Re: ¿Por qué es importante María para ti?
Tomado de "Gracias por María" (Luis F Pérez, Civitas Dei):
Inmaculada Concepción
En el Nuevo Testamento vemos que María es la Madre de Dios y también que es la Kejaritomene –llena de gracia o agraciada-.
La Iglesia ha llegado a entender que ella fue kejaritomene desde el mismo instante de su concepción. Y para llegar a entender eso ha tenido que meditar mucho sobre las implicaciones que había de tener para un ser creado, como María, el llegar a ser el Arca Santa que habría de contener la Encarnación del Verbo de Dios, el cual es el Creador Eterno. La gracia de Dios debía acompañar a esa criatura humana, María, para que fuera tan santa que la presencia divina en su seno no la consumiera por completo. Porque, no lo olvidemos, hasta que Cristo no nos abrió definitivamente el camino al Padre, toda relación entre la naturaleza humana y la divina estaba limitada por el muro del pecado.
Si la simple contemplación de Dios podía traer la muerte de los hombres o, en el mejor de los casos, causaba un resplandor de gloria (2ª Cor. 3,7; Ex. 34,29) en aquel que se aventuraba a contemplar siquiera las "espaldas del Señor" (Ex. 33,23), ¿qué no podría ocurrir con una mujer que llevara en su propio seno al Señor Todopoderoso a la vez que estuviera corrupta por el pecado? ¿Cómo no habría el Señor de resguardar en santidad a esa mujer para que su naturaleza humana no se viera arrasada por la santidad del Verbo divino? ¿Cómo no concederle la gracia de verse libre del pecado, “ser sin pecado”, y por tanto salvada de él y sus consecuencias, para que de esa forma se convirtiera en el ser humano de quien Jesucristo tomó la naturaleza humana?
El dogma de la Inmaculada Concepción es un canto a la gracia de Dios en María. Pues es esa GRACIA, y no la propia naturaleza humana de la Virgen, quien la limpia de pecado, por los méritos de quien habría ser su Hijo, desde el mismo instante de su concepción.
La Iglesia da testimonio ya en el siglo II, a través de San Justino y San Ireneo, de que había recibido la enseñanza de que María era la Segunda Eva y era la madre de la nueva humanidad en Cristo Jesús. De esa enseñanza la Iglesia, con el paso de los siglos y tras no poca discusión, llegó al convencimiento de que María, por el significadísimo lugar que había de tener en el plan de salvación dispuesto por Dios, fue llena de gracia desde el primer instante de su creación. Dicha pureza, fruto de la gracia de Dios en ella, debió mantenerse intacta para que su seno se convirtiera cual nueva Arca de la Alianza, en receptáculo santo de la encarnación del Verbo de Dios.
La unión tan íntima entre cualquier madre y el hijo que lleva en su seno es algo que sólo quien ha experimentado la maternidad puede contar. Pero en el caso de María y su hijo Jesús, esa unión no era una unión cualquiera. Era la unión entre una mujer, ser creado, y el Dios Eterno Creador de los cielos y la tierra. Y por ello, el Altísimo derramó su gracia desde un primer momento sobre aquella bendita mujer, para que cuando llegara el momento de encarnarse en su seno, ella pudiera ofrecerle la santidad fruto de la gracia de Dios como receptáculo para su divinidad. Como la primera Eva, madre de todos los hombres, fue concebida sin pecado, así la Segunda Eva, madre de la nueva humanidad en Cristo, fue igualmente concebida sin pecado. Así lo ha declarado la Iglesia de Cristo y así ha de ser aceptado por todos.
Amar, honrar, venerar y dar culto a María es la mejor forma de dar gracias a Dios por las maravillas que hizo en ella. Si Elisabet, llena del Espíritu Santo, exclamó que la visita de la Madre del Señor era un don para ella, ¿qué no exclamaremos nosotros?
San Juan el Bautista, como en su día hizo el rey David, danzó ante el Arca de la Alianza. Pero esta vez, el Arca contenía en su seno la real presencia divina.
Por voluntad del Padre, María dio a luz a la Luz del Mundo. Si hubiera habido tinieblas en ella, no podría haber dado a luz a la Luz. Cristo no podía tener comunión con las tinieblas en el seno de su madre. Por eso el Padre proveyó para Él un seno materno santo.
Para algunos esas verdades son motivo de escándalo. Para nosotros los católicos son motivo de alegría y regocijo.
Bendita tú fuiste, eres y serás, Madre, entre todas las mujeres y bendito fue, es y será, Aquél quien es el fruto de tu santo seno.
“Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo. El Rey está con la esclava; el más bello de los hijos de los hombres está con la más hermosa de las mujeres; el que santifica todas las cosas está con la doncella inmaculada. Contigo está el Creador del Universo; contigo está a fin de poder nacer de ti; contigo está en la
concepción para ser por ti dado a luz; contigo está como
Dios, para poder nacer de ti como Dios y hombre .... Alégrate, oh fuente de luz, que iluminas a todo hombre. Alégrate, oh aurora del sol que no conoce ocaso. Alégrate, depósito de la vida... Alégrate, pozo del agua siempre viva... Alégrate, oh puerta sellada que se abre sólo para el Rey... Allá arriba está él con aquella naturaleza divina que se halla por encima de los querubines y que tiene su morada en el seno del Padre; aquí abajo permanece él, gracias a la naturaleza humana que yace en el pesebre y que es estrechada entre los brazos maternales. Éstos son un trono verdaderamente real, un trono glorioso, santo, único, digno de sostener en este mundo al Santo de los santos”.
(Crísipo de Jerusalén, custodio de la Basílica del Santo Sepulcro, siglo V)
Asunción de María
El Papa Pío XII, después de haber consultado oficialmente a todos los obispos del orbe sobre si la asunción corporal de María podía ser declarada dogma de fe y tras haber recibido la respuesta afirmativa de casi todos ellos proclamó dicho dogma el 1 de noviembre de 1950 a través de la Constitución Munificentissimus Dei:
“...la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, después de terminar el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”
María no fue la primera persona en ser asunta al cielo en cuerpo y alma. La Biblia señala al menos dos casos en que ocurrió lo mismo a otras personas. Son los casos de Enoc y Elías
Génesis 5,21-24
Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.
Hebreos 11,5
Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
2ª Reyes 2,9-11
Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
Aunque el dogma no especifica si María murió o no antes de ser asunta al cielo y por tanto se puede mantener ambas posturas, la Tradición está más a favor de la tesis de que sí murió. De hecho, la Iglesia Ortodoxa celebra la Dormición de María en la que la virgen muere antes de ser resucitada y asunta al cielo. Pues bien, tampoco hay ausencia de evidencia bíblica a favor de esa posibilidad.
Mateo 27,51-53:
“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron, y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron, y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.
Según la interpretación más probable de ese pasaje y que ya propusieron los padres más antiguos de la Iglesia, el “levantarse de los santos” fue una definitiva resurrección y glorificación. Por tanto, si algunos santos del Antiguo Testamento consiguieron la salvación completa, alma y cuerpo, inmediatamente después de realizada la obra de redención de Cristo, entonces es posible y probable que también le fuera concedida a la Madre de Dios.
Otras de las razones a favor del dogma son la interpretación de algunos pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Por ejemplo, el Salmo 131,8 dice:
“Levántate, oh Yahvé, al lugar de tu reposo. Tú y el arca de tu poder”
Y en Apocalipsis 11,19 leemos:
“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.”
La teología católica acepta que el arca de la Alianza, construida de materia incorruptible, es tipo del cuerpo incorruptible de María.
Igualmente es de reseñar que dada la doctrina católica sobre la perpetua virginidad de la Virgen así como su impecabilidad desde el mismo momento de su concepción, era de esperar que su cuerpo no viera la corrupción propia después de la muerte tal y como, por otra parte, aconteció con el propio Señor Jesucristo.
Afirma San Germán de Constantinopla (Homilías sobre la Dormición, s VII-VIII):
“No es admisible que tú, el receptáculo de Dios, quedaras reducido al polvo, tal como los cadáveres que se descomponen. Ya que aquel que, estando en su seno, se anonadó, era Dios desde un principio y era la vida desde antes de los siglos, fue conveniente que la madre de la vida cohabitara con la vida, que su muerte viniera a ser como un sueño y que su tránsito fuera como un despertar. Así como un hijo desea y procura estar con su propia madre y una madre anhela habitar con su hijo, así fue del todo congruente que tú, que tienes un corazón lleno de amor al que es tu hijo y tu Dios, retornaras hacia Él y que Dios, que manifiesta hacia ti un afecto filial, te hiciera estar en su compañía y participar de su propia vida”.