forma de comer este pan es creer en Jesús, quien por disposición del Padre es Señor y Salvador. Jesús es capaz de llevar a la vida eterna a todo el que cree.
37-40 Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene, jamás lo echaré fuera. Porque yo he descendido del cielo, no para hacer la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final.

* Quien descendió del cielo no es otro que Jesús, y por tanto Él es la comida y la bebida de la salvación. Pero como ocurre a menudo en los Evangelios, y particularmente en este de Juan, aquellos que hablan con Jesús no entienden lo que les está diciendo.
41- 42 Entonces los Judíos murmuraban de él porque Había dicho: "Yo soy el pan que descendió del cielo." Y Decían: --¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: "He descendido del cielo"?

* La segunda cosa que los interlocutores de Jesús cuestionan es el origen celestial del Señor. Ellos objetan que lo conocen a él y su familia. Jesús parecía ser uno más de ellos.¿Cómo podrían creer que este hombre había sido enviado directamente por Dios?

43-47 Jesús respondió y les dijo: --No murmuréis más entre vosotros. Nadie puede venir a Mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final. Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, éste ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna.
• Aquí Jesús reafirma su autoridad en términos inequívocos. Solamente por medio de El pueden sus oyentes tener vida eterna. El Señor fundamenta su enseñanza con una cita bíblica (ver Isaías 54: 1-3). A continuación, Jesús retoma y elabora lo que les había dicho antes.
• Como se ha argumentado que Jesús hablaba de comerlo literalmente (en la Eucaristía) sobre la base de que Juan empleó el verbo trögö en lugar del verbo más común esthiö o éfagon , he indicado entre corchetes el verbo empleado en cada referencia a “comer”. El primer verbo (esthion) aparece ocho veces en este pasaje, y el segundo (trögö) cuatro veces. Las cuatro veces que aparece trögö figura con la misma construcción, “ho trögös”, o “el que comiere”. Pero asimismo en cuatro ocasiones (versículos 50, 51 y 53 [dos veces] ) , esthion/éfagon se refiere a comer “la carne del Hijo del hombre.” En consecuencia, ya que ambas expresiones se emplean obviamente como sinónimos, no puede construirse un argumento sobre el empleo de “trögö.”

48-51 Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron [efagon] el Maná en el desierto y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma [fagëi] de él no muera.Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come [fagëi] de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.

* La comparación es directa. Aquellos que, guiados por Moisés, comieron el maná del cielo, de todos modos murieron. En cambio, Jesús ofrece ahora nada menos que vida eterna, y tal vida perdurable solamente puede obtenerse por medio de él. Por esta razón, el maná era un tipo o prefiguración de la realidad que se encuentra solamente en Cristo. Por esta razón él se describe a sí mismo como el pan definitivo, un pan que será dado para la salvación del mundo, como luego dirá el Apóstol, “muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.” Sus oyentes se muestran cada vez más confundidos, por la sencilla razón de que ellos están pensando en que Él habla de comer literalmente la carne de Jesucristo. Su error fue precisamente desconocer el paralelo que Jesús trazaba.

52 – 59 Entonces los judíos contendían entre Sí, diciendo: --¿Cómo puede éste darnos a comer [fagein] su carne? Y Jesús les dijo: --De cierto, de cierto os digo que si no coméis [fagëte] la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come [trögön] mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come [trögön] mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él.Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come [trögön] también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo. No como los padres que comieron [efagon] y murieron, el que come [trögön] de este pan vivirá para siempre. Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm.

* En lugar de darles más explicaciones, Jesús insiste en lo que ha dicho: El es el pan de vida. Para quienes anhelan vida eterna, su carne es la única verdadera comida y sangre es la única verdadera bebida.

60 – 63 Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron: --Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en Sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: --¿Esto os escandaliza? ¿Y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero? El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son Espíritu y son vida.
• Muchos de los oyeron a Jesús, incluidos algunos de sus discípulos, se ofendieron por lo que ellos pensaron que era una enseñanza escandalosa. En lugar de suavizar sus palabras, el Señor plantea otro desafío más: si ellos hallaban esto tan duro que por esa razón rechazaban la oferta de salvación, ¿cuánto más duro habría de ser cuando vieran a Jesús en gloria y se dieran cuenta de lo que habían perdido a causa de la dureza de sus corazones?
• La clave para entender rectamente las las palabras de Jesús ha de hallarse en su declaración sobre el valor del Espíritu y de la carne, y el hecho de que sus palabras son Espíritu y vida. El énfasis está puesto en la necesidad de creer a Jesús y aceptar su salvación.

64-65 Pero hay entre vosotros algunos que no creen. Pues desde el principio Jesús Sabía quiénes eran los que no creían y quién le Había de entregar, y Decía: --Por esta razón os he dicho que nadie puede venir a Mí, a menos que le haya sido concedido por el Padre.

• De nuevo, el tema central del discurso es la necesidad de creer en Jesús, una actitud del corazón de la cual “comer su carne y beber su sangre” no es sino una imagen. Se yerra gravemente si se confunde la imagen con la realidad espiritual que representa.
• La teología católica romana emplea este pasaje como una de sus evidencias más firmes de su doctrina de la transubstanciación, es decir, que en virtud de las palabras de consagración de un sacerdote, el pan y el vino se convierten, sin variar en su apariencia, en la carne y la sangre (y Trento agrega “alma y divinidad”, sin justificativo bíblico alguno) de nuestro Señor. Con esto ponen la Escritura patas para arriba, pues lo que el Señor estaba enseñando no era que el pan y el vino eucarísticos fuesen a convertirse en El, sino que El era como un pan y un vino que llevan a la vida eterna, a diferencia del maná que no tenía tal poder.
Debiera subrayarse enfáticamente en que lo que entendieron los oyentes de Jesús a partir de las palabras de él es por completo irrelevante, ya que ellos obviamente mainterpretaron su enseñanza:
1. Ellos equivocadamente exigieron una señal como el maná del desierto.
2. Ellos equivocadamente rechazaron que Jesús viniese del cielo.
3. Ellos equivocadamente pasaron por alto la exigencia de Jesús de creer en él para alcanzar la vida eterna.
4. Ellos malentendieron la descripción que Jesús hizo de sí mismo como el definitivo pan de Dios, pensando erróneamente que se refería a un acto de canibalismo
Colin Brown ha observado acerca de este texto:
“Se supone comúnmente que Juan 6 se trata acerca de la Cena del Señor, aunque no hay indicio en el texto mismo de ninguna forma de comida, ya sea litúrgica u otra. A pesar de ello, se lo llama reiteradamente un discurso eucarístico, aunque no hay referencia a la Eucaristía o a la última Cena. Hay, sin embargo, al menos un [caso] prima facie para decir lo inverso. Juan 6 no se trata acerca de la Cena del Señor; más bien, la Cena del Señor se trata de lo que se describe en Juan 6. Tiene que ver con aquel comer y beber que consiste en creer en Cristo (6:35), lo cual es vida eterna (6: 54), y que es descrito en otras palabras como permanecer en él (6:56). El discurso de Juan 6 representa estas actividades como centrales para la fe y para la relación de los hombres con Jesús. Ellas o están confinadas a una comida sacramental. Pertenecen a la esencia misma de las relaciones cotidianas. Al presentar este discurso y omitir una narración de la institución de la Cena del Señor, Juan está en efecto diciendo que el todo de la vida cristiana debiera caracterizarse por este alimentarse de Cristo, y que de esto se trata precisamente la comida sacramental de la Iglesia.”
(s.v. “Lord’s Supper.” Colin Brown, Ed. New International Dictionary of New Testament Theology. Grand Rapids: Zondervan, 1976, 2:535).

En resumen, muchos rechazaron a Jesús porque no podían entender lo que él les estaba diciendo. Esta notoria incomprensión nunca puede ser una base adecuada para la doctrina cristiana. Muchos tampoco le entendieron cuando dijo que era la Vid, la Puerta, que su cuerpo era el Templo, etc.

El texto en consideración no se refiere directamente a la Eucaristía, cuya institución, como antes noté, se omite en el Evangelio de Juan. El contexto no es eucarístico, sino soteriológico. Se trata acerca de quién es Jesús y lo que Dios nos ofrece por intermedio de él. La imagen de la comida y la bebida verdaderas fue presentada en respuesta a la exigencia de los oyentes de Jesús de un milagro como el del antiguo maná.
Mientras que la teología romana enseña que el pan se torna Jesús, nuestro amado Señor enseñó que él era un pan de vida. Y hay una gran diferencia entre ambas concepciones.

Que Dios les bendiga a todos,

su hermano Jetonius

Concilio de Trento

Sesión XIII del 11 de octubre de 1551
Primeramente enseña el santo Concilio, y abierta y sencillamente confiesa, que en el augusto sacramento de la Eucaristía, después de la consagración del pan y del vino, se contiene verdadera, real y sustancialmente [Can. 1] nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y hombre, bajo la apariencia de aquellas cosas sensibles... (Denzinger 874)
Cristo Redentor nuestro dijo ser verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la apariencia del pan [Mt. 26,26ss; Mc. 14, 22ss; Lc. 22, 19s; 1 Cor. 11, 24ss]; de ahí que la Iglesia de Dios tuvo siempre la persuasión y ahora nuevamente lo declara en este santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino se realizan la conversión de toda la sutancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo Señor nuestro, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre. La cual conversión, propia y convenientemente, fue llamada transustanciación por la santa Iglesia Católica [Can. 2] (Denzinger 877).
No queda, pues, ningún lugar a duda de que, conforme a la costumbre recibida de siempre en la Iglesia Católica, todos los fieles de Cristo en su veneración a este santísimo sacramento deben tributarle aquel culto de latría que se debe al verdadero Dios [Can. 6]. .. (Denzinger 878)
Cánones sobre el santísimo sacramento de la Eucaristía
Can. 1. Si alguno negare que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema. (Denzinger 883)
Can. 2. Si alguno dijere que en el sacrosanto sacramento de la Eucaristía permanece la sustancia de pan y de vino juntamente con el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo ... sea anatema. (Denzinger 884)
Can. 4. Si alguno dijere que, acabada la consagración, no está el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo en el admirable sacramento de la Eucaristía, sino sólo en el uso, al ser recibido, pero no antes o después, y que en las hostias o partículas consagradas que sobran o se reservan después de la comunión, no permanece el verdadero cuerpo del Señor, sea anatema. (Denzinger 886)
Can. 6. Si alguno dijere que en el santísimo sacramento de la Eucaristía no se debe adorar con culto de latría, aun externo, a Cristo, Hijo de Dios unigénito, y que por tanto no se le debe venerar con peculiar celebración de fiesta ni llevándole solemnemente en procesión, según laudable y universal rito y costumbre de la santa Iglesia, o que no debe ser públicamente expuesto para ser adorado, y que sus adoradores son idólatras, sea anatema. (Denzinger 888)
LA IRREPETIBILIDAD DEL SACRIFICIO DE CRISTO, SEA DE FORMA CRUENTA O INCRUENTA
Doctrina de la Iglesia de Roma
Concilio de Trento
Sesión XXII del 17 de setiembre de 1562
“Y porque en este divino sacrificio, que en la Misa se realiza, se contiene e incruentamente se inmola aquel mismo Cristo que una sola vez se ofreció Él mismo cruentamente en el altar de la cruz [Heb. 9,27]; enseña el santo Concilio que este sacrificio es verdaderamente propiciatorio [Can. 3] ... (Denzinger 940).
Canon 3. Si alguno dijere que en el sacrificio de la Misa no se ofrece a Dios un verdadero y propio sacrificio, o que el ofrecerlo no es otra cosa que dársenos a comer Cristo, sea anatema.”
En otras palabras, aunque se reconoce la naturaleza única e irrepetible del sacrificio de Jesucristo en la cruz, al mismo tiempo se afirma que en cada misa que se celebra, el sacerdote inmola a Dios , aunque en forma incruenta, al mismo Señor.
Doctrina bíblica
Hebreos 7: 15-16, 21-28
“Esto es aun más evidente si otro sacerdote se levanta a la semejanza de Melquisedec, quien no ha sido constituido conforme al mandamiento de la ley acerca del linaje carnal, sino según el poder de una vida indestructible.
...
Los otros fueron hechos sacerdotes sin juramento, mientras que éste lo fue por el juramento del que le dijo: Juró el Señor y no se arrepentirá: "Tú eres sacerdote para siempre."
De igual manera, Jesús ha sido hecho fiador de un pacto superior. A la verdad, muchos fueron hechos sacerdotes, porque debido a la muerte no podían permanecer. Pero éste, porque permanece para siempre, tiene un sacerdocio perpetuo. Por esto también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, puesto que vive para siempre para interceder por ellos.”
El sacerdocio de Jesucristo es superior en todo sentido al de Aarón:
1. No está ligado al linaje
2. Fue establecido con juramento
3. Fue establecido con un pacto superior
4. Es perpetuo e involucra una intercesión permanente
5. Es suficiente para la salvación de todos los que en el confían.
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, puro, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos. El no tiene cada día la necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios , primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre , ofreciéndose a sí mismo. La ley constituye como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, constituyó al Hijo, hecho perfecto para siempre.”
El sacerdocio de Jesucristo es superior en todo sentido al de Aarón:
1. El Sacerdote es perfecto en todo sentido
2. No necesita ofrecer sacrificio por su propio pecado
3. No necesita repetir el único sacrificio que realizó una vez para siempre
Hebreos 8:6
“Pero ahora Jesús ha alcanzado un ministerio sacerdotal tanto más excelente por cuanto él es mediador de un pacto superior, que ha sido establecido sobre promesas superiores.”
El sacerdocio de Jesucristo es superior en todo sentido al de Aarón:
1. Su ministerio sacerdotal es excelente
2. El es el mediador de un mejor Pacto
3. Este Pacto involucra promesas superiores
Hebreos 9: 8-14
“Con esto el Espíritu Santo daba a entender que todavía no había sido mostrado el camino hacia el lugar santísimo, mientras estuviese en pie la primera parte del tabernáculo. Esto es una figura para el tiempo presente, según la cual se ofrecían ofrendas y sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que rendía culto. Estas son ordenanzas de la carne, que consisten sólo de comidas y bebidas y diversos lavamientos, impuestas hasta el tiempo de la renovación.”
Pero estando ya presente Cristo, el sumo sacerdote de los bienes que han venido, por medio del más amplio y perfecto tabernáculo no hecho de manos, es decir, no de esta creación, entró una vez para siempre en el lugar santísimo, logrando así eterna redención , ya no mediante sangre de machos cabríos ni de becerros, sino mediante su propia sangre. Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de la vaquilla rociada sobre los impuros, santifican para la purificación del cuerpo, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas para servir al Dios vivo!
El sacerdocio de Jesucristo es superior en todo sentido al de Aarón:
1. Porque no consiste en “ordenanzas de la carne”, ritos repetitivos que sólo prefiguraban la realidad presente
2. Porque el tabernáculo era solamente una imitación transitoria del santuario perfecto y celestial al cual ingresó Jesucristo
3. Porque el Señor solamente necesitó ingresar una vez al tabernáculo celestial
4. Porque lo hizo una vez por medio de su propia sangre
5. Porque este único e irrepetible sacrificio bastó para la eterna redención
Hebreos 9: 23-28
“Era, pues, necesario purificar las figuras de las cosas celestiales con estos ritos; pero las mismas cosas celestiales, con sacrificios mejores que éstos. Porque Cristo no entró en un lugar santísimo hecho de manos, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor. Tampoco entró para ofrecerse muchas veces a sí mismo , como entra cada año el sumo sacerdote en el lugar santísimo con sangre ajena. De otra manera, le habría sido necesario padecer muchas veces desde la fundación del mundo. Pero ahora, él se ha presentado una vez para siempre en la consumación de los siglos, para quitar el pecado mediante el sacrificio de sí mismo . Entonces, tal como está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos . La segunda vez, ya sin relación con el pecado, aparecerá para salvación a los que le esperan. “
El sacerdocio de Jesucristo es superior en todo sentido al de Aarón:
1. Porque las cosas celestiales requerían una purificación perfecta y definitiva
2. Porque por su propia naturaleza tal sacrificio podía y debía ofrecerse solamente una vez, “en la consumación de los siglos”.
3. Porque tiene eficacia perpetua y universal para quitar el pecado
Hebreos 10: 8-14
“Habiendo dicho arriba: Sacrificios, ofrendas y holocaustos por el pecado no quisiste ni te agradaron (cosas que se ofrecen según la ley), luego dijo: ¡Heme aquí para hacer tu voluntad! El quita lo primero para establecer lo segundo. Es en esa voluntad que somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre . Todo sacerdote se ha presentado, día tras día, para servir en el culto y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados. Pero éste, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados , se sentó para siempre a la diestra de Dios, esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados . “
El sacerdocio de Jesucristo es superior en todo sentido al de Aarón:
1. Porque su sacrificio involucró perfecta obediencia
2. Porque trajo consigo la abolición del sistema antiguo e imperfecto
3. Porque no fue necesario sino que presentara un único sacrificio
4. Porque esta sola perfecta ofrenda basta para la expiación de todos los pecados.
En los pasajes citados se afirma no menos de seis veces que el sacrificio de Cristo fue hecho una sola vez y que su eficacia es perpetua, “para salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios”, . “para ofrecer sacrificio... por los pecados de ellos”, para ser mediador de “un pacto superior”, para lograr “eterna redención”, para “limpiar nuestras conciencias”, para “quitar los pecados”, para que seamos santificados y para que seamos perfeccionados.
La sola idea de que sea necesario, o siquiera posible, repetir este sacrificio, sea de manera cruenta o incruenta, es por completa ajena al texto y contexto de la Escritura.
Que Dios les bendiga e ilumine,
Jetonius
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Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Lo que olvida Tobi, y no sabria decir si por accidente o a conciencia, es que los orientales, que no son muy duchos en teologia tomista ni "romanismo", y que tampoco hablan en sentido teologico de "transubstanciacion" per se, saben que la Eucaristia es el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo con todas las letras y palabras. Y que, luego de la consagracion no queda pan ni vino, sino aquello que prometio Jesus su cuerpo y su sangre. Ellos usan otra terminologia: metanoia, pero que basicamente es lo mismo. Y tambien Tobi olvida, que cuando surgio la reforma con sus herejias, los teologos ortodoxos, se vieron obligados a usar toda la teologia tomista de la Eucaristia y los sacramentos para enfrentar las herejias de los heterodoxos . Pero Tobi (y esto es lo mas triste), no considera, que la Iglesia Catolica reconoce como validos los sacramentos de los ortodoxos, y este en especial, y que incluso un catolico bajo ciertas condiciones puede y debe acceder a la Eucaristia de los hermanos ortodoxos con toda confianza y seguro de que dicho Hostia es la misma que recibe de la Iglesia. Asi que nada de inventos con tal de embaucar a los incautos, esos inventos no cuajan aqui. Toda la Iglesia(catolicos y ortodoxos) reconoce la presencia real, solo la heterodoxia con infulas de cristiandad, ha rechazado esta verdad despues de 16 siglos de ser custodida con devocion tanto en oriente como en occidente. Tu desprecio por santo Tomas es siempre menor que tu ignorancia.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Estuve viendo el artículo de Jetonius y esta un poco largo, asi que solo lei la primera parte, pero viendo que tiene tantas cosas inexactas me detuve en algo que me pareció puntual y que derrumba todo su esquema. Jetonius dice:

2. El solo hecho de que los discípulos comiesen el pan y bebiesen el vino sin protesta ni objeción es en sí mismo un poderoso indicador de que no entendieron literalmente las palabras del Señor. Beber sangre estaba absolutamente prohibido para un judío, y los Apóstoles tomaban en serio la Ley (cf. Hechos 10:9-16 y 15:19-29). Ciertamente Jesús sabría mejor que cualquier teólogo si sus discípulos necesitaban mayor explicación acerca de un acto que, por su propia naturaleza, había obviamente de ser tomado en sentido no literal.
Si Jetonius es el mejor apologeta evangélico debería recordar algunos pasajes que no menciona para hacer sus apresuradas afirmaciones… los judíos si se escandalizaron con Jesús al escuchar que debían beber su sangre y comer su carne, tal vez haciendo el mismo análisis que ustedes los protestantes:
Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» Juan 6.60
Y también Jetonius debería recordar que en el capitulo 66 dice que a causa de esta enseñanza muchos se apartaron de el, igual que ustedes hacen:
“Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.”
Pero entonces ahora Jetonius nos dice que los apóstoles lo tomaron la Eucaristia como un símbolo lo cual no solo es inexacto sino absolutamente falso. Porque Jesus al ver que muchos se escandalizaban y se iban a causa de esta enseñanza se dirigió a sus discípulos y les dijo:
«¿También vosotros queréis marcharos?»Juan 6.67
Todos se quedaron de piedra y la piedra (Pedro) fue quien hablo en voz de todos, como siempre:
«Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna,
y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»

Así que la percepción de Jetonius se va por el caño. Los apóstoles lo tomaron la Eucaristía tan literal como la afirmación de Pedro: Tu eres el santo de Dios, este es el asentimiento, el si de todos de que lo que reciben es su carne y su sangre.

Lo otro que hace Jetonius y que llama la atencion es que nunca menciona la vision ortodoxa, ¿por que sera?
Si Jetonius es el mejor apologeta protestante, debia saber que Lutero defendio hasta su muerte que el sacramento es "adorabilis et venerabilis"(esto debido a que Lutero,como buen agustino, estudio a san Agustin y de ahi la frase), y debia recordar ademas que Lutero preferia, segun sus mismas palabras, la sangre de Cristo con el papa, que solo pan y vino con Zunglio, aunque rechazaba la exposicion del santisimo y las procesiones. El preferia la adoracion del sacramento solo durante la celebracion Eucaristica.Este estudio de Jetonius con todo el respeto que merece el apologeta, me parece inexacto y lleno de imprecisiones. Vi de pasada tambien que dijo algo sobre san Agustin que no tiene nada que ver con la verdad, san Agustin es la base para toda la eclesiologia latina medieval y aun moderna, incluido de modo especial el sacramento. San Agustin si bien en sus frases uso la palabra "simbolo", no quiere decir que la Eucaristia sea solo eso. De hecho el fue quien asevero que quien no adorara la Eucaristia que no comulgara, solo me detuve en San Agustin porque representa a toda la Iglesia latina , y seria feo que quedara este santo obispo desfigurado por las citas y frases fuera de contexto que cita Jetonius. Por lo demas alguien puede invitar a Jetonius a que se acerque a conversar sobre el sacramento cuando quiera.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Lo que olvida Tobi, y no sabria decir si por accidente o a conciencia, es que los orientales, que no son muy duchos en teologia tomista ni "romanismo", y que tampoco hablan en sentido teologico de "transubstanciacion" per se, saben que la Eucaristia es el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo con todas las letras y palabras. Y que, luego de la consagracion no queda pan ni vino, sino aquello que prometio Jesus su cuerpo y su sangre. Ellos usan otra terminologia: metanoia, pero que basicamente es lo mismo. Y tambien Tobi olvida, que cuando surgio la reforma con sus herejias, los teologos ortodoxos, se vieron obligados a usar toda la teologia tomista de la Eucaristia y los sacramentos para enfrentar las herejias de los heterodoxos . Pero Tobi (y esto es lo mas triste), no considera, que la Iglesia Catolica reconoce como validos los sacramentos de los ortodoxos, y este en especial, y que incluso un catolico bajo ciertas condiciones puede y debe acceder a la Eucaristia de los hermanos ortodoxos con toda confianza y seguro de que dicho Hostia es la misma que recibe de la Iglesia. Asi que nada de inventos con tal de embaucar a los incautos, esos inventos no cuajan aqui. Toda la Iglesia(catolicos y ortodoxos) reconoce la presencia real, solo la heterodoxia con infulas de cristiandad, ha rechazado esta verdad despues de 16 siglos de ser custodida con devocion tanto en oriente como en occidente. Tu desprecio por santo Tomas es siempre menor que tu ignorancia.

¿De que presumes ahmed?
¿Si ni siquiera conoces las doctrinas romanistas pretendes conocer la ortodoxa?
Que alguien que solo conoce el copiar pegar de paginitas romanistas me trate de ignorante es para tener conmiseración con el.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

No presumo de nada Tobi, y no has respondido para nada a lo que pregunté:
Tu afirmaste que el cambio sustancial es invento de Tomas de Aquino, y yo pregunto, ya no a ti, que no puedes conducir una conversacion apologetica con seriedad arguemental:
¿Que opinan los orientales de la Eucaristia y en que se diferencia de la comprension catolica fuera de no usar el termino catolico(transubstanciación). Tobi, ten un poco de amor propio y y limitate a responder con argumentos ó simplemente ignórame, que creo que le haces un flaco favor a la apologetica protestante cada vez que lanzas uno de esos petardos.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Y también Jetonius debería recordar que en el capitulo 66 dice que a causa de esta enseñanza muchos se apartaron de el, igual que ustedes hacen:
“Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.”



Mire amigo, yo acepté a Jesús y Él vive en mí; usted no es nadie, le repito nadie, para afirmar que yo estoy apartado de Cristo.

Usted, que ni tan siquiera sospecha que Cristo está ahí, a su lado, esperando que usted le abra su corazón, y entristecido ve como usted prefiere seguir un evangelio diferente fabricado por Roma.

Jamás he necesitado la presencia real de Cristo en la eucaristia, porque Su Presencia es tan viva para mí, como el sol que brilla y la luz que veo. Él está en cada palabra de la Escritura y por medio de Su Santo Espíritu me guía, reconforta, anima, exhorta, consuela y redarguye.

Cristo es mucho más que un pedacito de pan, y Él prometió estar conmigo todos los días hasta el fin del mundo, Él me dice que tome del pan y del vino haciendo memoria Suya, y Sus palabras obedezco. Usted, sin embargo, con mucha sugestión logra creer que Cristo está en la hostia por medio de una suerte de "magia" que realiza un sacerdote, pecador como usted y yo.

Amigo, Cristo se ofreció UNA VEZ PARA SIEMPRE, y ahora está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros. No necesito rezar a María, porque Cristo está ahí, y no necesito la transustanciación porque Cristo está conmigo.

¿Qué ofrece usted, religión y ritos?. Amigo, tengo mucho más, tengo a Cristo, y sobre todo Él me tiene a mí.

¿Cree usted que yo voy a cambiar la Verdad que es Cristo por un puñado de tradiciones humanas?

El Señor se apiade de usted y le conceda la Salvación que es por la fe en Cristo Jesús.

:elcaminan

En cuanto a sus comentarios sobre el aporte de Jetonius, tan bien documentado y sobre todo tan bien enraizado en la Palabra de Dios, solo me resta decirle que da usted lástima, por ser seguidor de hombres.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

No presumo de nada Tobi, y no has respondido para nada a lo que pregunté:
Tu afirmaste que el cambio sustancial es invento de Tomas de Aquino, y yo pregunto, ya no a ti, que no puedes conducir una conversacion apologetica con seriedad arguemental:
¿Que opinan los orientales de la Eucaristia y en que se diferencia de la comprension catolica fuera de no usar el termino catolico(transubstanciación). Tobi, ten un poco de amor propio y y limitate a responder con argumentos ó simplemente ignórame, que creo que le haces un flaco favor a la apologetica protestante cada vez que lanzas uno de esos petardos.


Amigo, lea menos webs católicas y aprenda historia, Tobi le está dando un buen baño.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Jetonius , es la tercera vez que te digo que, cuando creas que algun forista no presenta la evidencia argumental que satisfaga tus puntos de vista, lo mejor que haces antes de deprimirte , es ignorarlo. A mi te he pedido en dos ocasiones anteriores que me ignores.
Argumento como este:
El Señor se apiade de usted y le conceda la Salvación que es por la fe en Cristo Jesús.

debe aplicarselos a Ud mismo.

En cuanto a este:

... el aporte de Jetonius, tan bien documentado y sobre todo tan bien enraizado en la Palabra de Dios, solo me resta decirle que da usted lástima, por ser seguidor de hombres.

No coincido con Jetonius porque su articulo carece de valor argumental, escritual e historico, pero ademas no es con Ud con quien podria debatirlo, ya que lo unico que hizo fue cute&paste, sino con Jetonius, quien es su autor.
Por favor caminante, cuando vea mis aportaciones solo ignorelas , tal como en la mayoria de los casos ignoro las suyas. Y no pierda el sueño, saludos.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Caminante2007, ya te demostré que en el año 150 los cristianos creían en la transubstanciación, así que no sigas repitiendo que se inventó después.

A este alimento lo llamamos Eucaristía. A nadie le es lícito participar si no cree que nuestras enseñanzas son verdaderas, ha sido lavado en el baño de la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó. Porque no los tomamos como pan o bebida comunes, sino que, así como Jesucristo, Nuestro Salvador, se encarnó por virtud del Verbo de Dios para nuestra salvación, del mismo modo nos han enseñado que esta comida—de la cual se alimentan nuestra carne y nuestra sangre—es la Carne y la Sangre del mismo Jesús encarnado, pues en esos alimentos se ha realizado el prodigio mediante la oración que contiene las palabras del mismo Cristo. Los Apóstoles—en sus comentarios, que se llaman Evangelios—nos transmitieron que así se lo ordenó Jesús cuando, tomó el pan y, dando gracias, dijo: Haced esto en conmemoración mía; esto es mi Cuerpo. Y de la misma manera, tomando el cáliz dio gracias y dijo: ésta es mi Sangre. Y sólo a ellos lo entregó (...).
(San Justino, mártir (100-165), Apología I, Nº65)

Justino da cuenta que cuando sobre los alimentos se pronuncia la oración que contiene las palabras de Cristo, se realiza el prodigio, según sus palabras, y ya dejan de ser pan y bebida comunes, sino el Cuerpo y Sangre de Cristo.

¿Qué oración será esta? Pues la dice inmediatamente a continuación. Es la oración que dijo Cristo en la ultima Cena: esto es mi Cuerpo, esto es mi sangre...

Ya ves, Caminante 2007, las palabras de un mártir de Cristo del siglo II te desmienten categóricamente.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Pues Petrino, lamento comunicarle que había diversidad de opiniones en aquella época, y todo según los filósofos que influenciaban a los padres.


Clemente de Alejandría (150-215)

El Pedagogo, 1, 6
Pues la misma Palabra es fluida y suave como la leche, o sólida y compacta como la carne. Y demorándonos en este enfoque, podemos comparar la proclamación del Evangelio, que está universalmente difundido, como leche; y como carne la fe, por la cual la instrucción se compacta en un fundamento, la cual, siendo más sustancial que el oír, se asemeja a la carne, y aporta al alma misma nutrición de esta clase. En otra parte el Señor, en el Evangelio según Juan, trajo esto mediante símbolos, cuando dijo: “Comed mi carne y bebed mi sangre” [Juan 6:34]; describiendo claramente por metáfora las propiedades bebibles de la fe y la promesa, por medio de la cual la Iglesia, como un ser humano que consta de muchos miembros, se refresca y crece, es ligada y compactada por ambas –por la fe, que es el cuerpo, y la esperanza cual es el alma.; como también el Señor de la carne y de la sangre. Pues en realidad la sangre de la fe es la esperanza, en la cual la fe es sostenida como por un principio vital. Y cuando expira la esperanza, es como si la sangre se escurriese, y la vitalidad de la fe resulta destruida. Si, pues, alguien se opusiese, diciendo que por leche se signfican las primeras lecciones –como si fuera, el primer alimento- y que por carne se entienden aquellas comprensiones espirituales que ellos alcanzan elevándose al conocimiento, que entiendan que, al decir que la carne es alimento sólido, y la carne y sangre de Jesús, son llevados por su propia sabiduría vana a la verdadera simplicidad. Pues la sangre resulta ser un producto original en el hombre, y algunos se han aventurado a llamarla la sustancia del alma. Y esta sangre, transmutada por un proceso natural de asimilación en el embarazo de la madre ... florece y envejece, para que no haya temor para el niño. La sangre, también, es la parte más húmeda de la carne, siendo una especie de carne líquida; y la leche es la parte más dulce y excelente de la sangre ... ¡Qué absurdo es, entonces, no reconocer que la sangre es convertida por el aliento en aquella blanca y brillante sustancia! El cambio que sufre es en calidad, no en esencia. Ciertamente no hallaréis nada más nutritivo, dulce o blanco que la leche. En todo aspecto, entonces, es como nutrición espiritual, la cual es dulce por la gracia, nutritiva como vida, brillante como el Día de Cristo.
La sangre del Verbo también ha sido exhibida como leche. La leche así provista en el parto, es administrada al bebé ... las mujeres embarazadas, al tornarse madres, secretan leche. Pero el Señor Cristo, el fruto de la Virgen, no pronunció benditas las mamas de las mujeres, ni las seleccionó para dar alimento. ¡Oh mística maravilla! El Padre universal es uno, y uno el Verbo universal; y el Espíritu Santo es uno e igual en todas partes, y una sola es la única madre virgen. Yo amo llamarla la Iglesia. Esta madre, cuando estaba sola, no tenía leche, porque sola no era una mujer. Pero ella es a la vez virgen y madre –pura como una virgen, amante como una madre. Y llamando a sus hijos a ella, los nutre con la leche santa , o sea con la Palabra para la infancia. Por tanto ella no tenía leche; pues la leche era este niño puro y hermoso, el cuerpo de Cristo, el cual nutre por la Palabra a la joven raza, la cual el Señor mismo trajo a luz en espasmos de la carne, la cual el Señor envolvió en su preciosa sangre. ¡Oh, maravilloso nacimiento! ¡Oh santas fajas de bebés! El Verbo es todo para el niño, tanto padre como madre, y tutor y nodriza. “Comed mi carne”, dice, “y bebed mi sangre.” [Juan 6: 53-54]. Tal es el adecuado alimento que el Señor ministra, y Él ofrece su carne y entrega su sangre, y nada falta para el crecimiento de los niños. ¡Oh sorprendente misterio! Nos unimos en expulsar la vieja y carnal corrupción, como también la vieja alimentación, recibiendo a cambio otro nuevo régimen, aquel de Cristo, recibiandole si podemos, para guardarlo en nuestro interior; y que, al guardar al Salvador en nuestras almas como en un santuario, podamos corregir las afecciones de nuestra carne.
Pero no estais inclinados a entenderlo de este modo, sino quizá más generalmente. Oídlo también de la siguiente manera. La carne figurativamente representa para nosotros el Espíritu Santo; pues la carne fue creada por Él. La sangre nos señala a la Palabra, pues como rica sangre ha sido infundida para vida; y la unión de ambas es el Señor, el alimento de los bebés, el Señor que es Espíritu y Verbo. El alimento –esto es, el Señor Jesús – esto es, el Verbo de Dios, el Espíritu hecho carne, es carne celestial santificada. La nutrición es la leche del Padre, por la cual sola nosotros los bebés nos nutrimos. El Verbo mismo, entonces, el Amado, y nuestro alimentador, ha derramado su propia sangre por nosotros, para salvar a la humanidad; y por Él nosotros, creyendo en Dios, huimos hacia el Verbo, “el pecho cariñoso” del Padre. Y Él solo, como corresponde, nos provee a nosotros, niños, con la leche de amor, y solamente son bendecidos los que maman de este pecho.
Además, el Verbo declara ser Él mismo el pan del cielo. “Pues Moisés”, dice, “no os dio el pan del cielo, sino que mi Padre os dio el verdadero pan del cielo. Pues el pan de Dios es Aquel que descendió del cielo, y da vida al mundo. Y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo.” [Juan 6: 32-33,51]. Aquí ha de notarse el misterio del pan, en la medida en que Él habla de su carne, y como carne, consecuentemente, lo que ha surgido a través del fuego , como el trigo surge a través del decaimiento y la germinación; y, en verdad, ha surgido a través del fuego para el gozo de la Iglesia, como pan horneado... Pero ya que Él dijo “Y el pan que daré es mi carne” y ya que la carne es humedecida con sangre, y la sangre se denomina figurativamente vino, estamos invitados a saber que, como pan, deshecho en una mezcla de vino y agua, atrapa el vino y deja la porción acuosa, así también la carne de Cristo, el pan del cielo, absorbe la sangre; esto es, aquellos de entre los hombres que son celestiales, nutriéndolos para inmortalidad, y dejando para destrucción solamente las concupiscencias de la carne.
Así, de muchas maneras el Verbo es figurativamente descrito, como alimento, y carne, y comida, y pan, y sangre, y leche. El Señor es todos éstos, para darnos disfrute a nosotros que hemos creído en Él. Que nadie piense que es extraño, cuando decimos que la sangre del Señor es figurativamente representada como leche. Pues, ¿no es figurativamente representada como vino? “Quien lava”, se dice, “su vestimenta en vino, su túnica en la sangre de la vid” [Génesis 49: 11]. En su propio Espíritu dice que revestirá el cuerpo del Verbo; como ciertamente por su propio Espíritu nutrirá a quienes tengan hambre del Verbo.
Y que la sangre es el Verbo, es testificado por la sangre de Abel, el justo que intercede con Dios. Pues la sangre nunca hubiese emitido una voz, si no hubiese sido considerada como la Palabra: pues el hombre justo del pasado es el tipo del nuevo justo; y la sangre que antaño intercedía, intercede en el lugar de la nueva sangre. Y la sangre que es el Verbo gime a Dios, ya que anunciaba que el Verbo había de sufrir...
... Porque si hemos sido regenerados en Cristo, Aquel que nos ha regenerado nos nutre con su propia leche, el Verbo... Y como la regeneración era consistentemente espiritual, asimismo la nutrición del hombre es espiritual. En todos los respectos, por tanto, y en todas las cosas, somos llevados a la unión con Cristo, en relación con su sangre, por la cual somos redimidos; y a simpatía, en consecuencia de la nutrición que fluye del Verbo; y en inmortalidad, a través de su guía.


El Pedagogo 2.2
Posteriormente la viña sagrada produjo el racimo profético. Esto fue un signo para ellos, cuando se los llevó de su vagabundeo a su reposo; representando el gran racimo, el Verbo, machacado por nosotros. Pues la sangre de la vid –esto es, el Verbo- deseaba ser mezclada con agua, como su sangre es mexclada con salvación.
Y la sangre del Señor es doble. Pues está la sangre de su carne, por la cual somos redimidos de la corrupción; y la espiritual, por la cual somos ungidos. Y beber la sangre de Jesús es tornarse participante de la inmortalidad del Señor; siendo el Espíritu el principio energético del Verbo, como la sangre lo es de la carne.
Concordantemente, como el vino se mezcla con agua, así es el Espíritu con el hombre. Y la una, la mezcla de vino con agua, nutre para fe; mientras que el otro, el Espíritu, conduce a la inmortalidad.
Y la mezcla de ambos –del agua y del Verbo- es llamada Eucaristía, gracia renombrada y gloriosa; y quienes por fe partricipan de ella son santificados tanto en cuerpo como en alma. Por la mezcla divina, el hombre, la voluntad del Padre la ha compuesto místicamente del Espíritu y del Verbo. Pues en verdad, el espíritu se une al alma, que es inspirada por él; y la carne, por razón de la cual el Verbo se hizo carne, al Verbo


Ya ve amigo, no había unidad, ni todos creían en la presencia real de Cristo en el pan y el vino.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Pues Petrino, lamento comunicarle que había diversidad de opiniones en aquella época, y todo según los filósofos que influenciaban a los padres.





Ya ve amigo, no había unidad, ni todos creían en la presencia real de Cristo en el pan y el vino.
No veo en ninguna parte del escrito que Clemente niege la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

Cualquiera que sepa un poquito al menos de Clemente de Alejandría, sabe que pertenece a una escuela teológica llamada alegorista, la escuela de Alejandría. Su discípulo, Orígenes, abunda tambien en las interpretaciones simbólicas o alegóricas de la Escritura. Clemente y Orígenes profundizan el sentido simbólico de los pasajes eucarísticos, pero de modo alguno niegan la presencia real de Cristo.

Como enseña la teología católica: la Eucaristía es símbolo y realidad al mismo tiempo.

Una pequeña muestra de que Clemente NO considera la Eucaristía como un mero símbolo:


" Comed mi carne — dice El — y bebed mi sangre (Io. 6, 53). Estos son los alimentos apropiados que nos suministra el Señor: ofrece su carne y vierte su sangre, y nada falta para el crecimiento de los hijos, ¡ Oh misterio increíble! Nos manda despojarnos de nuestra vieja y carnal corrupción y renunciar al alimento viejo, recibiendo, en cambio, otro régimen, el de Cristo. Le recibimos a El mismo, en cuanto esto es posible, para introducirlo dentro de nosotros y así abrazar a nuestro Salvador, para que podamos de esta manera corregir las pasiones de nuestra carne.
Pero tú no quieres entenderlo así, sino quizás de una manera más general. Escucha también esta otra manera de interpretar: la carne, para nosotros, representa de manera figurada al Espíritu Santo; porque la carne es obra suya. Por sangre tendremos el Verbo, porque, como sangre abundante, el Verbo ha sido vertido en la vida; y la unión de ambos es el Señor, el alimento de los niños — el Señor que es Espíritu y Verbo

(El Pedagogo, 1,6,42,3-43,2)

Sin comentarios. La interpretación alegórica la propone como OTRA FORMA de explicar el misterio eucarístico.


La sangre del Señor es doble: una, carnal, por la cual fuimos redimidos de la corrupción; la otra, espiritual, con la que fuimos ungidos. Y beber la sangre de Jesús es hacerse partícipe de la incorruptibilidad del Señor. El Espíritu es la fuerza del Verbo, como la sangre lo es de la carne.
Por analogía, el vino se mezcla con agua, y el Espíritu, con el hombre. Y lo primero, la mezcla de vino y agua, alimenta para la fe; lo segundo, el Espíritu, conduce a la inmortalidad. Y la mezcla de ambos, de la bebida y del Verbo, se llama Eucaristía, don laudable y excelente, que santifica en cuerpo y alma a los que lo reciben con fe.

(El Pedagogo 2,2,19,4-20,1)

Sin comentarios. Clemente dice que la Eucaristía es la mezcla de la bebida y el Verbo, y más encima dice que recibir la Eucaristía CON FE santifica EL CUERPO Y EL ALMA del cristiano.

Si alguien piensa, despues de esto, que Clemente de Alejandría considera la Eucaristía como un mero símbolo de Jesús, es porque no quiere ver la realidad.

Y la realidad es esta: no existe NINGÚN autor cristiano EN TODA LA ÉPOCA PATRÍSTICA, repito, NINGUNO, que sostenga la tesis protestante o evangélica de la Eucaristía. No existe nadie, nadie, en el primer milenio de la Iglesia, que crea lo que los evangélicos creen de la Eucaristía. Ni siquiera uno.

La fe eucarística de la Iglesia Católica es unánime en todo el primer milenio de existencia del cristianismo.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia


¿Y para qué necesito la supuesta presencia, si tengo al mismo Cristo morando en mí por medio del Espíritu Santo?

Porque sin ofrenda no hay remisión de pecados o lo que es igual donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado (Hebroes 10.18)

No sólo tú necesitas ser perdonados de tus pecados y tener a Cristo... sino que los demás también...

Saludos y Bendiciones.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Petrino, por mucho que lo intenten en sus páginas web, no se puede trucar la historia. De todos es sabido que entre y oriente y occidente habían serias diferencias de interpretación, dado los diferentes tipos de corrientes filósoficas que influenciaron en el pensamientos teológico de los padres.

Todo el mundo sabe que la transubstanciación se inventó a raiz del pensamiento teológico de Tomás de Aquino sobre la materia y el espíritu.

Si ustedes copiaran menos de sus páginas web y empezaran a investigar por su cuenta, sabría a lo que me refiero.

Con todo y con eso, las palabras de Jesús son determinantes: No beberé más del fruto de la vid.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Petrino, por mucho que lo intenten en sus páginas web, no se puede trucar la historia. De todos es sabido que entre y oriente y occidente habían serias diferencias de interpretación, dado los diferentes tipos de corrientes filósoficas que influenciaron en el pensamientos teológico de los padres.

Todo el mundo sabe que la transubstanciación se inventó a raiz del pensamiento teológico de Tomás de Aquino sobre la materia y el espíritu.

Si ustedes copiaran menos de sus páginas web y empezaran a investigar por su cuenta, sabría a lo que me refiero.

Con todo y con eso, las palabras de Jesús son determinantes: No beberé más del fruto de la vid.

Bonita excusa, veamos pues que Caminante desmienta las palabras de San Clemente de Alejandría.

Por más que busques entre los padres y apologistas de los primeros siglo, que nieguen la presencia Real de Cristo, no lo van a encontrar. Solo les falta que citen descontextualizado las frases de Tertuliano para negar la presencia real como siempre lo hacen.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Hipólito de Roma (170-235)


La tradición apostólica

21.
... Entonces será presentada la oblación al obispo y él dará gracias sobre el pan porque es el símbolo del cuerpo de Cristo; sobre el cáliz de vino mezclado, porque es la imagen de la sangre que se derramó por todos los que creen en él; sobre la leche y la miel mezcladas, indicando la promesa hecha a nuestros padres, al hablarles de la tierra donde abundan la leche y la miel, por cuyo cumplimiento Cristo dio su carne, de la cual, como niños pequeños, se alimentan los creyentes; sobre el agua presentada en ofrenda para significar el baño, a fin de que el alma del hombre obtenga los mismos efectos que el cuerpo.
Todas estas cosas el obispo las explicará a los que reciben la comunión. Cuando parte el pan, al presentar cada trozo, dir{a: “El pan del cielo en Cristo Jesús” y el que recibe responderá: “Amén.”

41.
El que estuviere en su casa, que ore y alabe a Dios en la hora tercera. El que en ese momento estuviera en otra parte, que eleve una plegaria a Dios en su propio corazón, ya que en esa hora se vio a Cristo atado al madero. También en el Antiguo Testamento, la Ley prescribió ofrecer y presentar el pan de la proposición en la hora tercera, como símbolo del cuerpo y de la sangre de Cristo: la inmolación del irracional cordero es la representación del cordero perfecto. Siendo Cristo el Pastor, es también el maná que descendió del cielo.
 
Re: Corpus Christi: la fe unánime de la Iglesia

Paz y Gracia!

Podemos discutir todo lo que sea acerca de la Eucaristia, pero simplemente es cierto.

¡Saludos!

San Hipólito. Tradición Apostólica (DIX; FUNK, 115s; BOTTE, 66s).

“Cada fiel procure tomar la Eucaristía, antes que haya probado ninguna otra cosa. Pues si es fiel en tomarla, aunque se le dé veneno mortal, no tendrá [el veneno] poder sobre él. Todos eviten con diligencia que el infiel coma de la Eucaristía o que [lo hagan] los ratones u otro algún animal, [y eviten que] ninguna otra cosa en absoluto caiga en la Eucaristía y [que] (algo) perezca. Es el cuerpo de Cristo, del cual todos los fieles se alimentan, y no debe de ser despreciado…”


Hipólito de Roma (170-235)


La tradición apostólica

21.
... Entonces será presentada la oblación al obispo y él dará gracias sobre el pan porque es el símbolo del cuerpo de Cristo; sobre el cáliz de vino mezclado, porque es la imagen de la sangre que se derramó por todos los que creen en él; sobre la leche y la miel mezcladas, indicando la promesa hecha a nuestros padres, al hablarles de la tierra donde abundan la leche y la miel, por cuyo cumplimiento Cristo dio su carne, de la cual, como niños pequeños, se alimentan los creyentes; sobre el agua presentada en ofrenda para significar el baño, a fin de que el alma del hombre obtenga los mismos efectos que el cuerpo.
Todas estas cosas el obispo las explicará a los que reciben la comunión. Cuando parte el pan, al presentar cada trozo, dir{a: “El pan del cielo en Cristo Jesús” y el que recibe responderá: “Amén.”

41.
El que estuviere en su casa, que ore y alabe a Dios en la hora tercera. El que en ese momento estuviera en otra parte, que eleve una plegaria a Dios en su propio corazón, ya que en esa hora se vio a Cristo atado al madero. También en el Antiguo Testamento, la Ley prescribió ofrecer y presentar el pan de la proposición en la hora tercera, como símbolo del cuerpo y de la sangre de Cristo: la inmolación del irracional cordero es la representación del cordero perfecto. Siendo Cristo el Pastor, es también el maná que descendió del cielo.