Hay un hecho que debemos reconocer. Palestina no existe. El llamar al estado de Israel por ese nombre es ceder a un error histórico provocado originalmente por los romanos y los británicos. Veamos:
Como todos conocemos, Israel dejó de ser una nación libre desde el 732 A.C., cuando los asirios invadieron el reino de Israel (reino del norte). Luego los babilonios invaden Judea (reino del sur) en el 587 A.C. Después de esa fecha, Israel fue posesión de otros imperios. Cuando los judíos retornan del cautiverio de Babilonia, entonces estuvieron bajo el dominio de los persas. Luego vendrán los griegos.
Los hebreos se organizaron y pudieron vencer a los griegos, expulsándolos de su tierra. Se inauguró entonces la dinastía Asmonea, que duró del 142 A.C. hasta el 63 A.C. cuando llegan los romanos.
El emperador Adriano decidió durante la primera mitad del siglo II cambiar el nombre de la provincia de Judea a “Palestina.” El nombre era un insulto para los judíos, pues el mismo significa “tierra de filisteos.” Este emperador, que fue un dictador genocida, impuso ese castigo como consecuencia de las revueltas militares de los judíos en contra de Roma.
Luego, del 638-1099 es el dominio árabe de la tierra de Israel. Del 1099 al 1291 los cristianos cruzados reinan sobre Israel. El conquistador árabe Salajudín (Saladino) vence a los cruzados y vuelve a imponer el dominio islámico sobre la región. Esto hasta 1517, cuando los Otomanos establecen su imperio.
Como consecuencia de la derrota de la primera guerra mundial, el imperio Otomano se desmorona, convirtiéndose en la actual Turquía. Israel quedó entonces bajo el domino del Imperio Británico.
Es importante tomar en cuenta que ni los árabes, ni los Otomanos llamaron a Israel “Palestina” en ningún momento durante sus mandatos. Para ellos Israel era una extensión del Eyalet de Siria, nada más.
A partir de las últimas décadas del siglo XIX llegaron a Israel muchos migrantes del Líbano, Siria, Iraq y Egipto. Los judíos habían ya creado los famosos kibutz, o fincas autosuficientes con mucho éxito, y las mismas resultaron ser muy prósperas. Estos árabes llegaron buscando trabajo en esas fincas. Los que hoy día se hacen llamar “palestinos” son los descendientes de esos migrantes.
Durante su dominio los británicos emitieron al Declaración de Balfour en 1917, reconociendo que los judíos necesitaban un lugar para desarrollar un estado. En 1920, entonces, los británicos presentaron su primera propuesta para ese estado judío (ver mapa adjunto).
Debe notarse que esta extensión de terreno hubiese estado cerca de cumplir con los límites establecidos por el Creador para la tierra de Israel, según expuesto en Éxodo 23:31 (desde el mar Mediterráneo hasta el río Éufrates). No obstante, esto va a cambiar.
Debido a las fuertes protestas expuestas por los habitantes árabes de la región, los británicos decidieron reducir el terreno disponible para los judíos. Este fue el resultado de su decisión (ver primer mapa adjunto).
Los británicos usaron el río Jordán como la línea divisoria para tener un estado judío, y el resto de la región se le llamo “Transjordania”, que fue designado para uso de los árabes. Esto fue una decisión completamente arbitraria, que le quitó el 70% de la tierra ya seleccionada a los judíos.
Debe destacarse que los británicos decidieron además llamar a la región “Palestina.” Es por ello que ese nombre es una creación completamente occidental. Ni los árabes, ni los otomanos jamás usaron ese nombre para la tierra de Israel. Lo hicieron únicamente los romanos y los británicos.
Ahora examinemos el argumento de invasión y robo de tierra que es esgrimido por los árabes contra los judíos:
El mapa (adjunto) ilustra lo que los grupos palestinos alegan fue lo que ocurrió con su tierra, después que los inmigrantes judíos comenzaran a quitarles domino sobre su “nación” a partir de 1946.
Si vemos el primer mapa parece ilustrar, en color verde, la población árabe que habitaba en la región, y si vemos los demás mapas parece ser que poco a poco esa presencia árabe fue dominada por los grupos judíos, ilustrados con el color blanco. Resulta muy curioso que los límites geográficos de esa “Palestina” concuerda exactamente con los límites actuales del estado de Israel. ¿Cómo es eso posible? Estos “palestinos” jamás determinaron los límites de su territorio, pues la realidad es que nunca fue suyo. Eso es la primera prueba de la gran mentira.
La información del primer mapa es incorrecta. En Israel siempre habitaron judíos. No por ello dejamos de reconocer que bajo el dominio árabe y otomano esa población judía se redujo, y los grupos árabes dominaron en el área. Ahora bien, jamás en la medida que se ilustra en el primer mapa.
El segundo mapa es importante, porque presenta la propuesta de las Naciones Unidas del 1947, en donde se determinó crear dos estados. Uno judío (en blanco) y otro árabe (en verde). Esta propuesta fue aceptada por los judíos, pero los árabes se opusieron.
En 1948 Israel declara su independencia y se constituye como una nación soberana. Es entonces que los grupos árabes fueron replegados a las regiones de Gaza y lo que se llamó Cisjordania (que realmente son Samaria al norte y Judea al sur).
Para esos años Gaza era administrado políticamente por Egipto y Cisjordania por el reino de Jordania (que se había establecido en 1946).
Ocurre entonces la primera guerra de independencia de Israel. La llamada liga árabe declaró la guerra contra el nuevo estado de Israel y su objetivo era su destrucción. Israel entonces enfrentó a Egipto, Jordania, Siria, Iraq, el Líbano, Arabia Saudita y Yemen.
En aproximadamente un año Israel derrotó a las naciones árabes, forzándolos a reconocer su soberanía. Se firmó un armisticio y se reconocieron las fronteras nacionales.
Como ya explicamos, Egipto y Jordania continuaban teniendo mucho poder sobre los territorios palestinos. Incluso, Jerusalén estaba dominada por el reino de Jordania.
Hubo una paz relativa por varias décadas, hasta 1967, cuando el dictador de Egipto Gamal Abdel Nasser, quien dirigía la liga árabe, declaró que el estado de Israel debía ser destruido. Se unieron entonces Egipto, Siria y Jordania en contra de Israel.
El gran milagro del Eterno es que Israel venció a estas tres naciones en solamente 6 días. La artillería de Egipto fue devastada, la fuerza aérea de Siria desapareció, y Jordania perdió el control de Cisjordania y Jerusalén. Igualmente, Egipto tuvo que ceder la península de Sinaí a Israel y Siria entregó los altos de Golán. Los ejércitos de Israel llegaron a media hora de Damasco, pero por intervención de las Naciones Unidas, decidieron no tomar control de los sirios.
Con esta victoria Israel dejo claro que es el país militarmente más poderoso del Oriente Medio, y que su soberanía nacional es incuestionable. Hoy día Jerusalén es la capital de Israel. La península de Sinaí fue devuelta a los egipcios por un tratado (Acuerdos de Camp David, 1978). No obstante, los altos de Golán siguen bajo dominio israelí.
Hoy día los árabes que se hacen llamar “palestinos” reclaman la nación que jamás en la historia han tenido. Pretenden hacer creer al mundo que son un grupo oprimido y hasta que sufren un genocidio por parte del gobierno de Israel. Todo eso es una burda mentira.
Palestina no existe ni ha existido nunca. Esos árabes son inmigrantes en el estado de Israel. Deben seguir el ejemplo de los árabes de Nazaret, que se han integrado por completo a vivir en paz en tierra judía, siguiendo las leyes y haciéndose ciudadanos de Israel. Ese es el camino que deben seguir.
Este asunto “palestino” tiene que solucionarse pronto. Ya veremos que resulta de todo este dilema. Que Hashem brinde la victoria a su pueblo, y que Israel prevalezca como dicen las escrituras hasta el fin de los tiempos. Amén.