Aquí va un poco de debtae buenos argumentos:
LA ESTAFA DEL CODIGO REAL
SEGUNDA PARTE
En esta segunda parte, queremos profundizar algo más en las declaraciones del señor César sobre La Estafa. Los que no han leído la Primera Parte, deben leerla primero, antes de la segunda, a fin de tener todo el consejo del asunto clarificado ante sus ojos . En todo caso, uno de sus argumentos gira alrededor de la traducción de Yohanán (Juan) 1:1. Esto es lo que dice:
“EL CRISTO DEL “CÓDIGO REAL” NO ES EL CRISTO DE LA BIBLIA
El apóstol Juan inicia su Evangelio con una identificación clara acerca del Jesús que se hizo carne y habitó entre nosotros. Era la Palabra (o el Verbo o el Logos) que era Dios (Juan 1, 1). Esa afirmación de la plena deidad de Cristo es sustituida en el Código real por una afirmación delirante sin base en un solo manuscrito del Nuevo Testamento:
“Desde un principio era dabar de Elohim y aquel dabar estaba siempre ante Elohim y el dabar que ya existía era la expresión misma de Elohim”.
Respuesta:
Como vemos, para el señor César, Juan 1:1 es, más que todo, “identificación”. Una “identificación clara…”. Mis amigos, este en un caso “clásico” de la diferencia entre la Teología Católica y la Teología Judía (si podemos usar ese término, al menos por ahora).
Aunque volveremos a este “dabar” más tarde, suficiente saber que ambas perspectivas marcan la diferencia entre lo helenista y lo hebraico, entre la filosófico y lo profético.
Sin embargo, para mi resulta interesante que hoy día, hasta los teólogos católicos han comenzado a rechazar la idea romana antigua de “identificación” del “Verbo” o “Logos” (para seguir el vocabulario del señor César) de Juan 1:1, convencidos que la falta de artículo, en la copia manuscrita griega, son indicativos de predicado más que de identificación.
Evidencia:
Por ejemplo, “The New American Bible” (NAB) realizada específicamente para los cristianos (católicos) en América, sobre Juan 1:1, y explicando el significado de cada frase contenida en dicho texto, afirma :
1:1 “En el principio”, también las primeras palabras del Antiguo Testamento (Gén.1,1). “Fue”: el verbo (fue) es usado tres veces en este versículo con diferentes significados: existencia, relación, predicado”.
Como sabemos, tres veces se usa el verbo “ser” en pretérito. El primer “fue”, según esta fuente, se refiere a la existencia del “logos”. El segundo, “la relación del logos” con Dios. El tercero, el predicado (que no tiene nada que ver con el verbo castellano “predicar”) o sea, es una observación que se hace, de forma nominal, al sujeto de la oración, no con el fin de identificarlo sino de explicar su estado primario.
Continúa el comentario de la New American Bible sobre Juan 1:1:
“La Palabra (Griego: logos)”: este término combina la dinámica de Dios, su palabra creativa (Génesis), con la personificada Sabiduría pre-existente como el instrumento de la actividad creadora de Dios (Proverbios) y la realidad final e ininteligible (Filosofía helenista).
Como vemos, para los teólogos que están detrás de la NAB, “logos” (el término griego que traduce del hebreo “dabar”), no es una persona específica, sino “su palabra creativa”.
Que esa “palabra creativa” haya sido “personificada” y plasmada como “pre-existente” y como instrumental, no causal, de la obra de la creación divina, es otra cosa y entendible. Por otro lado, la identificación del concepto “logos” con la filosofía helenista, es algo que nos tiene acostumbrados y lo dejaremos para comentarlo en otras circunstancias. Pero lo importante destacar aquí es el concepto “logos” como ellos lo explican. (Muy diferente al señor Cesar por supuesto), es decir, “logos” es la “palabra creativa” de Dios.
Concluye la NAB:
“Fue Dios”: La preposición Griega aquí implica comunicación con otro. “Fue (era) Dios”. La falta del artículo definido con “Dios” en Griego, significa predicado mas que identificación”.
En otras palabras, según los traductores de “The New American Bible”, el último “fue” de Juan1:1, o sea, “Fue Dios” o “Era Dios”, por la falta del artículo definido (en griego) no permite traducirse ni interpretarse como “identificación” del “logos”, sino como “predicado”, es decir, que se está refiriendo no a la personalidad del “logos” (Palabra-Verbo), sino su estado, es decir, lo que causa que el “logos” sea relevante y por extensión, conocido (revelado) y digno de ser recibido.
Si fuera “identificación” significaría que la intención del autor al escribir “Fue Dios” era mostrar a sus destinatarios la identidad del logos, no su estado, pero al no tener artículo definido, excluye dicha posibilidad que es hecha más por consideraciones teológicas que por exégesis textual.
Como vemos, para el señor César, “fue Dios” es lo opuesto, o sea, que estamos en presencia de “una identificación clara”; sin embargo, hoy día, los mismos teólogos romanos, 1600 años después, en “The New American Bible” reconocen que tal interpretación es definitivamente, errónea.
En otras palabras, hasta los teólogos católicos comienzan a darse cuenta que la manera cómo han interpretado y enseñado el significado de Juan 1:1 es incorrecto y han comenzado a corregir el error en las nuevas ediciones de sus Biblias, como es el caso de la NAB.
“Logos vs. Jesús”
Para el señor César, “logos” en Juan 1:1 es Jesús. Con esta premisa, se concluye que Jesús mismo, el Jesús que anduvo y enseñó y predicó en Israel, había existido previamente y se había dado a conocer y había hablado previamente tanto en la creación como en la historia de Israel y por tanto, Jesús es Dios y esto es lo que garantiza la redención.
Esta interpretación tiene serios problemas, tanto textuales como teológicos.
En primer lugar, si fuese cierto que la persona de Jesús (dejamos este nombre por bien del argumento) en la tierra, no es su primera realidad, sino una “encarnación” de ella, y que antes de su existencia “como hombre”, ya era “como no hombre” y se había manifestado y revelado, tanto en la creación como en la historia de la humanidad y de forma particular, en la historia de Israel, entonces tal afirmación teológica contradice el testimonio de las Escrituras y de forma especial, la del Nuevo Testamento (lo dejamos así por bien del argumento).
En efecto, Hebreos 1:1 afirma:
“Di-os, habiendo hablado en la antigüedad a los padres, muchas veces y de formas diferentes por medio de los profetas, al final de estos días nos habló por el Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, pues teniéndolo a él en mente fue que hizo el universo” ( Hebreos 1:1,2 CR).
Reina Valera 1960 tradujo así:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo”.
La Biblia de las Américas lo vertió así:
“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas manera a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas por medio de quien hizo también el universo”.
El resto, traduce, más o menos, de la misma manera. Miremos cuidadosamente este texto (Hebreos 1:1,2) por contiene varias afirmaciones. Por ejemplo:
• Se afirma que en la “antigüedad” (desde hace mucho tiempo, o “en otro tiempo” pasado) Di-os ha hablado.
• Se afirma que ha hablado de “muchas veces” y “de muchas formas diferentes”.
• Se afirma que lo ha hecho así, por medio de los profetas.
• Y se afirma que en estos “últimos días ”, nos ha hablado (“nos habló) por el Hijo, una clara referencia a Yeshua (Jesús en el mundo cristiano).
Así que, según el autor de la carta a Los Judíos (Hebreos), Di-os ha hablado siempre y muchas veces, y de formas diferentes a través de los profetas, pero ahora, en esta nueva edad que se identifica proféticamente como “los días postreros”, ha hablado por medio del Hijo.
Observa bien: Es el mismo Di-os quien ha hablado, pero a través de instrumentos diferentes. “Antes” por los profetas, “ahora” por el Hijo. Por tanto, así como los profetas fueron medios de revelación de la voz de Di-os, así el Hijo es instrumental en la revelación de la misma voz de Di-os que había sido escuchada desde antes, muchas veces y de muchas formas diferentes.
Primer problema: textual.
Ahora bien, si es “ahora” o sea, “en los postreros días” que el Hijo ha sido el medio usado para hacer oír la voz de Di-os, entonces previamente no lo había hecho. Porque si el Hijo (Jesús) habló las palabras de Dios antes de su manifestación (encarnación) como humano a Abraham, Yizjak y Yaakov, a Moisés y al resto de los profetas, entonces no se puede decir que es “ahora”, en los últimos días que lo ha hecho, porque si ese fuera el caso, entonces el texto estaría mintiendo, diciendo que “ahora” es que Di-os ha hablado por el Hijo, cuando en efecto, lo había usado previamente, en edades pasadas.
Dicho de otra manera, según el texto: Si el Hijo que menciona aquí es una persona que “antes” ya había hablado, entonces no es Jesús, porque es solamente “ahora, en estos días del fin”, que Jesús (el Hijo) ha hablado, o sea, que Di-os decidió usarlo como Su instrumento revelacional.
Antes usó a los profetas, ahora al Hijo. Por tanto, ni los profetas de la revelación son para ahora, ni el Hijo fue para ayer. Los profetas fueron para ayer , el Hijo es para hoy.
El “antes” y “ahora” son claves aquí. “Antes” Di-os habló, pero no por medio del Hijo, sino de los profetas. Pero “ahora”, por medio del Hijo, no de los profetas”. Por tanto, con el Hijo, Dios, “ahora” no “antes”, ha dicho todo lo que tenía que decirnos acerca de la redención de Israel y del mundo. No necesitamos nada nuevo. Todo ha sido dicho.
Ahora bien, si Yeshua (Jesús) ya había vivido “antes” de una forma diferente a la que conocemos “ahora” y en ese estado había hablado, actuado y revelado la voz de Dios en la creación del universo actual y en la historia, especialmente en la historia de Israel, (“los padres”) entonces es imposible que el texto diga que es solamente “ahora” que Dios ha hablado por medio de él.
Si esa hubiera sido la intención del escritor, simplemente habría dicho:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por medio de Jesús antes de su encarnación, en estos postreros días nos ha hablado por él mismo de nuevo, a quien constituyó heredero de todo…”
Pero eso no lo dice el texto. Lo dice la teología cristiana. Pero hay una diferencia abismal entre Teología Cristiana y Teología Bíblica. Y esto es precisamente la diferencia entre el cristo de César y el Mashiaj judío del Código Real.
Segundo problema: Teológico, el valor real de Yeshua como Mashiaj
En segundo lugar, Yeshua tiene realmente valor como Mashiaj, si “antes” no hubiese existido como la persona de Yeshua mismo. Pero si antes de ser conocido como Yeshua (Jesús) en la tierra de Israel ya había vivido como esa persona, sin haber experimentado la resurrección, entonces no tiene mayor valor para nosotros. Lo que hace a Yeshua una persona de absoluto valor salvífico es precisamente, su condición de hombre resucitado.
Sin la resurrección, Yeshua es sin valor redentor y está, simplemente, al nivel de un gran maestro o un gran profeta, pero nada más. Lo que hace la diferencia es precisamente, la resurrección, que causó su elevación espiritual por encima de todo y por encima de todos, a un punto comparable y semejante (no similar) a la misma Divinidad, porque fue exaltado “hasta lo sumo” y sentado a la diestra del Altísimo, participando de la eternidad de Di-os por el milagro de la resurrección.
Pero sin experimentar la resurrección, Yeshua no tendría más valor que Abraham, Yiztjak, Yaakov o Moisés, porque, repito, estaría simplemente a un nivel de profeta, nada más.
Sin embargo, con la mira de garantizar nuestra redención, la Sabiduría Divina decretó la resurrección de Yeshua que lo llevó a su glorificación y emancipación espiritual por encima de todos.
Y esto es precisamente lo que afirma el apóstol Pablo (citaremos de otra versión para no ofender al señor César) cuando dice :
“Si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación y vana también nuestra fe. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa, todavía estáis en vuestros pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo, han perecido”.
Como vemos, lo que hace de valor a Yeshua como Mashiaj NO ES que haya existido previamente como tal, porque si lo que hace grande a Yeshua y que garantiza nuestra redención es que “antes” ya era, como afirma la teología cristiana, entonces luego de haber muerto, se podía haber quedado en su sepultura hasta el día de hoy, porque lo grande no estaba allí, ya era.
Pero justamente Pablo afirma lo opuesto, que sin la resurrección, Yeshua-Mashiaj no tiene ningún valor. En otras palabras, ni siquiera lo que sufrió e hizo por nosotros en el madero tiene valor redentor en lo absoluto, porque de no ser por la resurrección, todo eso habría sido una pérdida. Dice Pablo:
“Si en esta vida solamente esperamos en Mashiaj, somos los más dignos de lástima de todos los hombres” (Reina Valera 1960).
Lo que da valor a Yeshua-Mashiaj es la resurrección. Por lo tanto, la clave para entender la “divinidad” de Yeshua-Mashiaj no está “antes” sino “después” del evento singular, único, trascendente, maravilloso, milagroso y prodigioso de su resurrección por Dios.
Si lo que da valor a Yeshua-Mashiaj es su “pre-existencia divina”, entonces al morir, tal valor no habría sido perdido, porque la divinidad no puede morir y continuar siendo divinidad como la inmortalidad no puede morir y seguir siendo inmortalidad. Sin embargo, para Pablo, la muerte de Yeshua-Mashiaj sin su resurrección, es un total fracaso, una pérdida de proporciones cósmicas, una verdadera vergüenza y la peor tragedia que podría ocurrirnos, al extremo de afirmar que si tal evento no tuvo lugar, entonces incluso nuestra fe es sin valor alguno.
¿Pero cómo podría la predicación, la fe y la esperanza de la redención afectarse por la muerte de Yeshua (sin la resurrección) si Yeshua-Mashiaj ya era desde antes, lo que vino a ser después de resucitado, teniendo así, en él mismo, suficiente dignidad para garantizar la redención por estar en manos de una persona divina en sí?
Al morir, Yeshua retorna a su estado previo, “pre-existencia divinal”, y eso por tanto, no afecta para nada ni nuestra predicación ni nuestra fe. Pero si lo afecta, al nivel desastroso que Pablo lo presenta (“somos los más dignos de lástima de todos los hombres”; “los que murieron antes en la esperanza de Yeshua-Mashiaj perecieron” y “todavía estamos en nuestros pecados”, es decir, no redimidos para nada), entonces debemos esforzarnos por entender su doctrina en su perspectiva bíblica-hebraica apropiada.
En otras palabras, si Yeshua-Mashiaj fue una encarnación de una persona ya existente en un estado superior, entonces no necesitaba la resurrección, porque la resurrección no puede dar lo que ya se tiene, de la misma manera que nuestra resurrección no es para devolvernos lo que ya tenemos, sino devolvernos lo que nos hace falta, esto es la inmortalidad.
En este caso la resurrección de Yeshua es simplemente, “resucitación”, como ocurrió con Eleazar (Lázaro) y otros, que aunque “volvieron a la vida”, no experimentaron aun la “resurrección” como ese evento único y singular del cual nos hablaron los profetas y que incluye “transformación gloriosa”, esto es, lo “mortal siendo absorbido por la inmortalidad”.
En el caso de Yeshua, no la habría necesitado porque ya la tenía. En otras palabras, si Yeshua-Mashiaj existió como tal antes y ya tenía la inmortalidad, entonces la resurrección no añade nada nuevo a su existencia y consecuentemente no la necesita. Pero si la necesita, como Pablo la expone y la demanda, entonces tenemos que abrirnos la idea de que hay algo aquí, escondido y maravilloso que requiere nuestra consideración más atenta.
Consecuentemente el “Cristo de César” crea más problemas que soluciones. ¿Cuál entonces la solución?
Continuará…
saludos
LA ESTAFA DEL CODIGO REAL
SEGUNDA PARTE
En esta segunda parte, queremos profundizar algo más en las declaraciones del señor César sobre La Estafa. Los que no han leído la Primera Parte, deben leerla primero, antes de la segunda, a fin de tener todo el consejo del asunto clarificado ante sus ojos . En todo caso, uno de sus argumentos gira alrededor de la traducción de Yohanán (Juan) 1:1. Esto es lo que dice:
“EL CRISTO DEL “CÓDIGO REAL” NO ES EL CRISTO DE LA BIBLIA
El apóstol Juan inicia su Evangelio con una identificación clara acerca del Jesús que se hizo carne y habitó entre nosotros. Era la Palabra (o el Verbo o el Logos) que era Dios (Juan 1, 1). Esa afirmación de la plena deidad de Cristo es sustituida en el Código real por una afirmación delirante sin base en un solo manuscrito del Nuevo Testamento:
“Desde un principio era dabar de Elohim y aquel dabar estaba siempre ante Elohim y el dabar que ya existía era la expresión misma de Elohim”.
Respuesta:
Como vemos, para el señor César, Juan 1:1 es, más que todo, “identificación”. Una “identificación clara…”. Mis amigos, este en un caso “clásico” de la diferencia entre la Teología Católica y la Teología Judía (si podemos usar ese término, al menos por ahora).
Aunque volveremos a este “dabar” más tarde, suficiente saber que ambas perspectivas marcan la diferencia entre lo helenista y lo hebraico, entre la filosófico y lo profético.
Sin embargo, para mi resulta interesante que hoy día, hasta los teólogos católicos han comenzado a rechazar la idea romana antigua de “identificación” del “Verbo” o “Logos” (para seguir el vocabulario del señor César) de Juan 1:1, convencidos que la falta de artículo, en la copia manuscrita griega, son indicativos de predicado más que de identificación.
Evidencia:
Por ejemplo, “The New American Bible” (NAB) realizada específicamente para los cristianos (católicos) en América, sobre Juan 1:1, y explicando el significado de cada frase contenida en dicho texto, afirma :
1:1 “En el principio”, también las primeras palabras del Antiguo Testamento (Gén.1,1). “Fue”: el verbo (fue) es usado tres veces en este versículo con diferentes significados: existencia, relación, predicado”.
Como sabemos, tres veces se usa el verbo “ser” en pretérito. El primer “fue”, según esta fuente, se refiere a la existencia del “logos”. El segundo, “la relación del logos” con Dios. El tercero, el predicado (que no tiene nada que ver con el verbo castellano “predicar”) o sea, es una observación que se hace, de forma nominal, al sujeto de la oración, no con el fin de identificarlo sino de explicar su estado primario.
Continúa el comentario de la New American Bible sobre Juan 1:1:
“La Palabra (Griego: logos)”: este término combina la dinámica de Dios, su palabra creativa (Génesis), con la personificada Sabiduría pre-existente como el instrumento de la actividad creadora de Dios (Proverbios) y la realidad final e ininteligible (Filosofía helenista).
Como vemos, para los teólogos que están detrás de la NAB, “logos” (el término griego que traduce del hebreo “dabar”), no es una persona específica, sino “su palabra creativa”.
Que esa “palabra creativa” haya sido “personificada” y plasmada como “pre-existente” y como instrumental, no causal, de la obra de la creación divina, es otra cosa y entendible. Por otro lado, la identificación del concepto “logos” con la filosofía helenista, es algo que nos tiene acostumbrados y lo dejaremos para comentarlo en otras circunstancias. Pero lo importante destacar aquí es el concepto “logos” como ellos lo explican. (Muy diferente al señor Cesar por supuesto), es decir, “logos” es la “palabra creativa” de Dios.
Concluye la NAB:
“Fue Dios”: La preposición Griega aquí implica comunicación con otro. “Fue (era) Dios”. La falta del artículo definido con “Dios” en Griego, significa predicado mas que identificación”.
En otras palabras, según los traductores de “The New American Bible”, el último “fue” de Juan1:1, o sea, “Fue Dios” o “Era Dios”, por la falta del artículo definido (en griego) no permite traducirse ni interpretarse como “identificación” del “logos”, sino como “predicado”, es decir, que se está refiriendo no a la personalidad del “logos” (Palabra-Verbo), sino su estado, es decir, lo que causa que el “logos” sea relevante y por extensión, conocido (revelado) y digno de ser recibido.
Si fuera “identificación” significaría que la intención del autor al escribir “Fue Dios” era mostrar a sus destinatarios la identidad del logos, no su estado, pero al no tener artículo definido, excluye dicha posibilidad que es hecha más por consideraciones teológicas que por exégesis textual.
Como vemos, para el señor César, “fue Dios” es lo opuesto, o sea, que estamos en presencia de “una identificación clara”; sin embargo, hoy día, los mismos teólogos romanos, 1600 años después, en “The New American Bible” reconocen que tal interpretación es definitivamente, errónea.
En otras palabras, hasta los teólogos católicos comienzan a darse cuenta que la manera cómo han interpretado y enseñado el significado de Juan 1:1 es incorrecto y han comenzado a corregir el error en las nuevas ediciones de sus Biblias, como es el caso de la NAB.
“Logos vs. Jesús”
Para el señor César, “logos” en Juan 1:1 es Jesús. Con esta premisa, se concluye que Jesús mismo, el Jesús que anduvo y enseñó y predicó en Israel, había existido previamente y se había dado a conocer y había hablado previamente tanto en la creación como en la historia de Israel y por tanto, Jesús es Dios y esto es lo que garantiza la redención.
Esta interpretación tiene serios problemas, tanto textuales como teológicos.
En primer lugar, si fuese cierto que la persona de Jesús (dejamos este nombre por bien del argumento) en la tierra, no es su primera realidad, sino una “encarnación” de ella, y que antes de su existencia “como hombre”, ya era “como no hombre” y se había manifestado y revelado, tanto en la creación como en la historia de la humanidad y de forma particular, en la historia de Israel, entonces tal afirmación teológica contradice el testimonio de las Escrituras y de forma especial, la del Nuevo Testamento (lo dejamos así por bien del argumento).
En efecto, Hebreos 1:1 afirma:
“Di-os, habiendo hablado en la antigüedad a los padres, muchas veces y de formas diferentes por medio de los profetas, al final de estos días nos habló por el Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, pues teniéndolo a él en mente fue que hizo el universo” ( Hebreos 1:1,2 CR).
Reina Valera 1960 tradujo así:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo”.
La Biblia de las Américas lo vertió así:
“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas manera a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas por medio de quien hizo también el universo”.
El resto, traduce, más o menos, de la misma manera. Miremos cuidadosamente este texto (Hebreos 1:1,2) por contiene varias afirmaciones. Por ejemplo:
• Se afirma que en la “antigüedad” (desde hace mucho tiempo, o “en otro tiempo” pasado) Di-os ha hablado.
• Se afirma que ha hablado de “muchas veces” y “de muchas formas diferentes”.
• Se afirma que lo ha hecho así, por medio de los profetas.
• Y se afirma que en estos “últimos días ”, nos ha hablado (“nos habló) por el Hijo, una clara referencia a Yeshua (Jesús en el mundo cristiano).
Así que, según el autor de la carta a Los Judíos (Hebreos), Di-os ha hablado siempre y muchas veces, y de formas diferentes a través de los profetas, pero ahora, en esta nueva edad que se identifica proféticamente como “los días postreros”, ha hablado por medio del Hijo.
Observa bien: Es el mismo Di-os quien ha hablado, pero a través de instrumentos diferentes. “Antes” por los profetas, “ahora” por el Hijo. Por tanto, así como los profetas fueron medios de revelación de la voz de Di-os, así el Hijo es instrumental en la revelación de la misma voz de Di-os que había sido escuchada desde antes, muchas veces y de muchas formas diferentes.
Primer problema: textual.
Ahora bien, si es “ahora” o sea, “en los postreros días” que el Hijo ha sido el medio usado para hacer oír la voz de Di-os, entonces previamente no lo había hecho. Porque si el Hijo (Jesús) habló las palabras de Dios antes de su manifestación (encarnación) como humano a Abraham, Yizjak y Yaakov, a Moisés y al resto de los profetas, entonces no se puede decir que es “ahora”, en los últimos días que lo ha hecho, porque si ese fuera el caso, entonces el texto estaría mintiendo, diciendo que “ahora” es que Di-os ha hablado por el Hijo, cuando en efecto, lo había usado previamente, en edades pasadas.
Dicho de otra manera, según el texto: Si el Hijo que menciona aquí es una persona que “antes” ya había hablado, entonces no es Jesús, porque es solamente “ahora, en estos días del fin”, que Jesús (el Hijo) ha hablado, o sea, que Di-os decidió usarlo como Su instrumento revelacional.
Antes usó a los profetas, ahora al Hijo. Por tanto, ni los profetas de la revelación son para ahora, ni el Hijo fue para ayer. Los profetas fueron para ayer , el Hijo es para hoy.
El “antes” y “ahora” son claves aquí. “Antes” Di-os habló, pero no por medio del Hijo, sino de los profetas. Pero “ahora”, por medio del Hijo, no de los profetas”. Por tanto, con el Hijo, Dios, “ahora” no “antes”, ha dicho todo lo que tenía que decirnos acerca de la redención de Israel y del mundo. No necesitamos nada nuevo. Todo ha sido dicho.
Ahora bien, si Yeshua (Jesús) ya había vivido “antes” de una forma diferente a la que conocemos “ahora” y en ese estado había hablado, actuado y revelado la voz de Dios en la creación del universo actual y en la historia, especialmente en la historia de Israel, (“los padres”) entonces es imposible que el texto diga que es solamente “ahora” que Dios ha hablado por medio de él.
Si esa hubiera sido la intención del escritor, simplemente habría dicho:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por medio de Jesús antes de su encarnación, en estos postreros días nos ha hablado por él mismo de nuevo, a quien constituyó heredero de todo…”
Pero eso no lo dice el texto. Lo dice la teología cristiana. Pero hay una diferencia abismal entre Teología Cristiana y Teología Bíblica. Y esto es precisamente la diferencia entre el cristo de César y el Mashiaj judío del Código Real.
Segundo problema: Teológico, el valor real de Yeshua como Mashiaj
En segundo lugar, Yeshua tiene realmente valor como Mashiaj, si “antes” no hubiese existido como la persona de Yeshua mismo. Pero si antes de ser conocido como Yeshua (Jesús) en la tierra de Israel ya había vivido como esa persona, sin haber experimentado la resurrección, entonces no tiene mayor valor para nosotros. Lo que hace a Yeshua una persona de absoluto valor salvífico es precisamente, su condición de hombre resucitado.
Sin la resurrección, Yeshua es sin valor redentor y está, simplemente, al nivel de un gran maestro o un gran profeta, pero nada más. Lo que hace la diferencia es precisamente, la resurrección, que causó su elevación espiritual por encima de todo y por encima de todos, a un punto comparable y semejante (no similar) a la misma Divinidad, porque fue exaltado “hasta lo sumo” y sentado a la diestra del Altísimo, participando de la eternidad de Di-os por el milagro de la resurrección.
Pero sin experimentar la resurrección, Yeshua no tendría más valor que Abraham, Yiztjak, Yaakov o Moisés, porque, repito, estaría simplemente a un nivel de profeta, nada más.
Sin embargo, con la mira de garantizar nuestra redención, la Sabiduría Divina decretó la resurrección de Yeshua que lo llevó a su glorificación y emancipación espiritual por encima de todos.
Y esto es precisamente lo que afirma el apóstol Pablo (citaremos de otra versión para no ofender al señor César) cuando dice :
“Si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación y vana también nuestra fe. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa, todavía estáis en vuestros pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo, han perecido”.
Como vemos, lo que hace de valor a Yeshua como Mashiaj NO ES que haya existido previamente como tal, porque si lo que hace grande a Yeshua y que garantiza nuestra redención es que “antes” ya era, como afirma la teología cristiana, entonces luego de haber muerto, se podía haber quedado en su sepultura hasta el día de hoy, porque lo grande no estaba allí, ya era.
Pero justamente Pablo afirma lo opuesto, que sin la resurrección, Yeshua-Mashiaj no tiene ningún valor. En otras palabras, ni siquiera lo que sufrió e hizo por nosotros en el madero tiene valor redentor en lo absoluto, porque de no ser por la resurrección, todo eso habría sido una pérdida. Dice Pablo:
“Si en esta vida solamente esperamos en Mashiaj, somos los más dignos de lástima de todos los hombres” (Reina Valera 1960).
Lo que da valor a Yeshua-Mashiaj es la resurrección. Por lo tanto, la clave para entender la “divinidad” de Yeshua-Mashiaj no está “antes” sino “después” del evento singular, único, trascendente, maravilloso, milagroso y prodigioso de su resurrección por Dios.
Si lo que da valor a Yeshua-Mashiaj es su “pre-existencia divina”, entonces al morir, tal valor no habría sido perdido, porque la divinidad no puede morir y continuar siendo divinidad como la inmortalidad no puede morir y seguir siendo inmortalidad. Sin embargo, para Pablo, la muerte de Yeshua-Mashiaj sin su resurrección, es un total fracaso, una pérdida de proporciones cósmicas, una verdadera vergüenza y la peor tragedia que podría ocurrirnos, al extremo de afirmar que si tal evento no tuvo lugar, entonces incluso nuestra fe es sin valor alguno.
¿Pero cómo podría la predicación, la fe y la esperanza de la redención afectarse por la muerte de Yeshua (sin la resurrección) si Yeshua-Mashiaj ya era desde antes, lo que vino a ser después de resucitado, teniendo así, en él mismo, suficiente dignidad para garantizar la redención por estar en manos de una persona divina en sí?
Al morir, Yeshua retorna a su estado previo, “pre-existencia divinal”, y eso por tanto, no afecta para nada ni nuestra predicación ni nuestra fe. Pero si lo afecta, al nivel desastroso que Pablo lo presenta (“somos los más dignos de lástima de todos los hombres”; “los que murieron antes en la esperanza de Yeshua-Mashiaj perecieron” y “todavía estamos en nuestros pecados”, es decir, no redimidos para nada), entonces debemos esforzarnos por entender su doctrina en su perspectiva bíblica-hebraica apropiada.
En otras palabras, si Yeshua-Mashiaj fue una encarnación de una persona ya existente en un estado superior, entonces no necesitaba la resurrección, porque la resurrección no puede dar lo que ya se tiene, de la misma manera que nuestra resurrección no es para devolvernos lo que ya tenemos, sino devolvernos lo que nos hace falta, esto es la inmortalidad.
En este caso la resurrección de Yeshua es simplemente, “resucitación”, como ocurrió con Eleazar (Lázaro) y otros, que aunque “volvieron a la vida”, no experimentaron aun la “resurrección” como ese evento único y singular del cual nos hablaron los profetas y que incluye “transformación gloriosa”, esto es, lo “mortal siendo absorbido por la inmortalidad”.
En el caso de Yeshua, no la habría necesitado porque ya la tenía. En otras palabras, si Yeshua-Mashiaj existió como tal antes y ya tenía la inmortalidad, entonces la resurrección no añade nada nuevo a su existencia y consecuentemente no la necesita. Pero si la necesita, como Pablo la expone y la demanda, entonces tenemos que abrirnos la idea de que hay algo aquí, escondido y maravilloso que requiere nuestra consideración más atenta.
Consecuentemente el “Cristo de César” crea más problemas que soluciones. ¿Cuál entonces la solución?
Continuará…
saludos