La mortandad actual por guerras, asesinatos y suicidios nos está diciendo que la vida humana está depreciándose de continuo.
Al excluir al Creador de la realidad cotidiana y la esperanza futura, las guerras con matanzas de miles de personas se suceden sin que las Naciones Unidas las impidan ¡aunque para eso fueron creadas!
Los mismos gobiernos de repúblicas democráticas están consternados por el alto índice de asesinatos cometidos diariamente, y esto en constante crecimiento. El pueblo clama: ¡Se necesita más vigilancia! Sin embargo, nadie parece darse cuenta que ni siquiera destacando cuatro policías por cada ciudadano para custodiarlo las 24 horas del día, le podría asegurar la preservación de vida. Actualmente se viene robando y matando ¡a los mismos policías! Las bandas de narcos compitiendo por el territorio, se matan unos a otros sin contemplar siquiera que en los tiroteos mueran vecinos inocentes, incluso niños. Es como si la vida nada valiera.
Luego tenemos los suicidios. Los individuos –cada vez más jóvenes- en nada valoran su vida, pues se la quitan como si luego todo siguiera igual sin ellos. ¡Y todavía me quedó hablar sobre los abortos!
Los cristianos solo podemos hacer oír nuestras voces, para que gobernantes y gobernados comprendan de una buena vez que es imposible vivir sin Dios. Acá está la clave del asunto.
Cordiales saludos
Al excluir al Creador de la realidad cotidiana y la esperanza futura, las guerras con matanzas de miles de personas se suceden sin que las Naciones Unidas las impidan ¡aunque para eso fueron creadas!
Los mismos gobiernos de repúblicas democráticas están consternados por el alto índice de asesinatos cometidos diariamente, y esto en constante crecimiento. El pueblo clama: ¡Se necesita más vigilancia! Sin embargo, nadie parece darse cuenta que ni siquiera destacando cuatro policías por cada ciudadano para custodiarlo las 24 horas del día, le podría asegurar la preservación de vida. Actualmente se viene robando y matando ¡a los mismos policías! Las bandas de narcos compitiendo por el territorio, se matan unos a otros sin contemplar siquiera que en los tiroteos mueran vecinos inocentes, incluso niños. Es como si la vida nada valiera.
Luego tenemos los suicidios. Los individuos –cada vez más jóvenes- en nada valoran su vida, pues se la quitan como si luego todo siguiera igual sin ellos. ¡Y todavía me quedó hablar sobre los abortos!
Los cristianos solo podemos hacer oír nuestras voces, para que gobernantes y gobernados comprendan de una buena vez que es imposible vivir sin Dios. Acá está la clave del asunto.
Cordiales saludos