Re: Poligamia
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¿Futuro imposible?La poligamia llama a las puertas de Europa
POR JUAN FRANCISCO ALONSO
En Francia hay miles de familias polígamas. Y en Chechenia ven en estas uniones una solución a su problema demográfico. La llegada a Europa de millones de inmigrantes de religión musulmana y la flexibilización del concepto tradicional de matrimonio sitúan entre interrogaciones la palabra imposible. En España hay algunos ejemplos de uniones múltiples. Esta es su historia.
De repente fuimos tres», recuerda Ailatan, el seudónimo que suele utilizar en un foro de internet. «Mi marido se fue a Marruecos y se casó con otra chica. Ella sabía que estaba casado conmigo, porque se conocieron aquí, así que no creo que se queje de nada. En cuanto a mí, cosas raras de la vida, seguía queriéndole mucho. Llevaba diez años a su lado, siete de ellos casados. Hoy seguimos juntos. Él dice que ya se divorció de la segunda esposa; supongo que será verdad, pero siempre queda la duda cuando te han engañado una vez. Evidentemente, nuestra relación ya no es como antes». Ailatan no es musulmana, y no acaba de entender «cómo una mujer acepta unirse a un hombre ya casado, sabiendo que la primera mujer, en este caso yo, no está de acuerdo».
El debate de la poligamia, forma de familia aceptada en el Corán («...casaos con la que os guste de las mujeres, dos, tres o cuatro. Pero si teméis no ser equitativos, entonces con una sola. Así evitaréis mejor obrar mal»), empieza a colarse al norte del Mediterráneo. Veamos algún ejemplo. Diferentes estudios dicen que en Francia hay entre 8.000 y 30.000 familias polígamas. Incluso el ministro Gérard Larcher cree que los matrimonios múltiples están entre las causas de la discriminación racial que encuentran muchas minorías en el mercado laboral, y, como consecuencia, de la violencia de los últimos meses. La semana pasada, el debate llegó de Chechenia, donde el jefe de Gobierno Ramzán Kadírov avaló esa forma de vida para resolver la crisis demográfica provocada por la guerra. Y en España, en pleno rifirrafe sobre la ley del matrimonio entre homosexuales, José Luis Requero, vocal del Consejo General del Poder Judicial, se preguntaba: «¿Queremos o no un mundo poligámico en España? Esas son las consecuencias. Cuando una sociedad va perdiendo las señas de identidad de las instituciones, al final se queda al pairo, se queda al albur de la conveniencia de la opinión pública española».
La soltería, mal vista
Ferrán Iniesta, historiador y antropólogo, ha vivido largo tiempo en África, y ha conocido de cerca el día a día de la poligamia. «Algunas compañeras de profesión, que habían dedicado su juventud a progresar en su carrera, terminaron por casarse a una edad avanzada como segundas esposas -recuerda-, porque allí quedarse soltera está mal visto». Esta mañana, en su despacho de la Universidad de Barcelona, explica que en Occidente asistimos a una disolución de las estructuras estables de familia, «y eso no me parece bueno». ¿Está a favor de la poligamia?, le preguntamos. «No es eso -señala-, pero sí es verdad que es una forma estable de convivencia, y en ese sentido es mejor que la ausencia de reglas a la que nos encaminamos».
Iniesta cree que en Occidente no hay tiempo, espacio ni dinero para que avance de forma sustancial un concepto de familia amplia, aunque en la práctica «sí hay muchos casos encubiertos de relaciones múltiples, amantes, queridas, "el segundo despacho" que le dicen en Guinea». En su opinión, «a pesar del crecimiento de la comunidad musulmana, no veremos cifras voluminosas de familias poligámicas, pero sí casos crecientes, lo que puede animar a que se flexibilice la legislación».
«Soy musulmán desde hace treinta años, me casé con una mujer musulmana, y a los seis años de casados descubrimos que ella no podía tener hijos -confiesa en webislam un hombre que prefiere ocultar su identidad-. Nos costó, pero decidimos tomar una segunda esposa. Al principio fue muy difícil, pues yo adoro a mi mujer. Mi segunda esposa me ha dado cuatro hijos, yo la respeto, y trato de que no le falte de nada, pero mis sentimientos no tienen nada que ver con los de mi primera mujer. Soy justo con las dos, pero hoy en día, si volviera atrás, no me casaría con la segunda».
¿Cuántas familias poligámicas hay ya en España? Hasta ahora, «es un número muy reducido», afirma Riay Tatary Bakry, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas. «En mi mezquita -situada en el barrio de Tetuán (Madrid)- conozco algunos ejemplos, la mayoría de hombres que no han conseguido traer a sus esposas de su país de origen y han tomado aquí una segunda mujer para no cometer ningún pecado». Y algo parecido opina Mansur Escudero, español, musulmán, secretario general de la Comisión Islámica, que considera que «no hay un clamor social que pida la regularización, aunque tampoco es lógico que en una sociedad plural y laica sólo se permita una forma de matrimonio». Si se legisla la unión entre homosexuales, se pregunta, «¿por qué no un tipo de familia que tiene siglos de historia?».
La ley y las formas de unión
Aunque parezca una broma, no faltan los analistas e intelectuales que consideran probable una flexibilización de la ley de ese corte. Opina Eduardo Hertfelder de Aldecoa, presidente del Instituto de Política Familiar, que «el Gobierno actual desea la integración del mundo musulmán adaptando nuestra cultura a la suya, en lugar de a la inversa, como sería más lógico». Cree que la tendencia es que cualquier unión convivencial tenga los mismos derechos que el matrimonio, lo que encierra un evidente cariz electoralista. Más de un millón de musulmanes, más de un millón de posibles votos. Y en esa misma dirección camina el escritor y ensayista Miquel Porta Perales: «Conociendo el progresismo multiculturalista que nos gobierna, no resultaría extraño que se autorizara la poligamia. Se ha legalizado el matrimonio homosexual, ¿por qué no dar otro paso? A buen seguro que encontrarían las justificaciones pertinentes: los "derechos" de la población islamista que vive en España, la "pluralidad" de formas de convivencia de nuestra sociedad, las "alternativas" a la familia tradicional, la "democracia" avanzada.».
Amina Lamrini, de la Asociación Democrática de Mujeres de Marruecos, se sorprende de cómo crece este debate en el norte del mundo. Habla desde su despacho en Rabat, con el Código de familia aprobado hace poco más de un año sobre la mesa. Dice que la nueva ley ha mejorado la situación de la mujer en su país. «Ya no necesitamos la autorización de un tutor para casarnos, se reconoce la igualdad de derechos y deberes entre los esposos, y se eleva la edad mínima del matrimonio desde los quince a los dieciocho años, entre otros logros». Lamrini confiesa, no obstante, que no han podido impedir que el derecho a la poligamia permanezca en el articulado. «Es una opción muy minoritaria, que requiere la autorización de la primera mujer y la igualdad de trato entre las esposas. Entre mis amigos, no conozco ningún caso, por eso es tan curioso que cuando las uniones múltiples están en retroceso en África se empiece a hablar de ello en Europa».
O incluso más allá. En Estados Unidos se han publicado algunos artículos sobre lo que llaman «hombre compartido», sobre todo en barrios negros donde la población masculina es menor de lo habitual, con un índice de delitos y encarcelamiento que cambia el «paisaje sexual». Se cita un estudio realizado en Chicago que concluye que el 21 por ciento de los hombres negros tienen relaciones con más de una mujer, mientras que en otros lugares, como Cook County, esa cifra ronda el 6 por ciento. En EE.UU. la poligamia es ilegal, aunque algunos mormones la siguen practicando, a menudo acusados de bigamia ante los tribunales. En Ontario (Canadá), «The Christian Science Monitor» también habla de uniones poligámicas en las comunidades islámicas, e incluso hay un estudio financiado por el Departamento de Justicia y Mujer que recomienda su despenalización. «Por qué penalizar este comportamiento», se pregunta la autora, Martha Bailey. «No criminalizamos el adulterio, ¿por qué señalar una forma especial de comportamiento para su criminalización?».
«Mi futuro marido está casado con una argelina. Él es argelino, y yo española musulmana», explica Mariam. Otro testimonio, anónimo: «Soy española de tradición cristiana, aunque mi familia no es practicante. Llevo casi tres años saliendo con un chico de Senegal, y ahora ha surgido un problema. Este año irá un mes de visita a su país. Es la primera vez que va desde que emigró, hace cinco años, y me ha dicho que si su madre le pide que se case, lo hará». Ejemplos como estos no dejan de ser anécdotas, al menos por ahora, en opinión de Mansur Escudero. «Yo conozco tres o cuatro casos de poligamia entre españoles y musulmanas, no más».
Escudero explica que esos tres o cuatro casos funcionan como una familia «normal», en dos casas, o con dos cocinas. «Cada esposa tiene su ámbito. Lo más importante es que se las trate con equidad y justicia, en todos los aspectos». Añade que hay familias que se llevan muy bien y otras conflictivas, como en la monogamia, y que «la poligamia requiere una madurez enorme por parte de todos». Escudero es uno de los líderes musulmanes que ha pedido en ocasiones al Gobierno que se flexibilice la ley para aceptar modos de convivencia con tanta historia como la poligamia. Por ahora, parece algo impensable, aunque el runrún (Francia, Chechenia, Canadá, e incluso el trío holandés que formalizó su unión ante notario) cada vez suena más cerca.