El limbo es un concepto católico.
En el ámbito católico, es un término teológico con el que se designa un lugar o situación (lugar-estado), en el que, supuestamente, se encuentran los muertos que no son salvados ni condenados, sin cielo y sin infierno, porque han muerto con sólo el pecado original, sin haber cometido pecados personales. Se distinguen dos limbos: el
seno de Abraham (Lc 16, 22 ) o
limbo de los justos del Antiguo Testamento y de la gentilidad, privados de la visión de Dios por el pecado original, los cuales hubieron de esperar a la muerte de Cristo, al descenso de Cristo a los infiernos para resucitar con él como santos (I P 3, 18; Mt 27, 52-53), y el
limbo de los niños, en el que, supuestamente, estarían los niños muertos sin recibir el bautismo y, por lo tanto, privados de la visión de Dios. Estarían en el borde (limbo) del infierno, sin pena ni gloria, aunque podrían gozar de una especie de felicidad natural.
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No hay una declaración doctrinal formal de la Iglesia sobre la existencia del limbo de los niños. La teoría se extendió en la escolástica medieval para explicar el problema de los muertos inocentes sin bautismo y se apoya en las ideas judías sobre el
sheol o residencia de los muertos. La investigación histórico-teológica católica actual tiende a inclinarse por la tesis de que no ha habido una doctrina unívoca sobre el tema en épocas anteriores y que no ha habido pronunciamientos definitivos de la Iglesia. Es, pues, una cuestión abierta o, como se dice ahora, una hipótesis teológica.
Yo soy evangélico y no creo en él.
