Tampoco podemos traer a Dios a los conceptos del antropomorfismo.
Si podemos, para una mayor comprensión de su lenguaje, y aquí expongo por qué:
La Biblia usa expresiones como “el dedo de Dios”, “los ojos de Dios”, “la mano de Dios” no para atribuirle corporalidad, sino para
comunicar atributos y acciones divinas en términos comprensibles para el ser humano.
De igual forma, cuando se dice “el Espíritu Santo dijo” (Hch. 13:2), no se está forzando el texto, sino reconociendo que el Espíritu Santo
tiene voluntad, habla, guía, y toma decisiones, lo cual son características personales.
Este tipo de lenguaje no es una licencia doctrinal, sino una
implicación exegética legítima.
Negar la personalidad del Espíritu Santo sería ignorar su rol activo en la historia redentora, desde Génesis hasta Apocalipsis, por un lado, y por otro lado, la crítica que rechaza el uso de “personas” o “Trinidad” por no estar en el texto bíblico cae en una
falacia de literalismo extremo.
La teología no se construye solo con vocablos explícitos, sino con
conceptos revelados. Por ejemplo:
La palabra
“omnipotente” no aparece en todos los textos, pero el concepto está presente.
El término
“encarnación” tampoco aparece, pero Juan 1:14 lo describe claramente.
No es con un -"¡Sanseacabó"! como silenciamos a los hermanos, sino presentando la explicación adecuada al por qué consideramos legítimo el uso de "Personas" dentro de la pluralidad de Dios, conocida como la Trinidad, cuyo rechazo por su asociación con la secta herética del catolicismo romano, es un error de lógica teológica, pues la verdad no se invalida por su mal uso.