@Daniel1546
Hola.
La distinción entre
alma y
espíritu en las Escrituras ha sido objeto de mucha confusión, sobre todo cuando se interpretan estos términos a partir de categorías filosóficas griegas o tradiciones postbíblicas. No obstante, cuando uno se sujeta exclusivamente al testimonio de las Escrituras, puede observar que ambas palabras tienen significados funcionales y contextuales, no ontológicos ni dualistas.
1. El “alma” en la Escritura
En hebreo:
nephesh
En griego:
psuchē
La primera aparición de la palabra “alma” se encuentra en
Génesis 2:7, donde se dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre alma viviente.”
El texto no dice que el hombre
tiene un alma, sino que
es un alma viviente. El “alma”, entonces, no es un ente separado del cuerpo, sino el resultado de la combinación del cuerpo formado del polvo + el aliento de vida dado por Dios. Cuando ese aliento se retira, el alma deja de existir como ser consciente (cf.
Eclesiastés 12:7,
Salmo 146:4).
En la Escritura, el término “alma” puede referirse a la
persona completa (por ejemplo,
Levítico 17:11, “el alma de la carne en la sangre está”), al
ser viviente en su totalidad, o incluso a la
vida consciente y emocional de una persona (cf.
Salmo 42:11, “¿Por qué te abates, oh alma mía?”).
2. El “espíritu” en la Escritura
En hebreo:
rúaj
En griego:
pneuma
El “espíritu” es, en su sentido más básico, el
aliento,
viento o
energía vital dada por Dios. En
Job 33:4, se afirma:
“El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.”
Así, el “espíritu” es la
energía de vida que proviene de Dios y sostiene la existencia de la carne. Pero no se trata de una persona separada dentro del hombre, sino de la fuerza vital que, al ser retirada, produce la muerte (cf.
Salmo 104:29, “les quitas el aliento, mueren, y vuelven al polvo”).
Cuando en Eclesiastés 12:7 se dice:
“y el polvo vuelva a la tierra... y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”,
se refiere a que esa fuerza vital regresa al Dador, no a que una entidad consciente viaje al cielo.
3. Conclusión
El alma es la persona completa como ser viviente.
El espíritu es el aliento o energía de vida dada por Dios.
Ninguna de las dos palabras implica una entidad inmortal separada del cuerpo.
La inmortalidad es un don que se recibe únicamente por medio de Cristo y mediante la resurrección (cf.
2 Timoteo 1:10,
1 Corintios 15:53-54).
Con respeto y en Cristo,