𝐋𝐚 𝐜𝐞𝐫𝐭𝐞𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐧 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨
La Escritura nos asegura que Jesús nos libra de la ira venidera (1Ts.1:10).
Esta promesa es exclusiva para quienes han sido redimidos con su preciosa sangre (1P.1:18-20), los que le pertenecen y son conocidos por Él (2Tim.2:19).
No se trata de una afiliación religiosa, sino de una relación genuina con Cristo.
De manera que la consecuencia de reemplazar a Cristo por un crucifijo o por un grupo religioso es quedarse aquí en la tierra.
𝐄𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨 𝐲 𝐬𝐮 𝐯𝐞𝐧𝐢𝐝𝐚
Pablo declara que hay una corona de justicia reservada para los que aman su venida (2Tim.4:8). Este amor no es solo una emoción, sino una actitud de vida: esperar su regreso con gozo, vivir en santidad y proclamar su evangelio.
𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐟𝐚𝐥𝐬𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐞𝐲𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬
El falso creyente es un impío, y Jesús advierte sobre quienes usan su nombre sin conocerle realmente (Mt.7:21-23). No basta con decir "Señor, Señor", sino que es necesario hacer la voluntad del Padre.
La hipocresía religiosa es desenmascarada por Cristo, quien llama a estos falsos discípulos hacedores de maldad.
𝐋𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐢𝐚𝐫𝐢𝐚 𝐲 𝐩𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨
Para corregir lo deficiente, debemos buscar una comunión constante con el Señor, lo que implica:
𝐄𝐋 𝐄𝐉𝐄𝐌𝐏𝐋𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐋𝐀𝐃𝐑𝐎́𝐍 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐂𝐑𝐔𝐙
El ladrón en la cruz (Lc.23:41-42) es un testimonio poderoso de la gracia soberana de Cristo.
No tenía méritos religiosos, no asistía a la sinagoga ni conocía la ley, pero fue salvo por su arrepentimiento (Lc.23:41) y la fe en Jesús. Su ruego sincero: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" (Lc.23:42) le aseguró un lugar en el Paraíso ese mismo día que fue trasladado del centro de la tierra donde este lugar era identificado como "El seno de Abraham"(Num.16:33; Lc.16:22-23) al tercer cielo, como "El Paraíso" (Ef.4:8; 2Cor.12:2), las almas de los impíos continúan en el centro de la tierra.
𝐋𝐚 𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧̃𝐨𝐬𝐨
Pablo nos advierte en 2 Tesalonicenses 2:7-12 que después del arrebatamiento, Dios enviará un poder engañoso a los que rechazaron el amor de la verdad, para que crean la mentira. Será un juicio divino sobre aquellos que despreciaron la gracia en esta era.
No habrá una segunda oportunidad para ellos, pues su corazón será endurecido en incredulidad.
Ellos no serán perseguidos por el anticristo, pues le pertenecen y serán marcados en la frente y en la mano lo cual aceptarán con sumo gozo, pues no tienen discernimiento espiritual, el poder engañoso lo ha eliminado y son hombres naturales.
𝐂𝐎𝐍𝐂𝐋𝐔𝐒𝐈𝐎́𝐍
La identidad espiritual de los arrebatados no depende de POSICIONES TEOLÓGICAS ni de títulos religiosos ni de obras externas, sino de una relación genuina con Cristo.
Amarle, esperar su venida y vivir en comunión con Él es la clave para estar preparados.
Sin embargo, la Escritura advierte que los que rechacen la verdad recibirán un poder engañoso. No habrá segundas oportunidades después del arrebatamiento. Por eso, la urgencia del evangelio es innegable: hoy es el tiempo de salvación.
Que este mensaje nos anime a corregir lo deficiente, amarle más y proclamar su gracia antes de que sea demasiado tarde.
La Escritura nos asegura que Jesús nos libra de la ira venidera (1Ts.1:10).
Esta promesa es exclusiva para quienes han sido redimidos con su preciosa sangre (1P.1:18-20), los que le pertenecen y son conocidos por Él (2Tim.2:19).
No se trata de una afiliación religiosa, sino de una relación genuina con Cristo.
De manera que la consecuencia de reemplazar a Cristo por un crucifijo o por un grupo religioso es quedarse aquí en la tierra.
𝐄𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨 𝐲 𝐬𝐮 𝐯𝐞𝐧𝐢𝐝𝐚
Pablo declara que hay una corona de justicia reservada para los que aman su venida (2Tim.4:8). Este amor no es solo una emoción, sino una actitud de vida: esperar su regreso con gozo, vivir en santidad y proclamar su evangelio.
𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐟𝐚𝐥𝐬𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐞𝐲𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬
El falso creyente es un impío, y Jesús advierte sobre quienes usan su nombre sin conocerle realmente (Mt.7:21-23). No basta con decir "Señor, Señor", sino que es necesario hacer la voluntad del Padre.
La hipocresía religiosa es desenmascarada por Cristo, quien llama a estos falsos discípulos hacedores de maldad.
𝐋𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐢𝐚𝐫𝐢𝐚 𝐲 𝐩𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨
Para corregir lo deficiente, debemos buscar una comunión constante con el Señor, lo que implica:
- Que Él dirija todas las áreas de nuestra vida: familia, trabajo, ministerio.
- Vivir en arrepentimiento y dependencia de su gracia.
- Ser testigos fieles del evangelio de la gracia de Dios (Hch.20:24).
𝐄𝐋 𝐄𝐉𝐄𝐌𝐏𝐋𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐋𝐀𝐃𝐑𝐎́𝐍 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐂𝐑𝐔𝐙
El ladrón en la cruz (Lc.23:41-42) es un testimonio poderoso de la gracia soberana de Cristo.
No tenía méritos religiosos, no asistía a la sinagoga ni conocía la ley, pero fue salvo por su arrepentimiento (Lc.23:41) y la fe en Jesús. Su ruego sincero: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" (Lc.23:42) le aseguró un lugar en el Paraíso ese mismo día que fue trasladado del centro de la tierra donde este lugar era identificado como "El seno de Abraham"(Num.16:33; Lc.16:22-23) al tercer cielo, como "El Paraíso" (Ef.4:8; 2Cor.12:2), las almas de los impíos continúan en el centro de la tierra.
𝐋𝐚 𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧̃𝐨𝐬𝐨
Pablo nos advierte en 2 Tesalonicenses 2:7-12 que después del arrebatamiento, Dios enviará un poder engañoso a los que rechazaron el amor de la verdad, para que crean la mentira. Será un juicio divino sobre aquellos que despreciaron la gracia en esta era.
No habrá una segunda oportunidad para ellos, pues su corazón será endurecido en incredulidad.
Ellos no serán perseguidos por el anticristo, pues le pertenecen y serán marcados en la frente y en la mano lo cual aceptarán con sumo gozo, pues no tienen discernimiento espiritual, el poder engañoso lo ha eliminado y son hombres naturales.
𝐂𝐎𝐍𝐂𝐋𝐔𝐒𝐈𝐎́𝐍
La identidad espiritual de los arrebatados no depende de POSICIONES TEOLÓGICAS ni de títulos religiosos ni de obras externas, sino de una relación genuina con Cristo.
Amarle, esperar su venida y vivir en comunión con Él es la clave para estar preparados.
Sin embargo, la Escritura advierte que los que rechacen la verdad recibirán un poder engañoso. No habrá segundas oportunidades después del arrebatamiento. Por eso, la urgencia del evangelio es innegable: hoy es el tiempo de salvación.
Que este mensaje nos anime a corregir lo deficiente, amarle más y proclamar su gracia antes de que sea demasiado tarde.
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