La mejor manera de conocer a Dios es saber quíen no es Él. Para que vean los hermanos protestantes, cual es el Dios que la Iglesia propone, les envío esta reflexión de un conocido y lamentablemente recién fallecido padre chileno. Aquí pueden ver que lo que realmente importa no son las imágenes de yeso que adornan nuestros templos, sino las falsas imágenses que tenemos de Dios en nuestra mente, esas son las que nos conducen en cierto modo a la idolatría. Lo demás como dice uno de los foristas, son pequeñeces.
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Hay un “dios desagradable”
“muy desagradable”
Es tremendo,
Produce rechazo y antipatía
Cansa. Atormenta. Fatiga.
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Es un “dios”
Que vive en las distancias,
Sordo, ciego,
Mudo y porfiado, que quiere que los hombres
Le griten desesperados
Y lo convenzan de sus necesidades.
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Y él insiste en guardar silencio.
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Hay un “dios” que quiere ver al hombre
Arrodillado, cabizbajo,
Lleno de temor y vergüenza.
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Hay un “dios “ vanidoso
Que ambiciona alabanzas
Aplausos, honores
Y que se alimenta
De nuestros cantos y gratitudes.
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Si duda hay un “dios” desagradable”.
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Es el “dios” de las crueldades:
El que teniendo todo el poder,
¡todo el poder! ,
no evita el accidente
no sana la enfermedad
no enjuga las lágrimas.
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¿Qué alianza ha establecido
con el castigo y con el mal?
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¿Porqué pudiendo evitar
nuestro dolor y sufrimiento,
no lo, hace?
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¿Porqué desea recibir
la ofrenda de nuestras penas,
y hasta la sangre de nuestros sacrificios?
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Hay un “dios” insensible,
Inhumano, indiferente...
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Hay un “dios” terrible,
Que se enoja,
Que castiga duramente,
Que hace trampas,
Y que pone a prueba todas nuestras fuerzas.
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Hay un “dios” que atemoriza,
Que persigue implacablemente,
Que es como el “agente secreto”:
Mira todo,
Anota todo,
Registra todo,
No nos quita los ojos de encima,
Va disfrazado a donde vamos,
No nos deja vivir tranquilos, nos acosa en todas partes...
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Hay un “dios de mandamientos”,
De leyes eternas,
De códigos y de preceptos negativos,
Establecidos “porque sí”,
Porque ésa es su voluntad,
Su terriblemente “santa voluntad”,
Su gusto, su placer o su capricho.
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Hay un “dios” que ama el incienso,
La reverencia, la genuflexión,
Y que deja al hombre lleno de complejos,
De temores y de culpas.
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Hay un “dios” comerciante
Que da según lo que recibe,
Que nos concede según lo que a él
Nosotros le hemos ofrecido o entregado.
Y después nos pasa la cuenta
De sus favores o servicios.
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Hay un “dios” de ceño fruncido,
un “dios” injusto para repartir riqueza,
un “dios” de brazo amenazante,
“dios” de altos tronos por encimas de las nubes,
“dios” con miles de ángeles y serafines
cantando infatigablemente:
Santo, Santo, Santo...
“dios” de aburrimiento,
“dios” orgulloso,
“dios” cobarde,
“dios” celoso...
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Sin duda hay un “dios” desagradable
Que atormenta y que oprime.
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¿Cómo creer en él?
¿Cómo amarlo?
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¡Imposible!
(
P. Miguel Ortega)
Ojalá que estas palabras les aclare la película.
Que el verdadero Dios les ilumine y les habra su terco corazón.
Justo Rodríguez, católico y apostólico.
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