“No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio que juzguéis, seréis juzgados, y con la medida que midáis, se os medirá.”
(Mateo 7:1-2)
Muchos que se dicen cristianos interpretan estas palabras como si significaran que no hay que juzgar, y que, si no juzgas, Dios no te condenará, sino que supuestamente te justificará.
¿Es esto cierto?
Pero esta vara tiene dos extremos. Si no juzgas, entonces Dios tampoco te juzgará.
Los supuestos cristianos piensan que esto es bueno, que es mejor que Dios no te juzgue.
¡Pero cuidado! Cuando seas víctima de un delito, cuando te roben, te golpeen o incluso maten a tus hijos, entonces Dios tampoco juzgará entre tú y tus ofensores.
En este sentido se dice: “Porque con el juicio que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida que midáis, se os medirá.”
Es decir, si no juzgas, no habrá juicio alguno para tus ofensores. Los criminales podrán hacer contigo lo que quieran, y no habrá justicia para ti.
En resumen, Jesús no dice que no hay que juzgar; al contrario, Jesús enseña que es necesario juzgar, y que el juicio que emplees será el mismo con el que Dios te juzgará. Pero juzgar es imprescindible.
En esencia, Jesús reitera:
Esto dice el Señor: “Haced justicia y rectitud, librad al oprimido de la mano del opresor, no maltratéis ni oprimáis al extranjero, al huérfano o a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.”
(Jeremías 22:3)
“Él defendió la causa del pobre y del necesitado, y por eso le fue bien. ¿No es esto conocerme a mí?, dice el Señor.”
(Jeremías 22:16)
“Juzgad con justicia al pobre y al huérfano; haced justicia al afligido y al necesitado. Librad al pobre y al necesitado; arrancadlo de la mano de los impíos.”
(Salmos 82:3-4)
En conclusión: si no juzgas, no recibirás juicio de Dios, y eso es algo terrible, desastroso.
P.S. Te imploro, Señor Dios, júzgalos con el mismo juicio con el que ellos me juzgan. Mídeles con la misma medida que ellos me han medido.
Que se haga según Tu Palabra.