EGW: “El gran pecado de los judíos consistió en que rechazaron a Cristo; el gran pecado del mundo cristiano iba a consistir en que rechazarían la ley de Dios, que es el fundamento de su gobierno en el cielo y en la tierra. Los preceptos de Dios iban a ser menospreciados y anulados”
Queridos hermanos y amigos, doy comienzo a mi posición con respecto a la Ley y el Cristiano, consciente de que este tema, injustificadan¡mente ante Dios, es materia álgida entre nosotros por lo que se tratará de exponer de manera progresiva.
Hermanos, ¿quieren ustedes contar con la presencia de Jesús en sus vidas?. Por supuesto que sí. Entonces, lean la condición que El pone: “Si guardareis mis mandamientos permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor?. Los mandamientos de Jesús son los mismos mandamientos de su Padre, ya que ambos son UNO. No dice nada de crucificar sus leyes. Jesús resumió en dos mandamientos, tomados del A.T., la Torá o la Ley:
1.“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y da tu mente” Deuteronomio 6:5
2."Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Levítico 19.18
Hay personas que les gusta hacer diferencia entre estas dos leyes y los 10 mandamientos o Decálogo, base de todos los pactos que Dios ha realizado con el hombre, obviando el hecho de que los primeros cuatro (4) mandamientos de los 10M están comprendidos en el primer mandamiento de Jesús, y los restantes seis (6) mandamientos en resumidos en el segundo mandamiento de Jesús. No puede ser de otro modo.
Algunos dirán, “bueno, y las leyes de salud, ceremoniales y civiles ¿dónde quedan?”. Eso puede responderse con un símil:
En toda nación civilizada existe lo que se conoce como Constitución, definida como “la ley fundamental de una nación”. Es fundamental, porque en ella están cimentadas e inspiradas todos los códigos de leyes que rigen las diferentes actividades de la nación, tales como el Código de Comercio, el Código Civil, la Ley del Menor, etc. Es la Carta Magna. Asimismo, la Carta Magna de las leyes dadas a Moisés para la fundación de la nación teocrática de Israel fue el Decálogo, y las leyes ceremoniales, civiles y de salud estaban dirigidas a esa nación. Sin embargo, aún dentro de esas leyes para Israel hay algunas de utilidad práctica y de bendición para el resto de la humanidad, como es el caso de las leyes de ciertas leyes de salud, del trato de la tierra, etc.
Cada uno de los 10 mandamientos, son pilares inamovibles, reuqeridos para la debida relación entre Dios y el hombre. Se quita uno de ellos, y el mal se introduce por allí.
LA LEY (TORA)
La palabra Ley, en los tiempos de Cristo y los apóstoles, tenía el mismo significado que le daban los judíos, ya que Jesús y sus discípulos eran judíos, algo que parece molestarle a ciertos cristianos, que olvidan que “la salvación viene de los judíos” Juan 4:22. Nuestro Dios es el mismo Dios de Abraham y de Moisés y todo verdadero cristiano es un judío de corazón, tal como Pablo lo expone en Romanos 2:28, 29. La Ley para los judíos era la TORA, es decir, lo contenido en los primeros 5 libros escritos por Moisés en el Antiguo Testamento de nuestra Biblia, puesto que en los libros de Exodo y Deuteronomio estaban contenidos los 10 mandamientos, sobre los cuales se asentaba el pacto con Dios (Deuteronomio 4:12, 13), así como las leyes ceremoniales, civiles, y de salud de la nación hebrea; todos esos 5 libros (Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio) se le conocían como la Ley. Por eso es que Jesús incluyó todo lo revelado a los judíos:“No penséis que he venido a abrogar la Ley O los Profetas” Mateo 5:17-20. Ya por allí se comienza a notar lo absurdo de presumir que Cristo abolió la Ley, porque tendría que borrar de un tirón todo lo revelado a Moisés, Isaías, Daniel, etc., y con ello todas las promesas que faltaban por cumplirse hasta que Cristo viniera a reinar en su reino eternamente en la tierra (ver Daniel 2:44 y Mateo 6:10).
Ahora, ¿qué pasaba en los tiempos de Pablo, que éste que tuvo que referirse tanto a la Ley, muchas veces aparentemente iba contra ella?. Hechos 6:7 da la clave cuando nos informa que “muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”, es decir, ingresaron a la primera iglesia cristiana, y con ellos muchas prácticas y creencias aprendidas en la escuela de los fariseos y saduceos de donde provenían. Estas personas y otros judíos bajo su influencia le daban extrema importancia a la observancia rigurosa de las leyes mosaicas, haciendo depender de ello su salvación, en lugar de la fe en Dios. Esta gente se convirtió en piedra de tropiezo en la predicación del Evangelio a los gentiles, y eran conocidos como “judaizantes”, puesto que obligaban a los gentiles a adoptar todos los rituales y observancias ceremoniales judías, especialmente la circuncisión (en los varones, por supuesto). El primer concilio cristiano en Jerusalén hizo frente a este problema (Hechos 15) y en su declaración final nada se dijo de eliminar los 10 mandamientos. Ese enfoque de la religión en lo externo y no en lo interno fue criticado duramente por Cristo; ver el capítulo 23 de Mateo donde, entre muchas otras cosas, les dice a los fariseos que con esa actitud dejaban lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la FE. Como puede deducirse, para haber fe verdadera debe existir primero la ley, es decir, el objeto de la fe. Porque uno puede tener fe en un santo, en una piedra, en el horóscopo, en un lider político, etc., pero únicamente la Ley le permite conocer al humano lo que Dios quiere (su voluntad), lo que Dios piensa, lo que espera de él, es decir, conocer la persona de Dios. El pecado simplemente es no estar de acuerdo con lo que Dios quiere, porque el pecado es infracción de la ley (1 Juan 3:4), y en palabras de Jesús: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino EL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE que está en los cielos” Mateo 7:21. Entonces, si no hay Ley, como muchos de ustedes dicen, y ésta a su vez revela el pecado, entonces hermanos, hagan todo lo que les provoque porque nadie puede pecar. A eso es lo que yo llamo ”gracia barata”. Efectivamente, la gracia[favor o poder inmerecido para vivir la voluntad de Dios] no se puede comprar, es gratis en materia de dinero, pero es carísíííma porque le costo al Hijo de Dios su vida, ¡y en que forma!. Y aún así, el hombre SI tiene algo que hacer y es apropiársela por medio de la FE en un acto de libre voluntad, pero aún esa fe debe venir de Dios (Juan 6:44). Ahora comprendemos mejor lo que dijo Jesús: “porque separados de mi NADA podéis hacer [en materia espiritual]” Juan 15:5. Acuérdense siempre que todas las promesas de Dios son condicionales.
Muchos dirán que el hombre no es justificado por las obras de la ley, y eso también es verdad. El hombre no puede, por si mismo, cumplir con las exigencias de Dios; pero, ¡qué dilema!; tampoco sin santidad [apartado para uso sagrado] nadie verá a Dios, dice la Biblia (Hebreos 12:14). Entonces la Ley se nos convierte en un obstáculo insalvable, realmente se convierte en una maldición para nosotros, pero ¿por eso la Ley es algo malo?. Pablo responde inmediatamente lo contrario: “la ley a la verdad es SANTA [apartada para uso sagrado], y el mandamiento santo, justo y bueno” Romanos 7:2. También dijo: “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley” Romanos 3:31. OJO: A Pablo hay que leerlo en su conjunto, no en textos aislados, como bien lo advirtió Pedro en 2ª Pedro 3:15-18.
Si uno en su país obedece las leyes de tránsito NO estás bajo la condenación de la ley de Tránsito. Igualmente, en el momento que un cristiano transgreda un mandamiento de la ley de Dios, está automáticamente bajo la condenación de la ley. ¿Por qué es tan dificil entender esto?
Amigos todos, el mejor símil que existe para entender la Ley es el del espejo. La LEY es como un espejo, que nos grita la verdad en la cara cuando estamos sucios, despeinados y desarreglados. Imagínense por un momento, que eliminasen todos los espejos del mundo, ¡qué zoológico humano se vería por las calles!. Asimismo, la Ley nos dice, que ciertas cosas que hacemos no están de acuerdo con la voluntad de Dios. Como diría Pablo: “Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley” Romanos 7:7. Es en ese momento, viendo nuestra impotencia para luchar contra el pecado, cuando nos asimos de la mano de Cristo por medio de la fe para que nos dé fuerza para vencer como él venció el pecado, sea cual sea el pecado, aunque Ud. no lo crea. Resumiendo, la Ley nos lleva a Cristo, o lo que es lo mismo, sin la Ley nadie sentiría necesidad de ayuda, es decir, nadie iría a Cristo. John Wesley demostró la perfecta armonía entre la ley y el Evangelio: “Existe, pues, entre la Ley y el Evangelio la relación más estrecha que se pueda concebir. Por una parte, la Ley nos abre continuamente paso hacia el Evangelio y nos lo señala; y por otra, el Evangelio nos lleva constantemente a un cumplimiento exacto de la Ley”. El potencial teórico y real que tenemos en Cristo nos capacita para cumplir su voluntad: “sed pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” Mateo 5:48. Lo mismo se le requirió a Abram: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y SE PERFECTO” Génesis 17:1. Posteriormente a los israelitas: PERFECTO SERAS delante de Jehová tu Dios” Deuteronomio 18:13: 1 Reyes 8:61. Y, ¿Cómo sabe uno si andamos en la perfección que exige Dios?. Hermano, dónde más sino en la Ley que es la expresión tangible de su voluntad. No puedes confiar en aquello que TU crees que sea la voluntad de Dios porque tu corazón te lo insinúe (“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9). Ah, y otra cosa, toda esta dependencia de la justicia de Cristo es un asunto diario. La victoria de hoy no te asegura la victoria de mañana. Ese es el significado del Sacrificio Diario, o el Continuo de los sacrificios del santuario de Israel, que se hacían mañana y tarde. Ahora puede comprenderse mejor por qué el salmo más largo es aquel dedicado a la Ley: Salmo 119. Vale la pena leerlo para que digamos como el salmista: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” Salmo 119:97.
Pero, ¿qué es lo que fue clavado en la cruz”. Dios en su creación aplicó 2 tipos de leyes: la natural (rige el mundo físico: la gravedad, la fotosíntesis, etc.) y la moral diseñada para los seres humanos por ser éstos creados a imagen y semejanza de Dios. Esta ley es aplicable a toda persona creada para que se pueda relacionar debidamente con Dios y con nuestros semejantes. Después de la entrada del pecado, Dios dio otras instrucciones para su adoración (ya que perdieron la comunión directa con El), como recursos didácticos para mantener presente sus enseñanzas y requerimientos, es decir, la ley ceremonial –tipo-, la cual apuntaba a su cumplimiento futuro al venir Cristo –antitipo. Llegado Cristo, ya no tendría relevancia la ley ceremonial en virtud de su vida, muerte, resurrección y oficio intercesor como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 8:1). Veamos. Ya Daniel en la profecía de las 70 Semanas – se explicará en otro escrito -había profetizado la cesación de la ley ceremonial al decir: “.. y a la mitad de la semana hará cesar EL SACRIFICIO y LA OFRENDA” Daniel 9:27. El autor de Hebreos en el capítulo 10 deja entrever dos tipos de leyes: la ley ceremonial –abolida- y la ley que queda en nuestras mentes o ley moral para todo ser humano: la misma a la que se refiere Jeremías 31:33, es decir, los 10 mandamientos –incluido el Sábado, por supuesto.
Paz en Cristo