Lutero y la eucaristía
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Luis Fernando:
Bueno, no le falta razón en que Calvino era mucho más teólogo que Lutero.
Demócrito:
No lo pongo en duda, pero su teología no me atrae absolutamente nada, pues
como ser humano dejaba mucho que desear. Le pasaba igual que a Salomón,
que pasa por ser el paradigma de la sabiduría, cuando durante su reinado
cargó de impuestos a los israelitas para poder mantener su tren de vida,
reestableció la esclavitud bajo el eufemismo de trabajo forzado o leva, era
insaciablemente lujurioso, tenía mil mujeres entre esposas y concubinas. Sus
contemporáneaos lo odiaban, más tarde fue mitificado como sabio cuando
la sabiduría, para mí, empieza por la justicia y por la rectitud de vida.
Luis Fernando:
Me hace gracia que sea un Tulip sin p cuando la p es la consecuencia lógica del tuli.
Demócrito:
Eso pienso yo, es como ser marxista y tener buena conciencia por renunciar
a la lucha de clases. Al final la falta de humanidad del marxismo acaba
saliendo a flote de las formas más variopintas: la negación del derecho a la
vida del no nacido, las cargas impositivas al pueblo, la corrupción y el
amiguismo llevados al extremo, el coqueteo o la alianza con el terrorismo,
la destrucción de los valores sobre los que se ha edificado una sociedad so
pretexto de que no son "progresistas", la tendencia al totalitarismo mediante
el control estatal de los medios de comunicación, la tergiversación de la
historia ocultando su crueldad y sus asesinatos, haciéndose pasar por una
especie de hermanitas de la Caridad o de oenegé solidaria.
Me he desviado, pero sí, la perversión del calvinismo no se concentra en la
P, sino que empieza por la antropología negativa de la T (Total Depravation, Depravación Total en español). El carácter positivo o negativo
de nuestra antropología impregna toda nuestra relación con Dios y con los
con los hombres.
Demócrito
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